No fui a despedirme, ¿debería haber ido? No lo sé, pero no
podía soportar una despedida. El mero hecho de pensar en no volver a ver a esa
persona que había sido tan importante para mí en los últimos años me
entristecía hasta el punto de no poder dormir. Cassie me envió un mensaje
cuando Justin se fue, dijo que envió recuerdos para mí y que ya nos veríamos.
Mentiroso, nadie vuelve al hospital cuando ha conseguido salir, y menos para
ver a una enfermera. Y menos él, que tiene ahora mundo que conocer… y yo no
puedo recriminarle nada, tenía que volver a formar una vida y yo ya no formaba
parte de ella, por mucho que yo quisiera ya no soy nadie para él.
Mi turno era otra vez por la noche, una de las veces que
caminaba por los pasillos pasé por su habitación. La habitación que había sido
suya por los últimos meses y de la cual por fin pudo escapar. Entré, y me di de
bruces con la realidad. Se había ido. Ojalá pudiera dejar mi corazón igual de
vacío que la habitación, ojalá se hubiera llevado con él todos mis recuerdos
también. La habitación blanca deslumbraba, ya no había otro color aparte que el
blanco. Ya no estaban las coloridas flores de las cuales yo me encargaba de
cambiar el agua, tampoco había peluches. Tampoco estaba el único regalo que le
hice, era un pequeño elefante que sostenía un cartel que decía “I miss you”. Sí
que lo extrañaba… Demasiado, con cada respiración y cada latido, mi cuerpo lo
extrañaba. Acabé sentándome en la cama, deshaciendo un poco las sabanas. ¿Qué
me tocaba hacer a partir de ahora? ¿Tenía que rehacer mi vida? ¿Hacer como si
los últimos años no existieran? Me sentía estancada, sin saber a dónde ir. Lo
que más me molestaba era el saber que él no tendría ningún problema en conocer
a otras chicas, en seguir para adelante porque para él sí que no había pasado
nada…
El resto del día pasó sin más obstáculos.
Pegué dos veces al timbre, mientras intentaba agarrar con
una sola mano una tarta de chocolate para el postre. Debería de haberla hecho
yo, pero tampoco quería hacerlo sufrir así que viniendo para la casa de Marco
me pasé por una tienda y compré la tarda de chocolate que vi con mejor pinta. Finalmente,
Marco me abrió la puerta. Sí que lo había visto fuera de horario de trabajo,
pero no lo había visto en las comodidades de su casa. Llevaba un delantal de
cocinar de motivos navideños con unos tejanos y una camiseta blanca. Me sonrió
y cogió la caja de la tarta.
- No hacía falta que trajeras nada- dijo mientras iba a la
cocina.
Yo lo seguí mientras observaba su casa, era un loft
totalmente urbano, todos espacios abiertos y paredes de ladrillos con una
decoración minimalista. Mientras lo seguía pude observar como en el suelo entre
el sofá y la televisión había una mesa pequeña y baja con dos cojines en cada
extremo, tenía una botella de vino y dos copas. Con el poco tiempo que está en
su casa estaba mil veces más ordenada que la mía.
- Que bonita tu casa- dije cuando llegamos a la cocina y
guardó la tarta en la nevera. Olía de maravilla. Había varias cosas puestas en
el fregadero y una sartén y una hoya tapadas.
- Gracias, la verdad es que me gusta estar cómodo donde vivo
y que me guste. Marco se fue hacia el salón y trajo la copa y la botella de
vino rojo.
- No sé de donde sacas el tiempo- dije mientras me sentaba
en un taburete que había en la cocina. Marco echó vino en las dos copas y me
tendió una.
- Siempre hay tiempo si de verdad se quiere- acto seguido me
sonrió y dobló un poco su copa para bridar-. Por nosotros.
Yo sonreí y choqué delicadamente mi copa con la suya.
Después le ayude a llevar la comida a la mesa pequeña que
estaba en el salón. De primero tuvimos una sopa y de segundo pavo, por seguir
la tradición de Acción de Gracia. La comida había estado riquísima y los temas
de conversación fluían uno detrás de otro. La mayoría eran de cosas que
ocurrían en el trabajo, y es que poco más sabíamos el uno del otro. El vino
nunca faltaba, en un momento acabamos una botella y él fue directamente a por
otra, las risas tampoco faltaban.
- Gracias por haber venido. Iba a ser difícil pasar un
Acción de Gracias sin estar en casa de su familia- comentó cuando habíamos
terminado con el pavo, además cada uno se había comido un trozo de tarda, y
estábamos tirados en el suelo apoyados en el sofá, me gustaba ese aire
desarreglado de comer en el suelo.
- Te entiendo- suspiré.
- Últimamente me paro a pensar si ella ha rehecho su vida.
No es que me queje, ni mucho menos solo quiero su felicidad. Pero se me hace
raro imaginármela con otro. Aun que hubiera sido yo el que dejó la relación… Es
todo tan complicado- tenía la mirada puesta en el suelo.
