No sé cuanto tiempo estuve en la cama sin hacer nada, solo
mirando mis converses desgastadas. Pero la verdad es que no tenía ganas de
hacer nada. Mis piernas no me reaccionaban así que me quedé sentada.
Me espabilé cuando noté caer unas lágrimas en mi mano, no sé
por qué, pero últimamente lloro cuando menos me lo espero… Puedo estar dando
saltos y de repente empezar a llorar, se puede decir que no llevo el control de
mis sentimientos.
No quería deshacer la maleta, si la deshacía significaría
que ahora esto sería mi hogar… Pero la verdad es que siempre pensé que el hogar
es donde haya una persona a la que quieras así que ahora mi hogar es la tumba
de mi hermano… Es algo triste, la verdad.
A todo mi pesar empecé a deshacer las tres maletas, no sé
para que me traje tanta ropa si pasaré el día con el uniforme… pero estos son
los inconvenientes de no querer que tus padres te informen de nada. Los
zapatos, los pantalones, las camisetas, las sudaderas, los gorros, las
bufandas, los guantes, la ropa interior, los calcetines… Todo ya estaba
colocado.
Había cogido tres sudaderas y un par de camisetas de mi
hermano, olían a él… Cogí su sudadera favorita entre mis manos y aspiré su
aroma, olía a jabón y a un perfume fresco, pero sobretodo olía a mi hermano… Él
tenía su olor especial. Y volví a llorar, esto empezaba a cansarme ¿cada vez
que me acordara de él iba a llorar? Doblé la sudadera y la puse en el armario
junto a las otras.
Entonces empecé a desnudarme para colocarme el uniforme, no
era plan de ir contra las normas el primer día. Me quité mis converses, mis
calcetines, mis tejanos claros rasgados en la rodilla, mi jersey negro que me
llegaba por debajo de la cintura y empecé a colocarme el uniforme.
De repente escuché como la puerta se abría.
- ¿Este es el cuarto de la chica..AAAAAAAAA, perdona,
perdona, no miro, ¿ves? No miro.
Me tapé rápidamente con mis manos y miré a la persona que
hablaba. En la puerta había una chica que se tapaba los ojos fuertemente.
- ¿Ya te has vestido?- me preguntó sin apartarse las manos
de los ojos.
- Eh…no.
Rápidamente me puse la falda, el polito, los
calcetines y los zapatos negros.
- Ya- dije.
La chica bajó lentamente las manos de sus ojos, se había
puesto roja.
- Lo siento, enserio… Creía que, uf, no sé. Que mal rato he
pasado.
La chica era un pelín más baja que yo, de piel algo tostada, de
ojos verdes claros y llevaba su cabello castaño en una coleta.
- ¿Para qué me buscabas?- pregunté.
- ¿Así que eres la nueva? Encantada- con un gesto rápido
puso su mano delante de mí para que la cogiera-. Yo soy Abigail, pero dime Abby.
- Ah.
La chica vio que no le cogía la mano y la bajó lentamente.
- ¿Y tú?
- Yo soy Hayley.
- ¿Hayl?
- No, Hayley.
La chica rio tímidamente, la pobre estaba pasando un mal
rato con mis contestaciones bruscas, pero ahora mismo no estoy para hacer
amigos y sobretodo, mi hermano era el único que me podía llamar de otra manera.
- ¡Uy! Son ya las 8 y media. Habrá que ir al comedor.
¿Quieres que te acompañe?
- Va a ser lo mejor, si no estaré media hora dando vueltas
como una tonta.
La chica abrió la puerta y se puso a un lado para que yo
pasara. Pasé a su lado y empezamos a caminar hacia las escaleras. Mientras que
mi paso imitaba al de un zombie, el suyo más bien parecía el de un hada.
- ¿Mañana te incorporas a las clases?- me preguntó.
- Si.
- ¿Sabes ya a cuales vas?
- No he abierto todavía el sobre.
- Bueno, pues espero que nos toque alguna junta- me dijo
sonriendo- ¿Cuántos años tienes?
- Tengo 17.
- ¡Los mismos que yo!
Hubo un silencio un poco incómodo y como la chica ya había
puesto mucho de su parte intenté poner algo de la mía para iniciar una
conservación.
- Este uniforme me queda fatal.
- No digas eso, te ves muy bien. Pareces una modelo.
- ¿Crees que me aceptarán como modelo de uniformes?- empecé
a poner caras raras.
La chica empezó a reírse, tenía una risa muy mona.
