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Capítulo 14

La canción esta más abajo, que es cuando yo veo mejor que la pongáis (:

NARRA ALY.

- Eh ¿qué pasa?- dije mirando a Nancy y Justin.

Había cierta tensión entre ellos y me pregunté si pasaba algo que yo no sabía.

- Nada prima, voy a ir ayudando en la cocina a ver si necesitan ayuda.

Me dijo Nancy y me besó en la mejilla, yo miré a Justin, este estaba observando como Nancy se iba. Dentro de mi corrió un sentimiento que no conocía ¿celos? ¿Estaba teniendo celos de que Justin mirara a mi prima? Pero no quise ponerle más seriedad al asiento, le pegué con mi mano suavemente en el brazo.

- Sé que tiene un bonito trasero, pero tu novia está aquí.

Justin me miró y sonrió, sonría de oreja a oreja, entonces puso sus brazos alrededor de mi cintura y quedó cara a cara.

- Repítelo- dijo sin dejar de sonreír.
- Tiene un bonito trasero- dije, aunque sabía que eso no era lo que quería escuchar.
- Eso no, pequeña.

Entonces sonreí nerviosa, tímida.

- Tu novia está aquí.
- Uhmm, que bien suena- dijo muy cerca de mi cara.
- Eh... si.

Todavía me ponía nerviosa que estuviera tan cerca, pero me encantaba. Me dio un beso dulce,  el beso que antes había evitado mi prima, yo coloqué mis manos en su cuello. Justin se separó de mis labios y puso su frente en mi frente, suspiró. Sé que estaba haciendo lo imposible por intentar aparecer normal, pero sé que algo ronda por su cabeza.

- ¿Me tienes que decir algo, Justin?- pregunté.

Él fue a abrir la boca, pero inmediatamente la cerró, sonrió y negó con la cabeza.

- ¿Seguro?
- Sí. ¿Vamos a ver si podemos ayudar en algo?

Yo asentí con la cabeza y lo seguí hasta la cocina, allí todo el mundo iba y venía, era un caos.

- ¿Podemos ayudar en algo? – pregunté yo.
- Eh…- mi madre me miró, ella ya estaba lista, estaba preciosa- Oh, que guapa estas, hija.
- Lo mismo digo, mamá.
- Bueno pues… Aly, ve a sacar las copas del mueve de la cocina y límpialas, Justin… ¿tú podrías ir con Nancy a terminar a poner la comida en esos platos?- señaló mi madre.

Yo de reojo vi como Justin hacia una mueca con su boca.

- Si, por supuesto.- dijo él.

Y nada más que vi como Nancy sonreía a Justin supe que aquí pasaba algo que yo no sabía, me di media vuelta y fui a por los vasos.

NARRA JUSTIN.

- Hola- dije seco cuando llegué a su lado.
- Hola, Justin- dijo ella sonriendo.
- Quita esa sonrisa.
- ¿Por qué? Si es que es verte y recordar buenos momentos…  Ya sabes, como…
- Cállate.

Yo me giré a ver si todavía estaba Aly, al ver que ya se había ido, volví a ponerme a mi trabajo.

- ¿Qué pasa? Si solo te iba a decir que me acortada de los buenos momentos que pasábamos aquí, con mi prima, ya sabes, jugando.
- Nancy, por Dios- dije sabiendo el doble sentido de la frase.

Ella sonrió como una niña chica.

- ¿Así que ahora estas con mi prima? - preguntó.
- Yo… eh…

No habíamos hablado de si queríamos decírselos a todos ya o esperar.

- Justin, sé cómo miras a las chicas que quieres y miraste antes a mi prima así, y ella estaba ilusionada de que vinieras. Se puso así de guapa para ti.

Tuve que forzarme a tragar, me sabía mal mentir a Aly… Se lo tenía que contar, lo sé, una relación se basa en la confianza.

- Tengo que hablar con ella…
- ¿Estás seguro de eso? Ya sabes como es mi prima… Tan inocente, tan pequeña… ¿crees que volverá a verte con los mismos ojos?

Respiré profundamente.

- Aly tiene una visión totalmente equivocada de ti, lo sabes ¿no?

Ella se encogió de hombros mientras sonría. Hubo unos segundos de silencio, estuvimos colocando la comida, hasta que ella volvió a hablar.

- Creo que tendré que hablar con mis otras primas para avisarles de que hay un chico al que les gustan las chicas de esta familia.
- Por favor, cállate.
- Yo y después Aly… Espero que no te gusten las mujeres mayores… bueno, de todas formas, mi madre esta casada y su madre también, no tienes nada más que hacer.

Yo no pude hacer otra cosa aparte de reír, era tan absurdo todo. Y mientras reía, vi como Aly entraba de nuevo aquí, me miró decepcionada. Aly no es tonta, no, es una de las chicas más inteligentes que conozco y sé que si yo no se lo digo, ella lo descubrirá por si sola.

Ella me intentó sonreír, pero no pudo, se giró y volvió al comedor, iba a ir tras ella, le iba a contar todo y le iba a rogar que me perdone pero la mano de la madre de Aly me lo impidió.

- ¿Está todo listo?- preguntó.
- Si- dije yo.
- Perfecto, ir llevando todo al salón.

Nancy la miró y sonrió. Cogió dos platos, uno en cada mano y avanzó delante de mí, no la miré, no, ya que eso era lo que quería pero no lo iba a conseguir. Siempre me gusto Aly y ahora que tengo esta oportunidad, no lo voy a estropear. Cogí yo otros dos platos y fui al comedor. Aly se encontraba sentada en el sofá viendo la televisión, estaba echada un poco hacia delante, yo la veía de espalda y pude observar su espalda desnuda, perfecta.

Ella se giró y me observó mirándome, me sonrió tímidamente aunque todavía podía observar un matiz de enfado en sus ojos. Volví a la cocina para terminar de colocar los platos, cuando volví Aly ya estaba sentada en una silla, yo terminé de colocar los platos y me senté a su lado, pero desgraciadamente Nancy se puso enfrente de mí, observándome, noté como Aly se tensaba. Mi madre se puso a mi lado y todos los demás se sentaron. Antes de nada todos rezamos y después empezó la cena.

NARRA ALY.

¿Cuándo iba a acabar esta noche? ¿Cuándo iba a poder subirme a mi cuarto quitarme todo esto y dormir? Lo necesitaba, no podía soportar más la mirada coqueta de mi prima, pero fue a peor cuando empezó a hablar.

- Que tierno, otra vez Aly y Justin juntos, ya saben, como en los viejos tiempo- dijo Nancy mientras partía su filete y se lo metía en la boca.
- Si, estamos felices de haber vuelto- dijo Pattie.
- -Nancy sonrió- Me acuerdo cuando venía de visita y jugaba con ellos, me la pasaba genial con Justin- hubo una pausa- y con Aly, claro- me miró y me sonrió.

Yo le dediqué la sonrisa más irónica de mi vida, ella rio.

- Ahora que me acuerdo… -empezó Pattie- Justin me dijo que en una excursión en su último curso, lo llevaron a visitar universidades y…
- No, no, cállate mamá- susurró muy flojo Justin, pero yo estaba a su lado y lo pude escuchar.

Yo no quise escuchar lo demás, así que le pedí la salsa a mi abuelo, pero él no me habló y mientras me echaba salsa escuché lo demás que decía Pattie.

- Y fue a tu universidad, Nancy, ¿no?

Nancy sonrió.

- Si, fue una sorpresa encontrarlo allí, pero por desgracia hacia mal tiempo y no podían volver y se tuvieron que quedar allí hasta el día siguiente.
- Si- Pattie rió- me acuerdo.
- Yo me encargué especialmente en que Justin no se aburriera, que se lo pasara bien.

Y lo entendí todo, mis manos no reaccionaban y deje caer la cuchara llena de salsa encima de mi vestido. Yo miré a Justin, este ni se dignaba a mirarme.

-Gracias por cuidar a mi hijo, Nancy- dijo Pattie.
- Fue un placer- dijo sonriendo.

Y yo grité mientras me levantaba corriendo, la salsa estaba caliente y al ser el vestido tan fino me llegó hasta la piel.

