Me desperté con el sonido chirriante y parpadeante, parecía
como el sonido de una alarma. El sonido retumbaba por toda mi cabeza, cerré los
ojos fuertemente deseando que parara, pero no. Saqué un brazo de debajo de las
sabanas y busqué el teléfono, pero mi teléfono no era el que sonaba.
- Lo siento, es el mío- escuche la voz de fondo de Marco-.
Se me olvidó sacar el móvil al salón.
Entonces empecé a recapitular lo que había pasado, levanté
las sabanas para verme, llevaba una sudadera negra varias tallas más grandes y
lo mismo con el pantalón. Marco me había tenido que meter en la ducha, lo
recordaba vagamente, pero sabía que había sido así. Entonces decidí sentarme en
la cama para poder mirar a Marco. Cuando levanté la cabeza noté como si un
martillo me golpeara.
- Tranquila, quédate en la cama- dijo él acercándose a mí-.
Son todavía las 7.
- Pero tengo que ir a mi casa para prepararme para trabajar-
dije mientras Marco se sentaba a mi lado en la cama y me sonreía-. ¿Qué pasa?
- Ayer cuando llegaste a mi casa llamé al hospital, y que
tienes el día libre, les dije que te sentó la comida mal y que no vas a poder
ir a trabajar.
- Marco…- empecé a protestar, pero él negó con la cabeza.
- Yo también me pasé con la bebida con lo dejé con mi ex,
creemos que es la solución para olvidar a esa persona, pero totalmente lo
contrario. La recordamos más. Así que en vez de beber me avisas y hablamos.
¿Vale? Asi que vuelve a tumbarte y a dormir, cuando te levantes ahí tienes una
aspirina y un vaso de agua. Te puedes hacer de desayunar lo que quieras. Te
puedes ir cuando quieras.
- Vale…- susurré.
Él sonrió, me removió el cabello y se fue de la habitación.
Antes cogió de su armario unos pantalones arreglados y una camisa blanca, como
solía ir a trabajar. Antes de que cruzara la puerta le pregunte.
- ¿Has dormido en el sofá por mi culpa?
- No es por tu culpa, podría haber dormido contigo, pero te
respeto Aina. Además, si acaso vomitabas así no me manchabas- me guiño un ojo y
le saqué la lengua. Yo agarré el cojín más cercano y se lo tiré, pero logró
desaparecer antes de que le diera.
Yo me hice la dormida, me volví a tumbar y cerré los ojos.
Noté varias veces como el entraba en la habitación sigiloso. Cuando al rato
escuché como se cerró la puerta de la casa volví a abrir los ojos, me tomé la
pastilla con el agua y me levanté poco a poco de la cama. Fui a cuarto de baño
y me refresqué, busqué mi ropa pero no me apetecía volver a ponerme la ropa de
ayer, estaba cómoda con la ropa de Marco. Cogí mi bolso y busqué en algún lado
un trozo de papel. Rebuscando entre los cajones encontré un marco de fotos,
había una foto de dos personas sonrientes. Una de ellas era Marco, tenía más
vida en sus ojos que ahora y la otra persona posiblemente fuera su exnovia, era
morena de piel y tenía preciosos rasgos latinos. Guardé la foto donde estaba y
arranqué una hoja de una libreta y cogí un bolígrafo.
“Gracias por todo, ya encontraré la forma de agradecértelo.
Pd: me llevo tu ropa.” – Aina.
Abrí la puerta y fui en busca de mi coche.
Al llegar a casa lo primero que hice fue quitarme la ropa de
Marco y ponerme un pijama calentito. Me hice una taza de café y dos tostadas.
No quería pensar en nada y al intentar no pensar me acordaba más de él. De él y
del beso. Entonces decidí volver a vivir de los recuerdos y busqué el cuaderno.
Avancé muchas páginas hasta encontrar la fecha
“06-09-2015
No sé si he cometido la locura más grande mi vida. Pero si
yo estoy loca ella está igual que yo. Le compré el anillo que te dije, hasta le
grabé una cosa “A&J. Always”, muy cursi, ¿a qué sí? Pero me da igual, es lo
que yo sentía. Uno ella, uno yo. La lleve a la playa, es septiembre y hacía un
tiempo perfecto, los últimos días del verano. Puse una toalla en la arena,
compré unas cuantas cervezas y una pizza. Nos quedamos toda la tarde ahí de
risas, que bien nos lo hemos pasado. Y el atardecer detrás de ella es una de
las maravillas del mundo. No podía quitarle los ojos de encima y más nervioso
me ponía al pensar lo que le iba a proponer después. Cuando acabamos la pizza
saqué de una bolsa una pequeña caja, se le abrieron los ojos como plato. Llevábamos
4 años de relación. No era nada. Mi nombre salió de su boca con voz de asombro.