- Yo creo que sí- me dijo.
Le sonreí. Tampoco era plan que las pocas personas que iban
a intentar conocerme las rechazaras. Seguimos bajando las escaleras, Abby me
contó cosas de los profesores, que no era normal que alguien entrara después de
empezar el curso y tal y cual. Llegamos a las puertas del comedor, estaban
abiertas de par en par. Las mesas eran cuadradas con bancos, ya había gente con
las bandejas en la mesa.
- ¿No se suponía que se cenaba a las nueve?- pregunté.
- A las nueve es cuando entra al directora y le gusta que
estemos todas ya sentadas con la comida en la mesa.
Miré al comedor y era enorme, por primera vez vi a chicos…
Hasta entonces creí que era un internado solo de chicas, lo que no me habría
importado. Fuimos a coger las bandejas y echamos la comida, yo cogí un filete
de ternera y algo de puré de patatas, no tenía mucho apetito. Fuimos a una mesa vacía
cerca de una ventana, como el comedor estaba en la planta baja desde la ventana
se podían ver los árboles.
- Ya viene la directora- me avisó.
Por la puerta apareció la señora Rigby, sería como antes y
miró a todo el comedor.
- Espero que la comida sea de vuestro agrado- dijo.
- Si señora Rigby- respondió todo el mundo.
Entonces de fondo se escucharon unos pasos y unas risas que retumbaban en
el silencio del comedor, todo el mundo miró atrás de la directora y tres chicos
aparecieron por la puerta. Dos de cabellos castaños y uno de cabellos dorados,
los de cabellos castaños llevaban el uniforme pero el otro no.
- Buenas, señora Rigby- dijo el de cabellos dorados
haciéndole un saludo militar con desgana.
Si la voz de Abby me había resultado dulce, la de este chico
era tan dulce que si lo escuchabas con la boca abierto te provocaba caries en
las muelas, pero su voz tenía un toque que hacía que me entrara cosquillas por
todo mí cuerpo y también tenía un tono que imponía. El chico iba entero de negro, lo que me hizo pensar en el chico
del avión.
- Señorito ¿y su uniforme?
- Es domingo, tenga un poco de consideración- dijo el chico-
Además, acabo de llegar del avión y tenía que ver a unos amigos, no me dio
tiempo.
- Se cree que puede hacer lo que le da la gana- me susurró
Abby.
Yo la miré, admito que me costó quitar la mirada de ese
chico.
- Que no se vuelva a repetir, ahora cojan la comida y
siéntense- la directora nos miró a todos- Buenas noches.
- Buenas noches, señora Rigby- dijeron todos.
Seguí con la mirada al chico de cabellos dorados, él buscaba
a alguien con su mirada, pero uno de sus amigos le tocó el brazo, haciendo que
dejara de buscar. Yo miré a Abby, que mordisqueaba una patata frita.
- ¿Son los de último curso?- pregunté.
- Si. Bueno, ese, el rubio aquel repitió algún curso y vario de sus amigos también.
- ¿Tiene 19 años?- pregunté.
- Si.
Como mi hermano, pensé. Pero mi hermano ya entró en la universidad, él se ganaba la vida no como eta gente.
- Bueno… ¿quieres una patata frita? Están buenísimas.
Me encogí de hombros y cogí una, si que estaban buenas. Abby
empezó a hablar de cosas, no sé, la verdad es que no le presté mucha atención,
estaba muy entretenida cortando mi filete, pero oí un comentario que no me gustó
nada.
- Anda, mira, la
nueva y la rara. Que pareja más bonita.
Levante mi cabeza y vi a una chica de piel blanca, con
cabello rubio suelto y ojos azules.
Atrás suya había dos chicas más.
- ¿Perdona? –le pregunté.
- Te doy un consejo, si no quieres ser una rarita como ella,
vente con nosotros.
- A ver, Barbie, déjate de tonterías y sigue caminando hacia
tu mesa- dije bajando mi mirada a mi plato.
- Ay, que alago, gracias por lo de Barbie.
- Lo decía por lo de plástica, no por lo de guapa. Porque
cariño, esas tetas- dije mirándola a los ojos.… ¿Cuánto te han costado?
Escuché unas risas de chico, detrás de ellas venían los dos
de cabello castaño de ante.
- Oh, Camille, ahí te han dado- dijo uno.
La chica puso las manos en la mesa para acercarse a mí.
- Mira guapa, te vas a arrepentir de esto toda tu vida.
- Si, no voy a poder dormir.