- ¿Qué pasa?- quiso saber mi madre.
- Na… nada- dije sin mirarla, mis ojos estaban brillosos- Yo… se me ha caído la cuchara y he manchado el vestido, lo siento Nancy.
- No pasa nada, cariño- dijo esta- Ven, vamos a cambiarte arriba, que todavía queda mucha noche para estar con un vestido manchado y además, ese vestido lo tendría que jubilar ya.
- No… no, da igual, déjalo. Ya me pondré unos vaqueros.
- ¡No! ¡Por Dios! Si todavía queda darnos los regalos y luego salimos Justin, tú y yo por ahí.
- No tengo ganas de salir.
- Venga hija, disfruta de hoy- dijo mi madre.

Yo levanté mi cabeza y miré a Nancy, estaba ya de pie sonriéndome.  No quise hacerme la desagradecida así que acepté. Volví a mirar a Justin, este seguía jugando con el puño de su camisa. ¿Había sido tan difícil contármelo?

Seguí a Nancy hasta su habitación de nuevo, no hablamos, pero yo necesitaba saber cosas.

- ¿Lo hiciste con Justin?- susurré,
- ¿Lo quieres saber?- preguntó.
- Sí.
- Bebimos, él durmió en mi habitación, nos besamos, hubo toqueteo y… si, yo no quería porque me acordaba que tú de pequeña me decías que él era muy importante para ti, pero él insistió y bueno, acepté al final.
- Ah.- fue lo único que pude decir- Muy bonito por tu parte negarte al principio.
- Ya, pero oye… ¿Sabes si ahora tiene novia?
- No, dije, creo que no tiene.

Ella sonrió mientras me daba otro vestido, esta vez el beige.

- Pues entonces intentaré hablar con él, ha crecido mucho desde la última vez que lo vi.
- Todo para ti-  dije mientras me volvía a mi cuarto.

Me quite el vestido machado, me entraron ganas de romperlo a ver si así sufría ella un poco. Miré el vestido que me acababa de dar. Era de palabra de honor, desde la parte de arriba hasta el ombligo más o menos era todo de puntitos dorado y el vestido era más largo por detrás que por delante.  La parte más corta me llegaba por las rodillas y la más larga tocaba el suelo.  Era precioso, era un vestido muy elegante.  Me puse un sujetador sin tirantes y me coloqué el vestido. Los tacones no iban mal con el vestido y pasaba de pedirle otro a Nancy…

Nancy y Justin, ellos dos, lo hicieron, ¿Justin la quería? ¿Ella le quería? ¿Por qué no me lo había dicho? Me quedé unos segundos sentada en mi cama, estaba esperando a  Justin, a ver si se dignaba a venir, pero no lo hizo, no vino y yo no me iba a quedar esperando y tampoco iba quedarme viendo como mi prima ligaba con él.

Me quité los tacones, llevándolos en mi mano,  cogí mi teléfono y llamé a una agencia de taxis, le di mi dirección. Cuando me volvieron a llamar avisándome de que ye estaba a minutos de mi puerta, cogí dinero y bajé por la escalera, escuche como la gente hablaba, gritaba y reía, no me quise ni asomar.  Abrí la puerta y me fui de mi casa. Sé que huir del problema es de niña chica, pero ahora no tenía ganas de enfrentarme a sus miradas.



NARRA JUSTIN.

Nancy se había sentado en el lado de Aly, me hablaba y colocó su mano en mi pierna. ¿Eso significaba que no iba a bajar? La espere, quería que bajara para poder salir a hablar con ella, pero no bajó. Alguien contó un chiste y todos rieron, todos menos yo, porque estaba en silencio intentando escuchar si Aly bajaba, así que por eso creo que fui el primero en escuchar el golpe de la puerta a cerrarse. Me levanté corriendo y la madre de Aly me miró.

- ¿Qué pasa?
- ¿No escucharon al puerta?- dije mientras corría hacia el cuarto de Aly.

El padre de ella me siguió, fui a su cuarto  y no había nadie. Lo miré y él me miró, volvimos a bajar.

- Me voy a buscarla- le dije, sin pensármelo.
- Espera, voy contigo.
- No, déjame ir solo, por favor.

Y su padre era tan listo como su hija, afirmo con la cabeza y yo salí corriendo de su casa, pero antes cogí mi chaqueta. Supe dónde ir sin ni siquiera pararme a pensar. Cogí el primer taxis que vi libre. Más de una vez la había perseguido cuando se había escapado de su casa, pero no se iba muy lejos, quizás se iba una manzana más lejos o a casa de un amigo.

Siempre la busqué, siempre la encontré.

Y esta vez no fue menos,  le pagué al taxi y salí corriendo, entre dentro del comedor social. Allí había más gente que nunca, nada más que puse un pie dentro una voz entró por mis oídos,  la reconocí al instante. Aly estaba cantando y un grupo de gente la rodeaba. Fui empujando a todos, hasta que la pude ver. Nada más que la vi, supe que si alguna vez veo un ángel sería igual que ella. No pude dejar de sonreír.

Aly estaba tocando el piano suavemente, lo tocaba con temor de romperlo, es como cuando coges un cachorro muy pequeño y directamente se convierte en tu vida y temes hacerle daño. Aly tocaba con esa delicadeza. Y su voz, oh Dios, su voz era como escuchar cantar un ángel. Se había cambiado de vestido y este le cada que ni pintado. Era un ángel, sí, mi pequeña se había convertido en un ángel.

Empecé a cantar con ella, no se lo esperaba porque dio un pequeño salto cuando me escuchó, pero no abrió los ojos ni movió la cabeza. Siguió tocando y cantando. Ahora la gente también me miraba a mí y a ella mientras cantábamos Silent night. Me moví hasta que me senté a su lado en el banco del piano. Ella decidió abrir los ojos y me miró, siguió tocando, se sabía las teclas de memoria. Sus ojos estaban con brillo y algo rojizos, me maldecía por haberla hecho llorar.

Le canté, cante para ella, para mí no existía nadie más, solo ella. La canción llegaba a su fin, coloqué mi mano en su mejilla y cuando la canción terminé, la besé. Suavemente, con los ojos cerrados, queriendo que supiera que lo sentía por todo.

Me sorprendí cuando Aly colocó su mano en mi mejilla. Apoyé mi frente contra su frente.

- Perdóname- le susurré.
- Shh…- me dijo ella y volvió a besarme.

Continuara...

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Capítulo 13



Me miré en el espejo y observé como iba vestida: mis jeans oscuros, mis converse rojas y mi jersey rojo que llevaba dibujado un Santa Claus con una cabeza enorme y una cuerpo pequeño, casi diminuto. El jersey tenía la barba de Santa Claus en relieve, justo por mitad de mi pecho y de mi barriga. Pasé la mano por el jersey y me dio vergüenza salir así, me puse roja nada más en pensar en que Justin me fuera a ver con estas pintas. Nunca me ha importado lo que llevaba puesto, pero ahora que Justin es mi novio (o eso creo) tengo que vestir bien, causar buena impresión.

El jersey que llevaba puesto me lo había regalado mi abuela las navidades pasadas y quería que me lo pusiera para estas, así que lo hacía por ella, pero sobre las dos, había llamado mi abuela y me había dicho que no iba a venir porque un tío mío le había comprado un billete de avión para ir a visitarlo y pasar las navidades con él. Así que ahora no tenía por qué llevar el jersey, pero tampoco sabía que ponerme… Me quité el jersey y me senté en la cama, envolviéndome en un albornoz, a eso que llegó mi madre.

- Hija ¿ya sabes que ponerte?

Mi madre estaba ya a punto de regalarse, se había comprado un vestido azul marino oscuro por las rodillas de tirantas gordas y con piedrecitas hermosas, yo no me compré nada porque tenía pensado llevar el jersey, maldito jersey.

- No, mamá, no tengo nada…
- ¿Y el jersey de la abuela?
- Por Dios, mamá, no soy una niña de cinco años.

Mi madre iba a decir algo pero se escuchó un grito en la planta de abajo.

- ¡Hola! ¡Ya estamos aquí!- escuché la voz de mi prima mayor.

Mi madre me miró.

- Iré a saludarlas y llevarlas a la habitación de invitados para que se preparen.
- De acuerdo.

Al final no íbamos a ser mi madre, mi padre y yo solo, no, iban a venir mi tía, la hermana de mi madre, y su marido, era la hermana mayor de mi madre y tenía una hija de 20 años. También iban a venir mis abuelos, pero eran los padres de mi padre.  Gracias a dios, no venía nadie más y Pattie conocía a mis tíos y a mis abuelos, Justin de vista, pero él es muy sociable.

