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Capítulo 14


Justin

Tener su número en mi agenda es muy tentador, pero no puedo llamarla, algo me dice que ella no quiero que lo haga. Es jueves por la tarde y estoy plantado delante de la puerta de la habitación de Cesar, puedo escuchar Stairway to heaven de Led Zeppelin desde aquí. Fui injusto con mi único amigo, así que creo que se merece una disculpa. No está bien pelearse con las personas que de verdad te comprenden. Su madre me había abierto la puerta y se había ido a hacer la compra. Pegué dos veces en la puerta del cuarto de Cesar.

- Pasa Justin- gritó mientras bajaba la música.

Abrí la puerta y entré.

- ¿Cómo sabías que era yo?- pregunté.
- Pues como que mis padres no pegan en la puerta y tú eres la única persona que esperaba que viniera hoy.

Me senté en su cama.

- Yo… Yo… ¿Sabes, Cesar? Algunas veces envidio a las chicas, no les cuesta hablar de sus sentimientos con sus amigas.
- Te comprendo- dijo sonriendo- ¿Te apetece dar una vuelta en bicicleta?
- Tendría que ir a casa.
- Tengo dos.- me dijo mientras apagaba la música y se levantaba.

Fuimos hacia su garaje y sacó dos bicis, una roja para mí y una azul para él. Cesar empezó primero y yo le seguí. Hacia buen tiempo para el mes en el que estábamos, había nieve, pero se podía ir en bicicleta. Miré a Cesar, no es bueno sentir envidia hacia alguien, pero yo sentía hacia Cesar. Él era como era, no tenía que ocultar ni fingir nada.

Llegamos a un lugar que reconocí al instante, donde siempre veníamos cuando éramos pequeños, en primavera estaba hermoso. Era un pequeño rincón con un lago que estaba empezando a congelarse. Cesar paró y se bajó de la bici, lo imité.

- Estas tardando en disculparte- me dijo.
- Lo siento, enserio, no quería ser borde pero… Pero ella es la única cosa que me hace sentir real, vivo… Hacía mucho que no me sentía necesitado y pensar que puede ser que yo no sea único para ella me rompe en dos.
- Lo eres Justin, no te tienes que tener miedo.

Me dejé caer a la hierba mojada por la última nevada. Apoyé mi frente en mis rodillas.

- Todo está yendo demasiado rápido… Nunca había sentido tanto.
- ¿Y qué tiene de malo?
- Que no la puedo abrazar, que hay distancia ¿sabes? Que si un día me levanto con ganas de gritarle que se ve hermosa no puedo porque su casa está a horas de la mía.

Mi visión se estaba empezando a poner borrosa. Cesar se sentó a mi lado y me apretó el hombro con su mano.

- Me gustaría verla sonreír las pocas veces que lo hace, sé que necesita a alguien a su lado no atreves de la pantalla. Y sé que debería de arrepentirme por haberle hablado ese día, pero no puedo, porque esa chica es lo más hermoso que jamás ha entrado en mi vida. Y me siento egoísta, porque sé que si sigo encariñándome con ella de aquí solo saldrán cosas malas.

Una lágrima había bajado por mi mejilla y otra fue tras ella para hacerle compañía.

- Pues haz algo. No te quedes aquí quieto mientras quieres hacer otras cosas.
- No sé su dirección.
- Bueno… Pues ella la tuya sí.

Tarde en procesar eso dos segundos.

- ¿Qué?- pregunté levantando mi mirada.
- Se supone que no te lo tendría que decir, pero ella me pidió tu dirección y se la di.

Me levanté, no podía estar sentando.

- ¿Crees que vendrá?

Él se encogió de hombros.

- No, no creo que venga, ella no es así. Entonces…
- ¿Qué? – me preguntó.

Pero yo ya estaba encima de la bicicleta.

- Mi abuelo me aconsejó una vez que me dejara llevar y ahora mismo siento la necesidad de ir a un lado. Mañana te llevo la bicicleta.
- De acuerdo- me dijo-. Suerte.

Y no perdí más tiempo, fui hacia la central de correos.

Grace

¿Le habrá llegado? En todo el día no pude quitar una sonrisa tonta de mi cara, pero ahora, cuando llegué a mi casa y empecé a recordar las cosas que yo había escrito ahí… empecé a tener miedo de que se asustara del monstruo que yo era. Pero lo hecho, hecho esta.

Había estado mirando mi móvil, esperando a que me llamase… no sé porque, pero tenía una duda enorme de como sonaría su voz… si sería dulce o ronca, pero algo me dice que es perfecta. Aunque si me llamase, no sabría qué decir, no estaba preparada ¿o sí?

Había acabado los deberes y me había conectado a Facebook, pero él no estaba, así que me fui, me metí en twitter pero no había puesto nada interesante. Mi vida al parecer ahora giraba en torno a él.
Eran las ocho y  You and me de Lifehouse sonaba de fondo en mi cuarto, pero subí el volumen justo cuando empezó a sonar Walks like Rihanna de The Wanted  y pasó algo extraño, una ola de energía entro por mi cuerpo y me levanté de la cama, disfrute que estaba sola en mi casa. Di un concierto.

- She can't sing, she can't dance but who cares, she walks like Rihanna- grite a todo pulmón.

Y bailé como bien decía la canción, sin saber, pero el baile era bueno aparte de que quemaba calorías me hacia sonreír, aunque cuando iba a sonreír me di cuenta de que ya lo estaba haciendo sin pensarlo. Y no sé si era porque la música estaba muy alta, pero no escuché como mis padres habían entrado, hoy mi padre llegaba pronto. Dejé de bailar y apagué la música cuando ellos se miraron. Mi madre sonrió y sus ojeras se disimularon. En los ojos de mi padre pude ver un brillo. ¿Qué pasaba?

- Hacías mucho que no bailabas –respondió a mi padre a mis dudas.
- Ya bueno… es que no lo hago bien.
- ¿Y qué importa? – dijo mi padre.

Su voz sonaba seria, pero de verdad creo estaba feliz. Entonces mi madre, para romper el hielo, empezó a bailar… No pude contener la risa.

- Ya sé a quién salí- dije.

Mis padres rieron y en ese momento sonó mi móvil. Se me paró el corazón y salí corriendo hacia mi cuarto, pero antes de entrar, miré atrás y vi como mis padres se daban un pequeño beso. Cerré la puerta y me lacé encima de teléfono, mis manos empezaron a temblar cuando en la pantalla ponía que “Mi diario” estaba llamando. Me costaba respirar. Pulsé el botón verde. No pude decir nada, él habló directamente.

- No hables o si… es decir… no te estoy obligando, yo…

Se calló y estoy segura que oía mi respiración agitada. Su voz era más perfecta de que me había imaginado, cálida, agradable, era de esas voces que quieres que te cuente un cuento antes de ir a dormir. Quise que no dejara de hablar ni por un segundo. Él volvió a hablar.


- He pensado más de una vez en lo que te iba a decir cuando te llamara, pero creía que no me ibas a coger el teléfono así que me has pillado por sorpresa y ya no me acuerdo lo que pensé. Solo dime si estás ahí o estoy hablando solo, que estúpido es todo eso- y finalizó con una risa nerviosa.
- Estoy aquí- le dije.
- Oh, Dios, que voz… Grace.

Cerré los ojos para disfrutar de mi nombre pronunciado por él, nunca me había gustado tanto mi nombre.

