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Capítulo 3



Había sido mi primera noche en mi cama sabiendo que Justin estaba despierto, no me imaginaba pasa la noche así, sola. Me imaginaba con él, juntos en la cama del hospital como había hecho yo durante estos meses. Ahora me sentía incomoda por haberlo hecho, era como haber dormido con un extraño. Nada más que me desperté y puse los pies en el suelo miré en su mesita de noche, estaba su cuaderno de nuestra relación encima. No me había fijado lo grade que era, seguramente tenía más hojas de las que permitía el cuaderno. No sé si estarán los 5 años de relación escritos, desde mis 18 hasta los 23... ¿Estaba soltera? Es decir, ¿si él no se acuerda de nosotros? Aun que lo estuviera no tenía intención de conocer a otro hombre. 

 Me froté la cara con las manos para quitarme la pereza de encima y me empecé a vestir, eran las 7 menos cuarto de la mañana y entraba a las 8 y media. Suerte de tener el trabajo cerca. Me vestí con lo primero que encontré, eso era la único bueno de trabajar como enfermera, no tenía que pensar que ponerme porque tenía uniforme. Así que solía cogerme unas mallas negras y una camiseta larga y mis zapatos del uniforme. Mientras me ponía algo de maquillaje, para eliminar las pruebas de que me había tirado casi toda la noche despierta y lloriqueando, puse a hacerse un café. Al terminar eché el café en un recipiente, me puse el abrigo y cogí el bolso con las llaves antes de salir por la puerta. 

Al llegar a la sala común me encontré a Marco leyendo una revista sobre los últimos descubrimientos científicos, le encanta estar enterado de lo que pasa en el ámbito de la ciencia. Y gracias a eso es nuestro doctor más polifacético de todo el hospital. La conversación que tuve con Cassie la tarde anterior me hizo que por un segundo lo mirara de una manera diferente que como lo había estado haciendo desde que entré de prácticas en el hospital. Él se percató de había alguien más en la habitación y levantó la cabeza de la revista. Sonrió al verme, tenía una preciosa blanca y amplia sonrisa, que hacía que sus pequeños ojos verdes resaltarán aún más. Sí que era guapo, por supuesto, tenía a todas las chicas del hospital loca por él sobre todo al enterase que lo dejó con su novia hace unos 6 meses. Pero a mí no me había llamado la atención, quizás porque con Justin me sobraba, por eso estaba con él. Mantenía todas mis necesidades ocupadas y por eso no me hacía falta fijarme en otro chico. 

- Hola- dije sonriendo mientras guardaba mi bolso en mi casillero y sacaba mi uniforme.
- ¿Cómo has pasado la noche? - me preguntó,
- La he pasado, 

Él se levantó como acercándose a mí.

- Bueno, todo mejora con el tiempo no te agobies- dijo sin dejar de avanzar hacia mí.
- Eso espero la verdad- dije, y al notar que no tenía intención de parar, me puse nerviosa y agarré mi uniforme-. Bueno, me voy a cambiar que empiezo en nada.
- Vale...- dijo, y me miró algo extrañado al notar mi nerviosismo. 

Cuando salí del vestuario, Marco seguía en la sala, estaba comiéndose una barrita de cereales. Me sobresalté al verlo, y se dio cuenta y me volvió a mirar sin saber que estaba pasando.

- ¿Por qué te estas comportando así conmigo? ¿He hecho algo que no debería haber hecho, Aina? – me preguntó.
- No…No. Es solo que… - tenía que decírselo, simplemente para saber si era verdad- me he dado cuenta que siempre me has tratado muy bien, y yo… no quiero que haya malentendidos…- me avergonzaba hablar de esto.
- ¿Aina crees que me he comportado así porque espero algo de ti?
- Yo bueno, déjalo son tonterías mías.
- Te estas sonrojando- y acto seguido soltó unas risas, lo que relajó el ambiente-. Me caes genial, y cuando lo dejé con mi novia estuviste ahí para mí, sabías que no tenías por qué hacerlo porque apenas nos conocíamos, pero me apoyaste y lo hiciste todo mucho más leve. Y siento como que te lo debo y por eso intento hacerte esta situación lo más sencilla posible, apoyarte en lo que pueda igual que hiciste conmigo. Por eso no pienses que lo hago con doble sentido- me sonrió-, lo hago porque eres mi amiga y quiero verte bien.
- Yo te agradezco todo el apoyo que me has dado, enserio. No sé cómo agradecértelo.
- Ya buscaré alguna manera…. Como tu ayuda en alguna consulta o algo, tranquila- dijo y los dos empezamos a reír. Él cogió sus cosas y fue hacia la puerta de la sala- Además Aina… Sé que todavía crees que estás con él, y yo no me meto entre dos personas.

