Había sido mi primera noche en mi cama sabiendo que Justin estaba despierto, no me imaginaba pasa la noche así, sola. Me imaginaba con él, juntos en la cama del hospital como había hecho yo durante estos meses. Ahora me sentía incomoda por haberlo hecho, era como haber dormido con un extraño. Nada más que me desperté y puse los pies en el suelo miré en su mesita de noche, estaba su cuaderno de nuestra relación encima. No me había fijado lo grade que era, seguramente tenía más hojas de las que permitía el cuaderno. No sé si estarán los 5 años de relación escritos, desde mis 18 hasta los 23... ¿Estaba soltera? Es decir, ¿si él no se acuerda de nosotros? Aun que lo estuviera no tenía intención de conocer a otro hombre.
Me froté la cara
con las manos para quitarme la pereza de encima y me empecé a vestir, eran las
7 menos cuarto de la mañana y entraba a las 8 y media. Suerte de tener el
trabajo cerca. Me vestí con lo primero que encontré, eso era la único bueno de
trabajar como enfermera, no tenía que pensar que ponerme porque tenía uniforme.
Así que solía cogerme unas mallas negras y una camiseta larga y mis zapatos del
uniforme. Mientras me ponía algo de maquillaje, para eliminar las pruebas de
que me había tirado casi toda la noche despierta y lloriqueando, puse a hacerse
un café. Al terminar eché el café en un recipiente, me puse el abrigo y cogí el
bolso con las llaves antes de salir por la puerta.
Al llegar a la sala
común me encontré a Marco leyendo una revista sobre los últimos descubrimientos
científicos, le encanta estar enterado de lo que pasa en el ámbito de la
ciencia. Y gracias a eso es nuestro doctor más polifacético de todo el
hospital. La conversación que tuve con Cassie la tarde anterior me hizo que por
un segundo lo mirara de una manera diferente que como lo había estado haciendo
desde que entré de prácticas en el hospital. Él se percató de había alguien más
en la habitación y levantó la cabeza de la revista. Sonrió al verme, tenía una
preciosa blanca y amplia sonrisa, que hacía que sus pequeños ojos verdes
resaltarán aún más. Sí que era guapo, por supuesto, tenía a todas las chicas
del hospital loca por él sobre todo al enterase que lo dejó con su novia hace
unos 6 meses. Pero a mí no me había llamado la atención, quizás porque con
Justin me sobraba, por eso estaba con él. Mantenía todas mis necesidades
ocupadas y por eso no me hacía falta fijarme en otro chico.
- Hola- dije sonriendo
mientras guardaba mi bolso en mi casillero y sacaba mi uniforme.
- ¿Cómo has pasado la noche?
- me preguntó,
- La he pasado,
Él se levantó como
acercándose a mí.
- Bueno, todo mejora con
el tiempo no te agobies- dijo sin dejar de avanzar hacia mí.
- Eso espero la verdad-
dije, y al notar que no tenía intención de parar, me puse nerviosa y agarré mi
uniforme-. Bueno, me voy a cambiar que empiezo en nada.
- Vale...- dijo, y me
miró algo extrañado al notar mi nerviosismo.
Cuando salí del
vestuario, Marco seguía en la sala, estaba comiéndose una barrita de cereales.
Me sobresalté al verlo, y se dio cuenta y me volvió a mirar sin saber que
estaba pasando.
- ¿Por qué te estas
comportando así conmigo? ¿He hecho algo que no debería haber hecho, Aina? – me preguntó.
- No…No. Es solo que… -
tenía que decírselo, simplemente para saber si era verdad- me he dado cuenta
que siempre me has tratado muy bien, y yo… no quiero que haya malentendidos…-
me avergonzaba hablar de esto.
- ¿Aina crees que me he
comportado así porque espero algo de ti?
- Yo bueno, déjalo son
tonterías mías.
- Te estas sonrojando- y
acto seguido soltó unas risas, lo que relajó el ambiente-. Me caes genial, y
cuando lo dejé con mi novia estuviste ahí para mí, sabías que no tenías por qué
hacerlo porque apenas nos conocíamos, pero me apoyaste y lo hiciste todo mucho
más leve. Y siento como que te lo debo y por eso intento hacerte esta situación
lo más sencilla posible, apoyarte en lo que pueda igual que hiciste conmigo. Por
eso no pienses que lo hago con doble sentido- me sonrió-, lo hago porque eres
mi amiga y quiero verte bien.
- Yo te agradezco todo
el apoyo que me has dado, enserio. No sé cómo agradecértelo.
- Ya buscaré alguna
manera…. Como tu ayuda en alguna consulta o algo, tranquila- dijo y los dos
empezamos a reír. Él cogió sus cosas y fue hacia la puerta de la sala- Además
Aina… Sé que todavía crees que estás con él, y yo no me meto entre dos
personas.