- Yo también pienso eso con Justin, que va a rehacer su
vida, y lo fácil que lo tiene.
- No creas que lo tiene tan fácil Aina, él te recuerda. No a
ti directamente, pero recuerda a una persona que estuvo en su vida y la echa de
menos. Me ha hablado de eso. Que si era normal extrañar un sentimiento. Tiene
que doler no poner cara a una persona que fue todo para él. Piensa como te
sentirías si te quitara a las personas, los recuerdos, pero te dejaran los
sentimientos. Saber que fuiste muy feliz, que estuviste perdidamente enamorado,
pero no acordarte de quien. Él no lo tiene más fácil que tú, él buscará esos
sentimientos en otra persona al igual que tú buscaras a Justin.
- No lo había pensado así- dije mientras removía la copa de
vino.
- He tratado con más personas con amnesia. Al final logras
ponerte un poco en su lugar- dijo encogiéndose de hombros.
- Marco- él me miró a los ojos levantando la mirada del
suelo-. ¿Por qué lo dejaste con tu novia? Si no te importa explicármelo, claro.
Es simple duda, corrieron muchos rumores por el hospital. Desde que te había
puesto los cuernos a que se había quedado embarazada y no quería el bebé.
- Dios- dijo casi riendo-. A la gente le encanta inventar
cosas, y cuanto más raras aún mejor. Realmente fuiste de las pocas, por no
decir la única, que tampoco quiso meterse en mi ruptura, tú simplemente me apoyaste
y dejabas que me desahogara contigo. Bueno, la cosa es que sentía que la
engañaba, nunca hice nada con nadie y jamás lo haría estando en pareja. Pero no
me centraba cien por cien en ella, y no se merecía eso. Es una mujer
maravillosa que se merece tener a un hombre que este por ella. Yo lo intenté,
sabía que como ella había pocas, pero hubo un momento que los “te quiero” parecían
falsos. Le tenía y le tengo cariño, no hemos acabado mal. La recuerdo con mucha
ternura y he pasado los mejores 8 años de mi vida con ella. Pero ahora mismo no
podía estar con ella, no hasta que yo no tuviera mi cabeza aclarada.
- Ocho años…- dije con asombro.
- Si, y no siento que malgasté ni uno de ellos, me hizo
crecer como persona y me dio unos valores que nadie me podría haber dado. Sé
que en otras circunstancias sería la madre de mis hijos- no pudo evitar una
sonrisa, le brillaban los ojos al hablar de ella-. ¿Cuándo tiempo estuviste con
Justin?
- Cinco años- dije sonriendo y acto seguido bebí.
- Tampoco son pocos, ¡eh!
- Se me pasaron volando- admití sonriendo-. Y ahora el
tiempo parece que no avanza.
- Avanzará, y quizás te lo vuelvas a encontrar en el camino.
Bueno por lo menos una vez más te lo vas a tener que encontrar- dijo como si yo
supiera de que hablara.
- ¿Por qué? - pregunté.
- ¿Por qué va a ser Aina? Tiene que volver para una revisión
la semana que viene. Aunque ayer ando un poco sigue sin tener fuerzas y va a
estar unos días en rehabilitación intensiva y la semana que viene creo que el
miércoles tiene cita.
No había caído eso, que tendría que volver por revisión.
Tendría la oportunidad de volver a ver, por lo menos una vez más.
- No había caído en eso…- respondí.
- Y si pensabas que ya no volvería más, ¿por qué no fuiste a
despedirte?
- No sé- me encogí de hombros-, no me veía capaz de
despedirme. De mirarle a la cara y saber que con suerte un día nos cruzaremos
por la calle, y que quizás me recuerde como la enfermera que estuvo con él en
el hospital.
Sin darme cuenta se me había escapado una lágrima que fue
acompañada de otra, en acto reflejo puse mis manos sobre mi cara para taparme.
A los pocos segundos noté como un cuerpo me abrazaba. El cuerpo de Marco me reconfortó,
me transmitía calor mientras me acariciaba la espalda con una mano. Yo instintivamente
agarré un brazo suyo con mis manos y no me contuve, lloré mojándole la camiseta
de algodón. No nos movimos de posición hasta que mi llanto dejó de sonar, Marco
se separó de mi lentamente y levantó m barbilla, él me miraba a los ojos
fijamente hasta que por un segundo se desvió su mirada a mis labios. Estaba
cerca, demasiado cerca, era el momento oportuno para que me besara, lo podría
hacer que ahora mismo no me negaría. Pero sus labios evitaron los míos y besó
mi frente, un beso tan delicado que me dio un pequeño escalofrío. Después
volvió a abrazarme.
- Tiempo al tiempo, Aina.