- Grace, Grace, Grace….- susurró- Hoy fui a ver a Cesar, a pedirle perdón por haberme puesto celoso y me dijo que te dio mi dirección. Te prometo que se me paró el corazón cuando pensé en que podrías venir en cualquier momento… Pero luego caí en que mi Grace no haría eso, así que pensé en cartas, en preciosas y antiguas cartas. El medio de trasporte que se utilizaba antes muy a menudo y que yo odio que este desapareciendo y entonces pensé que quizás tú también odiabas que desapareciera… Así que fui a correos ¿y sabes qué? Había una carta para mí

Yo sonreí, podía estar hablando horas y horas que yo no me cansaría de escucharlo.

- Estuve tentando con leerla en el mismo borde de la acera. Pero tu carta no se merecía eso, así que aguanté hasta que llegue a mi casa y me encerré en mi cuarto. Cuando acabé, te iba a decir algo por twitter, pero no, cuando me quise dar cuenta tenía el móvil en mi mano y estaba pensando en que decirte.

En su voz se notaba que estaba nervioso.

- Te iba a decir miles de cosas, pero ahora no me acuerdo ni de la mitad. Solo que si alguna vez sientes que solo te rodea oscuridad, que si los monstruos vuelven a tirarte del tobillo por la noche, que sepas que no estás sola, que aquí estoy yo, puede que a kilómetros de distancia, pero estoy aquí para aguantar tus gritos y llantos. Jamás te voy a pedir una sonrisa si hace segundos estabas llorando, pero si limpiaré tus lágrimas.  Sé que habrá días en los que tirarte al suelo y llorar te parece la mejor opción, sé que habrá días en los que hacerte daño te parecerá necesario… Sé que esos días no van a desaparecer de la noche a la mañana… Solo quiero decirte, que va a llegar el día en el que esos días van a desaparecer ¿vale? Quizás no mañana, pero si algún día y estaremos juntos, no atreves de una pantalla, no, juntos de verdad, cogidos de la manos…- en la última palabra su voz empezó a romperse.

Tan solo en pesar en como Justin podría coger mi mano, sentí un escalofrío por todo mi cuerpo.

- Si tú no puedes ser fuerte por ti sola, yo lo seré por ti. Si alguna vez te caes, yo esperaré abajo con los brazos abiertos… ¡Que mierda! –Gritó de repente- Prepárate Grace, porque cuando menos te lo esperes, iré a buscarte y besaré los cortes que te prometí un día que besaría.  Y ahora puedes hablar… -Justin rio y en ese momento, su risa fue mi canción favorita.

- Yo… - empecé a decir- Justin, espero que tus promesas no sean simples promesas fáciles de romper.
- No lo son- me aseguró.
- Bien.- dije.
- Bien…- dijo él.

Y los dos reinos a la vez.

- ¿Sabes que tienes una voz preciosa?- me dijo.
- Yo la odio.
- Pues yo la amo, sobre todo cuando dices mi nombre. Te grabaría y te pondría como despertador, porque tu voz creo que sería lo único que no podría odiar por las mañanas.
- Justin…- susurré.
- ¿Si?
- Dime que no eres tan pasteloso siempre.
- Creía que te gustaba…
- Y me gusta.

“Tanto que corro el riesgo a enamorarme.” Pero eso no se lo dije.

- ¿Has hecho hoy algo importante?- me preguntó.
- No ¿y tú?
- Aparte de leer tu carta, no, tan solo esperaba a que me llamases…


Por lo menos, uno de los dos era sincero. 
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HHEJVJYHTVYVTEJRHVTHRVTHRVTHRBHRBWHE Adorables, adorables. Espero que so guste el nuevo diseño de la página y lo de los enlaces de las canciones. Miles de gracias por leeme, me hacéis super feliz y tengo muchas ganas de poder centrarme en escribir y subir, ya queda poco para eso... Así que aguantad mis pequeñas personas fuertes. Love ya.

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Capítulo 13


Grace

El bolígrafo choca con la mesa, no sé qué escribir… Lo vuelvo a intentar, cojo de nuevo el bolígrafo…

Querido Justin…

No, por favor, parece que le voy a escribir una carta a mi abuelo… Bajo un poco la música, quizás me esté desconcentrando, King of heaven de Hillsong united siempre me ayuda a inspirarme pero parece que hoy no está haciendo efecto. Cojo el folio y hago una bola de papel con él, lo tiro.

Miro mi portátil, alguien se acaba de conectar en Facebook… Mi diario, la única persona que tengo. Quizás si hablo con él se me ocurra que debo de decirle.

“Hola (:”
“Hola”

Espero unos segundos…. No dice nada.

“Tu amigo parece majo.”
“Lo es.”

Trago saliva… no me gusta que este así.

“Grace, si solo vas a hablar de mi amigo te paso su Facebook y listo.”
“¿A qué viene eso?”
“Nada… Simplemente que te soltaste muy bien con él.”
“Intentaba caerle bien… Es tú amigo y pues me importa caerle bien, además, me salvo la vida.”
“Oh, vamos, Grace… tampoco es para tanto.”
“Justin….”
“Ya, lo siento, no quería decir eso es simplemente que….”

No digo nada, él no ha acabado su frase y la tiene que acabar.

“Que tengo miedo de que como según tu ningún chico te dice cosas bonita cuando aparezca uno que te diga dos cosas bonitas me abandones.”

Tanta sinceridad de golpe me ha dejado un poco pasmada. ¿Abandonarle? ¿Cómo podría yo abandonarle a él?

“Pareces que no me conoces… Yo… Yo no quie…. Yo no puedo abandonarte, Justin.”
“Es que no te conozco, Grace. Esa es la cosa, estoy intentando conocerte pero parece que no quieres. No me lo estas poniendo las cosas fáciles.”
“No soy fácil… Estoy intentando hacerlo lo mejor que puedo.”
“No quieres abrirte, prefieres seguir siendo un misterio, algo que nadie puede entender y estoy harto. No puedo seguir así, porque al final voy a acabar yo mal.”
“¿Por qué?”
“¿Por qué? ¿Enserio me lo preguntas? Déjalo, Grace.”

Espero cinco segundos… No puede ser esta nuestra primera pelea, no quería que tuviésemos nuestra primera pelea. Él no me entiende… ¿Cómo he podido ser tan tonta? Ya sé que hacer.

“¿Sabes? Para aguantar una pelea ya tengo la de mis padres.”
“Yo no quería…”
“Déjalo, Justin. Me tengo que ir, ya hablaremos”

Y Justin se desconecta sin despedirse. Sé que está enfadado, sé y espero que muchas de las cosas que me ha dicho no las piensa o por lo menos no de ese modo… Me levanto de la silla y busco en mis cajones. Encuentro la libreta, es blanca, como las paredes de los hospitales.

Justin

Me levanto de la silla tan rápido que esta se cae, mis manos se han hecho puños más rápido de lo que tarde en respirar.

Eso tengo que hacer, respirar.

Relajo las manos, se estaban poniendo rojas. Me cambio de ropa, poniéndome unos pantalones de baloncesto negro y una camiseta de tirantes blanca, encima una sudadera de cremallera roja, me coloco mis zapatillas para correr y cojo el teléfono antes de salir de casa.

- Me voy a entrenar.
- Pero si hoy no tienes…- dice mi madre que está tomándose un café enfrente de la televisión.
- Se acercar los partidos y han decidido que fuera hoy.
- De acuerdo, ten cuidado.