Levanté la mirada a mi armario. En ese momento maldecí no ser muy femenina y no tener docenas de vestidos y tacones…

- ¡Prima!- grito mi prima apareciendo por el umbral de la puerta.

Mi prima de 20 años se llama Nancy, mi madre me contó un día que mi tía escogió ese nombre porque de pequeña estaba obsesionada con las muñecas Nancy y creo que por eso, mi prima es como es. Una mujer de metro con setenta centímetros, rubia con ondulaciones naturales y ojos bien azules y grandes. Me hubiera gustado saber cómo hubiera sido yo si mi madre me hubiera llamado Barbie…

Pero lo mejor de mi prima es que no era una rubia que solo usa su cabeza para tener su cabello, no, mi prima se estaba sacando la carrera de medicina y era una de las mejores de la clase. Era muy simpática e inteligente, así que jamás le pude tener odio, ni celos.  Me levanté corriendo de la cama y fui a abrazarla.

- ¡Nancy!- grite abrazándola.
 -Oh, Aly, como has crecido… Ya estas hecha toda una mujer, mira esas curvas…- dijo sonriendo.

Me separé de ella, sonriendo.

- Pero… pero… ¿qué haces así todavía? ¿Por qué no estas vestida?
- No tengo nada que ponerme, la abuela me obligó a ponerme un jersey horroroso en estas navidades pero como se va con el tío pues ya no tengo obligaciones… Pero no me he comprado nada para hoy.
- Ay- suspiró- Menos mal que tienes una prima obsesionada con la moda.

Era cierto, si entrabas a su cuarto, solo veías ropa, creo que la cama está ahí porque tiene que dormir, que si no, la quitaba.

- ¿Me va a caber algo de lo que tengas?- pregunté.
- Por supuesto Aly. Ven conmigo.

La acompañé a la habitación de invitados, mientras escuchaba como mi tía hablaba con mi madre en la planta de abajo. Nancy había traído dos maletas de viaje rosas que se encontraban encima de la cama.

- Vestido y tacones- dijo señalando cada maleta.

Y abrió primero la de vestidos,  tenía cuatro, metidos cada uno en plástico para que no se arrugasen. No pude ver cómo eran, pero había uno beige, uno rojo, uno verde botella y uno negro.

- Creo que no estás muy acostumbrada a llevar vestidos… así que no te daré uno corto o, si... Que hay que lucir tus piernas...

Ella miró los vestidos y luego me miró a mí, acabó escogiendo el vestido de color negro. Yo lo cogí, poniéndolo sobre mi brazo, tendido.

- Creo que este te va a quedar hermoso.

Luego se dirigió a la maleta de tacones. Teníamos la misma talla de zapatos, eso era bueno y a la vez malo…

- Que no sea muy alto, por favor.

Escuché una risa suya y busco entre sus pares de zapatos, después de susurrar un ‘si’ sacó un par de tacones, unas sandalias doradas, su tacón era cuadrado, el dorado no era de esos feos, no, era un dorado suave sin brillo.

- ¿No me tropezaré? – pregunté.
- Espero que no- dijo sonriendo. - Cuando estés lista, me avisas- dijo dándome los zapatos.


Volví a mi habitación y encendí mi aparato de música, empezó a sonar una versión del típico villancico little drummer boy. Temía que el vestido no me cupiera… Llegué a mi cuarto y tendí el vestido sobre mi cama y puse los zapatos en el suelo, saqué el vestido del plástico y pude ver cómo era.  El vestido era por las rodillas o quizás un poco más por arriba, era completo de encaje negro y la falda tenía volantes, no se transparentes nada porque debajo del encaje tenía una tela negra. Le di la vuelta al vestido y vi como tenía toda la espalda al descubierto. Oh, Dios... ¿No me iba a poner sujetador? Me fijé en la cama y vi como había un sujetador, lo cogí y observé que era especial, se podía atrás al final de la espalda.

Me quité el albornoz y me cambié de sujetador luego me quité el pantalón, cogí el vestido bajé la cremallera que tenía en un lateral y me lo puse por la cabeza. Cuando terminé de ponérmelo me sorprendí de que me sentara tan bien en vez de que me quedara apretado. Me senté en la cama con cuidado y me coloqué los tacones.

Cogí aire y me puse de pie yo sola, ya había llevado tacones antes, pero para ocasiones contadas. Me puse delante de mi espejo y no creía que era yo. Creía que al ser el vestido tan oscuro me vería muy pálida, pero no, me veía clara pero no me quedaba tan mal. El vestido era hermoso, tan perfecto que creía que en cualquier momento iba a desaparecer.

- ¡Nancy!- grité.

Ella vino como buena hada madrina, ya estaba en su albornoz. Nada más que me miró, sonrió.

- Estas hermosa- me sonrió.
- Gracias. Y los tacones son cómodos…- aunque me costó admitirlo.
- Me alegra saberlo. ¿Y qué te vas a hacer en el pelo?- dijo mirándome.
- No sé…

Ella acarició mi melena castaña.

- Nada, no te hagas nada, estas hermosa así. Me voy a ir a vestirme y ahora te maquillo un poco.
- No te molestes. Sé maquillarme, tú prepárate.
- Como quieras- dijo mientras sonreía y se iba.

Yo volví a ponerme el albornoz, tenía miedo de que se manchara. Me puse base de maquillaje, en mis parpados puse una sombra clara y me hice la raya del ojo de arriba y abajo me la hice blanca, me puse rímel y un gloss rosa pastel muy suave. Sencillo, así me gustaba. Me peine un poco mi cabello, en vez de peinarlo bien lo peine dándole volumen. Por unos segundos cuando me miré al espejo, vi una chica de portada, pero luego se fue y me vi a mi misma y me gustó más, no quería verme como una modelo, quería verme como yo misma.

A los minutos vino Nancy, llevaba un vestido rojo pegado a su cuerpo hasta por debajo de la mitad de su musculo y llevaba unos tacones negros. Dio media vuelta y vi su espalda al descubierto. Me quedé con la boca abierta, ella sí que era de portada y normal que le hayan salido más de un trabajo como modelo, los cuales ella rechazaba.

- Pareces una modelo- dije con la boca aún abierta.
- Tú sí que pareces una modelo- me dijo.

Nos dimos un abrazo, de esos que das intentando no arruinar un modelito, yo la verdad es que temía que le pasara algo a mi vestido. Entonces sonó el timbre de la puerta y me puse nerviosa, miré el reloj y eran las siete, era Justin.

- ¿Quién es, prima?- me preguntó.
- Es un amigo, Justin, ¿te acuerdas? Ha vuelto.

Algunas veces cuando Nancy venía de visita, jugaba conmigo y con Justin.

- Si, me acuerdo, estabais siempre juntos.

Ella sonrió y yo sonreí, pero yo estaba nerviosa, no sabía si le iba a gustar el vestido a Justin. Entonces chilló mi madre.

- ¡Alyssa! ¡Es Justin!- gritó.

NARRA JUSTIN.

Estaba nervioso, si, lo asumo, estaba nervioso, sobre todo cuando la madre de Aly nos abrió y vi a más gente dentro, sus abuelos y sus tíos… Fui saludando a todos y luego me escaqueé a esperar que Aly bajara. Me había puesto un esmoquin a la fuerza por mi madre, me había dicho que teníamos que ir guapos… Levanté mi mirada a la escalera y vi una chica con un vestido corto color negro, bajé la mirada, pero de repente la volví a levantar porque me había sonado la cara… Y cuando volví a mirar a la chica, descubrí que era mi hermosa pequeñaja, pero ya no parecía tan pequeña.

Rara vez la había visto con vestido y parecía una diosa, sonreí al vera y todavía más al recordar que ahora me pertenecía, en el buen sentido. Subí unos escalones para ayudar a que bajase ya que veía sus tacones dorados. Ella se apoyó en mi brazo y susurró un gracias tan bajo que apenas la escuché, estaba tan nerviosa…

- Estas hermosa, pequeña- susurré.
- Y tú estás hermoso- susurró ella.

Me fui a acercar para darle un beso, cuando una voz nos apartó…

- ¡Mirar quien ha vuelto! ¡Justin!