Y antes de irse me
guilló un ojo y sonrió. Me quedé un poco petrificada, ¿acaba de pasar lo que yo
creía? Que si Justin no estuviera así.. Si yo no “estuviera” con Justin, ¿él lo
intentaría?, pero como salía él entraba Cassie por la puerta.
- ¿Ya estás aquí?
¡Venga! Que es hora de dar los desayunos. ¿Qué te pasa? - me preguntó al ver mi
cara, se asomó por el pasillo y luego me volvió a mirar- ¿Ha pasado algo con Marco?
- me preguntó mientras levantaba una ceja.
- ¿Qué dices? Anda calla
y vamos a la cocina- dije mientras avanzaba pasando a su lado para salir de la
puerta y las dos fuimos hacia la cocina para repartir las bandejas.
Dejé la habitación 162
para el final, Cassie se había ido para dejarme algo de espacio y tiempo,
supongo. Me asomé por la ventana y no veía a nadie en la habitación. ¿Lo habían
dejado solo? Pegué en la puerta para avisar que entraba, al entrar lo vi
sentado en la cama pulsando el botón de encender de control remoto de la
televisión, pero esta no le hacía caso. Miré lo que podía estar mal y vi como
estaba desenchufado el cable. Con la bandeja todavía en la mano puse el cable
en el enchufe y la televisión se encendió de repente.
- ¡Gracias a Dios! -
dijo y después posó su mirada en mí y me sonrió- Anda ya estaba pensando que no
volvería a verte.
Algo dentro de mí se quebró,
haciendo que mis piernas empezaran a temblar, lo miré ¿me había recordado? Mis
ojos se humedecían más por minutos.
- ¿Me recuerdas? - le
pregunté mientras dejaba la bandeja en la mesa auxiliar y me acercaba a él.
- Claro que me acuerdo-
me dijo convencido y mi corazón empezó a latir aún más fuerte, tenía miedo que
hasta él lo escuchara- Solo he olvidado recuerdos antiguos, a mi enfermera
favorita no- dijo, y estaba esperando que me sonrojara o riera, pero en cambio
bajé mi mirada al suelo-. Oye, ¿qué pasa? ¿He dicho algo que no debía?
Mi cara se había
convertido en un cuadro, claro que sólo recordaba que era una enfermera. Pero
era inevitable que me hiciera ilusiones en cada momento, pero debería de dejar
de pensar que me podía recordar en cada momento. Tenía que buscar a su madre,
para decirle que tenía las cajas echas y que se las iba a mandar a su casa,
solo quería que me confirmara la dirección.
- ¿Tu madre no está por
aquí? - dije evitando su pregunta y cambiando de tema.
- No, le he dicho que me
diera un poco de espacio tengo ya mis veinti- empezó a decir, pero se quedó
callado.
- Veinticinco- dije por
él.
- Eh, si eso… ¿Te sabes
la edad de todos tus pacientes? - preguntó sonriéndome pícaramente.
- No, solo de ellos con pérdida
de memoria- dije algo seca, pero así era mi sentido del humor y a Justin le
encantaba.
- Oye, eso ha sido un
golpe bajo- dijo como haciéndose el dolido, pero después se empezó a reír-. Me
caes bien Aina- cada vez que pronunciaba mi nombre podía sentir todo un zoológico
en mi estómago, y también sentía como mis mejillas se sonrojaban- ¿Y yo puedo
saber qué edad tienes?
- Veintitrés- respondí.
- Que joven.
- Me lo suelen decir-
dije encogiéndome de hombros.
Echaba de menos hablar
con él, escuchar su voz, sentirme escuchaba e importante. Lo había echado de
menos a él, demasiado, tanto que me dolía el no poder abrazarle para dejar de
extrañarle cada vez que lo veía.
- Estoy harto de estas
cuatro paredes- dijo en voz alta, pero sonó más como un pensamiento interno.
- ¿Quieres salir? - le
pregunté, sencillamente porque quería estar más tiempo con él, y al no estar su
madre debería de alguien estar con él.
- ¿Puedo?
- Claro, vamos al
pequeño recinto que tiene el hospital fuera. Si quieres puedes desayunar allí.
Él se lo pensó, miró la bandeja
y después me miró a mí.
- ¿Seguro que no
intentas secuestrarme? - me preguntó algo serio, por lo que no sabía si lo
decía de verdad.
- ¿Para qué te voy a
secuestrar?
- No sé, quizás soy
millonario y nadie me lo ha dicho- dijo, y seguía con el tono serio, pero al
mirar mi cara empezó a reírse-. O a lo mejor me vas a secuestrar para tu
disfrute propio- y levantó una ceja.
