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Capítulo 10




Había pasado ya más de un mes desde que Justin se despertó, estábamos a 24 de diciembre. Había pasado por cosas complicadas, había habido días más fáciles que otros, pero podía decir con seguridad que esta era la semana que peor había pasado. Después de mi último encuentro con Justin la semana pasada, cuando ya le di un ultimátum y le había tirado su cuaderno no había tenido más noticias suyas, aparte de que había pedido que le traspasaran su información a un hospital más cercano. Justin no era una persona de pueblo, por lo que eso me parecía más idea de su madre que suya. Solo dieron la explicación de que este hospital les quedaba muy lejos de la casa. Había estado tentada a escribirle un mensaje, para preguntarle como estaba, pero siempre pensaba que si tenía algo que decirme me lo diría que si ese día no se removió nada dentro de él ya nada lo haría.

Esta semana en cambio había sido importante para establecer mi relación con Marco, no sentimental, lo habíamos hablado, yo no estaba lista para crear nuevos sentimientos. Habíamos quedado en estar como antes de nada, él me apoyaba como había hecho siempre. La diferencia es que ahora yo solía estar más en su casa. Habíamos dormido juntos varias noches, pero simplemente porque yo acababa llorando y él venía a la cama y me abrazaba hasta que me durmiera. No quería pisar mi casa, cada zona era una escena con Justin que no quería volver a recordar. Hasta había pensado en alquilar un nuevo piso para el año que viene ya que ahora con las vacaciones pocas cosas estaban abiertas así que hasta entonces vivía en casa de Marco, o por lo menos la mayoría parte del tiempo ya que mi ropa y todo lo demás estaba en mi casa.

Marco había trabajado la mañana del 24 y el 25 descansaba, así que decidimos comer juntos ya que yo no lo volvería a ver ya que el 25 se iba a ver a su madre y a mí me tocaba trabajar la noche del 24 y la mañana del 25. A nuestra comida se nos unieron Cassie y su novia. Fue una comida muy divertida, nos reímos mucho y nos sentimos muy cómodo los cuatro. Se me hacía inevitable pensar en Justin. El día 24 de diciembre lo solíamos pasar en casa, viendo películas de navidad ya que el 25 era un día más familiar. Pero tenía que empezar a hacer cosas diferentes y porque sean diferentes no tienen que ser malas. Marco se tomó la molestia después de llevarme hasta el hospital con su coche ya que el mío estaba por mi casa. Al dejarme se bajó conmigo, se apoyó en el coche y yo me puse delante de él.

- Que te sea leve- me dijo y me besó la frente.
- Gracias, avísame cuando llegues mañana a casa de tu madre.
- Vale- dijo con una gran sonrisa en su cara-. Ah, se me olvidaba, toma esto- metió la mano en su bolsillo y sacó unas llaves-. Son una copia de las llaves de mi casa, para que puedas entrar mañana ya que seguramente volveré el 26.
- No hacía falta, podía haberme quedado en mi piso.
- Sé que no te sientes cómoda allí, así que te puedes quedar en mi piso y ya te buscaremos algo nuevo cuando se acabe diciembre. Puedes invitar a Cassie si quieres, haz lo que quieras menos destruirlo.

Logró sacarme una sonrisa y le cogí las llaves de la mano, las guardé en el bolsillo de mi chaqueta.

- Gracias entonces.
- No hay de qué.

Fue a dar media vuelta para meterse de nuevo en el coche, pero le agarré del brazo impidiendo que se girara y cuando me miró le besé, fue un beso rápido y para nada delicado, pero era ya un gran paso. Él me sonrió, me acarició la mejilla metiéndome un cabello detrás de mi oreja y sin decir nada se metió en el coche. Yo solté el aire de golpe que sin saber había estado conteniendo.

