Y cuando nos subimos en el autobús para ir a ver a mi
psicóloga, mis padres cogían el coche para irse de vacaciones. Era raro, jamás
había ido con nadie a la consulta, ni siquiera con mis padres. No esperaba que
se fueran hoy, pero al parecer todo entraba en el plan de la doctora Blevins y
lo que ella dice, se cumple. Siempre me pone nerviosa visitarla, cuando
visitaba a Padre no me ponía tan nerviosa… quizás porque allí no era la única
que iba, pero ahora, seguro que nadie en este autobús va a ir a visitar a un
psicólogo. Quedaban libres unos asientos de dos, yo me senté junto a la ventana
y saqué algo temblorosa mi iPod.
Miré a Justin, se había estado comportando algo extraño, él
miraba por el pasillo a todo el mundo, coloqué mi mano en su rodilla y él me
miro.
- ¿Todo bien?- le pregunté.
- Si- dijo él tragando saliva.
- ¿Seguro?
- Claro- y sonrió algo tímido.
Aparté mi mano de su rodilla y me coloqué los auriculares,
busqué la canción de The longer i run de Peter Bradley Adams. Me saqué un
auricular y se lo ofrecí a Justin, él respiró profundamente y se lo colocó. Yo
apoyé mi cabeza en el asiento, pero poco a poco fui bajando hasta apoyarme en
su hombro. Él puso su mano en mi rodilla y me di cuenta que su mano era más
grande que mi rodilla, entonces puse mi mano sobre la suya y los dos sonreímos
a la vez.
“Echaba de menos la
vida que dejé atrás…” Siempre me ha gustado esta canción por esa frase,
muchas veces me paró a pensar como era mi vida antes de que todo se pusiera
negro y la extraño, extraño ser la niña de cinco años que solo sabía correr y
sonreír, que pintaba con los dedos y se manchaba comiendo, aquella niña que no
tenía las sonrisas rotas. Por supuesto que me gustaría volver a tener una vida
normal, sin tener que preocuparme tanto, sin desear pasar algo afilado por mi
piel hasta ver la sangre salir, pero no puedo, estoy metida en un túnel sin
salida en el que solamente puedo seguir a delante, hacia bajo.
Cerré los ojos y disfruté del aroma de Justin, sentí su mano
bajo la mía… estaba aquí, ahora, y eso era lo único que me tendría que
importar. Empezó a sonar Alive de Krewella y sonreí. Las canciones controlan mi
sentido del humor, si escucho una triste todo lo malo aparece en mi mente, pero
sí en cambio la canción es movidita recuerdo todo lo bueno… Y ahora recuerdo
cuando Justin vino, nuestro primer beso o la primera vez que nos hablamos y lo
confundí con una chica. Intento meter mis dedos por debajo su mano y la agarro.
- Tú me haces sentir viva- digo mirándole de reojo.
Y algo dentro de él cambia, lo sé porque gira su cabeza
hasta mirarme, coloca sus manos en mis mejillas y me da un suave beso, ninguno
será como el primero… pero este sabe tan bien. Coloco mis manos en su cabello y
lo acaricio, su cabello es tan suave… Bajo a su nuca y él se separa poco a
poco, entonces me doy cuenta que me estaba quedando sin aire, suelo una pequeña
carcajada y sonrío. Miro a los ojos de Justin, están brillando y su boca
sonríe.
- Que me digas esas me hace sentir mejor… Muchas veces no sé
si hago las cosas bien- me susurra.
Esta tan cerca de mi boca que cuando habla sus labios chocan
con los míos.
- Tú siempre lo haces bien- admito.
Él se aleja de mi lentamente y llevándose con él mi
respiración, que este tan cerca me pone el corazón a cien… pero que se aleje
hace que me quede sin respiración. Él acaricia mi mejilla y busca los
auriculares que estaban por los sillones. Miró a mi alrededor y todo el mundo
desvía la mirada, noto como mis mejillas se ponen coloradas. Miro por la
ventana y veo como habíamos llegado a la parada.
- ¡Justin! ¡Corre!
Justin con los auriculares en la mano se levantó del asiento
y salió corriendo y yo detrás de él. Miré a la calle, grandes edificios y miles
de personas caminando, algunas llevaban un vaso de café y otras llevaban tanta
ropa encima que casi no se les veía. Giré mi cabeza y allí estaba Justin,
mirando a todo el mundo igual que yo. Entonces le quité los auriculares de la
mano, lo guardé y cogí su mano libre para guiarle hasta donde era.
La consulta estaba dentro de un edificio de casas normales,
me sabía la planta de memoria. Cuando llegamos le solté la mano a Justin y
pulsé el botón para que se abriera la puerta, entramos y allí dentro estaba
Paul, un hombre ya con sus 60 y tantos años, era de color y siempre estaba ahí
para recibir a la gente. Cuando me vio, sonrió.
- Hombre, si eres Grace… Cuanto tiempo hace que no nos
veíamos. ¿Qué haces aquí de nuevo? Creía que…
- No se preocupe, es solo revisión- dije sonriéndole.