- Ojalá todos los
pacientes tuvieran el mismo despertar que usted- me costaba hablarle de usted,
pero era como debería de tratarle.
- - él sonrió-. Siento
que he perdido demasiado tiempo y quiero disfrutar de la vida, así que venga
Aina póngame en una silla de ruedas y llévame a conocer mundo- dijo mientras se
quitaba las sabanas de encima. Se había quitado ya la bata del hospital y se
había puesto un pijama que yo no reconocía, posiblemente se lo había comprado
su madre.
Yo sonreí, su vitalidad
no había cambiado. Acerqué la silla de rueda que había en una esquina de la
habitación a su cama y él se fue moviendo poco a poco hasta tener sus piernas
colgando de la cama. Puso una mano en mi hombro e instintivamente coloqué mi
mano en su costado para ayudarle a bajar. Lo estaba tocando, sentía de nuevo su
cuerpo caliente y no pude evitar sentir un hormigueo por todo mi cuerpo. Lentamente,
apoyándose en mí, se sentó en la silla de ruedas, yo fui a por la bandeja y a
por una manta.
- Hace frio fuera- dije
mientras le ponía la manta sobre las piernas, él miraba cada movimiento que yo
hacía.
- Eso me han dicho,
quedan pocos días para Acción de gracia, ¿no? - me preguntó mientras cogía la
bandeja de comida y la apoyaba sobre las piernas.
- Exactamente quedan tres días. Estamos a lunes 21.
- Espero estar fuera
para entonces, siento que alguien me espera fuera…- y como antes, parecía más
un pensamiento que otra cosa, era como si no hablara conmigo, pero esa frase se
me quedó grabado.
- ¿Una chica? -
pregunté.
- ¿Qué? – preguntó- Ah, sí, no sé, supongo, es
alguien importante. Que asco no acordarse… Pero mi madre no me ha dicho nada de
una novia…- su voz estaba disminuyendo por segundo, como si toda su energía desapareciera
con cada palabra- Bueno no hablemos de eso, llévame lejos de estas cuatro
paredes, Aina.
Y eso hice, lo saqué de
su habitación y lo llevé por los pasillos. Mis compañeros de trabajo me miraban
con cierta pena, todos sabían que él no se acordaba de mí, pero no me importaba
lo que pensaban. Yo era feliz con estar con él de nuevo, con poder escuchar su
voz de nuevo yo era feliz y haría hasta lo imposible para que me recordara
antes de que se acabara el año.
El camino hasta el
pequeño jardín fue todo en silencio, pero yo disfrutaba como una niña pequeña,
por saber que iba a estar un poco más de tiempo con él. Fuimos hasta un banco
de madera donde los familiares solían sentarse para descansar del ambiente del
hospital y todo su ajetreo y sensaciones.
- ¿Te quedas ahí? - le
pregunté mientras me sentaba y veía que él se quedaba en la silla.
- Si…- dijo un poco
inseguro mientras miraba sus piernas y el banco.
- Sólo vas a coger fuerza
en las piernas si te mueves, has estado dos meses tumbado sin moverte.
- Lo haré cuando me vea
capaz, ¿vale? – dijo a la defensiva, y cogió el dulce que había en la bandeja.
Los dos nos quedamos callado
por unos segundos, él me miraba de reojo.
- ¿No tienes que
trabajar? - me preguntó.
- Estoy trabajando. Te
tengo que vigilar, no puedes estar solo- dije lo suficientemente seria para que
se notara que me había molestado su comentario. El orgullo no se lo había
quitado tampoco el coma.
- Me hubiera quedado en
mi habitación si soy una molestia- dijo pegándole el último bocado al dulce sin
mirarme.
- No te hagas la víctima,
y no tienes excusa para contestar así cuando alguien busca lo mejor para ti.
Él suspiro y me miró.
- Mi familia me ha
estado dando la brasa con eso, con que camine. Y no puedo, ¿vale? Tengo miedo
de caerme o lo que sea. Sé que no me pasa nada y que puedo caminar, pero es
como si hubiera pedido toda la fuerza y me agobia pensar en que no la
conseguiré de nuevo.
- Claro que vas a
conseguir andar bien de nuevo, poco a poco, paso a paso y al final volverás a
ser tú de nuevo, pero no pagues tus problemas con los demás cuando ahora todo
el mundo se preocupa por ti.
- Lo sé. Lo siento,
¿vale? - dijo y cogió el zumo que había en la bandeja, se lo había escogido yo
del sabor que le gustaba. Y al beber se le escapó una pequeña sonrisa- Me gusta
este zumo.
- Me alegro- dije
sonriendo tiernamente.
Justin miró a su
alrededor y se quitó unos mechones de pelo que le molestaban
- ