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Capítulo 4




A las 21:00 llegué a mi casa derrotada, no había ido más a la habitación de Justin le había cedido por el resto del día a una compañera. No quería centrarme en él, pero aun así me dijo que él había preguntado por mí que quería que yo fuera su enfermera. Me mataba. Me mataba recordarle y que yo para el fuera una simple enfermera, esto me entristecía más al pensar que cuando se fuera ya no tendría excusas para verle, que nunca me recordaría. Que quizás me quedaban dos días para despertar algo en él, y no sabía cómo.

Me puse el pijama y me senté en la cama por unos segundos mientras bebía algo de agua. Al dejar la botella en la mesita de Justin choqué con el cuaderno. Me quedé mirando, había estado mirando el día anterior y no tenía mi nombre por ningún lado. Me había querido tener en el anonimato para “que nadie supiera quien era esa chica tan espectacular y se la robaran”, lo ponía tal que así en el cuaderno. Habíamos tenido varias peleas porque él no me contaba sus sentimientos, pocas veces me decía que me quería o lo que sentía por mí, sí que me le lo demostraba con acciones, con cada caricia que me daba podía percibir que sentíamos lo mismo. Pero al leer esto, noto que todo lo que callaba lo escribía. Dejé el cuaderno en mi mesa y me fui a dormir. Después de mil vueltas conseguí dormirme.


Hoy me tocaba el turno de noche, así que mi despertador no sonó hasta las tres de la tarde, y se lo agradecí. Necesitaba las horas de sueño. Después de una larga ducha, me cocí pasta y comí mientras veía el programa más absurdo de la televisión, ahí fue cuando me percaté de que estaban todavía las cajas de Justin amontonadas en una esquina del salón. Busqué el nombre de Pattie en el teléfono, y la llamé, le había pillado yendo para la cafetería a comer. Me confirmó la dirección y acto seguido llamé a una compañía para enviar las cartas. Cuando se fue el hombre con las cajas eran las seis de la tarde, el tiempo había pasado volando.

A las ocho y media llegué a la sala común, guardé mi bolso en el casillero y entonces metí la mano en el bolsillo de mi abrigo y noté el cuaderno, lo agarré y lo metí rápidamente junto a mi bolso. Cogí el uniforme y cerré la puerta. En el vestuario me encontré con Cassie. Ella nada más verme me saludó con un abrazo.

- ¿Te has enterado? – me preguntó.
- ¿De qué? - dije mientras me ponía el pantalón.
- A Justin le dan de alta mañana, a medio día lo más seguro. Su madre se lo ha rogado a los doctores para que esté lo más pronto en su casa y que pueda volver a una vida normal.

Lo primero que me salió fue un largo suspiro, no me extrañaba ese comentario viniendo de ella. No era mala madre, ni había sido mala suegra, pero siempre me tuvo algo de manía. Me tenía como la chica que se llevó a su único hijo de casa. Y seguramente veía esta oportunidad para volver a tener contacto con su hijo, sé que no se alegra de lo mío, pero en el fondo tampoco se entristece porque me haya olvidado. No la culpo, quizás como madre yo también querría eso. 

- Si está bien tendrá que irse…- dije finalmente.
- ¿Y tú como lo vas a hacer? - me preguntó.
- ¿Hacer qué?
- Que te recuerde…
- Yo ya no sé si eso va a ser posible Cassie.

Me había puesto ya el uniforme y me estaba recogiendo el cabello, Cassie me abrazó desde atrás y puso su cabeza en mi espalda. Su contacto físico me hacía llorar, porque me hacía ver que algo estaba mal, y no quería que me abrazara no quería hacer frente a la realidad que no paraba para no pensar.

- Con toda la emoción y positividad que tenías el otro día en tu casa…
- Pero no sé ya que voy a poder hacer si se va, vamos a perder el contacto… No podré hablarle ni nada.

Ella encogió sus hombros, como si me diera la razón, porque la tenía. Después se despidió de mí, ella ya había terminado su turno. Pero antes de irse se volvió a asomar por la puerta.

- Yo que tú iría a su habitación, al parecer te echa de menos.

Y así hice, fui a mirar si le habían llevado la cena y al no ser así, le llevé yo la bandeja. Vale que no quería ir más a su habitación, pero al saber que solo me quedaba un día más con él supe que tenía que disfrutarlo y quedarme con un buen sabor, despedirme por lo menos esta vez. Iba a entrar a la habitación cuando la puerta se abrió de repente y gracias a mis reflejos pude agarrar la bandeja. Marco salía de la habitación mirando unos papeles.