Levanté mi mirad y mirando detrás de Aly, vi a una chica vestida con un vestido rojo por la mitad de sus muslos, sonreí al verla.

- Nancy- saludé.

Volví a mirar a Aly, ella me miraba extrañada… Entonces recordé que había algo que yo no le había dicho a ella.

- Cuanto tiempo sin verte…- dijo Nancy cuando estuvo a mi lado.
- Lo mismo digo.

En mi mente ya me estaba maldiciendo una y otra vez. Esta noche iba a ser una larga y pesada velada… 

Continuará...

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Capítulo 12



Estaba despierta pero no quería abrir los ojos, no quería moverme, no quería romper este momento tan perfecto. Sentía su respiración en mi nuca, poniéndome los bellos de punta, me gustaba sentir su respiración, sentir como su pecho subía y bajaba sin preocupaciones. Estábamos los dos de lado y su mano izquierda estaba encima de mi brazo izquierdo. Estábamos tan unidos que hasta sería difícil saber dónde empieza uno y donde acaba otro, una de mis piernas estaba doblada y metida entre sus dos piernas, Justin tenía su pierna de arriba apoyada un poco sobre mí. Y la mano derecha de Justin… bueno, esa no sabía dónde estaba hasta que noté que Justin se había despertado.

Noté como movía un poco la cabeza, la movía mirando por toda mi habitación y luego la volvió a dejar caer suavemente sobre la almohada y respiró hondo. La mano que estaba sobre mi brazo izquierdo empezó a moverse, tocaba mi brazo como si fuese un piano, subía y bajaba. Luego su mano derecha empezó a acariciarme las puntas de mi cabello, hacía rizos en sus dedos. Yo sonreía, pero seguía manteniendo los ojos cerrados. Me había costado dormir y eso que estaba acostumbrada a dormir con Justin, cada dos por tres nos íbamos a dormir a la casa del otro y como nos daba miedo dormir solos dormíamos en la misma cama… Aunque esta había sido la primera vez que me despertaba con Justin a mi lado y él me estaba abrazando, anteriormente me despertaba porque Justin me daba una patada mientras soñaba.

Justin se movió, se colocó cómodo y dejo suavemente su mano en mi estómago desnudo. Acaricio mi costado con delicadeza, apenas notaba sus dedos pero sabía que estaban ahí, luego empezó a hacer círculos con uno de sus dedos. Todavía veía como una locura que me estuviera empezando a enamorar de mi mejor amigo de la infancia, pero como bien dicen no eliges de quien te enamoras y tampoco eliges cuando surge, tu tan solo caes en el abismo sin previo aviso.

Justin acercó su cabeza a más a mí y note como sus suaves labios empezaban a besar mi nuca y empezaban a baja por mi columna vertebrar, no bajaba mucho, solo lo que su cuello le permitía. Volvió a subir su boca y puso sus labios abiertos en mi nuca y sin separar sus labios ni juntarlos bajo despacio, poniéndome la piel de gallina y los bellos de punta. Me dio un escalofrío.

Me giré dentro de sus brazos, hasta quedar cara a cara ya con mis ojos abiertos, tenía todo su cabello alborotado y todavía no podía abrir los ojos del todo, igual que yo, pero aun así era hermoso, más hermoso que la misma palabra. Ahora empezaba a ver a Justin con otros ojos, no lo miraba como si fuese mi amigo, lo miraba como seguramente todas las chicas lo miraban.  Ahora podía ver con precisión esa preciosa forma de sus labios, tan inusual y perfecta, esos ojos más claros que la miel y a veces más oscuros que esta misma, ese cabello rubio como el oro que nunca tenía la misma forma por su manía de pasar la mano sobre ella que me volvía loca. Volví a colocar mi mirada en sus ojos.

- Buenos días, pequeña.
- Esta sí que es una buena manera de despertarse.

Justin aprovechando que tenía una mano en mi espalda, me apretó más contra él.

- Pues si me dejas, esto se repetirá a menudo.
- ¿Crees que no te voy a dejar?

Él se encogió de hombros lentamente.

- Y me da igual si no me dejas, ya me he colado más de una vez en tu cuarto por la ventana.

Sonreí al recordar las veces que el pequeño Justin escalaba mi casa hasta llegar a mi ventana. No lo vi venir, pero Justin colocó sus labios sobre los míos, fue un beso delicado sin malas intenciones.

- No sonrías más, que me tientas pequeña.
- Vale- dije mientras tapaba mi boca para que no me viera sonreír.
- Bah, da igual, ven aquí y sonríe cuantas veces quieras que estas hermosa cuando lo haces.

Justin se incorporó un poco y me empujó hasta que quedé sentada encima de él con una pierna a cada lado de su cintura, en ese momento la sabana y la manta se me calló, recordándome que aún estaba en sujetador y él sin camiseta, no me había dado cuenta antes porque me atraen más su sonrisa que sus abdominales. Lo miré y sonreí mientras negaba con la cabeza.

- ¿Qué pasa?- me preguntó.
- No, nada, es que todavía esto me parece una locura… Tú sin camiseta y yo en sujetador.
- Ah, cierto – posó su mirada en mi sujetador- y bonito sujetador.
- Idiota- le dije mientras me tapaba con las manos.

Justin sonrió y no sé si fue intencionadamente o no, pero lamió su labio inferior.

- Venga peque, ven y besa… Ah, no, cierto, los besos no se piden, se roban.

Colocó su mano en mi barbilla y acercó mi cabeza a sus labios a la vez que él acercaba su cabeza, yo tuve que colocar mis manos en la cama porque si no me iba a caer contra él. Me dio un beso lento, de esos en los que aprecias cada mínimo detalle, noté como fue abriendo sus labios poco a poco, como besó mis labios por separado y con cariño. Justin fue bajando su mano por mi espalda pero no se paró en el cierre de mi sujetador, si no que me acariciaba la espalda con ternura.

Él beso fue aumentando de nivel poco a poco, nadie lo forzó, él iba a su propio ritmo. Justin se movió y los dos a la vez hicimos lo mismo, como si estuviera programado, pero no era así, todo estaba siendo improvisado, yo me quedé abajo tumbada en la cama y Justin encima de mi sin colocar su peso en mí, sino en sus rodillas, cada una a cada lado de mi cuerpo. Justin tenía una mano en mi cabeza por atrás, cogiendo mi cabello y también acercando nuestras cabezas. Yo lo tenía cogido por los trozos de tela del pantalón por donde pasa el cinturón y además tenía apoyado los codos hincados en la cama para poder estar más cerca de él.

Subí una de mis manos de desde su pantalón hasta su mejilla, colocando mi mano bien abierta por su mejilla, tocando también la oreja. Entonces Justin se apartó para poder coger aire, yo apoyé mi cabeza en la almohada y él me miró sonriendo, su sonrisa era esa que tienen los niños chicos cuando hacen un castillo con piezas de lego y están orgulloso de su resultado.

- Me gustas mucho, Aly.

Cerré los ojos mientras me repetía esas palabras en mi cabeza una y otra vez, ahora mismo en este justo instante no había nada mejor. Justin bajó su cabeza hasta besarme la frente, la punta de mi nariz y mis labios que sonreían como cual tonta que empezaba a enamorarse. Y ese hermoso instante de silencio porque las palabras sobraban, fue interrumpido por una voz.

- ¡Hija! ¿Estáis despiertos ya?

Ahí recordé que no solo existíamos Justin y yo, sino que también existían más personas. Abrí los ojos y Justin me miró, colocó uno de sus dedos en mi boca y se colocó otro dedo en su boca, indicándome que me callará, yo sonreí y le aparté la mano de mi boca agarrándolo suavemente por la muñeca.

- Si, mamá, ya bajamos.

Justin me miró enfadado, peor luego me dio un pequeño beso en los labios y se levantó de encima de mí. Buscó su camiseta y se colocó. Yo fui a mi armario y cogí mi pijama, ya que me había dormido con los pantalones que llevaba puesto.  Me puse la camiseta y luego me quité el pantalón y me coloqué los del pijama. Notaba mis mejillas sonrojadas, todavía me daba vergüenza cambiarme de ropa enfrente de Justin.

Pero cuando miré hacia Justin, él no me estaba mirando, él miraba en mi mesita de noche, exactamente miraba un marco de fotos que lo sostenía en sus manos, en ese marco había una foto de nosotros dos sonriendo con la boca manchada de helado de chocolate.