El hospital tenía un ambiente completamente navideño, si pasabas por la parte de pediatría, mi favorita, podías ver a todas las enfermeras con cuernos o cascabeles, para que los niños que estaban internos sintieran el espíritu de la navidad. Incluso el hospital contrataba a un hombre para que se disfrazara de Santa Claus y les trajera regalos la mañana del 25. Era un momento muy especial, ver como se les iluminaba la cara al ver que Santa Claus había ido al hospital a darles un regalo.
En la sala común me encontré a Cassie que ya se había puesto su uniforme. Me sonrió y cogió dos tazas y puso café en las dos. Dejé las cosas en mi casillero y me puse el uniforme, metí la mano en mi chaqueta y me di media vuelta moviéndolas.

- Adivina de quienes son- le dije a Cassie mientras me acercaba a la mesa donde había dejado la segunda taza de café.
- ¿Marco? – me preguntó sonriendo.
- Si- al responder Cassie no pudo evitar su felicidad y empezó a aplaudir.
- ¿Vais enserio? – me preguntó.
- No… No sé, no dormimos juntos quiero decir que no hemos hecho nada, porque si dormimos juntos, pero porque yo empiezo a llorar y él se viene a la cama. Hoy le he dado yo el primer beso en toda la semana. Pero me hace el desayuno cuando está en casa o por las noches si coincidimos y me duermo en el sofá con él, me despierto luego en la cama.
- Que bonito- dijo sonriendo.
- Si, supongo, pero no sé, es como si mis sentimientos estuvieran apagados. No siento nada, esto como con él, pero es como si estuviera cansada.
- Es normal, acabas de salir de una relación, una relación de 5 años y que te ha dejado agotada. Disfruta del tiempo con Marco y si te surgen sentimientos pues bien y si no pues nada, tampoco te vas a obligar a sentir algo que no existe.

- Mi vida era mucho más fácil con Justin- dije tomando un trago del café.
- Bueno, pero esa ya no es tu vida. Ahora venga, anímate que es navidad y, además, ¡viene Santa Claus!

Por lo menos me sacó una risa, nos quedamos hasta acabar la taza de café hablando de otras cosas que no incluyeran a Justin y después cada una fue a ver lo que le tocaba esa noche. A mí por suerte era una noche entretenida, mirar temperaturas en varios pacientes, comprobar el suero de varias personas y preparar uno para una operación leve. Pude dormir un par de horas hasta que a las 5 de la mañana me levanté para preparar a la persona para la operación. Llevaba aún las llaves de Marco encima ya que siempre se me olvidaba de dejarlas en la taquilla, por lo que iban sonando a cada paso que daba, al principio sonreía cuando me acordaba de él, pero luego me empecé a molestar cada vez que sonaban.

A las 8 se empezaba a despertar a los niños porque a las 9 llegaba Santa Claus. Las enfermeras y todo el personal del hospital se emocionaban cuando se acercaba la hora. Logré encontrar a Cassie para desayunar algo, a las 9 las dos nos fuimos a la entrada del ala de pediatría para ver como un hombre entraba vestido de rojo y con un saco de regalos, detrás iban un chico y una chica vestidas de elfo con un saco cada una.

- Que gracioso- dijo Cassie-. Estas épocas me hacen añorar mi infancia, levantarte con regalos debajo del árbol, que bonito era.
- Ya…

Santa Claus entró en la primera habitación y se podían escuchar los gritos de ilusión y las risas. Al salir me dio por fijarme en el hombre, no era mayor, quizás un par de años más que yo. Lo que me parecía extraño debido a que siempre se contrataba a un hombre mayor.

- Cassie, ¿no te parece muy joven?
- Si, ¿no te lo dijeron? Un muchacho se ofreció voluntario para ser Santa Claus y todo lo que pueda ahorrarse el hospital lo hace, así que lo cogieron.
- Ah bueno…

Me fijé más detenidamente cuando volvió a salir y se acercaba a la zona en la que yo estaba. Sus ojos me sonaban, eran del color de la miel. Se me hacían muy conocidos, como si los hubiera mirado mil veces. Cuando me miró a mi directamente lo reconocí al instante, era Justin. Di unos pasos hacia atrás hasta desaparecer de su vista y lograr apoyarme en una pared. Cassie se giró y me miró preocupa.