Salgo de casa, voy caminando lentamente, empezar a correr ahora sería simplemente molestar a las personas que caminan. Llego pronto a mi lugar de siempre, pruebo mis zapatillas, están bien sujetas.
Empiezo a correr, esta vez sin música, necesito aclarar mi cabeza o mejor dicho, aclarar a Grace, ya que ella es lo único que ocupa mi cabeza ahora mismo. Lo primero que pienso cuando pienso en ella, es una situación que pasó cuando yo tenía 6 años y estaba con mis abuelos en el parque. Creo que un ejemplo de amor que siempre tendré será el de ellos dos, si alguna vez consigo la mitad de lo que ellos han conseguido con su relación, estaré feliz.

Pues bueno, ese día mis abuelos estaban especialmente cariñosos y se daban besitos, se abrazaban, mi abuela ponía la cabeza en el hombro de mi abuelo, era hermoso pero eso a mí no me importaba en ese momento, yo quería jugar con mi abuelo y mi abuela lo estaba entreteniendo. Así que empecé a hacer tonterías, a correr, a gritar… pero mi abuelo no me prestaba atención. Por un momento, odié a mi abuela. Así que fui hacia ellos y con mi pequeña mano pegué a mi abuela, en su rodilla.

- ¡Justin!- me gritó mi abuelo- ¿Por qué has hecho eso?
- Quiero que juegues conmigo- le dije.
- Pídele perdón a la abuela.
- No. Juega conmigo- me crucé de brazos
- Justin, pídele perdón.
- Juega conmigo- empecé a chillar.

Mi abuelo me miró y luego volvió a mirar a mi abuela. Empecé a gritar y a pegar patadas al suelo. Hasta que mi abuelo se levantó, puso su mano en mi brazo y me llevo hasta un banco más alejado.

- ¿Vamos a jugar?- le dije.
- No hasta que le pidas perdón a la abuela.
- No.
- ¿Por qué?- me preguntó.

Mi abuelo no hacia preguntas por qué si, todas las hacia porque quería llegar a algún lado con ella… aunque en aquel momento yo no me había fijado en aquel detalle.

- Porque tú siempre estas con ella.
- ¿Por eso le has pegado? ¿Por qué estas celoso?

Yo lo miré extrañado, tenía 6 años y había palabras que todavía no sabía.

- ¿Qué es estar celoso, abuelo?
- Estar celoso es ver como algo que tú quieres mucho lo tiene otra persona – mi abuelo me miró, me encantaba escucharle hablar-. Sentimos celos de las personas que tienen lo que nosotros más ansiamos y queremos, aquellas cosas por las que daríamos la vida.
- Así que yo estoy celoso… -le dije.
- Si- me dijo orgulloso de que hubiera entendido su explicación.
- Porque ella tiene algo que yo quiero… algo por lo que yo daría mi vida- dije.

Mi abuelo empezó a reír, no entendí por qué.

- Bueno, espero que no quieras dar tu vida por mí. Yo prefiero que sigas viviendo a que mueras por mí- él me sonrió y volvió a reír al ver mi cara de estar intentando entender que pasaba.

No entendí la broma, tenía simplemente 6 años, pero la risa de mi abuelo era contagiosa, así que yo acabé riendo también. Volvimos al parque y él empezó a jugar conmigo mientras que la abuela nos miraba desde el banco, al final le dije que si quería jugar con nosotros y después de unos minutos nos fuimos. Mientras íbamos de camino a casa, mi abuelo tenía que entras a una tienda para comprar unas cosas, me quedé fuera con mi abuela.

- ¿Me perdonas, abuela?- le dije.
- Claro Justin- dijo ella sonriendo.
- Yo estaba celoso de ti.

Mi abuela mi miró extrañado y sonrió.

- ¿Por qué?
- Porque el abuelo te quiere más.

Mi abuela se colocó a mi lado y se agachó hasta quedar a mi altura.

- Justin, algunas veces los celos nos hacen ver mal las cosas, como si necesitáramos gafas y no nos la pusiéramos. Porque no cabe duda que el abuelo te quiere más a ti.
- ¿Si?- le pregunté.
- Por supuesto y que el abuelo me dedique un poco de tiempo no significa que me quiera más a mí- ella se puso de nuevo recta y me sacudió el pelo- Que esto te sirva de enseñanza para cuando seas mayor y te guste alguien mucho.
- ¿Tanto que quiera dar mi vida por esa persona?- le pregunté.

Acaba de aprender eso y pues quería decirlo cada ver por tres. Mi abuela rio.

 - Si, puede ser. Cuando sientas celos de esa persona, sabrás que la indica, ya que tener celos simplemente significa tener miedo a perder a alguien.

Me quedé callado unos segundos.

- Jamás voy a perder al abuelo ¿a qué no?- le pregunté sonriendo.
- Jamás- me dijo ella sonriendo. En ese instante el abuelo salió, le abracé y me cogió de la mano mientras íbamos a casa.

Ninguno de los dos sabíamos que después unos cuantos años, todos perderíamos al abuelo.
Grace

Después de haber encontrado las páginas apropiadas y de haberlas cortado, busqué un papel y un sobre. Doble las hojas y en el papel en blanco, empecé a escribir.

“Para ser un buen diario, tienes que estar completo y tú no lo estas, te faltan páginas, páginas que te van a ayudar a comprenderme, porque de verdad quiero que lo hagas… necesito sentirme comprendida y para eso tienes que conocerme. Aquí te dejo unas cuantas páginas que escribí hace tiempo… Sé que sería más sencillo mandarte mi viejo diario entero, pero no sería justo… porque un diario no se escribe de una sola vez.
Eras único, eres único y siempre serás único para mi Justin. Jamás habrá nadie para mí como tú y espero que lo sepas, no temas que te vaya a remplazar, simplemente porque después de haberte probado a ti todos los demás me sabrán a poco y tengo miedo… tengo miedo de eso porque creo que jamás podré encontrar a una persona que me haga feliz y que a la vez esté a mi lado.”

Doble las hojas y las metí junto a las otras en el sobre. Escribí en él la dirección de Justin en el sobre. Salí de casa, llevándome las llaves… Lo bueno de que no estén mis padres es que puedo salir y entras cuando quiera. Fui a la oficina de correos y después de esperar, le entregué la carta a la muchacha y como quería que llegase mañana tuve que pagar un poco más por ser envío urgente.

Volví a casa y estaba impaciente, me gustaría que le llegase hoy mismo la carta para ver que piensa. En esa carta va una parta de mí, de mi pasado y es la primera vez que comparto algo así con alguien. Pero sentía que lo necesitaba, que se lo debía.
Justin

He perdí la cuenta de cuanto he estado corriendo, he hecho más de 100 flexiones y más de 50 abdominales. Parce que me he metido bajo la ducha de lo mojado que estoy. Haber pensado en mi abuelo no me ha ayudado, tan solo empeora las cosas… lo extraño, él sabría que hacer ahora mismo. Sin pensarlo voy a mi escuela, necesito ir a las canastas. A mi abuelo le gustaba el baloncesto, yo juego por él. Muchas veces sentimos necesario acabar las cosas que antepasados nuestros no acabaron.

Por suerte un grupo de baloncesto ha estado entrenando hoy, conozco al entrenador, le pido una pelota y me la deja, me dice que luego la deje en conserjería cuando acabe. Ya son las 7, es de noche ya. Empiezo a tirar tiros libres, ninguno entra. Me acuerdo que hace tiempo, con 10 años me pasó lo mismo, no entraba ninguno.

- Justin, cuando no te entren las pelotas, simplemente relájate y piensa en que no quieres meterla, ya verás cómo entra- dijo mi abuelo.

Lo intenté y entró.

- ¿Y por qué cuando quiero que entre, no entra?- le pregunté
- Porque hay días en los que cuanto menos quieras una cosa, antes ocurre.