- No la quitaste. – me dijo.
-Siempre formaste parte de mi vida, aunque no estuvieras a mi lado.

Volvió a dejar la foto en la mesita y se giró sonriendo.

- Yo tengo la misma foto en mi cuarto.
- Hay que admitir que el chocolate en la boca nos favorece mucho- dije sonriendo, él rió.
- Sí, es cierto.

Luego abrí la puerta de mi habitación y bajamos, mi madre se encontraba terminando de hacer el desayuno y mi padre había ido a sacar a Rocky ya que me había levantado tarde, eran las 12.

- ¿Te quedas a desayunar, Justin?
- No, no, muchas gracias pero me tengo que ir a casa a ayudar a mi madre con los preparativos para la cena. Aly me ha dicho que podemos venir esta noche, ¿no le importa?
- No, por supuesto que no, además, ayer lo hablamos con tu madre y está encantada de venir. Os esperamos aquí.
- Gracias.- dijo mientras sonreía, se giró y me miró- Adiós, Aly.
- Adiós, Justin.

Y me abrazo y aun así, aunque fuera un simple abrazo, hacía que me sonrojada y sintiera cosquillas hasta por detrás de las orejas. Justin fue hasta la puerta y la abrió, antes de irse se dio media vuelta, me miró, miró arriba suya y vio un muérdago  se mordió su labio inferior. Miré a mi madre que estaba entretenida haciendo el desayuno, fui corriendo hacia la entrada.

- Un muérdago es un muérdago  me dijo Justin.

Él puso su brazo en mi espalda, yo me doble para pegarme más a él, crucé mis labios en su cuello y le besé. Justin acarició mi cabello suavemente, mi corazón latía tan rápido que temía que Justin lo escuchara, que escuchara lo que provocaba en mi. Me separé despacio y cogí aire, Justin sonreía.

- Hasta luego. - le dije.
- Hasta luego, pequeña.

Luego cerré la puerta y volví hacia la cocina, sonriendo me senté en una taburete en la cocina, mi madre al ver mi sonrisa, sonrió.

- Al parecer ya está todo bien con Justin.
- Esta más que bien.
- Todo es como antes ¿no?- dijo dándose la vuelta mientras echaba leche a unos vasos.
- Creo que estamos incluso mejor.
- Pues me alegro, cielo.

Y tuve que retener una risa, mi madre no se estaba enterando de nada. Ella se giró al oírme retener la risa.

- ¿Pasa algo?
- Nada, mamá.- dije sonriendo.

Continuará....

¡Mañana subo el 13! Lo siento por la tardanza, pero he estado enferma.

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Capítulo 11




- El…el salón es...esta por… por ahí- le señalé la puerta.
- Aly, me sé tu casa de memoria.
- - sonreí- Soy idiota.

Justin vino y besó mi nariz.

- Eres mi idiota.

Mientras él se iba al salón, yo cogí el dinero que me había dejado mi madre y el teléfono de la pizzería.

- ¿Alguna preferencia en la pizza?- le pregunté chillando.
- ¡Que tenga queso!- me chilló.
- Vale.

Cogí el teléfono fijo de la casa y llamé a la pizzería y pedí una de cuatro quesos. Luego dejé el teléfono y fui al servició. La verdad es que no tengo ganas de ir al servicio, es como si estuviera intentando atrás la hora de estar con Justin en la misma habitación cuando no debería estar así. Me eché agua en la cara, respiré hondo, me recogí el pelo y me miré en el espejo, no me convencía y me lo volví a soltar. Salí del cuarto y fui para el salón.

Justin estaba medio tumbado en el sofá viendo la televisión y esta escena me sonó mucho. Era igual que antes, mi amigo Justin casi tumbado en el sofá viendo la televisión. Más de una vez lo había encontrado así y yo le había regañado (aunque era más pequeña) porque mi madre no quería que pusiera los zapatos encima del sofá. Pero esta vez le miré los pies y llevaba los calcetines.

- Aprendí- me dijo.
- Ya lo veo- sonreí.

Justin se sentó y dio unas palmas a su lado para que yo me sentara. Lo hice. Pero estaba rígida como un palo y me asuste cuando Justin puso su mano en mi pierna.

- Aly…- dijo él- No voy a hacer nada si no quieres, así que relájate ¿de acuerdo? Somos tú y yo viendo la televisión esperando una pizza.
- No, Justin. Somos tú y yo que anteriormente nos hemos besado y ahora estamos viendo la televisión esperando una pizza con una tensión sexual increíble.
- ¿Quieres hacerlo?- preguntó mientras movía su mano por mi pierna.
- ¡Justin! Eso no es algo que se pregunte, es decir… eso surgen, así sin más.
- Aly, aly- rió- Era broma, relájate, enserio, no va a pasar nada.

Yo respiré y decidí dejar de estar en tensión. Apoyé mi cabeza en el hombro de Justin y él puso su brazo abrazándome.

- Perdóname, no sé qué me pasa…
- No pasa nada, no te preocupes, está bien.

Sonreí y fui bajando mi cabeza poco a poco hasta tumbarme y apoyar mi cabeza en su pierna, él empezó a acariciarme mi cabello suavemente y poco a poco fui relajándome, hasta que ya me sentí de nuevo cómoda y como en casa. Al rato sonó el timbre de la puerta.

- Justin…- le dije.
- No, ve tú.

Giré mi cabeza y lo miré.

- Jo, por favor.
- No, además, estas en mis piernas.

Me puse recta en menos de un segundo.

- Eso no vale- dijo riendo.
- Anda… El dinero está justo al lado de la puerta.

Justin suspiró y se puso de pie.

- Que vaga eres ¡eh!

Sonreí triunfante mientras Justin iba a abrir la puerta al minuto volvió con la pizza. La puso en la mesa que estaba delante del sofá y la abrió. Yo me senté a su lado, fui a coger un trozo pero él no me dejo.

- Yo he ido a por ella, la pizza es mía.
- ¡No vale!
- La vida no es justa, pequeña.
- Tonto.
- Así vas muy mal si quieres pizza.

Entonces le cogí la cara entre mis manos y le di un beso.

- Uhm… Eso fue muy poco.

Reí y le volví a besar. Esta vez él puso sus manos en mi espalda y me pegó a él. Justin me empezó a tirar de mí, me puse de rodillas en el sofá y lo empujé hasta que quedé encima de él. Le di varios besos, le besaba y me separaba, así unas cuantas veces. Hasta que él me agarró por las muñecas y tiró de mí, perdí el equilibrio y me caí encima de él. Me soltó las muñecas y con una mano me apartó el pelo de la cara y me dio un beso lento. Luego me separé.

- ¿Sabes qué?- le pregunté.
- No, ¿qué?- dijo sonriendo.
- Que se está enfriando la pizza.

Me puse de pie y fui a la cocina a por unos refrescos. Me senté a su lado y le puse su refresco a su derecha y el mío a mi derecha. Los dos abrimos la lata a la vez y bebimos, luego nos miramos y sonreímos. Empezamos a comer pizza mientras hablábamos de temas varios, no eran temas que me ponían incomoda, era temas como de lo bien que habíamos patinados, de las clases, de lo bien que había  cantado el otro día.

- A la gente del comedor le gusta oírme cantar y a mí no me cuesta nada hacerlo.
- Algún día cantaremos los dos juntos.
- ¿Mañana?- le pregunté.
- Mañana es navidad, Aly.
- Dios, es cierto… ¿Dónde las vas a pasar?- le pregunté.
- Pues no sé, la verdad.
- Podéis venid aquí. Mis padres, tu madre, mi perro, tú y yo…
- Eso último me gusta- me sonrió y me dio un pequeño beso.

Justin estaba comportándose como un ángel conmigo. No me presionaba, no me estaba obligando a hacer algo que no quisiera hacer y ya apenas quedan hombres así. Me levanté del sofá y fui a recoger las cosas, Justin cogió su lata y me acompañó a la cocina para tirarlo todo. Fui a la basura, tire la caja y mi lata, luego Justin me dio la suya y la tiré. Al darme la vuelta me lo encontré cara a cara. Me sonrió y me quitó un mechón de la cara.