“No es nada de eso tonta”, me acuerdo que le dije. Le abrí la caja y antes de que pudiera decir
algo le expliqué el significado de esos anillos. Que no estaba pidiendo que se
casara conmigo, que eso un divorcio lo puede romper, le estaba pidiendo que
estuviera en mi vida para siempre como pareja o como amiga, o como conocida, me
daba igual como pero no quería que desapareciera de mi vida. Qué si alguna vez
con la vejez la olvidaba, que hiciera de alguna manera que la recordase. Que
seguramente la echaría en falta, aunque no se lo dijera. Que sé cómo vivir sin
ella, pero no quiero. Qué aunque rompamos pero que me siguiera enviando una felicitación
por navidad. No quiero que llegue el día en el que sea el último en el que nos
vemos. Ella me dijo que siempre estaría ahí para mi, que nunca me iba a dejar
ahí y que yo hiciera lo mismo.
En ese momento supe que era ella, que algo muy grave tendría
que pasar para separarnos.”
Y pasó, pasó lo impensable, nos separamos, se olvidó de mí.
Aun así, recordé la promesa que hice, de qué si en la vejez me olvidaba que le
hiciera recordarme, y aunque no es en la vejez, tengo que hacer que me
recuerde. No puede seguir con su vida sabiendo que algo le falta. Y entonces me
acordé que eran dos anillos, que él tenía otro como el mío, una alianza
plateada. Seguramente la llevaba con él el día del accidente, y los del
hospital se la guardaron con sus demás objetos, y al irse la habrá visto… Y no
me recordó.
Directamente volví a tumbarme en mi cama y solo me levanté
para comer y cenar.
Al día siguiente en el hospital me enteré que Marco tuvo que
irse a casa de su madre por un par de días y no volvería hasta mediados de la
semana que viene así que los días estos se me pasaron lentos, me levantaba,
trabajaba, comía y dormía. Por suerte había días que Cassie me decía de salir
con ella y su novia, pero no lograba distraerme al verlas dándose besos. Así
que decidí no salir con ellas dos más hasta que yo hubiera superado lo del
beso. A partir de eso Cassie venía sola a mi casa para comer antes de trabajar
o simplemente para que no pensara en Justin. Difícil. Imposible.
El 30 de noviembre decidí preguntarle cuando volvía porque
tenía que devolverle la ropa, esa era mi excusa, pero realmente lo extrañaba y
me preocupaba esa escapada tan de repente. Él me contestaba que ese mismo día
por la noche volvía en avión y que ya trabajaba el día 1. Luego me dijo que no
me preocupaba que simplemente que su madre se había hecho daño en la cadera y
él quería estar con ella, y así poder despejarse un poco. El día uno salí de mi
casa más distraída, sabía que iba a volver a ver a Marco y así por lo menos me
distraería un poco.
Apena nos cruzamos una vez por los pasillos, pero ese día el
hospital estaba agitado por la mañana y solo pudo decirme que a las 11 se iba a
poner en consulta y que fuera sobre esa hora para hablar. Y así hice, a las 11
tiré hacia su consulta con la bolsa de ropa ya que no sabía dónde dejársela y
quizás allí la podía guardar en algún armario. No pegué en la puerta al no ver
nadie esperando.
- Que sepas que está bien lavada- dije nada más entrar y
coloqué la bolsa en un mueble que había en la entrada.
Cuando miré la habitación vi como estaba Maco sentado en su
silla detrás de la mesa y enfrente estaba Justin con su madre. Pude notar como
mis mejillas se sonrojaban. Justin me sonrió nada más que nuestros ojos se
cruzaron.
- Perdón, perdón.
- No pasa nada- dijo Marco, pero notaba como se había sonrojado
un poco, la situación era muy incómoda-. Supongo que recordarás a Justin y a su
madre, Pattie.
- Claro, un placer volver a verles- dije sonriendo, notaba
como Justin no dejaba de mirarme.
- Ves, te dije que estos dos estaban liados- dijo Justin
como en un medio susurro.
Mis mejillas se sonrojaron aún más.
- Esto… Espero fuera- y me di media vuelta y me senté en un
banco cerca de la puerta y agaché la cabeza, sentía como me quemaba la cara y
me latía la cabeza.
- ¿Estás bien? - escuche una voz de mujer muy dulce. En ese
momento levanté la cabeza y vi como una chica de cabello rubio estaba de pie
enfrente de mí, tenía una botella de agua en la mano y me ofrecía.
- Sí, estoy bien, gracias- dije mientras levantaba la cabeza
y me sentaba mejor. La chica se sentó en un banco enfrente del mío. Me sonaba
de algo, pero no sabía de qué.
Pasaron unos 10 minutos hasta que se escuchó pasos dentro y
se abrió la puerta. Yo me levanté. Salió primero Pattie que sostenía la puerta
y luego Justin con muletas. La chica del pelo rubio se levantó de repente y fui
hacía Justin y lo abrazo.
- Lo siento por haber llegado tarde- dijo ella. Justin me
miraba de reojo.
- No pasa nada- contestó él y ella posó sus labios sobre los
de Justin. Como hizo la noche de Acción de Gracia. De eso me sonaba, y viéndola
más de cerca me recordaba a una amiga que tenía Justin pero de cuando eran
pequeños, hija de unos amigos de Pattie.