Lo hice unas cuantas veces y funcionaba, hasta que otra vez fallé cinco seguidas.

- Abuelo, yo no quería meterlo… ¿Por qué fallé?
- Porque ya has perdido las ganas, la pelota cree que ya no la quieres, que ya jamás vas a querer meter un triple.

Esta vez le pedí perdón a la pelota y tiré un tiro libre con todas mis ganas. Lo metí. Cuando entró, empecé a reír.

- Sí que es difícil entender a las pelotas.
- Pues espera a cuando conozcas a una mujer, ya me dirás que es lo más difícil si una simple pelota o una mujer.
- ¿Algún consejo para las chicas, abuelo?

Si, tenía diez años… pero eso también me interesaba.

- Oh, Justin, todavía eres muy pequeño… Te prometo que te lo diré su debido tiempo.

Mi abuelo me cogió la pelota y tiró un tiro libre, lo metió.

- ¿Querías meterlo o no querías?- le pregunté.

Mi abuelo se encogió de hombros.

- Simplemente me dejé llevar- me dijo sonriendo y guiñando un ojo-. Muchas veces las mujeres y las pelotas se parecen, lo mejor que puedes hacer muchas veces es dejarte llevar, no forzar nada y que las cosas ocurran como quieran. Si un día te peleas con ella, al siguiente dile que la amas… si te apetece y si de verdad lo sientes.

Mi llanto rompió mi recuerdo, mi abuelo se disolvió poco a poco. Caí de rodillas al suelo y me tuve que tapar la cara con las manos, dejando que una pelota se fuera poco a poco. Mi llanto fue de menor a mayor.

- Ahora no estas para decirme que debo hacer- dije en un susurro-. Ahora necesito ese consejo y tú has roto tu promesa porque no me lo estás diciendo.

Quité mis manos de la cara y vi como la pelota se estaba dejando llevar por el viento… “Lo mejor que puedes hacer muchas veces es dejarte llevar.” Saque mi teléfono del bolsillo de la sudadera y me metí en twitter, le dejé un mensaje privado.

“¿Me perdonas, Grace?”
“¿Por qué te tendría que perdonar?” me respondió a los segundos.
“Porque estaba celoso y no sabía qué hacía… Simplemente tenía miedo de perderte. Aunque no sé si puedo perder algo que jamás he tenido.”
“Justin, no seas estúpido. Me tienes, me tienes como nadie me ha tenido jamás.”

Esperé unos segundos, lo que tardé en releer eso unos cinco veces.

“¿Me das tu número de teléfono?”
“Claro”
“Y tranquila, no te voy a llamar ahora… estoy llorando y no quiero que me escuches llorar.”
“Te entiendo… Hay llantos que son muy íntimos, demasiados para que otra persona los escuche.”

Grace me dio su número y lo guarde como “Mi escritora”
Grace

Mi móvil vibró, era un mensaje.

“Soy tu diario.”

Guardé su número como “Mi diario” y no sé porque le dije lo siguiente, pero algo me decía que él me había puesto así en su lista de contactos.

“Y yo tu escritora.”

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QUE SE BESEN, QUE SE BESEN. Venga, todos juntos. QUE SE BESEN, QUE SE BESEN hwrvtjwrhyvwrjhtvwrvthjvrrvthjehjyvyheythtvyhjetvyevhrvtjherh ¿Cuanto falta para el beso?... oh wait... si yo soy la escritora, shit... Nah, ya paro. Muchas gracias por seguir leyendo, porque enserio, sois la alegría de mi vida, cada comentario vuestro me hace feliz hejhjyvetyvevyhvrhtvrehjjhe. Love ya.

Si leíste pulsa el botón     Y si me quieres hacer feliz deja un comentario(encima hoy es mi cumpleaños ¿qué mejor regalo que un bonito comentario?) No te olvides de pulsar el botón de arriba de "Lo he leído" ¡¡GRACIAS POR LEER!!
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Capítulo 12


Grace

Cuando llegué a la entrada del parque, mi corazón empezó a latir demasiado fuerte y di unos cuantos pasos hacia atrás. ¿Y si hoy tampoco estaban ahí? ¿Y si de verdad se habían ido? La gente seguía su camino, algunos tropezaban conmigo y me gritaban que me moviera. Si, Grace, muévete. Hoy nada podía ir mal, aprobé un examen de matemáticas y cuando me preguntaron en la clase de inglés avanzado lo dije perfecto.
Puse mi primer pie en el parque y empecé a caminar. Mantenía la cabeza agachada y un escalofrío recorría mi espalda. Levanta la mirada, gallina, afronta la realidad. Hice caso a mi subconsciente y levanté la mirada. Se me paró la respiración de golpe, allí estaba ella, agarrando la mano de su marido mientras este le colocaba una margarita en su cabello. Suspiré tan fuerte que rompí ese momento, ya que los dos me miraron, él hombre me sonrió, creo que al fin y al cabo me vio ayer. Me podría haber dicho que su mujer seguía viva, me hubiera ahorrado mucho. Yo le sonreí y oí como la mujer le preguntaba si me conocía, él negó con la cabeza.

Avancé, dejándolos solo en su intimidad. Y lo escuche, si, lo escuché claramente, un perro ladraba y un hombre le decía que se callara. Giré mi cabeza, allí estaba. Cuando lo vi supe porque no estaba ayer, hoy llevaba una de esas lámparas en el cuello para que no se arrasara la cara ya que tenía una cicatriz en el ojo. Sonreí al perro y a su amargado dueño que no entendió porque le estaba sonriendo, pero aceptó mi sonrisa. Si alguien te regala una sonrisa, no la rechaces y guárdala bajo llave. Los extraños no regalan sonrisas porque sí.

Y sonriendo me coloqué a unos metros del banco donde se sentaba la mujer. Allí estaba ella, absorta en su libro. Con un moño casi desecho, unas gafas de pasta cuadrada en casi la punta de su nariz, va vestida con una falda gris y arriba una camisa de un blanco crudo. Creo que trabaja en una oficina y en la hora de la comida, viene aquí a leer. Pero… ¿por qué siempre el mismo libro? Algún día lo descubriré, eso espero. Cuando logre que levante la mirada de esas hojas.


Estaba delante de la puerta de mi casa, se escuchaban las risas antes de entrar. ¿Por qué todos los días no eran así? Creo que porque si todos los días buenos no sabríamos apreciarlos, antes de ver el arcoíris hay que soportar un poco de lluvia. Abrí la puerta y la cerré fuertemente, a ver si así cesaban las risas. Pero no, eso indicaba que eran de verdad. Fui al comedor, mi padre sonreía y mi padre bebía de su vaso pero tenía los ojos achinados, lo que indicaba que estaba sonriendo.

- Buenas- dije mientras dejaba la maleta, regresé al segundo.
- ¿Qué tal la mañana?- preguntó mi madre.
- Buena, aprobé un examen de matemáticas.
- Enhorabuena- dijo mi padre.
- Gracias- dije sonriendo.

Y es que al parecer, hoy el día iba sobre sonrisas.

Pero miré a mi plato, puré de patata y unas albóndigas en salsa. Me obligué a tragar saliva. Corté en mil pedazos la albóndiga, comí algo de puré, pero cuando mis padres se fueron con sus risas, tiré todo. Pensar que todo va bien duró solo unos segundos, hasta que vi la realidad y todo volvió a ser negro. Me hice un té para saciar mi hambre y me lo bebí mientras leía un libro.

Justin

- Estaba todo buenísimo- dije mientras me levantaba de la mesa junto a Cesar.
- Gracias, cariño- dijo su madre.