- No me mienta señorita, que puede que no sea psicólogo pero
demasiados años yo he vivido para saber cuándo unos ojos no tienen vida. ¿Y quién
es él?
- Un amigo- dije sonriendo.
- Uh, jovencita, los amigos a tu edad son malos… Sobre todo
sin son especiales. Cuídala muchacho, esta chica vale oro.
- Por supuesto- dijo Justin algo tímido.
Yo le agarré de la mano y empecé a tirar de él hasta las
escaleras.
- Adiós, Paul.
Él se despidió con un gesto de manos. Llegamos a la planta y
le guie hasta la puerta, pulse el timbre e Isabel nos recibió.
- Grace, encantada de verte- dijo dándome dos besos.
- Lo mismo digo.
Isabel era una mujer de 30 años que siempre me recibía y
siempre te da un café o vaso de agua cuando lo necesitas.
- La doctora te espera, dijo que hoy era un día especial..
Miré a Justin y sonreí.
- Lo es.
Y seguí adelante hasta la sala donde la doctora nos esperaba
sentada en su sillón de cuero marrón. Entré dentro y Justin iba detrás de mí,
con timidez y observado cada sitio por dónde íbamos.
- Cierra la puerta- dijo la doctora.
Justin la miró y luego miró la puerta mientras lentamente la
cerraba, se podía notar la tensión en el ambiente. Blevins me miró y me sonrío,
luego miró el asiento alargado donde siempre me sentaba, no me gustaba tumbarme
y siempre me quedaba sentada, eso le incomodaba pero un día dejo de insistir.
Justin se sentó en una silla algo apartada.
- Buenas tardes, encantada de volver a verte Grace y
encantada de conocerte, Justin.- dijo mirándolo lentamente, fijándose en él.
- Lo mismo digo- dijo Justin rápidamente.
- ¿Y para qué estoy aquí?- pregunté.
- Vamos, todos sabemos que eres demasiado lista para esa
pregunta, ¿o acaso no recuerdas tu intento de suicidio de hace varios días?
- Ah, cierto- miré mis muñecas todavía vendadas, mañana ya
me podía quitar el vendaje.
- Antes de nada me gustaría saber si te incomoda la
presencia de Justin aquí- me dijo ella.
Miré a Justin y él estaba sentado en la silla rígidamente,
observándonos pero a la vez era como si no nos escuchara, como si estuviera en
otro mundo, pero nos miraba fijamente.
- No… Yo… Bueno, sí, porque no tengo que contarte nada, va a
ser una sesión rápida y usted quería conocerlo.
- Grace, hace mucho que no nos vemos… Me tienes que contar
muchas cosas.
- Mi vida es muy aburrida, usted lo sabe.
- ¿Cuándo volvieron los vómitos?
Ella no se andaba con rodeos... Me quedé mirando mis piernas, acariciando la tela del jeans,
observando los kilos que sobraban. Levanté mi mirada y allí estaba ella, con su
carpeta en las piernas y un bolígrafo en la mano.
- A las semanas de salir de allí- dije tragando saliva.
- Todos creían que estabas bien.
- Y lo estaba…- desvié mi mirada de ella a la pared,
observando cada diploma.
- O quizás te creíste tu propia mentira.
- Una nunca está preparada para salir a la vida real… Allí estas
tan aislada de todo…
Miré a Justin, él había doblado su cuerpo para estar más
cerca y golpeaba los dedos de su mano derecha en su rodilla izquierda. El
movimiento de sus dedos me ponía nerviosa y deje de mirarlo.
- Si no me equivoco, te dieron de alta unos días antes de
entrar a clase… ¿Cómo fueron los primeros días?
- Todo el mundo lo sabía, no sé cómo… bueno… si… Los
profesores hablaban con mis compañeros diciéndoles que había pasado una mala
época y que fueran agradables conmigo.
- ¿Lo fueron?- dijo subiendo sus pequeñas gafas.
- No.
Y la habitación se quedó en silencio por varios segundos, lo
que ella tardó en escribir algo.
- ¿Tuviste que visitar al psicólogo cuando te dieron el
alta?
- Si, cuatro días. Me dijeron que estaba bien pero que fuera
poco a poco.
- ¿Estabas bien?
- No.
Escuché como Justin se movía en la silla, casi me había
olvidado de su existencia. La doctora Blevins
lo miró y luego volvió a posar sus ojos en mi.
- ¿Cómo lo conociste?- preguntó.
- Por internet… Un día él me habló y luego seguimos
hablando… él fue un gran apoyo.
Miré a Justin de reojo, sus mejillas se habían sonrojados.
- ¿Te ha provocado momentos malos?
- Si… bueno… Casi siempre fueron por mi culpa. Él siempre
intentaba hacer lo mejor para mí.
La doctora lo miró por encima de sus gafas y luego escribió
algo en su libreta. Me ponía muy nerviosa no saber lo que decía.
- ¿Qué provocaron los últimos cortes? Además de eso, me han
dicho que encontraron en tu cuerpo restos de drogas y varios tipos de alcohol.
¿Los has vuelto a ver?
Justin levantó una ceja, eso último no sabía nada.