La chica se puso de nuevo bien, me miro con cara de asco y
siguió andando. Yo seguí con mi filete.
- Gracias… pero no hacía falta.- me dijo Abby.
- No era solo por ti, era también por mí. Estoy harta de las
chicas como esas. Mi hermano me enseñó a defenderme con las perras.
La chica rió débilmente cuando escuchó mi vocabulario.
- ¿Te molesta mi vocabulario?- pregunté.
- No, no, si es justo lo que yo pienso… Pero jamás lo digo.
- Pues tendrías que hacerlo, cariño o al final explotarás.
Eso es algo que hubiera dicho mi hermano. Solté el tenedor
en el plato, ya no tenía hambre. Se me tuvo que poner la cara blanca, porque
Abby me preguntó.
- ¿Estas bien?
- Hoy ha sido un día muy largo, creo que me voy a ir a mi
cuarto. ¿Te importa?
- No, no, está bien, te entiendo. ¿Quieres que te acompañe?
- No, déjalo.
Me levanté de mi asiento con movimientos un tanto
ortopédicos, mis ojos empezaron a cubrirse con una fina capa de lágrimas. Creía
que iba a poder llegar a la puerta del comedor sin que nadie se diera cuenta
que tenía la cabeza demasiado agachada, un síntoma de que estaba a punto de
llorar, pero no fue así, vi unos zapatos negros demasiado limpios y cuando
levanté la vista, allí estaba ella de nuevo.
- Así que eres como todas, se hacen la fuerte pero cuando
están solas lloran. Lo siento si te moleste, amor.- dijo la Barbie dedicándome
una dulce y agria sonrisa.
Pestañeé y ya no había resto de lágrimas en mis ojos.
- A ver, Barbie, ni tu ni nadie me va a joder.
- La niñita se cabrea.- dijo jugando con un mechón rubio.
- La niñita no tiene tiempo como
para malgastar hablando contigo.
Y dicho eso, avancé hacia delante
dándole en el hombro, dando por finalizada la conversación, pero la cosa no
terminó allí. Avancé tan decidida que me di cuenta demasiado tarde que había un
chico vestido de negro delante de mis narices, así que me choque pero el cuerpo del chico ni se inmutó.
- ¿Una nueva presa, Camille?- dijo
el chico.
- No soy la presa de nadie- susurré
ya mosqueada.
Era más alto que yo, así que tuve
que subir la mirada. Labios rosados, ojos color miel, piel sin imperfecciones,
cabello desordenado. Él me miró a los ojos nada más que se dio cuenta que lo
estaba mirando.
- ¿Hay algo que te guste, querida?-
dijo sonriendo sin ser descarado.
Hice una mueca con mi boca e
intenté moverme para avanzar, él se volvió a interponer entre yo y la puerta.
- ¿Ya te vas a la cama? ¿Por qué no
te quedas un rato con nosotros?
- Si me quedo un minuto más a tu
lado, vomito.- dije mirándole a los ojos lo más fríamente que pude.
Él se acercó más a mí, tanto que
noté su aliento en mis labios.
- No me intimidas, cariño- dijo susurrando, con la mirada puesta en mi, una mirada que daba miedo.
- Ni tú a mí.
Y después de eso, repetí lo mismo
que con la Barbie, me fui chocando mi hombro con el suyo. Antes de irme por la
puerta, pude escuchar un ‘niñata’ de la boca del chico. Había empezado con buen
pie el curso. No me acordaba donde estaba mi cuarto, así que fui hasta la
puerta por la que había entrado con la directora y fui acordándome de los pasos
y giros que habíamos dado. Acabé delante de una puerta, metí la llave y listo,
esa era mi habitación. Me quité la ropa, quedándome en ropa interior, no tenía
ganas de buscarme un pijama. Cogí la primera sudadera de mi hermano que vi y me
la coloqué antes de meterme en la cama.
Después de 150 respiraciones, un
mordisco a la almohada y cuatro lágrimas, me dormí. Mañana iba a ser un mejor día... O eso esperaba.
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Ojala no existieran los primeros 10 capítulos.... srsly, como los odio ._. Son más aburridos hjevjtvhjyvjevjhrvtrvterh pero bueno, se intenta hacer lo mejor que se puede... ¿Alguna sospecha sobre quién puede ser el chico de negro? uhmm.... Yo tengo una leve sospecha de que si sabéis quien es lol Bueno, muchas gracias por leerme y don't worry que esta novela va a ser mejor de lo que aparenta.
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