Yo le dediqué una sonrisa y seguí a Cesar hasta su cuarto. Él se sentó en su silla, yo en su cama. Me miró, sé que se lo tengo que contar, pero no sé cómo empezar. En su reproductor de música sonaba Revolution de The Beatles, pero estaba tan bajo que permitía una conversación.

- Venga, estas tardando- me dice.
- Pues a ver… Conocí a una chica por una red social… Twitter.
- Pero si no tienes.
- Si tengo, que no lo quiera dar es otra cosa- digo bajando la mirada- La empecé a leer hace tiempo y un día me animé a hablarle. Ella no es como la chica normal, sufre mucho e intenta ser fuerte, pero algunas veces los problemas la superna. Creo que sufre de algún trastorno alimenticio, sus padres se pelean cada vez por tres y en clase no tiene amigos. Pero es perfecta, aunque ella no se vea así, pero puedes hablar con ella sobre cualquier cosa, te comprender y te intenta ayudar con lo que sea, su gusto de música es genial y no sé…
- Parece ser una persona diferente, complicada.
- Lo es y me gusta. ¿Para qué quiero una persona fácil? ¿Para aburrirme a los dos días? Me gusta que sea complicada, que guarde secreto, que sea diferente al resto...
- Vamos, totalmente diferente a Daisy.
- Exacto- sonreí- Y bueno… Ahora hablo con ella, el otro día la vi por primera vez, subió una foto a su Facebook, la que tú viste.
- Si, así iba a la fiesta, aunque cuando la vi tenía el maquillaje un poco corrido.

Me llevé la mano a la frente.

- No sé cómo no caí antes que ella era la chica de la que me hablaste, ella me contó que fue a una fiesta y que lo pasó mal.
- Ya, bueno… entonces… ¿me tengo que desenamorar de ella?- dijo Cesar de broma.
- Lo siento, pero la vi primero.
- Técnicamente no fue así.

Hubo unos segundos en silencio.

- ¿Quieres que te la presente?
- Por supuesto.

Me bajé de su cama mientras él encendía su portátil. Inicié sesión en Facebook. Lo primero que me salió fue que había subido una foto, era de un gato negro, la reconocí al instante.

- Esa es su gata callejera- dije señalando la foto.
- ¿Esta ciega?
- Si- dije sonriendo.

Entonces el chat sonó, me había hablado.

“Hola querido diario.”

Con la cara que me puso Cesar me acordé que no le había explicado eso.

- Soy su diario- dije acogiéndome de hombros.

“Hola dueña.”
“:)” me dijo ella.
“Hoy estoy acompañado”
“… ¿Quién está ahí?” me preguntó.
“Ya lo conoces, aunque no sé si te acordarás… Cuando estuviste en la fiesta y pasó eso con los dos chicos, luego apareció uno morenito de piel y con el cabello negro, ¿no?”

Creo que hizo memoria, porque tardó en responder.

“¿Cómo lo sabes?”
“Es mi amigo, se llama Cesar y te ha reconocido por la foto del Facebook, me pilló observando tu hermosura.”
“Ah, pues… Hola Cesar, perdóname por haber huido así sin darte las gracias.”

Miré a Cesar, él me miró.

- Parece maja- me dice.
- Lo es.

Dejo el teclado a Cesar.

“Soy Cesar y no importa, ya me encargué de que se arrepintieran después de eso. No estuvo bien.”

- ¿Qué hiciste?- le pregunté.
- Nada, pero hay que quedar bien delante de las damas- me guiñó un ojo.

Y no me gustó eso, no, no me gustó. Me crucé de brazos.

“No tenías por qué haber hecho nada…”
“Así no se trata a una señorita”
“Pues gracias de nuevo.”

Me crucé de brazos mientras ellos hablaban. Pasaron los minutos y hasta más de una vez  escuché reír a Cesar porque Grace le había puesto algo gracioso.

- Voy al servicio y a beber agua- le dije, no aguantaba más allí.
- Vale, ya sabes dónde está todo.

Hijo de tu… madre.
Cesar

Observé mientras se iba, ¿se había enfadado? Yo solo intentaba caerle bien a Grace, ella es de él, yo no me quería meter.

“Creo que Justin se ha puesto celoso.”
“No entiendo porque…”
“Se ha encariñado mucho contigo :)”

Tardó unos cuantos segundos en responder.

“Oye Cesar, ¿te puedo preguntar una cosa?”
“No, no tengo fotos de Justin desnudo.”
“jajaja. No es eso.”
“Ya, dime, ¿qué pasa?”
“¿Me podrías dar la dirección de Justin?”
“Por supuesto”

Y se la di, ella me dio las gracias y se fue, antes de irse me dijo que no le dijera nada a Justin, así que cerré su cuenta y quité la conversación para que no se quedara nada guardado. Justo en ese momento entró Justin.

- Se acaba de ir- le informé.

Él me miró, si las miraras matasen, ahora estaría muerto.

- Me tengo que ir- me informó serio mientras cogía su maleta.
- ¿Te has cabreado?
- No.

Y desapareció de mi cuarto. Esa chica le importa mucho, más de lo que él mismo supone. Me tumbé en mi cama, ¿cuánto tiempo durará esta extraña relación? Si los dos se esfuerzan, quizás más de lo esperado, porque no hay otra cosa que moleste más que la distancia. Distancia, números que arruinan existencias. 

-----------------------------------------
¿Qué hará Grace con la dirección de Justin? CHAN CHAN CHAAAAAAAAAAAAAN*música de suspense* No he podido escribir tres ya que esta mañana no he estado en casa y no he podido escribir mucho, así que bueno, intentaré escribir pronto. Gracias por leerme aunque tarde siglos en escribir, pero  es que aparte de que esta novela es "difícil" de escribir los exámenes finales se acercan poco a poco y hay que esforzarse. ¡Que ganas de que llegue el verano para poder escribir todos los días! ¿No suena a gloria eso? AH, SE ME OLVIDABA, gracias por seguir al blog, la verdad es que me emociona mucho (no sé porque) Pues eso, muchos besos. Love ya.

Por si alguien no lo sabía, ya subí el trailer de Dictame las reglas http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=q4azhQoix1c :')

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Capítulo 11



Grace

Me encontraba en clase, sentada en mi silla, movía las piernas y tenía una sonrisa tonta en mi cara. No sé porque, pero me gustaba sonreír sin motivos. Hay días en los que ves como de precioso es el mundo y te maldices por haber estado tan absortas pensando en tus cosas que no te habías dado cuenta. Hoy es uno de esos días. No hay nubes en mi cabeza, simplemente hay un sol radiante.

Y quizás por eso la gente hoy me mira diferente, porque desprendo felicidad, aunque sea un poco. Hoy me levanté con ganas de comerme el mundo. Me levanté de la cama, pisé con mis pies el suelo y me di cuenta que no me dolía la cabeza, señal de que había logrado dormir algo. Salí de mi cuarto para ir al cuarto de baños y me encontré con todo el jaleo matutino de mi casa, encima hoy mi padre entraba más tarde, así que estábamos los tres en la casa. Pero no había gritos ni peleas y me gustó. Me vestí, me recogí mi melena en una trenza. Mis padres ya se iban.

- Grace, tienes el desayuno en la mesa.
- Vale, gracias.
- De nada cielo, te quiero- dijo mientras besaba mi frente.
- Chao.

Mi padre salía del baño arreglándose la corbata, mi madre lo vio y fue arreglársela. En el fondo todavía creo que se quieren, pero tener una hija como yo debe de dificultar cualquier relación. Mi padre me miró, me sonrió, yo le sonreí.