Y antes de irse me guilló un ojo y sonrió. Me quedé un poco petrificada, ¿acaba de pasar lo que yo creía? Que si Justin no estuviera así.. Si yo no “estuviera” con Justin, ¿él lo intentaría?, pero como salía él entraba Cassie por la puerta.

- ¿Ya estás aquí? ¡Venga! Que es hora de dar los desayunos. ¿Qué te pasa? - me preguntó al ver mi cara, se asomó por el pasillo y luego me volvió a mirar- ¿Ha pasado algo con Marco? - me preguntó mientras levantaba una ceja.
- ¿Qué dices? Anda calla y vamos a la cocina- dije mientras avanzaba pasando a su lado para salir de la puerta y las dos fuimos hacia la cocina para repartir las bandejas.

Dejé la habitación 162 para el final, Cassie se había ido para dejarme algo de espacio y tiempo, supongo. Me asomé por la ventana y no veía a nadie en la habitación. ¿Lo habían dejado solo? Pegué en la puerta para avisar que entraba, al entrar lo vi sentado en la cama pulsando el botón de encender de control remoto de la televisión, pero esta no le hacía caso. Miré lo que podía estar mal y vi como estaba desenchufado el cable. Con la bandeja todavía en la mano puse el cable en el enchufe y la televisión se encendió de repente.

- ¡Gracias a Dios! - dijo y después posó su mirada en mí y me sonrió- Anda ya estaba pensando que no volvería a verte.

Algo dentro de mí se quebró, haciendo que mis piernas empezaran a temblar, lo miré ¿me había recordado? Mis ojos se humedecían más por minutos.

- ¿Me recuerdas? - le pregunté mientras dejaba la bandeja en la mesa auxiliar y me acercaba a él.
- Claro que me acuerdo- me dijo convencido y mi corazón empezó a latir aún más fuerte, tenía miedo que hasta él lo escuchara- Solo he olvidado recuerdos antiguos, a mi enfermera favorita no- dijo, y estaba esperando que me sonrojara o riera, pero en cambio bajé mi mirada al suelo-. Oye, ¿qué pasa? ¿He dicho algo que no debía?

Mi cara se había convertido en un cuadro, claro que sólo recordaba que era una enfermera. Pero era inevitable que me hiciera ilusiones en cada momento, pero debería de dejar de pensar que me podía recordar en cada momento. Tenía que buscar a su madre, para decirle que tenía las cajas echas y que se las iba a mandar a su casa, solo quería que me confirmara la dirección.

- ¿Tu madre no está por aquí? - dije evitando su pregunta y cambiando de tema.
- No, le he dicho que me diera un poco de espacio tengo ya mis veinti- empezó a decir, pero se quedó callado.
- Veinticinco- dije por él.
- Eh, si eso… ¿Te sabes la edad de todos tus pacientes? - preguntó sonriéndome pícaramente.
- No, solo de ellos con pérdida de memoria- dije algo seca, pero así era mi sentido del humor y a Justin le encantaba.
- Oye, eso ha sido un golpe bajo- dijo como haciéndose el dolido, pero después se empezó a reír-. Me caes bien Aina- cada vez que pronunciaba mi nombre podía sentir todo un zoológico en mi estómago, y también sentía como mis mejillas se sonrojaban- ¿Y yo puedo saber qué edad tienes?
- Veintitrés- respondí.
- Que joven.
- Me lo suelen decir- dije encogiéndome de hombros.