- ¿Aina? ¿Qué te pasa? – me preguntó.
- Es Justin.
- ¿Quién? ¿Santa Claus? – me preguntó, yo asentí con la cabeza. No esperaba verlo y menos en el hospital, el corazón latía tan fuerte que tenía miedo que cualquier persona a mi alrededor lo pudiera escuchar- ¿Y qué hace aquí? ¿Para qué ha vuelto?
- No lo sé Cassie, es como un fantasma, me persigue y no me deja en paz. Ya no sé qué quiere de mí.

Justo cuando creía que no me quedaban más lagrimas para él empecé a llorar, Cassie me abrazó y empezó a andar para llevarme a otro lugar. Fuimos a la sala común, Cassie me sentó en una silla y me dio una botella de agua. Me estaba dando un ataque de ansiedad, no podía respirar con normalidad y mi visión se empezaba a nublar. Me desconcertaba el que hubiera vuelto, no tenía por qué hacerlo.

- Respira.
- No puedo- dije llevándome las manos al pecho.
- Si puedes, venga, mírame- Cassie me levantó la cabeza-, respira conmigo.

Imité sus respiraciones hasta que sentí como me volvía a entrar aire con regularidad en el cuerpo. Y entonces escuchamos dos golpes en la puerta. Cassie se giró tapándome la visión con su cuerpo.

- ¿Qué haces aquí? – dijo ella con un tono serio.
- Quiero hablar con ella.

Podía reconocer su voz a kilómetros de distancia y de cualquier manera, me la conocía de memoria.

- ¿No has hecho ya suficiente? - preguntó Cassie, yo quería apartarla de delante de mi, pero me sentía sin fuerzas.
- Cassie por favor- suplicó Justin.
- Así que te acuerdas de mí, pues muy bien ya te estas yendo.
- Y de ella también me acuerdo.

Me vinieron las fuerzas de golpe, conseguí apoyarme en Cassie para poder ver a Justin. Seguía llevando el traje rojo y el saco de los regalos estaba en el suelo tirado, seguía lleno por lo que había abandonado el reparto de trabajo para seguirnos.

- ¿Cómo que me recuerdas? – le pregunté.
- ¿Podemos hablar a solas?
- No- responde Cassie, y luego me mira para ver si estaba de acuerdo con su respuesta.
- Si te necesito te llamo- dije acariciándole el brazo.
- Vale- me responde, y luego anda hacia Justin apuntándole con el dedo-. Como hayas vuelto para hacer que sufra más te las vas a ver conmigo. Siempre he tenido ganas de pegarle a un Santa Claus.
- De acuerdo pelirroja.

Algo se removió dentro de mí, así era como él siempre la llamaba. Pero, ¿por qué ahora? ¿Qué había pasado estos días? Cassie me dio una última mirada de confirmación antes de irse. Yo volví a mirar a Justin directamente.

- ¿De qué quieres hablar? – pregunté directamente.

Él dio unos cuantos pasos hacia mí, pero yo retrocedí los mismos pasos que él había dado hasta que se quedó quieto. Luego se dio media vuelta hasta el saco y se agachó para sacar una caja negra más alargada que negra sin ninguna imagen en ella. Después se levantó y me dio la caja. No la abrí, sino que lo miré y él empezó a hablar.