- Siempre pensé que eras hermosa, eras la niña más hermosa que conocía y que conozco. Tus ojos, tu cabello… Eres preciosa y además tu forma de ser hace que seas más preciosa. Desde pequeña me robaste el corazón, pero eras tan pequeña, tan frágil- acarició mi mejilla- Pero tu necesitabas un amigo y yo era el mayor, siempre tuve la responsabilidad de cuidar de ti. Me acuerdo que en tu primer día de clase con 6 años, yo tenía 8, te dije que si alguien se metía contigo que me buscaras. A la hora del recreo viniste corriendo a buscarme, estabas llorando y  tenías las coletas desechas. Yo fui contigo a una esquina y te pregunté qué había pasado. Tú me dijiste que unas niñas habían dicho que tus coletas eran de niña pequeña, yo te las volví a hacer y te dije que si a ti te gustaba algo no importaba lo que la demás gente pensara. Y… y tú me gustas, Aly. Me gustas mucho y me da igual lo que la gente piense.

Sonreí antes de besarle.

- Las relaciones estropean las amistades- dije mientras enrollaba mis brazos en su cuello.
- Siempre podemos ser la excepción de la regla.
- Me gusta- dije acercando mis labios a los suyo.
- A mí me gusta esto.

Y me besó. Esta vez nada más notar sus labios sobre los míos noté como una llamarada subía desde mis pies a mi cabeza, sonrojándome las mejillas. Nos fuimos moviendo hasta que chocamos con una encimera, me empujo contra la encimera y salté para subirme, enrollé mis piernas a su cintura lo que hizo que se pegara más a mí.

- Te quiero muy cerca. - le susurré.
- Voy a estar todo lo cerca que tú quieras.

Le empecé a besar por toda su cara y moví uno de mis brazos de su cuello a su camiseta, levantándola y acariciando su abdomen. Él fue más allá, empezó a levantar mi camiseta se quedó justo cuando empezaba a verse el sujetador. Apoyó su frente contra la mia.

- Lo… lo siento- me susurró.
- No importa, sigue.

Y así lo hizo, me sacó la camiseta y empezó a besarme el cuello. Puse mis manos en su pecho y lo empujé un poco, para que me diera el espacio para bajarme de la encimera, recoger mi camiseta y subir corriendo hacia mi cuarto.

- ¡Sígueme!- le grité.
- Siempre lo haré- me chilló.

Y lo esperé en mi cuarto, sentada en la cama sin saber muy bien lo que estaba haciendo. Cuando él entró observó mi cuarto, mi cama.

- Jugamos muchas veces ahí, a saltar, a papas y mamas…- le dije
- Ahora jugaremos a otra cosa- me dijo y yo le sonreí.

Se colocó encima de mi cuerpo, haciendo un camino de besos desde mi ombligo a mi boca. Acariciando mi cabello y pasando su mano por mi brazo desnudo. Yo me incorporé y le quité la camiseta, le bese lentamente.

- ¿Quieres hacerlo? Sé que no se pregunta pero…

Puse mi dedo sobre sus labios.

- Si ahora te pidiera que pararas, que te tumbaras conmigo en la cama y durmiéramos abrazados así sin más, ¿lo harías?

Justin me miró a los ojos.

- Haría cualquier cosa que me pidieras, te bajaría la luna y te robaría una estrella.

Mis ojos empezaron a brillas por las lágrimas, yo no quería hacerlo, no ahora, no estaba preparada.

- Yo solo quiero lo que te he dicho, no quiero ni lunas ni estrellas, quiero…
- ¿Quieres pasar una noche conmigo?
- Quiero que pases una noche amándome, ¿hace falta hacer el amor para eso?

Justin negó la cabeza y sonrió.

- Para eso solo hace falta tú y yo, una cama y que sea de noche.
- Te olvidaste de lo más importante, hace falta que me quieras.
- Pequeña, te quiero y me ofende que lo pongas en duda.

Sonreí y le besé.

- Yo también te quiero.

Él me besó.

- Y ahora vamos a dormir.

Justin bajó las sabanas y se metió en la cama, me miró y yo me puse a su lado, luego nos tapó a los dos y me abrazó, colocando su brazo en mi estómago.  Estuve nerviosa, pero sentir la respiración de Justin en mi nuca me relajó mucho, demasiado, tanto que cerré los ojos en un pestañeo y no los volví a abrir.

Continuará...

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Capítulo 10




Justin se alejó de mí sonriendo, su sonrisa ocupaba media parte de su hermosa cara. Empezó a patinar hacia atrás. Llevó su mano a su boca y me lanzó un beso, luego giró y empezó a patinar más deprisa. Yo me espabilé y me impulse para intentar alcanzarlo. Esta vez tenía mi mirada puesta en él, no se me iba a escapar. Fui más rápido, jamás había ido más rápido. Va a ser cierto eso de que si tienes algo que te motive puedes hacerlo. Ahora mismo tendría que verme mi profesor de educación física para que viera lo tanto que podía correr.

Entonces Justin paró de golpe, yo no lo vi venir y casi me lo como. Él se puso de lado para evitarme, intenté parar pero Justin llegó a cogerme de la mano y me hizo girar en el hielo. Acabe pegada contra él, su cuerpo contra el mío.  Su respiración era agitada como la mía, pero esta vez se lo achaqué al esfuerzo físico. Creo que hoy es el día en el que he visto más veces sonreír a Justin, es una de esas sonrisas que se te contagian y es perfecta. Fui a besarla, pero justo antes de rozar sus labios Justin aprovechando que tenía una mano agarrada a la mía, me hizo girar de nuevo y a continuación empezó a patinar tirando de mí.

- ¡Justin!- le chillé.

Él no me hizo caso, siguió patinando y decidí poner a tu altura. Mis ojos iban de él a delante de mí para no chocarme con nadie, él en cambio no me miraba.

- ¡Déjame que te bese!- le pedí.
- No, no- dijo Justin riendo.

Y dimos una vuelta a la pista entera. La gente nos miraba, los niños chicos nos miraban y nos señalaban con la boca abierta y fue ahí cuando me di cuenta de lo bien y rápido que estábamos patinando. Justin dejó de cogerme con su mano derecha y me cogió con la izquierda, se giró poniéndose de espalda y volvió a hacer que diera una vuelta completa, esta vez volví a quedar contra él, pero esta vez era mi espalda la que estaba cerca de su cuerpo.

- Ahora ten cuidado, tenemos mucho público- me susurró al oído.

No supe a que se refería con lo de que tuviera cuidado hasta que empezó a patinar hacia atrás y yo tuve que imitarlo para no caerme. Justin tenía sus brazos abrazándome por delante y yo tenía mis manos sobre sus manos. Todo el mundo nos dejaba espacio, otros nos aplaudían y yo me ponía cada vez más roja. Justin me beso la mejilla.

- Lo estás haciendo perfecto, pequeña.

Y sonreí. Justin volvió a hacer que yo girara y esta vez quedé delante de su cara, aminoramos la carrera, puse mis manos sobre sus mejillas y Justin sobre mis caderas. Yo patinaba hacia atrás pero me fiaba de Justin, me estaba dejando guiar. Pero yo notaba como Justin se estaba distrayendo con algo, lo miré a los ojos y vi como él miraba a mis labios y a la pista. Tomé yo la iniciativa, me acerqué a él y lo besé, cerré los ojos.

Volví a notar algo en mi espalda, no me dolió ya que el placer de besar a Justin apartaba todo el dolor. Todo el mundo nos aplaudía pero no le prestaba atención, ahora lo que me preocupaba es que no hubiera espacio entre Justin y yo. Noté la textura del guante de Justin levantando mi camiseta y ahí me olvide del resto, solo estábamos Justin y yo. Bajé mi mano de su mejilla a su cuello.

Lo que había empezado como un beso sin malas intenciones se había vuelto en un beso más caluroso. Nuestros cuerpos chocaban el uno contra el otro con el deseo de permanecer más cerca, yo sentía el latido de mi corazón en cada parte de mi cuerpo con ganas de salir. Justin mordió mi labio inferior y un gemido salió de mi boca.

- Justin, Justin- dije con los ojos cerrados porque no quería ver cómo la gente nos miraban.
- Aly…- susurró el en mis labios.
- Salgamos de aquí.

Tuve que empujarle para que se alejara un poco de mí, abrí los ojos y Justin me miraba y negaba con la cabeza.