Echaba de menos hablar con él, escuchar su voz, sentirme escuchaba e importante. Lo había echado de menos a él, demasiado, tanto que me dolía el no poder abrazarle para dejar de extrañarle cada vez que lo veía.

- Estoy harto de estas cuatro paredes- dijo en voz alta, pero sonó más como un pensamiento interno.
- ¿Quieres salir? - le pregunté, sencillamente porque quería estar más tiempo con él, y al no estar su madre debería de alguien estar con él.
- ¿Puedo?
- Claro, vamos al pequeño recinto que tiene el hospital fuera. Si quieres puedes desayunar allí.

Él se lo pensó, miró la bandeja y después me miró a mí.

- ¿Seguro que no intentas secuestrarme? - me preguntó algo serio, por lo que no sabía si lo decía de verdad.
- ¿Para qué te voy a secuestrar?
- No sé, quizás soy millonario y nadie me lo ha dicho- dijo, y seguía con el tono serio, pero al mirar mi cara empezó a reírse-. O a lo mejor me vas a secuestrar para tu disfrute propio- y levantó una ceja.
- Ojalá todos los pacientes tuvieran el mismo despertar que usted- me costaba hablarle de usted, pero era como debería de tratarle.
- - él sonrió-. Siento que he perdido demasiado tiempo y quiero disfrutar de la vida, así que venga Aina póngame en una silla de ruedas y llévame a conocer mundo- dijo mientras se quitaba las sabanas de encima. Se había quitado ya la bata del hospital y se había puesto un pijama que yo no reconocía, posiblemente se lo había comprado su madre.

Yo sonreí, su vitalidad no había cambiado. Acerqué la silla de rueda que había en una esquina de la habitación a su cama y él se fue moviendo poco a poco hasta tener sus piernas colgando de la cama. Puso una mano en mi hombro e instintivamente coloqué mi mano en su costado para ayudarle a bajar. Lo estaba tocando, sentía de nuevo su cuerpo caliente y no pude evitar sentir un hormigueo por todo mi cuerpo. Lentamente, apoyándose en mí, se sentó en la silla de ruedas, yo fui a por la bandeja y a por una manta.

- Hace frio fuera- dije mientras le ponía la manta sobre las piernas, él miraba cada movimiento que yo hacía.
- Eso me han dicho, quedan pocos días para Acción de gracia, ¿no? - me preguntó mientras cogía la bandeja de comida y la apoyaba sobre las piernas.
- Exactamente quedan tres días. Estamos a lunes 21.
- Espero estar fuera para entonces, siento que alguien me espera fuera…- y como antes, parecía más un pensamiento que otra cosa, era como si no hablara conmigo, pero esa frase se me quedó grabado.
- ¿Una chica? - pregunté.
 - ¿Qué? – preguntó- Ah, sí, no sé, supongo, es alguien importante. Que asco no acordarse… Pero mi madre no me ha dicho nada de una novia…- su voz estaba disminuyendo por segundo, como si toda su energía desapareciera con cada palabra- Bueno no hablemos de eso, llévame lejos de estas cuatro paredes, Aina.

Y eso hice, lo saqué de su habitación y lo llevé por los pasillos. Mis compañeros de trabajo me miraban con cierta pena, todos sabían que él no se acordaba de mí, pero no me importaba lo que pensaban. Yo era feliz con estar con él de nuevo, con poder escuchar su voz de nuevo yo era feliz y haría hasta lo imposible para que me recordara antes de que se acabara el año.
El camino hasta el pequeño jardín fue todo en silencio, pero yo disfrutaba como una niña pequeña, por saber que iba a estar un poco más de tiempo con él. Fuimos hasta un banco de madera donde los familiares solían sentarse para descansar del ambiente del hospital y todo su ajetreo y sensaciones.