Justin se apartó algo asustado y me miró.
- Me gustaría hablar un segundo con la enfermera- dijo
Justin y mi pequeño corazón dio un pequeño vuelco-. Ir al coche que ahora voy
yo.
- Ten cuidado Justin- dijo su madre y después me miró seria.
Y entonces Marco abrió la puerta.
- Te la voy a robar unos minutos, luego te la traigo- dijo Justin
a Marco y él sonrió, y volvió a cerrar la puerta- ¿Vamos donde me llevaste la
otra vez?
Yo asentí con la cabeza, la sonrisa no me cabía en la cabeza
ahora mismo. Fuimos lentamente hacía el pequeño jardín, Justin andaba ya mucho
mejor. No dijimos nada, pero para mí el tenerlo a milímetros me alegraba el
día. Yo rompí el hielo cuando nos sentamos.
- ¿Cómo estás? - le pregunté.
- ¿De salud? Bien, como ves ya ando mejor tengo más fuerza y
mi cuerpo está cogiendo otra vez vitalidad. ¿Mentalmente? Estoy hecho un lio.
- ¿Está es la chica de la que hablabas? – le pregunté- Es
muy guapa.
Justin apartó la mirada de mí, y se puso a jugar con sus
dedos. No llevaba anillo. Tampoco sabía cómo preguntarle sobre él.
- No… no sé, sé quién ella. Me acuerdo de jugar con ella
cuando era pequeño y de habernos dado unos cuantos besos, pero cuando estoy con
ella me siento mal. Como si estuviera haciendo algo malo. Como si hubiera
alguien más.
- Pues entonces tienes que seguir recordando.
- Pues dime como Aina- noté la desesperación de su voz-
porque recuerdo a todo el mundo, pero no a ella. Y sólo me sale hablar de esto
contigo, nadie sabe que todavía no recuerdo a una persona, pero me parece tan
personal que no sé…
- Mira, dame tu móvil- dije.
Justin sacó su móvil un poco extrañado. Él tenía fotos
nuestras de fondo de pantallas, pero ahora estaban sustituidos por unas fotos
de moto.
- ¿Sigues montando? - le pregunté girando el móvil para que
viera la foto de la moto de motocross.
- Eh… no, yo…- se notaba como se ponía incomodo al pensar en
montarse en una moto de nuevo. Después de que había tenido el accidente con la
moto que lo había dejado en está situación seguramente tardaría en volver a
coger una moto. - Bueno, ¿qué quieres con el móvil?
- Ya voy…- dije y me metí en notas y le escribí la dirección
de mi casa-. Mira, está es mi dirección, la próxima vez que necesites hablar,
cuando sientas que todo es demasiado vienes y nos tomamos un café mientras
ponemos en orden tu vida. ¿De acuerdo?
Al devolverle el móvil noté como miraba la dirección
detenidamente.
- ¿Le das tu dirección a todos tus pacientes?
- No, pero tú me has caído bien y me gustaría seguir viéndote
después de esto- dije y él sonrió.
- Espero que Marco no se ponga celoso- dijo.
- Ya te dije en su momento que no somos nada, solo buenos
amigos.
- Eso crees tú, Aina. Bueno me tengo que ir ya, que a los
dos nos esperan.
Me levanté primera y después le ayudé a que se levantara.
- Por cierto, ¿recogiste tus objetos personales cuando te fuiste?
- le pregunté.
- Si, pero todavía no me he atrevido a abrir la bolsa- dijo
riendo.
- Claro, todo a su tiempo. Bueno, pues ya nos veremos
Justin.
- Seguro que no muy tarde- y antes de irse me guiño un ojo y
después cogió su teléfono que empezaba a sonar.
Al volver donde Marco estaba la puerta entre abierta y me
asomé. Él me vio, dejo de hacer lo que estaba haciendo y me indicó que entrara.
- ¿Qué te ha contado Justin? - me preguntó.
- Que sigue olvidando a una persona- dije sonriendo.
- Ah…- Marco me miró a los ojos-. A ver, quiero decir, que
bien que todavía sepa que le falta algo. Pero bueno, ya veremos cómo va la
cosa. Ya hasta el mes que viene no tiene revisión. Lo siento.
- No importa, ya le he dado la dirección de mi casa… - noté
como a Marco se le cambiaba un poco la expresión de la casa-. Ya todo está en
sus manos.
- A ver que hace…
- Si…
Marco volvió a poner su mirada en el ordenador, como si me
estuviera diciendo que sobraba. Decidí levantarme y me despedí. Me sentía feliz
por Justin, pero algo en la actitud de Marco no me gustaba, y ojalá Justin no
tuviera razón en lo que decía de Marco, porque él para mí, era solo un buen
amigo…
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Sé que el capítulo es algo corto, pero es que, yo que sé, no voy a poner excusas. Espero que lo hayáis disfrutado y se avecinan cosas muy fuertes.
¿Ira Justin a casa de Aina? ¿Cómo fue realmente el accidente de Justin? Todo eso y mucho más en los próximos capítulo!!! Podéis darle amor pulsando el botón
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