- Si, ellos siempre me ayudan cuando quiero dejar de pensar.
- Ellos no te ayudan, Grace…
- Si lo hacen, ellos saben la ayuda que necesito, no tú.
Blevins negó con la cabeza y volvió a escribir.
- ¿Puede dejar de escribir? Me pone nerviosa- había pasado
de acariciar mi pantalón a dar pequeños pellizcos.
- Tengo que hacerlo- dijo ella.
- Para- repetí.
- Grace…
- No tengo que estar aquí- dije levantándome- Estoy bien, no
estoy loca, sé lo que hice… sé que está mal. No volverá a repetirse, lo
prometo.
- Tus promesas no valen nada, Grace. Siéntate- me ordenó.
- Estoy cuerda, estoy genial, quiero vivir y usted no me
deja. Vamos Justin, levántate que nos vamos.
Él pestañeó dos veces, me miró confuso y se levantó.
- Grace…- dijo ella, frotando su frente.
- Me tengo que ir, doctora. Todavía quedan dos sesiones, ya
vendré y le demostraré que estoy bien.
Ella se levantó, era más alta que yo.
- De acuerdo, salga un momento fuera, tengo que hablar con
Justin.
Yo los miré a los dos y salí de la habitación dando un
portazo al cerrar.
Justin
¿Hablar conmigo? ¿De qué? ¿Qué pasaba? Estaba nervioso y no
sabía por qué, mi manos temblaban y me costaba mantenerme concentrado en algo. Ella se apoyó en su gran mesa de madera y me miró atentamente.
- Justin, ¿la quieres?- dijo ella seriamente.
- Si- admití.
- ¿Mucho?
- Si, creo que para el poco tiempo que estamos hablando se
puede calificar como que la quiero mucho.
- ¿Se lo has dicho?- me preguntó.
- Una vez en un mensaje… Ella no me ha dicho nada, no sé si
lo leyó.
La doctora miró al suelo y luego me miró, lentamente.
- Ella no está en condiciones como para tener sentimientos
tan profundos por alguien… Su cabeza no funciona ahora mismo como la de un
adolescente cualquiera, aunque ella diga lo contrario.
- Pero no creo que ella controle lo que siente- dije.
- No, no lo hace y eso no es bueno… No tiene control sobre
su mente, pero tú si tienes sobre la tuya. Tú sabes lo que está bien y lo que
está mal… Tú sabes lo que le viene mejor.
- ¿Qué me está queriendo decir, doctora?- tuve que meter mis
manos en mis bolsillos para que no se notara el temblor.
- Ahora mismo nada, pero cuando llegue la hora sabrá lo que
me refiero. Y asegúrese de que cene algo, unos filetes a la plancha con algo de
ensalada.
- De acuerdo...
Me estaba dando la vuelta para ir, cuando ella volvió a
hablar.
- ¿Te pasa algo? Te noto muy nervioso.
Cogí aire y la mire.
- Es todo esto… Tengo miedo que me sobrepase, no ser lo
suficientemente fuerte para ella.
- Siempre vas a encontrar fuerza en el amor, recuerda eso.
Yo le sonreí y salí de la sala, Grace me esperaba cruzada de
brazos apoyada en una pared, cuando salí ella me sonrió y noté como sus ojos
brillaban. Fui hacia ella y la abracé, su cuerpo temblaba más que el mío. La
abracé con todas mis fuerzas y le bese la cabeza, su latido fue relajándose. La
doctora tenía razón, siempre iba a encontrar fuerza en ella… Pero sus
anteriores comentarios me habían puesto en alerta, igual que lo que me contó la
mujer del autobús: “Simplemente que llegará un día en el que tendrás que poner
todas las cartas sobre la mesa y ver qué es lo mejor para ella y para ti, si
dejarla libre o agarrarte al único hilo que os une.”
-------------------------------------------------
Sé que dije que iba a subir dos, sé que dije que iba a subir antes pero... no tengo tiempo ni para respirar y además tengo un cacao enorme de lo que va a pasar y tengo que centrarme y aclarar las ideas. De todas formas en el capítulo siguiente ya sé lo que va a pasar así que puede ser que esta misma noche lo escriba y pasado mañana lo suba, así que... No tendréis que esperar mucho. Muchas gracias por seguir leyendo, sabeos que sois muy importante para mi :'')
Capítulo dedicado a la preciosa de @idealbiebs porque se hace mayor jhvtjvejtyvehjvyevthter Felicidades de nuevo cielo. <3
Y recordar que detrás de las ☁ siempre habrá un ☀ resplandeciente esperándoos. LOVE YA.
Si leíste pulsa el botón Tweet Y si me quieres hacer feliz deja un comentario. No te olvides de pulsar el botón de arriba de "Lo he leído" ¡¡GRACIAS POR LEER!!
Creo que a Justin le pasa algo a parte de que tiene miedo de nos ser fuerte...
ResponderEliminarYa están solos JALBDKSKDKAJSJAJ OH YEAH.
¿Qué pasara cuando estén solos en casa? e.e
Necesito el siguiente pronto jaldkdklajsjdkajdjksj
Te quiero <3 -Y