- ¿Te quedas ahí? - le pregunté mientras me sentaba y veía que él se quedaba en la silla.
- Si…- dijo un poco inseguro mientras miraba sus piernas y el banco.
- Sólo vas a coger fuerza en las piernas si te mueves, has estado dos meses tumbado sin moverte.
- Lo haré cuando me vea capaz, ¿vale? – dijo a la defensiva, y cogió el dulce que había en la bandeja.

Los dos nos quedamos callado por unos segundos, él me miraba de reojo.

- ¿No tienes que trabajar? - me preguntó.
- Estoy trabajando. Te tengo que vigilar, no puedes estar solo- dije lo suficientemente seria para que se notara que me había molestado su comentario. El orgullo no se lo había quitado tampoco el coma.
- Me hubiera quedado en mi habitación si soy una molestia- dijo pegándole el último bocado al dulce sin mirarme.
- No te hagas la víctima, y no tienes excusa para contestar así cuando alguien busca lo mejor para ti.

Él suspiro y me miró.

- Mi familia me ha estado dando la brasa con eso, con que camine. Y no puedo, ¿vale? Tengo miedo de caerme o lo que sea. Sé que no me pasa nada y que puedo caminar, pero es como si hubiera pedido toda la fuerza y me agobia pensar en que no la conseguiré de nuevo.
- Claro que vas a conseguir andar bien de nuevo, poco a poco, paso a paso y al final volverás a ser tú de nuevo, pero no pagues tus problemas con los demás cuando ahora todo el mundo se preocupa por ti.
- Lo sé. Lo siento, ¿vale? - dijo y cogió el zumo que había en la bandeja, se lo había escogido yo del sabor que le gustaba. Y al beber se le escapó una pequeña sonrisa- Me gusta este zumo.
- Me alegro- dije sonriendo tiernamente.
Justin miró a su alrededor y se quitó unos mechones de pelo que le molestaban
- ¿Tienes algo para agarrarme el pelo? No lo aguanto más- dijo, y me quité una gomilla de la muñeca para dársela. Él la cogió y se quedó mirándola por unos segundos, luego me miró. Siempre era yo la que le recogía el pelo antes porque él no sabía o le quedaba muy mal.
- Déjame que te lo haga yo- dije mientras me levantaba y le quitaba la gomilla de las manos.
- Gracias… - dijo algo avergonzado.

Y le quité el pelo de la cara. Como echaba de menos tocar su pelo suave, sobretodo lo extrañaba por la noche, cuando solía dormirme acariciando su pelo. Al terminar, me tomé unos segundos para recomponerme y respiré profundamente antes de volver a sentarme delante suya.

- No sé por qué, pero me inspiras confianza Aina- dijo.
- Soy muy buena en mi trabajo- dije sonriendo.
- Ah… Así que traes a todos tus pacientes aquí, y yo que me sentía especial. Aunque bueno, intentaba no hacerme muchas ilusiones porque ya sabes- dijo levantando su mano izquierda y señalado donde iría un anillo-. No me meto en relaciones ajenas.

La segunda vez que me lo decían en el día, pero esta vez me removió más recuerdos porque él se metió en una relación. En la relación que yo tenía antes de conocerlo. Así que me parecía algo muy gracioso que vinieran esas palabras de su parte, porque lo había hecho, no había parado hasta que había aceptado que sentía cosas por él haciendo que dejara a mi novio por él. Sí que había sido respetuoso y yo jamás le había puesto los cuernos a mi novio, pero se metió en mi corazón de una manera que jamás estuvo mi ex. Y tuve que dejarlo.

- ¿Puedo adivinar quién es? - me preguntó mirando el anillo.
- Eh… claro…
- ¿Es el doctor que estaba en mi habitación la primera vez que te vi? - me preguntó.
- ¿Marco? No, no, no… Él es solo un buen amigo.
- Aina, vale que eres joven pero no te tienes pinta de ingenua. Yo no miro así a una amiga, cuando entraste en la habitación no te quitó los ojos de encima.
- Es solo que se preocupa por mí- le contesté.
- Bueno- dijo encogiéndose de hombros-. Ya que estamos hablando de esto… Tengo la sensación de que me falta algo.
- ¿La persona esa que te espera fuera? - le pregunto rápidamente.
- Supongo… No sé, siento que no hice caso a alguien, y debo de pedirle perdón.