- Presta atención en clase y pregunta las dudas- me dijo.

Jamás me diría te quiero.

- Siempre- le dije.

Él me volvió a sonreír. Puede ser que jamás me diría que me quiere, pero dos sonrisas en una misma mañana ya es mucho.

- Que tengas un buen día- chillo mi madre antes de cerrar la puerta.

Mis padres ya estaban fuera, yo tenía que terminar de arreglarme cuando pasé por el comedor y vi el desayuno. Un tazón de cereales y un plátano. Como cada día cogí el tazón de cereales y los tiré por el retrete. Fui a por el plátano, lo miré y recordé lo bien que sabía. Y cuando me quise dar cuenta estaba pelándolo. Me lo comí y estaba bueno, no me acordaba de la última vez que había desayunado. Tiré las cascaras del plátano, me eché en una taza el café que mis padres me habían dejado en un termo y me puse de camino a clase. Las mañanas son diferentes con el estómago lleno.

Deje de pensar en el plátano, cuando la profesora entró en clase con su moño repeinado.
Justin

 Estábamos en el patio. Hoy sencillamente no quería jugar al baloncesto en la media hora que tenía de descanso, así que simplemente me senté y disfrute del sol que hacía hoy. Estaba descansado, relajado, se me notaba y la causante era Grace. Quedarme hasta tarde hablando con ella fue una de las mejores cosas que me han pasado.

Saqué mi móvil y me metí en el Facebook que cree para ella, la busqué y observé la foto. Es hermosa y aunque se lo repetí ayer mil veces, se lo diría otras mil, hasta que me creyera. Simplemente está sonriendo, ni saca pecho ni hace morrito como las demás chicas. Ella simplemente sonríe. Aunque no sé si sonríe de verdad o se le da tan bien fingir sonrisas que hasta me confunde. Noto como una sombra se acerca y Cesar se sienta a mi lado.

- ¿Qué pasa?- dice mientras se sienta.
- Nada.

Voy a guardar el móvil, pero él es listo y sabe que le oculto algo. ¿Por qué mierda mi único amigo tiene que ser listo? Me quita el móvil rápidamente, mira la foto de Grace y de estar sonriendo se pone serio.

- ¿Cesar?

Él levanta la vista del móvil y me mira.

- ¿La conoces? – me pregunta.
- Bueno… si… es una amiga.

Se queda callado y vuelve a mirar la foto, me pongo tenso.

- Justin – susurra.
- ¿Qué pasa tío? Me estas asustando.

Él me mira a los ojos seriamente.

- ¿Le puedes preguntar dónde se compró el vestido? Es que quiero uno igual.

Y mientras lo dice, una sonrisa cubre su cara, yo empiezo a reír.

- Serás idiota, creía que pasaba algo raro.

Él me devuelve el móvil.

- Bueno, aparte de que esa chica es la que salvé de las garras de Jack el destripador y Peter no tan Pan.
- ¿Eh? ¿Peter no tan Pan? ¿Qué dijimos de venir drogados a clase?
- ¿Tienes algún problema? Peter Pan era el único nombre que me venía con Peter, lo siento- dice mientras baja su mirada, pero de reojo me mira.
- Estas perdonado… Pero… ¿qué dijiste? ¿Viste a esta chica en la fiesta?
- Si, ¿no te acuerdas que te dije que me había enamorado? Justin, noto que no me prestas atención, creo que vamos a tener que romper. No me siento querido, no me escuchas.

Y en ese momento se levanta, con un gesto exagerado y empieza a jugar al baloncesto. Puede ser que sea el más listo, pero también el más idiota. Él se habrá equivocado, Grace no puede ser la chica que él vio… Recuerdo las palabras de Cesar: “En sus ojos se podía ver tristeza.” “Como si intentara huir de sí misma.” Me levanté corriendo y fui hacia Cesar, lo cogí del brazo y nos alejamos.

- Si vas a venir a pedir disculpas por lo menos podrías haberme traído un ramo de flores o una caja de bombones.
- ¿Enserio que no eres gay, Cesar?

Él empezó a reír.

- Tranquilo, me gusta más una chica que a un tonto un lápiz. ¿Qué pasa? ¿Por qué me has sacado del juego?
- Dijiste que la chica era la de la fiesta… ¿Estás seguro?- le volví a enseñar la foto.
- Segurísimo. Aunque sonriendo cambia, pero jamás podré olvidar esos ojos.  ¿Por? ¿Qué tienes con esa chica?
- Es una larga historia.

En ese momento sonó el timbre que marcaba el final del recreo.

- ¿Te apetece comer en mi casa? Así me pongo el pijama, cojo un vaso de leche y me cuentas la historia para dormir.
- No vas a dejarme hasta que te la cuente, ¿no?

Él sonrió, le conocía mejor que a mi propia mano.

- Así que vienes a comer- dijo avanzando hacia la puerta de entrada.
- Si no hay más remedio…
- No, no lo hay… A no ser que me la quieras contar en mitad de la clase, con todos escuchando.

Dos segundos de silencio.

- Dile a tu madre que prepare otro plato.

Cesar sonrió orgulloso.

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Ahora subo otro :)
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Capítulo 10



Grace

Hoy es uno de esos días en los que deseas quedarte en casa, pero no puedes porque tus padres no se creen que estés mala. Vale, quizás no tengo fiebre, ni tos, ni estornudos, pero… ¿acaso no se puede estar enferma mentalmente sin esas cosas? Yo creo que sí, y esa enfermedad tendría que tener un nombre, algo como “monstruitis”, porque los monstruos de tu cabeza son los culpables.

La última vez que hablé con Justin fue el lunes, estamos a miércoles. Lo último que le dije fue adiós, él me dijo que tenía que irse a entrenar y que el martes tenía que estudiar. Lo extraño y no debería hacerlo. No debería porque cuando quiera morir, esas personas por las que yo tenga afecto, serán un impedimento…

Hoy estoy muy negativa, hoy solo veo nubes negras, aunque no haya ni una en el cielo… Estoy de camino a casa después de clase, hoy ha sido una mierda de día y no había nadie con quien comentarlo. Elsa ya se ha olvidado de que le ayudé y Sabrina ha estado besándose con el novio, aunque si hubieran estado conmigo ¿acaso me hubieran ayudado a relajar los monstruos? Yo intento pelear contra ellos, porque no quiero que me controlen, yo quiero tener el poder de mi mente.

No quiero que me vuelvan a llevar al hospital y después a un centro de recuperación. No quiero que mis padres pierdan el dinero intentando ayudar a una causa perdida. Los centro de recuperación son de lo peor, todo es blanco, no hay nada afilado y hay miles de personas alrededor tuyo mientras comes. ¿No ven que eso no ayuda? Pero eso no es lo peor… Pero no creo que hoy sea un buen día para recordar todo lo ocurrido allí. Simplemente no quiero volver.

Al ir por el parque. Algo me asustó, donde siempre estaba la pareja de ancianos, solo vi al hombre… ¿Dónde estaba su amada? ¿Dónde estaba su mujer? El hombre miraba al suelo, no pude ver si había lágrimas en sus ojos. ¿Se había muerto? No, no podía ser… Yo ayer la vi. Esta vida es tan frágil. Me entraron ganas de ir, de darle mi pésame y decirle que yo también la apreciaba, aunque no supiera su nombre, aunque jamás le hablé… Pero la apreciaba porque formaba parte de mí día a día. El anciano sostenía entre sus manos una margarita, la cual iba dando vueltas gracias a que el hombre giraba el tallo. ¿Sería la margarita la flor preferida de su mujer?  