- Eres la única chica que me ha parado.
- Un chico llega hasta donde una chica le deja- le cogí la mano y empecé a patinar hasta la salida- Y ahora vayámonos que no quiero ser el centro de atención.

Salimos de la pista y nos pusimos los zapatos, Justin estaba distante y ponía poses raras. Cuando ya estuvimos fuera me acerqué a él.

- Justin… ¿Te molesto que te para? Es que... yo… todo el mundo nos miraba.
- No, no, ¿por qué lo dices?
- No sé… Estas distante y pones poses raras.

Justin se sonrojó y sonrió.

- Pequeña… ¿tú sabes lo que una chica produce en un hombre si se le besa tan bruscamente?
Entonces desvié mi mirada hacia abajo y me empecé a reír. Qué situación más incómoda, por Dios.
- Yo… Yo… Lo siento, Justin- dije riendo.
- Si, si, tú ríete.

Justin me miró de reojo, pero no pudo aguantar y empezó a reír. Entonces empezó a sonar mi teléfono.

- Un segundo- le dije a Justin y lo cogí- ¿Si?
- Hola hija, soy mamá.
- Ah, hola mamá ¿qué pasa?
- Nada cariño, era para decirte que me voy a ir a casa de Pattie a tomar algo y recuperar el tiempo perdido. Que si no habéis cenado todavía tú y Justin ir a casa y pedid una pizza, te he dejado dinero en el mueble de la entrada.  Nos llevamos a Rocky.
- Vale, vale. Tened cuidado y pasarlo bien.
- Lo mismo digo, cielo.

Colgué la llamada y guardé el teléfono.

- ¿Pasa algo?- me preguntó Justin.
- No, nada- volvimos a andar- Que mis padres se han ido a casa de tu madre y que si quieres ir a mi casa a cenar pizza.
- Por supuesto.

Justin me sonrió de lado y puso su brazo sobre mis hombros.

- Pero sin cosas malas ¡eh!- le dije.
- Por supuesto, por supuesto- dijo riendo.



Por fin llegamos a casa. Estaba nerviosa y no sabía por qué. Me había quedado muchas veces a solas con Justin cuando éramos pequeños, pero ahora es diferente, muy diferente. No sé si es que la llave había encogió o fue la cerradura, pero era como si la llave no entrara. Justin estaba detrás de mí y colocó sus manos en mi cintura y se acercó más a mí.

- ¿Pasa algo?- me susurró.
- No, no, nada.

Justin colocó una mano en mi mano que temblaba que sostenía la llave y consiguió meter la llave en la cerradura. Reí tímidamente. Justin no separó su mano de la mía, la acarició con cuidado y su respiración daba en mi nuca. Tuve que cerrar los ojos y me dio un escalofrío, torcí la llave y abrí la puerta. Pero Justin no me dejó entrar. Bajó su mano hasta mi cadera y empezó a levantarme la camiseta, su mano estaba caliente cuando toco mi estómago.

- Justin…- susurré.
- Tranquila- dijo separándose- pidamos la pizza.

Yo tragué aire y entre dentro de mi casa. 

Continuará... (subiré el 11)
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Capítulo 9





Justin se impulso y se alejó de mí patinando hacia atrás, dio media vuelta y empezó a patinar. Yo cogí aire, miré a todo el mundo, Justin había desparecido de mi vista, me preparé y me lancé a patinar. Después de 5 minutos ya lo tenía todo controlado.  Ahora quería buscar a Justin, me sentía rara, era como cuando en invierno estas al lado de alguien y estas calentito pero de repente esa persona se va y notas como si te faltara algo, además de sentir frío, pues algo parecido estaba sintiendo yo ya que Justin no estaba a mi lado.

No lo encontraba, no lo encontraba…  Me había empezado a preocupar, quizás se había salido para hacer la broma. Empecé a mirar por todos los lados de la pista pero nada y no ayudaba que todo el mundo por ser 24 de diciembre estuviera en la pista.  Y justo cuando iba a empezar a llamarlo por su nombre, una persona me cogió desde atrás y posó sus labios en mi cuello.

- ¿Me extrañabas?- susurró Justin.
- Cabron, inútil, estúpido, gilipollas…- dijo mientras me daba la vuelta y lo miraba- ¿Sabes el susto que me he pegado?
- - él sonrió orgulloso de saber que lo había extrañado- Tranquila, jamás te dejaré sola.
- Pues a ver si me pillas.

NARRA JUSTIN.

Y Aly salió corriendo, toda la torpeza de antes se había ido, ahora patinaba como si fuera un ángel. Yo dejé de observarla y empecé a seguirla. Ella de vez en cuando giraba su cara para mirarme y me sonreía, no he visto sonrisa más bonita que la suya, me encanta cuando sonríe y sus mejillas se ponen redonditas y sus ojos se achinan un poco, es preciosa.

Empecé a ir más rápido, aunque no me estaba esforzando, me gustaba ver como se sentía libre, me gustaba verla patinar, viendo sus movimientos limpios y perfectos. Pero también quería tocarla, tocar su piel tan suave como la de un bebe. Si es que es tan hermosa que hasta a veces dolía.

- Justin, Justin, al parecer soy más rápida que tú- dijo como una niña pequeña presumiendo de su mejor juguete.
- No por mucho tiempo, pequeña.

Y ella giró su cabeza y sonrió al escuchar su mote, es que en el fondo le gusta, lo sé, le encanta que le llame de una forma especial, porque así jamás he llamado a nadie y nunca lo haré, solo si tengo una hija.

Así que apresuré el paso, acorté mucha distancia, tanta que si estiraba un poco mi brazo la cogería, pero todavía no, todavía no quería cogerla. Pero me estaba torturando a mi mismo, dicen que decir “no” aumenta tus ganas de hacerlo y eso es lo que estaba yo haciendo, estaba aguantándome demasiado.

¿Y qué pasa si la toco? ¿Y si la beso? ¿Qué pensará ella? ¿Le gustará? ¿Querrá más? Es que es tan pequeña… Pero la vuelvo a mirar, miro su cuerpo de mujer que todavía tiene 16 años y yo tengo 18 años, tendría que saber lo que es mejor para ella, tendría que comportarme como un adulto, pero es algo imposible en mi. Soy como Peter Pan, jamás maduraré.

Lo hago, voy algo más rápido y cuando ella iba a doblar, me lanzo sobre ella y la acorralo entre la barandilla y mi cuerpo. Respiro fuerte, ella me mira a los ojos y luego me sonríe dulcemente, como una niña pequeña, pero acompaña a esa mirada lamiéndose su labio inferior, noto como el pulso se me acera. Es hermosa, es aquella niña pequeña que dejé pero más mayor. Era perfecta y lo sigue siendo.

Suelto una de mis manos y la pongo en su espalda, acercándola a mi. Ella se sorprende y coloca sus manos en mi pecho, agacha su mirada tímida, pero se lo impido. Siempre soy un hombre decidido con las chicas, sé como tratarlas, sé lo que quieren, pero con Aly es diferente, es como si con un mal movimiento la pudiera romper.

- No soy una muñeca de porcelana, Justin- me dice ella.

Y yo le tomo la palabra, no se va a romper, me lo ha asegurado. Le levanto la cara con mi otra mano y ella cierra los ojos y sonríe, yo no puedo evitar sonreí y nuestro beso empieza con un dulce sonrisa.

NARRA ALYSSA.

Justin baja su mano de mi barbilla a mi espalada y la entrelaza a su otra mano. Yo coloco mis brazos alrededor de su cuello y ya nada nos separa. ¿Cuándo había deseado este momento? Ahora que lo pienso puede que desde que era pequeña, siempre pensé que mi primer amor sería Justin, él era como mi príncipe azul, él era aquel chico que mataba monstruos por mi porque tenía que defender a su princesa, yo.

Y no puedo dejar de sonreí, pero sé que un beso no se basa en sonrisas, acomodo mis labios en los suyos y justo cuando Justin va a abrir sus labios se separa, me deja bruscamente. Me asusto y abro los ojos.