Un sentimiento de añoranza me invadió por completo. Deseaba ser yo esa persona, que quisiera pedirme perdón a mi por no quedarse en casa como y esperarme como le dije. Que se fue con la moto en vez de esperarme. Pero no podía saber nada con seguridad.

- Bueno, vamos dentro, que tengo que seguir haciendo cosas- dije algo seria, más que seria triste pero apenas se podía diferenciar eso en mí.
- Si, si, mejor que hace frio.

Y fuimos hacia la habitación. Quería dejarlo e irme, despejarme, mi cabeza empezaba a dolerme, por primera vez necesitaba alejarme de él. Demasiado por un día. Me costaba intentar actuar como con otro paciente y no como mi novio. Me costaba no regañarle por no haberme hecho caso, y que él haya sacado el tema me dolía aún más. Ahora sentía cierto enfado hacía él, sin tener él la culpa. Cuando llegamos a la habitación se volvió a apoyar en mí, y su tacto se sintió como una patada en el estómago.

- Gracias por sacarme de aquí, necesitaba aire fresco y hablar con otra persona que no fuera mi madre.
- De nada. Para eso estoy- dije mientras le recogía la bandeja vacía, y justo cuando iba a salir de la habitación el me volvió a llamar.
- Aina…- dijo en un tono triste.
- ¿Si?

Cuando me giré para mirarlo, tenía los ojos algo húmedos.

- ¿Tú crees que recordaré todo?
- ¿Tú quieres recordar? - le pregunté.
- Si.
- Entonces recordarás.

Él sonrió levantando un poco las comisuras de su boca. Y acto seguido abandoné la habitación, no podía estar más a su lado, me consumía. Dejé la bandeja vacía en un carrito junto a otras bandejas y fui a la sala de descanso para beber agua y recuperarme un poco el aliento. En ese momento, Marco salió del vestuario y estaba cogiendo unas cosas de su taquilla. Al mirarme me sonrió y se pasó la mano por el pelo.

- ¿Cómo ha ido? Me han dicho que has sacado a dar un paseo a Justin.
- Bien… Sabe que ha olvidado a alguien.
- Eso es buena señal- me sonrió mientras cerró su taquilla.
- ¿Ya te va? - le pregunté.
- Si, ya es hora, quiero dormir algo que luego a la noche vuelvo.
- Que descanses- dije y le sonreí antes de pegarle otro trago a la botella.

 Él me sonrió de vuelta y se fue, pero volvió a entrar como si se le olvidara algo.

- Ya sé cómo me puedes devolver el favor- me dijo-. Cena conmigo en Acción de Gracia. No tienes contacto con tus padres y los míos están muy lejos, los dos nos vamos a quedar aquí en la ciudad solos. Además, los dos no trabajamos esa noche, si, lo he mirado para que no puedas pones excusas. 
Aparte son fechas muy señaladas, echaras de menos a Justin y yo a mi novia, así que, para emborracharos en un bar por separado, nos emborrachamos en mi casa los dos juntos. ¿Qué te parece?

Yo sonreí por eso último, la verdad es que no me había parado a pensar qué iba a hacer esa noche, solo sabía que Cassie cenaba con su novia y no iba a poder estar con ella. Así que solo me quedaba él, Marco.

- Me lo has puesto de una manera que no puedo negarme- dije sonriendo-. Así que si, cenemos juntos.
 - Vale, perfecto- sonrió orgulloso-. Hasta luego Aina.
- Adiós Marco.

No sabía dónde me metía, sólo sabía que con él me distraía y me divertía. 

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No me creo que haya cumplido y haya traido este capítulo el domingo, ya como traiga el siguiente el miércoles me merezco un monumento. Bueno, espero que os haya gustado, y el trailer estará ya mismo listo, así que darle mucho amor a este capítulo si lo queréis lo antes posible!! <3



1 comentario:

  1. Me encanta!!!!! No has pensado en subir la novela a wattpad???

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Gracias.

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