Mis ojos se aguaron y avancé, esperando que el perro de siempre me ladrara por el bocata en mi maleta junto al hombre de 27 años más o menos. Pero no está, veo al hombre, cabizbajo, con una barba de tres días. Es cierto que ayer el perro no ladró con todas sus fuerzas y que estaba mayor, pero no puede haber muerto. No puede haber muerto todo el mundo del día a la mañana. El hombre levanta la cabeza, hoy está más solitario que nunca. Me mira y vuelve a bajar la cabeza. Ya no volverá a venir por aquí, porque yo le recordaré a su difunto perro.

Y no sé por qué, casi corro hasta el banco donde siempre está la mujer con ese libro que lee una y otra vez. Mi corazón late una vez y luego se para cuando veo el banco vacío. Y en ese momento en mi ipod suena Won't go home without you de Maroon 5 ¿Por qué tiene que ser tan oportuno el aleatorio? “Pero ahora es muy muy tarde, ella ya se ha ido.” Mis lágrimas se preparan. No hay nadie en el banco, no está el perro, no está la anciana. Hoy he tenido gimnasia y me he tenido que cambiar cuando todo el mundo lo había hecho y he llegado tarde a clase, el profesor me regañó porque siempre llego tarde. “Todas las noches lloras hasta quedarte dormida pensando: ¿Por qué me pasa esto a mí? ¿Por qué tienen que ser todos los momentos tan difíciles?” Las lágrimas salen de mis ojos, acarician mi mejilla y acaban, unas en mi boca y otras chocan contra el suelo.

Miro a mi alrededor, no hay nadie y ese es el problema, en tus peores días no hay nadie, hasta tu sombra si pudiera se iría para no tener que soportarte. Empiezo a correr lo más rápido que puedo, me empieza a faltar el aliento. “Solo dame una oportunidad para hacer lo correcto” Corro. Respiro. Lloro. Los monstruos ganan, yo pierdo. Llego al portar de mi casa, cojo aire, me limpio las lágrimas con mi manga del jersey y cojo aire contando hasta 6 y expulso el aire contando hasta 10. Unas cuantas veces. Sacó las llaves, mi mano tiembla pero logro meterlo en la cerradura.

Se abre la puerta y espero en la oscuridad al ascensor, en la oscuridad soy más accesible a las sombras, allí soy toda suyas. Noto como me acarician la pierna. No, Grace, no. El ascensor llega, me muerdo la mano para no gritar. Entro en él, hoy parece más pequeño que nunca, las paredes se van cerrando, me van a apretujar, voy a morir. Noto las paredes, las noto y no me he movido. Grace, son paranoias tuyas, me digo, pero no me creo, las noto. El ascensor llega a mi planta y salgo, justo antes de ser aplastada. Cojo aire, había dejado de respirar sin yo decidirlo. Estoy perdiendo el control.

Mi mano tiembla más que nunca, pero logro meter la llave, nada más que entro, el olor de un filete rebozado en aceite, grasiento, me da en la cara, produciéndome nauseas. Sigo avanzando hasta el salón, en la mesa veo: queso cortado, coca cola, filetes y una ensalada de pasta. ¿Por qué hay tanta comida? Mis padres están hablando, mirándose unos a otro. ¿No me ven? ¿No saben que estoy aquí? ¿Quizás he muerto en el ascensor y ahora soy un fantasma? No, no es así, porque mi madre gira su cabeza y me sonríe.

- Hola cariño, ¿qué tal las clases?

Clases. Gimnasia. Cuerpos de chicas perfectos. El mío no lo es. Quiero gritar, pero simplemente asiento, sonriendo y voy a mi cuarto a dejar mi maleta. Hace calor, mucha calor, abro la ventana, mi cuarto empieza a dar vueltas y me tengo que agarrar a mi cama.

- Grace, deja el ordenador y ven a comer. Que se enfría- grita mi padre.

Eso es lo que sabe hacer, gritar y dar órdenes, a la vez. Voy al baño, echo agua a mi cara, la refresco y cuando levanto la mirada en vez de verme a mí, veo un monstruo de un solo ojo y gran boca. Parpadeo, se ha ido, por ahora. Voy a mi sitio en la mesa, ellos están terminando de comer. Me siento. Cojo el cuchillo, aquí si hay cosas afiladas… Empiezo a partir mi filete, en un millón de trozos, hago tiempo para que se vayan… pero no sé si estoy haciendo tiempo para que se vayan mis padres o los monstruos. Miro a mis padres, hoy sonríen, hoy se llevan bien.

Que corte el filete no significa que vaya a comerlo, pero eso mis padres no lo saben. Me echo ensalada de pasta en un lado del plato y pongo dos trozos de queso en una esquina. A mis padres les gustaría que me comiera todo eso y tiene muy buena pinta, si, la ensalada de pasta me llama y el filete grita mi nombre. Pincho un trozo de filete cuando mis padres empiezan a recoger. Nada más que los dos se han ido a la cocina, cojo dos servilletas y  en una meto cinco trozos de filete en ella, la guardo entre mis piernas. La otra servilleta la dejo a mi lado, por si acaso mis padres han oído el ruido, que vean que la utilizo para limpiarme.
Mis padres vuelven, mi padre al baño y mi madre a su cuarto para terminar de arreglarse de nuevo para ir al trabajo. Otra vez estoy sola, cojo la servilleta de entre mis piernas y meto dos trozo más. Cuando mi padre sale del baño y me mira, tengo el tenedor en mi boca, como si comiera. Me sonríe y yo lo miro.

 Cuando se vuelve a ir, guardo un trozo de queso. Entonces viene lo que yo deseaba. Mis padres me dicen que se van a ir, mi padre me besa la frente y mi madre me da dos besos, uno en cada mejilla.

- Acábatelo todo- dije mi madre.
- Claro- digo sonriendo e hincando el tenedor en la ensalada de pasta que me he echado.

Ellos se van hacia la puerta, la abren, ellos se van y la cierran. Estoy sola con mis monstruos. Una pareja un poco peculiar. He tenido que comer dos trozos de filete y un poco de ensalada para que se crean mi teatro. Cuando me levanto, voy corriendo a por una bolsa, tiro toda la comida de mi plato, incluida la servilleta con mi comida. Ahora la bajare. Mis manos se llenan de aceite cuando tiro el filete. Me entran ganas de llorar. Voy hacia el cuarto de baño para lavarme las manos antes de que esto vaya a peor. Pero mi cabeza se gira, veo el retrete. Mis rodillas se flexionan solas. Los dedos van solos a mi garganta. La comida empieza a salir sola.

Cuando acabo me hago pequeña, empiezo a llorar y me cojo las rodillas, reprimo dos gritos que me hacen daño en la garganta. Me tumbo en el suelo del baño, lloro porque eso es lo único que sé hacer, llorar, soy una llorica. Me levanto, con el poco coraje que me queda. Voy hasta mi cuarto y empiezo a rebuscar en los cajones y la encuentro, brilla de lo limpia que está. Me levanto la camiseta, mis costillas no se notan. Son feas, yo soy fea. Una, dos, tres, cuatro veces pasa la cuchilla por mis costillas. Presiono los cortes cuando empieza a salir sangre. Al parecer, mis padres solo creen que me puedo cortar en los brazos, ingenuos.
Voy al cuarto de baño, limpio la cuchilla y mis dedos, el agua se tiñe de rojo. Presiono mis cortes de nuevo y escocen bajo el tacto del agua.

- Soy- toco un corte-. Una- toco otro-. Jodida- toco otro-. Estúpida- toco el último corte.