Después de esa escena, pusimos algo de música y le ayude a
recoger y a lavar lo que habíamos ensuciado. Eran ya cosa de las 6 de la tarde,
ya era de noche en las calles. Yo recogí mi abrigo y demás y me despedí de él, dándole
las gracias por toda la tarde. Él me respondió que lo necesitábamos tanto él
como yo. Luego fui a mi coche, dejé las cosas en el sillón del copiloto y
esperé que el aire calentara un poco el coche.
En la radio había un hombre que esperaba que todos hubiéramos
pasado esta fecha con nuestros seres más queridos. No me arrepentí de haber
comido con Marco, pero necesitaba ver a Justin. Aunque fuera de lejos, aunque
él no me viera. Puse en el GPS la dirección de la casa de la madre, y fui hacia
allí.
Aparqué el coche en la calle contraria, y me quedé quieta observando
la casa. Se podía ver ajetreo
dentro, había luces en el comedor. Me sabía la
distribución perfecta de la casa, y muchas cosas habían pasado ahí cuando
todavía Justin no se había ido a vivir conmigo. Entonces caí en lo psicópata que
iba a parecer si alguien percibía de mi presencia, así que fui a encender el
coche de nuevo para irme cuando la puerta de la casa se abrió. Justin salió por
la puerta bien abrigado y con dos muletas para ayudarse a andar, se sentó en un
banco que había en la entrada.
Aunque mirara en mi dirección no podría ver nada, tenía
todas las luces del coche apagadas, pero igualmente su mirada estaba perdida a
pocos metros de él. Aún en la distancia podía apreciar su actitud. Su espalda
curvada, sus ojos caído y sus finos labios rectos. Estaba pensando, estaba
concentrado en algo que le causaba malestar. Me entraron ganas de salir del
coche, e ir a abrazarle, que todo iba a ir bien, pero iba a asustarle más que reconfortarle.
Me quedé varios segundos observándole, imaginándome ahí con él, sentada al lado
suya, los dos sonriendo…
Mi imaginación fue interrumpida por el sonido de la puerta
al abrirse. Era una chica de media melena con el cabello rubio. Cuando vio a
Justin sonrió, él giró la cabeza cuando ella dijo algo inaudible para mí.
Justin asintió con la cabeza y la chica se sentó a su lado. La chica me sonaba
mucho, pero no sabía de qué. La chica colocó una de sus manos en la pierna de
Justin y la acarició, quizás intentando reconfortarle. Luego empezaron a
hablar, Justin sonrió y ella también. Y en un rápido gesto la chica subió la
mano a la mejilla de Justin y lo besó. Justin no se apartó, tampoco su cuerpo
puso interés en el beso, pero no se apartó.
Sentí como me incuban algo muy afilado en el corazón.
Rápidamente arranqué el coche y me fui rápidamente del lugar. Las lágrimas me
dificultaban la visión, pero no podía quedarme quieta, observando como sus
labios eran besados por otra persona. Él no me pertenecía, pero me dolía como
si me desgarran el corazón. Acabé aparcando en una calle del barrio de Marco.
En una tienda de 24h logré comprar una botella de alcohol, no se me ocurría
otra forma de olvidar lo ocurrido yo no tenía amnesia como él. No era justo,
debería de ser amnesia compartida. Que todas las personas que él haya olvidado
también lo deberían de olvidar, todo sería mucho más fácil. Me emborraché en mi
coche, sola y cuando sentí que ya no podía más busqué el edificio de Marco y
por suerte alguien salía y logré entrar. Empecé a pegar porrazos en su puerta,
hasta que me abrió.
- ¿Aina?
- ¿Por qué no me has besado? – apenas podía sostenerme,
intenté andar, pero tropecé con mis propios pies. Marco me agarró.
- Estas borracha-
dijo él.
- Que listo nos ha salido el Doctor- dije riéndome sola-.
Podrías hacer que me olvidara de él Marco. Igual que él hizo conmigo. Bésame
Marco.
Intenté besarle, acercarme a su cara, pero él me apartaba.
Yo empecé a pegarle puñetazos en el pecho.
- Déjame besarte- dije mientras conseguí agarrarle la cara con
mis dos manos, pero él hacia fuerza para no acercarse a mí.
- Vamos a darte una ducha Aina.
Me cogió como una princesa y escondí mi cabeza en su pecho. Lo
siguiente que sentí fue como mi ropa se deslizaba por mi cuerpo y me dejaba en
ropa interior, después una lluvia de agua fría empapó todo mi cuerpo. Yo no
dejaba de llorar ni de recordar el beso.
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Creo que es un poco más corto de lo que han sido los anteriores capítulos pero tiene su explicación. Me gustaría subir un capítulo cada día de esta semana hasta el viernes para recompensar el no haber subido desde hace dos semanas. Espero que os este gustando esta historia y podéis decirme si sois #teamMarco o #teamJustin aun que sean pocos capítulos pero me gustaría ir viendo vuestras ideas, con esto no digo que vayan a tener algo Aina y Marco... o si....
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