- Antes de ayer llegó un paquete a casa de mi madre, venía a mi nombre y no me acordaba de haber pedido nada. Le pregunté a mi madre si sabía algo y me dijo que yo le había dicho día antes del accidente que te había pedido un regalo para navidades y que se lo iban a entregar a su casa para que tu no vieras nada. Mi madre iba a tirarlo directamente, pero decidí abrirlo para ver que era. Cuando abrí el paquete empecé a recordar algo. Recordé que querías subir de puesto, que querías estudiar para convertirte en doctora y especializarte en pediatría porque te encantan los niños y recordé lo buena que eres con ellos, la de risas que sacabas a mi hermana y a mi hermano. Supe lo que era antes de sacarlo de la caja, era un estetoscopio, eso que utilizan para escuchar el corazón de las personas- Justin sonrió, y pude observar como sus ojos estaban húmedos, mientras yo estaba en shock-. Y estaba personalizado, en la parte de metal ponía “Lo conseguiste” para que cuando consiguieras el puesto de tus sueños y cada vez que tuvieras que usar el aparato vieras que al final lo conseguiste, que te costara lo que te costara lo habías conseguido. Porque si algo recuerdo de ti es que fuiste la persona más luchadora que conozco. Y lo has seguido siendo, me cuidaste cuando no sabías como me iba a levantar y aun después me cuidaste intentando no hacerme daño, y yo fui todo lo contario, te he causado más dolor que alegría en estos últimos 3 meses. Yo, que había jurado no hacerte daño si conseguía estar contigo. Sentí la necesidad de venir a darte este regalo, porque es tuyo, porque mi yo del pasado lo quería para ti porque confiaba en que lo conseguirías.

Me temblaban las manos, pero conseguí abrir la caja, el estetoscopio estaba tapado con una tela de seda. La aparté con cuidado y pude verlo con claridad, tenía razón, en la parte de metal estaba grabado con una letra en cursiva “Lo conseguiste”. Lo dejé en una mesa y me sequé unas cuantas lágrimas, no sabía que pensar, pero esto no me valía, quería más, quería algo más de su parte así que le pregunté lo que me interesaba.

- ¿Y el Justin de ahora qué piensa? – pregunto mirándole fijamente, aunque mi visión esté borrosa por las lágrimas intento permanecer firme.
- El Justin de ahora te quiere de nuevo en su vida, porque, aunque hay recuerdos que son como trozos de una película, hay otros que los vivo como si fuera ayer. He estado esta semana leyendo el cuaderno, y sé que te puedo volver a llegar a querer como te quise entonces. Pero solo si tú quieres, es egoísta pedirte que vuelvas a intentarlo, es muy egoísta decirte que ahora si quiero. Si te consuela, desde el segundo que te vi entrar en mi habitación en el hospital me llenaste con un sentimiento de paz y tranquilidad, no entendía por qué al principio, sentía que teníamos una conexión especial y leyendo el cuaderno vi reflejado lo que sentí cuando entraste con lo que sentí el primer día que te vi hace 5 años fuera de la universidad. No escribí sobre ti entonces, y mira que lo pensé, pero me parecía algo tan imposible, una enfermera y su paciente, muy de película- soltó una risa nerviosa-. Te odié cuando no estuviste en mi despedida, hasta que te volví a ver pensé que había perdido a la chica de mi vida. Estaba con dos cargas, había olvidado a una persona importante y estaba dejando escapar a otra. Tienes que ver el impacto que me causó darme cuenta que esas dos personas eran la misma, que eras tú.
- ¿Y con esto que me quieres decir?
- Que no te quiero volver a dejar escapar, esto me ha servido para darme cuenta que si te olvido te acabaré encontrando, que aun olvidando tu existencia te acabé necesitando, que sin saber de tu presencia ninguna otra persona me llenaba como tú. Que joder Aina, has dejado un hueco en mi corazón con la forma de tu silueta, y solo encajas tú, nadie más. Y si decides seguir adelante, perfecto, es tu vida, pero sé que jamás tendría una conexión con alguien como la que he tenido contigo. Y no te sientas presionada por lo que te digo pero, es que- suspiró profundamente- ya no sé qué más decirte.

Paró de hablar y me miró fijamente, podía escuchar su respiración agitada.

- ¿Has terminado? - pregunté.
 - Si.