- ¿Qué ha pasado? Yo… yo no sé besar pero mejoraré… perdóname- digo avergonzada.
- No, no, no, no eres tú, soy yo. Esto no esta bien… yo tengo 18 años tú 16, no conocemos desde que éramos renacuajos, tú eres mi Aly, tú eres mi pequeña.
- Que sea tu pequeña no significa que no me puedas besar. Las cosas cambian Justin ¿y quieres que te diga la verdad? He estado esperando este beso desde que llegaste, desde que me elevaste por los aires y no vengas ahora con las tonterías de que somos los mejores amigos, que si tienes 18 años… Y hazlo.
- ¿Qué quieres que haga? ¿Qué tengo que hacer, Aly? – me pregunta Justin.
- Besarme.

Y sé que en su mente hay dos voces, una que dice que se deje llevar y otra que dice que se comporte como un adulto, lo sé porque así estaba yo hasta que entramos en la pista, pero la batalla la gano la voz que me decía que me dejara llevar. Justin sonríe, con una mano remueve su cabello. Si no lo hace él lo hago yo. Llevo mis manos hasta sus mejillas y agacho su cabeza para poder besarle. Lo noto tenso, preocupado, así que me acerco a su oído.

- Déjate llevar, ¿te acuerdas lo que me decías cuando aprendí a patinar? Me decías: “Venga Aly, déjate llevar, si de verdad lo quieres hacer… lo puedes hacer” Así que ¿tú lo quieres hacer? ¿Me quieres besar, Justin?

Justin no tarda en responder.

- No hay otra cosa que desee más en este instante.
- Pues hazlo.

Justin pone sus manos en mis hombros tan bruscamente que lo tengo que mirar los ojos fijamente y siento esas miles de hormiga trepando por todo mi cuerpo haciéndome cosquillas. Justin apoya su frente contra la mía, respira por la boca y es como si fumara, una nube blanca se forma delante de mi, cierro los ojos y sonrío. Justin baja sus manos por mis brazos hasta cogerme de las manos.

Me coge las manos con cuidado, con delicadeza, coloca sus dedos entre los míos y los vuelve a quitar, acaricia mi mano y por fin coloca sus dedos entre los míos, me aprieta fuerte la mano y luego la relaja. Besa mi nariz, besa mi labio de arriba y luego coloca su labio inferior entre mis labios. Instintivamente yo abro mis labios y noto como Justin se acerca más a mi, suelta una de mis manos y coloca su mano en mi cintura.

Y después de un hermoso beso, coloca su cabeza en mi hombro y me abraza como si no hubiera mañana.

- Jamás te haré daño, pequeña.- me susurra.
- Lo sé- digo segura de mi misma.
- Jamás- me vuelve a repetir.

Continuará...

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Capítulo 8



Justin pagó la cuenta y eso nos llevo una buena regañina. Es decir, yo puedo pagarme mis cosas, pero él saltaba con que es el hombre el que paga, algo muy machista por su parte. Salí del local algo enfadada.

- ¿Te has enfadado?- me preguntó.

Justin salía detrás de mí. Yo me paré y lo miré, él se acercaba a mí.

- Fuiste muy machista- le dije.
- Y tú muy cabezota- él rio solo- Si quieres, al próxima vez pagas tú.
- ¿Me dejarás hacerlo?- pregunté.

Justin vino hacia mi y lo volvió a hacer, esta vez no me cogió de la mano, si no que colocó su brazo por mis hombros y me dio la vuelta para volver a andar.

- No, no te dejaré.

Así que le pegué un puñetazo en la barriga, un puñetazo suave, pero él en vez de quejarse me pegó más a él.

- Estas tú hoy muy rebelde ¡eh!- me dijo.
- Hombre, no todos los días se me cuela un chico mientras me estoy vistiendo.

Él sonrió y yo me sonrojé.

- Ya te dije que no tienes nada que no haya visto yo ya.

Volvimos a ese tema y volví a preguntarme lo mismo. ¿Será virgen?

- Justin, ¿si te pregunto una cosa me la responderás?
- No, el coche no es robado, Aly.

Yo me empecé a reír.

- No es eso.
- Claro, dime, yo te lo responderé.

Entonces cogí aire y se lo pregunte.

- ¿Eres virgen?- me costó menos de lo que yo pensaba decírselo.

Justin no se rió, que fue lo que yo estaba esperando.

- ¿Tú que crees, peque?- me preguntó.
- Que no- le dije.
- Chica lista…
- Así que…
- Si, Aly, lo he hecho y más de una vez.
- Vale, vale, no hace falta que me des detalles.

Estuvimos unos segundos en silencio, hasta que él habló.

- Aly, deja de darle vueltas a la cabeza. Tengo 18 años ¿qué esperabas?
- Ya, bueno, por eso no pensabas tanto en mí… Estuviste bien ocupado.

Justin dejó de abrazarme.

- No volvamos otra vez a ese tema, Aly.
- El tema esta ahí, hacer como si algo no existiera no va a hacer que desaparezca.
- Pero ya te dije que si que me acordaba de ti.
- Pero ¿por qué no me llamabas?- le pregunté, no sé por qué este tema me ponía los ojos húmedos.

Entonces Justin estalló.

- Porque me habría hecho la vida imposible- me gritó y fue bajando el volumen- … Es decir… Aly, si te hubiese llamado cada cinco segundos como me hubiese gustado hubiera seguido estando atado aquí sin saber si volvería, tenía que integrarme allí y pensar en ti no facilitaba las cosas. Cada vez que hacia un amigo era como si te estuviese defraudando, pensaba que si te enterarías de eso creerías que ya no eres mi mejor amiga, pero eso jamás pasará. Fuiste, eres y serás mi mejor amiga.

Me quedé unos segundos en silencio mirando al suelo, mordiendo mi labio inferior para evitar llorar.

- Tu mejor amiga…- susurré- solo eso.
- ¿Qué?- me preguntó.

Cogí aire y miré arriba para que se fueran las lágrimas.

- Nada, vayamos a donde me ibas a llevar. Lo mejor es evitar todo esto, a ver si por arte de magia desapareciera.
 - No, Aly, no. Mírame.

Y eso hice, lo miré a los ojos.

- ¿Qué?
- El pasado es el pasado. No se puede ni cambiar, ni modificar, ni borrar. Hay que aceptarlo tal y como es y seguir a delante. Tenemos que crecer y aprender a vivir con ello.
- Pero… ¿y si fuera un pasado malo? Yo no quiero vivir sabiendo que en una época yo no fui todo.
- Siempre lo fuiste, eres como mi Sol, yo giro alrededor de ti y sin tu existencia yo no podría vivir.

Me quede en silencio mirándolo, suspiré y sonreí.

- Pequeña…- me susurró con su voz dulce.
- ¿Qué pasa idiota?
- ¿Me das un abrazo?

Y fui, lo abrace, escondí mi cabeza en su pecho aprovechando que era lo más alto que yo podía llegar.

- Pero la próxima vez no me lo digas, me abrazas tú y listo.- dije mientas aspiraba su aroma.
- Ya, pero es que quedaba bonito.

Y reí, necesitaba relajarme, no tenía que sacarle una explicación a cada cosa que pasaba, tenía que vivir el momento ya que no se volvería a repetir. Cada momento es único y hay que vivirlo con sus cosas malas y con sus cosas malas. Justin y yo nos separamos y fuimos andando.

- ¿A dónde vamos ahora?- le pregunté.
- ¿Sigues sabiendo como patinar sobre hielo?- me preguntó.
- Por supuesto.

Y fuimos a la pista de hielo más cercana, era enorme y había un árbol de navidad justo al lado, eran las 7 y media y estaba ya encendido. Justin pagó su billete y yo el mio, estuvo a punto de pagarme el mio, pero le pillé a tiempo. Nos colocamos los patines y yo guardé mi bolso.  Justin fue el primero en entrar a la pista, luego fui yo. Me agarré a la barandilla y Justin estaba enfrente de mí, sonriendo. Tu sonrisa me llamaba. Fui hacia él cuando me tropecé con mis propios pies y él me tuvo que agarrar. Me apoyo en la barandilla y él se quedó delante de mi, agarrándose también a la barandilla.

Muy cerca, demasiado cerca. Él me miró a los ojos y vi como tragaba saliva. Se acercó a mí, vi como iba a mis labios y mi pulso se aceleraba. Pero se desvió y quitó con una de sus manos un mechón que ocultaba me oreja y me susurró.

- Así que sigues sabiendo patinar ¿no?

Sus labios rozaron mi oreja y justo en ese instante supe que en lo que quedaba de esta tarde iban a pasar muchas cosas entre nosotros dos. 

Continuará...

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