Me miro al espejo y me sale una risa que hace que me asuste de mi misma. Vuelvo a mi cuarto, escondo la cuchilla y cojo el móvil. Me conecto en twitter mientras me subo a mi cama.

“Soy un monstruo. Que alguien venga a matarme.”

Pongo la canción Mumford & Sons de Hopeless Wanderer en mi ipod. Vuelvo a ponerme en twitter.

“¿Dónde está el interruptor para apagar los monstruos?”

No voy a mis menciones. Estoy cansada de falsos “No estás sola, estoy aquí cuando me necesites.” Porque nadie está y hace que te hagas falsas ilusiones.

“Pero yo estaba segura de que podríamos ver un nuevo comienzo…”

Esa es una frase de la canción. Yo ya no estoy segura de que pueda ver un nuevo comienzo. Me giro en la cama, dejando que la música me relaje poco a poco. Las lágrimas bajan y bajan.

Justin

Grace, joder, conéctate a Facebook. Le envío mensajes a twitter, menciones, pero nada, no me responde. Por favor, Grace.  ¿Qué habrá pasado? Ayer no hablamos porque y hoy tenía un examen difícil, fallé en mi papel de ayudarla. Por favor, Grace… Lleva media hora sin poner nada en twitter, no se ha conectado en Facebook y me temo lo peor. Ojala supiera su número para llamarla.

- Por favor, Grace- susurro,  tapándome la cara, no quiero llorar.

Estoy sentado en la cama, con el móvil abierto en su perfil de twitter y con el ordenador encendido en el Facebook que me cree para ella.

- Dios, si me estas escuchando, haz que se conecte a Facebook y te prometo que jamás la volveré a dejar sola.

Cierro los ojos, una lágrima baja por mi mejilla. Es por mi culpa. Miro de nuevo su perfil en twitter, nada nuevo. Miro el chat de Facebook… y ahí está. Mi corazón empieza a relajarse y ya puedo volver a respirar. Me limpio las lágrimas y pestañeo hasta que ya no tengo al visión borrosa. Le hablo.

“¿Estas bien?”
“…”

No me gustan los puntos suspensivos.

“Por favor, respóndeme Grace. Perdóname, no quise…”

No sé cómo terminar la frase.

“Tú no tienes la culpa de nada, yo ya vengo mal de fábrica.”
“No digas esos. Ayer no hablamos y tú necesitabas hablar. Falle.”
“Para eso está a música, para cuando las personas te fallan…”

Creo poder escuchar como mi corazón se rompe.

“¿Estas escuchando música ahora?”
“Sí.”
“¿Me dejarías que yo sea tú música? ¿Me dejas intentar hacerte sentir mejor?”
“Te aviso que la música no me está ayudando mucho.”
“Pues con más razón. Yo seré mejor.”

Pone que está escribiendo, pero borra y no dice nada.

“Grace.”
“¿Si?” me responde.
“¿Te has cortado?”

No quiero ser tan directo, pero con ella no se puede andar con rodeos.

“¿Tú que crees?”
“¿Te los has limpiado?” le pregunto.
“No, si se infectan mejor.”

Unos segundos en silencio.

“¿Sabes una cosa?” le digo.
“¿El qué?”
“Si yo estuviera allí, te besaría los cortes.”

Hablar con Grace me relaja y espero producir lo mismo en ella.

Grace

Lo leo una y otra vez. “Te besaría los cortes” Mis vellos se ponen de punta y sonrío… ¿Sonrío? Si, lo hago y no es de mentira.

“Gracias.” Le digo.
“¿Por qué?”
“Por nada, simplemente no seas maleducado y aceptalas.”
“Las acepto.” Me dice.
“Muy bien hecho.”

Segundos de silencio. Mis manos han dejado de temblar y mi mente ya empieza a ver el sol.

“Grace” me dice.

Me gustaría oír mi nombre salido de su boca.

“¿Si?” le respondo.
“¿Estas mejor?”
“Si” digo mientras sonrío.
“¿Estas escuchando música?”

Entonces en ese momento me doy cuenta de que la música se había parado y no me había dado cuenta.

“No.” Digo mientras empiezo a reír y ya no me asusto de esta risa.
“Eso es un alago para mí.”

Me meto en su perfil. Ha subido una nueva foto, en ella está sonriendo y en su mano izquierda tiene el pulgar levantado, como si dijera que todo está bien.

“Justin” le digo.
“¿Si?”
“¿Siempre estas sonriendo?”

Y me gustaría escribir: “porque yo ahora no dejo de hacerlo y no sé si es malo.” pero no lo pongo.

“Si” Me responde.
“¿Y son sonrisas de verdad?
“Algunas si, por ejemplo, ahora estoy sonriendo y te prometo que es de verdad.”
“Yo también.”

Me pongo roja, porque creo que esto es lo más cerca que he estado de coquetear con un chico. Entonces, busco la cámara por mi casa y cojo la tarjeta de memoria. La meto en mi ordenador, busco una foto mía. Mi madre me hizo foto antes de ir a la fiesta y en ella salgo sonriendo, busco la sonrisa más verdadera. Salgo… bien, creo.

Me meto en mi Facebook y busco como se sube una foto, lo encuentro y subo la foto, me etiqueto y la pongo de perfil. La chica de la foto, sonríe mirando a la cámara, con un maquillaje y un peinado perfecto. A los cinco segundos, Justin le da a que le gusta. Cinco segundos más tarde me habla en el chat.

“Grace.”

Me encanta que diga mi nombre.

“¿Si? Justin.”
“Eres hermosa.”

Entonces me entran ganas de tatuarme esas dos palabras y de que él sea la persona que me haga el tatuaje.

“Y no admito un no como respuesta. Enserio, eres la persona más hermosa que he visto. Oh, Dios, Grace…”
“¿Qué pasa?”
“Me tengo que ir.”
“No me digas que te vas a correr por ver una foto mía” digo mientras me rio.
“No, me tengo que ir porque tengo que buscar tu casa y darte mil besos.”

Mis mejillas se sonrojan.

“No se apresures caballero, que ya habrá tiempo.”
“No. Ahora temo que algún chico te conquiste y me abandones.”
“No creo que ocurra.”
“Yo si lo creo, ahora viviré con miedo y no podré dormir.”

Echo mi cabeza hacia atrás hasta chocarme con la pared y sonrío.

“Pues tranquilo, que yo estaré aquí contigo.” le digo.
“Ese es mi trabajo, no el tuyo”
“Bueno… los diarios también sufren. ¿No?”
“Si” me dice y a los segundo me vuelve a enviar otro.
“Grace, eres hermosa.”

Y nos tiramos la tarde hablando. Yo logro hacer mis deberes mientras hablo con él. Me cuenta como le fue el examen, porque los diarios también hacen exámenes. Aunque ahora me pregunto cómo besarán los diarios…

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HVRWHJVJTVHRVTHJVWHJHTWRV Que alguien me mande un chico así a mi casa, por favor, venga, por mi cumpleaños que es el día 19 de este mes, venga. Muchas gracias por vuestros comentarios adorables y por seguir leyendo aunque tardes siglos en escribir pero es que con los exámenes tengo menos tiempo que yo que sé. Sois hermosas, porque si, porque lo digo yo y como dice Justin, no admito un no como respuesta(?) Me hizo mucha ilusión que dos personas me dijerais que echabais de menos mis comentarios al final del capítulo, yo dejé de hacerlo porque no ser pesada. Porque por mi, iría a casa de todas mis lectoras a daros las gracias en persona, porque si vosotras nada de esto sería posible. Love ya.

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