Me acerqué a él lentamente, disfrutando de cada momento. Cuando estuve lo suficientemente cerca tiré de la barba falsa de su disfraz de Santa Claus para dejar sus labios al descubierto. Sus ojos se habían vuelto locos, miraban mis labios y luego me observaban los ojos. No sabían dónde quedarse quietos. Cuando nuestros labios se encontraron fuero como dos viejos amigos que se vuelven a ver, encajaron perfectamente y al notar sus manos en mi espalda acercándome a él pude entender la frase de que una persona puede hacer que te sientas como en casa. Justin era mi hogar y hasta hora me había sentido desamparada.

Me separé a escuchar como alguien gritaba mi nombre a lo lejos. Miré detrás de Justin para ver como Marco llegaba corriendo a la saca común, llevaba un ramo de flores. Estaba sonriendo, pero esa sonrisa se marchitó cuando Justin giró su cara para ver quien estaba en la puerta. Cuando se dio cuenta de que lo estaba mirando se dio media vuelta y se fue corriendo.

- Ve- me dijo Justin-. Te necesita, además, tengo que seguir repartiendo regalos.

Y eso hice, salí corriendo detrás de él, me sentía como la peor persona del mundo. Me lo encontré fuera del hospital en un banco sentado, el ramo de rosas estaba estampado en el suelo al lado suya. Tenía la mirada perdida en el horizonte.

- ¿No estabas con tu madre? – le pregunté. Marco ni se inmutó al escuchar mi voz, se tomó su tiempo para responder.
- Te iba a hacer una sorpresa, iba a venir cuando terminaras tu turno te iba a dar mi regalo de navidad y después íbamos a ir en mi coche hasta la casa de mi madre, para que la conocieras y pasaras las navidades fuera de aquí, para que no te acordaras de él- acabó escondiendo la cabeza entre sus manos.

Decidí acercarme hacía él, me puse delante suya y me agaché hasta estar a su altura. Estuve a punto de acariciarle, pero seguramente no quería sentirme.

- Yo… Lo siento Marco- susurré.
- No tienes nada que sentir Aina, todo ha salido como tu querías, él te quiere y yo lo sabía. Sabía que esto no iba a durar mucho, que yo no iba a ser lo que tu buscabas o que él te buscaría. Pero no me lo esperaba tan pronto. Tan solo tuve demasiadas esperanzas, y eso a veces no es nada bueno…

Me sentía mal, como si hubiera jugado con sus sentimientos y nunca había sido mi intención hacerle daño, menos a él, a la persona que había estado conmigo apoyándome sin sacar nada a cuento. Levanté la cabeza de mis manos para ver cómo se mordía su labio inferior quizás para no llorar. Metí la mano en el bolsillo de mi uniforme, le cogí sus manos y le dejé las llaves cuidadosamente.

- Sin ti me hubiera vuelto loca todo este tiempo, y te voy a seguir necesitando, pero quizás solo como un amigo.
- Es lo que siempre fui para ti, aun que tu intentabas verme como algo más. Siempre fui tu amigo.
- Yo…
- No pasa nada Aina, si no te importa ahora necesito mi espacio. Quizás en algún momento podremos ser amigos de nuevo, pero ahora necesito estar un tiempo sin ti. Necesito volver a recomponerme.
- Cuando termines, estaré aquí para ti.

Marco sonrió lentamente pero cuando me levanté del suelo volvió a agachar su cabeza. Esperaba no haber perdido a un gran amigo. Volví dentro del hospital, ya se había acabado mi turno así que decidí cambiarme. Vi que todavía seguía el regalo de Justin sobre la mesa, lo metí en una bolsa y salí de la sala. Al salir vi a Justin ya sin el disfraz de Santa Claus esperándome junto a la puerta.

- ¿Vamos a casa? - me dijo.
- No sabes lo que he estado esperando que me digas esto.


Justin sonrió y pasó su brazo sobre mis hombros para tirar de mí.

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No es mi final preferido, me parece muy apresurado, pero he intentado atar todo los clavos posibles y tampoco que parezca apresurado, pero lo es y me tenéis que perdonar por eso pero seguro que lo haréis al saber que a partir de ahora tengo todo el tiempo del mundo para The Game. 
Gracias a esas persona que me apoyaron con esta nueva historia <3


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