- Perdona, perdona- dijo levantando la cabeza rápidamente y sus manos fueron instintivamente a mi bandeja.
- No pasa nada, espero que no seas tan descuidado en nuestra comida- dije.
- No descuida, en nuestra cena seré lo más atento posible- y me guiñó un ojo. Luego miró la bandeja-. Justin no está, he venido para contarle a su madre lo de…- su voz fue disminuyendo era como si no sabía si me lo podía decir.
- Tranquilo, sé que le dan de alta, que mañana se va.
- Lo siento…

Y me agarró del brazo, acariciándome y no puedo negar que me reconfortó un poco. Tenía ganas de abrazarle, mejor dicho, que él me abrazarla, de perderme mi pequeño cuerpo en el suyo, quería sentir que por una vez yo era pequeña y podía perderme, que quizás entre sus brazos los problemas no me encontrarían. Nos quedamos por unos segundos en silencio mirándonos, cuando una voz nos interrumpió.

- ¿Interrumpo algo?

Podría identificar esa voz pasara lo que pasara. Como un acto reflejo me separé de Marco y miré a Justin, tuve que bajar la mirada porque estaba sentado en la silla, mirándonos a los dos. Por un momento pude ver cierta molestia en sus ojos, pero después se relajó.

- Oh, la cena- dijo mientras me miraba a mí, en ningún momento a la bandeja. Entonces Marco tosió, y Justin apartó su mirada de mí.
- Bueno, Justin su madre le explicara mejor los detalles del alta y todo. Yo debo irme. Ya nos veremos Aina- y dio media vuelta y se fue.

Cada vez que escuchaba la palabra “alta” notaba un pequeño pinchazo en mi pecho, pero tenía que actuar normal. Abrí la puerta sujetando la bandeja con una mano y dejé que Justin pasara primero. Pude ver la sonrisa de Pattie al ver a su hijo y como intentó mantenerla cuando me vio a mí. 

- ¿La cena? – me preguntó. Yo asentí con la cabeza, y ella me cogió la bandeja de las manos- Justin menos mal que mañana vas a poder comer ya en casa.
- Si…- me giré para ver la cara de Justin, no se le veía feliz del todo.

Entonces noté como sobraba, como si su madre me hubiera excluido desde el momento en el que me quitó la bandeja de la mano. Empecé a dar pequeños pasos para atrás. Me intentaba repetir que era lo mejor, que cuanto menos estuviera en la habitación, mejor.

- ¿Ya te vas? - Justin se percató de mis pasos, todavía seguía en la silla.
- Eh, si… Tengo más pacientes que atender.
- Claro hijo, tiene que trabajar no eres el único que está en el hospital. Muchas gracias cielo- dijo Pattie mientras me sonreía.
- De nada…- mi voz parecía que sonaba desde lejos, me di media vuelta y me fui.

La noche transcurrió tranquila, y a cosa sobre las 12 tuve un pequeño descanso para poder sentarme en la sala común y tomarme un café para tirarme toda la noche despierta.  Al sentarme en la silla, noté como algo me molestaba a la hora de sentarme, se me había olvidado por completo que llevaba su cuaderno conmigo. En la media hora que tenía para descansar decidí leer algo. La primera vez que nos besamos me daba cierta curiosidad por cómo había sido. Busqué la fecha.

10-12-2010

Si las casualidades no existen no sé cómo llamar a esto, ¿destino? Me da igual, realmente no me importa cómo ha podido llegar a pasar esto. Hace poco como ya sabes la vi con su novio, vuelvo a repetirlo, ella se merece algo mejor. Cuando él la miró no noté que sintiera lo mismo que yo. Sus ojos no brillaron, sus pupilas no se dilataron. Él no la desea como puedo desearla yo. Sé que ha pasado tan solo algo más que un mes, y que hablo demasiado pronto, pero es ella, no necesito buscar más.
Hoy iba al cine con mis amigos por la noche, al ver la nueva película que se había estrenado hace varios días. Y en un preciso momento quise ir al baño, enserio, podría haber ido 5 segundos antes o 5 segundos después, pero no, fue en ese momento cuando me levanté de mi butaca y salí de la sala en dirección al cine. Y justo cuando doblé la esquina para entrar vi como su melena castaña se balanceaba y desaparecía al entrar en la puerta del baño. Tenía muchas ganas de mear, pero más de verla a ella. Ya que, por lo menos para mí, había pasado mucho tiempo desde que habíamos compartido una conversación. Como ya sabes solíamos hablar de cosas tontas, yo le decía que tenía el pelo muy bonito y ella me sonreía, al día siguiente ella me preguntaba la hora… Cosas así, pero que esperaba con ansias encontrármela. Bueno, pues bien, las ganas de verla me superaron y me quedé quieto en la pared por la que ella vino esperando escuchar la puerta del baño. Y cuando la escuché, oh dios. No sabía que decirle, ni cómo actuar y me empecé a poner algo nervioso. Y de repente ella cruzó la esquina y me vio, pero no se paró si no que me sonrió y siguió para adelante. “¿No me vas a decir nada?” le pregunté. Ella no se esperaba que le habla y se paró de golpe, después me miró “¿qué quieres que te diga?” me preguntó, tenía carácter lo había comprobado ya varias veces. “No sé, ¿hola? ¿Qué coincidencia? ¿Te echaba de menos?” Al escuchar lo último ella empezó a reírse. “No tienes motivos para echarme de menos… Me están esperando” me dijo, yo bajé mi mirada al suelo y dije en apenas un susurro “yo te llevo esperando un mes”. Sé que no debería haberlo dicho, yo no tenía ningún derecho sobre ella, aun menos sabiendo que tiene novio. Y entonces vi como sus pies empezaron a acercarse hacia mí. Yo levanté mi mirada y me la encontré justo delante de mí. Y me besó, fue un beso inocente, duró apenas un segundo, pero me besó. “Espera un poco más”, me dijo y se fue con una sonrisa en la boca. “Ahora si tengo motivos para echarte de menos” le grité y ella se giró sonriéndome y me guiño un ojo. Me encanta esta chica.
Claramente después de esto me fui corriendo al baño, ya que no me podía aguantar las ganas de mear.


Y así fue nuestro primer beso, un beso inocente como dice él, que apenas duró un segundo y que yo le robé. No sé de donde saqué el coraje de hacerlo sabiendo que la persona que me esperaba en el cine era mi novio. Que como bien dijo él, no me quiso como Justin me quería… Con Justin encontré un nuevo amor, un amor sano basado en la confianza y en el afecto del uno al otro. Con Justin había sido tranquilidad.

Y mi tranquilidad se fue cuando en mi busca empezó a pitar con el número de la habitación de Justin en rojo. Rápidamente eché a correr hacia su habitación con aun el cuaderno en la mano, me lo guardé en el bolsillo. No sabía que había podido pasar, pero no quería malgastar tiempo pensando. Yo había sincronizado su botón de llamar a una enfermera con mi buscador. Y si lo había pulsado era porque algo le pasaba. Llegué a su habitación y la abrí de golpe, me lo encontré sentado en la cama sonriendo.

- ¿Qué ocurre? – dije sin aliento, sentía el corazón latir fuertemente. Me acerqué a su camilla. Él no dejaba de sonreír.
- No sabía realmente si ibas a venir tú si pulsaba el botón- dijo mirándome fijamente.
- ¿Estas bien? – pregunté, todavía sin aliento.
- Si Aina, no me pasa nada solo que no podía dormir, me aburría…
- ¿Y por eso me llamas? – pregunté enfadada- ¿Estas mal o qué? ¡¿Sabes el susto que me has pegado?! No vuelvas a pulsar ese botón para tonterías como estas. Joder… - me llevé las manos a la cara. No llores, no llores, no llores, no aquí, no delante de él. Me giré, dando la espalda. En ese momento me percaté de que su madre no estaba.
- Yo… lo siento… No quería- realmente su voz sonaba arrepentido.

Noté como ponía su mano en mi cintura, y me tranquilizó en cierta manera. Quería darme la vuelta, abrazarlo y besarle, pero lo único que podía era sentir su mano en mi cintura y con eso me valía por ahora. Me di la vuelta para mirarlo y noté como su mano se deslizó lentamente.

- No pasa nada, es solo que me has asustado. Mañana te dan el alta y no quiero que te pase nada y te impida irte mañana- dije, todo era mentira, pero qué le iba a decir, él apartó su mirada de mí.
- Me da miedo irme, al principio quería, pero ahora no sé. En esta habitación se está muy cómodo. El mundo parece muy lejos desde aquí. Esto como en una pequeña burbuja sabes… Bueno Aina no te quiero molestar, tendrás trabajo.
- Bueno… realmente está siendo una noche muy tranquila, me podría quedar unas horas.
- Pues venga, siéntate - Él sonrió y se ayudó con las manos para moverse en la cama y hacerme sitio a mí. Me senté, sé que no debería, pero lo hice, quedamos cara a cara.
- ¿Qué es lo que te da más miedo? - le pregunté.
- Encontrarme a alguien por la calle, que me salude y yo no sepa quién es.
- Ve a un psicólogo seguramente eso le ayudará- dije. Quizás eso le ayudaba a recordarme a mi…
- Mi madre no confía en esas cosas… Pero seguramente vaya a uno. No quiero vivir toda mi vida sintiendo que falta una parte de mí.

Justin apartó su mirada de mí, realmente ese tema le dolía y mis ganas de gritarle que era yo, que me había olvidado aumentaba por segundos, pero no quería asustarlo ni empeorarlo, no podía. Así que me tomé simplemente el privilegio de agarrar su mano y se la acaricié.

- Vas a recordar, todo el mundo recuerda- le dije, dándole algo de esperanza, pero él ni siquiera me miró-. Con eso no te puedo ayudar, pero hay algo en lo que sí le puedo, venga ven a este filo de la cama.
Yo me bajé y di unos toquecitos a mi lado de la cama. Justin me miró confundido, pero me hizo caso, se sentó en ese lado dejando sus piernas al aire.

- No voy a caminar, ¡eh! - me dijo, pero yo le hice caso omiso a su comentario.
- Ahora apóyese en mí, ¡venga! - yo pasé mi brazo por la cintura y le empujé un poco para que se levantara, el refunfuñó y acabó apoyándose en la pared con un brazo y otro sobre mi cuello.

Lentamente deslizó una pierna al suelo y después la otra. Al notar su peso sobre mi tuve que hacer algo de fuerza para sostener su cuerpo. Pero lo conseguí, él se quedó de pie por unos segundos y movió algo torpe su pierna derecha y después la izquierda. Dimos una pequeña vuelta por la habitación.

- ¿Ves que puedes? - le dije.
- Por Dios si ando peor que un niño chico- dijo algo avergonzado.
- Si no te diera vergüenza y caminaras por los pasillos en vez de quedarte en tu cama caminarías mejor, tonto.
- ¿Y esas confianzas para insultarme? – me preguntó serio. Tuve que tragar saliva de la vergüenza que me había dado. Él empezó a reírse- Me gusta, hay veces que me hablas de usted y eso no me gusta.
- Pues nada de usted a partir de ahora- dije y fuimos hacia su cama lentamente.

Pero ninguno de los dos vio un cable que había en el suelo y lo más rápido que pude intenté agarrarlo, pero no pude y los dos caímos yo encima de él.

- ¿Estas bien? ¿Estás bien? – pregunté, pero al estar acostumbrada a su cuerpo me senté en él en vez de levantarme. Justin empezó a sonreír pícaramente y me miró.
- Al parecer me funciona todo de la cintura para abajo, tenía mis dudas- dijo sonriendo.

Me levanté rápidamente, podía notar mis mejillas sonrojadas de la vergüenza. Justin apoyándose en la cama se levantó con cuidado y se sentó de nuevo en la cama. No dejaba de mirarme y vi como se mordía su labio inferior.

- Creo que va siendo hora de que me vaya- dije, no quería irme, no, ni mucho menos, pero debería.
- No te vayas- me dijo. Aparté mi mirada de él. No tenía derecho a decirme cosas así- ¿Qué tienes ahí? - me preguntó apuntando al bolsillo donde estaba el cuaderno.

Metí la mano y lo saqué, él centró su mirada en él cuaderno, al principio noté como que había algo que no cuadraba. Yo esperaba que dijera algo, que algo hiciera click en su cabeza.

- Yo teng- se corrigió, negando con su cabeza-. Yo siempre he querido tener uno así. Siempre tenía la idea de que cuando encontrara a las chicas de mi sueño me compraría uno y escribiría en el nuestro día a día hasta nuestra boda. Y luego se lo daría, como regalo, para que viera lo que siento por ella.

Yo sonreí con los ojos llenos de lágrimas, él me lo iba a regalar, todavía quedaban miles de cosas por escribir pero que no iban a ser escritas ya.

- Bueno, no te molesto más- me dijo-. ¿Mañana te despedirás de mí? - me preguntó. Yo asentí con la cabeza, no me salían las palabras- Bueno, pues hasta mañana, Aina.
- Hasta mañana Justin.


Él me sonrió por última vez y salí de la habitación. Empecé a caminar pasillo para nuestro cuarto de baños, agarré el cuaderno fuertemente contra mi pecho y las lágrimas salieron de mis ojos antes de lo debido. Cuando logré entrar al baño lloré y grité desgarrándome la garganta con cada grito. Lo echaba de menos, y no sabía cómo iba a vivir sin él a partir de mañana.

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Que penita me dan :( Bueno he aquí el capítulo 4 y creo que ya puedo decir finalmente que habrá capítulo cada MIÉRCOLES y DOMINGO a las 18:00 (más o menos) Así que ya sabéis cuando estar atentas a mi twitter o al blog. Espero que os haya gustado y el trailer lo tengo terminado, quizás lo suba este fin de semana. <3 

1 comentario:

Gracias.

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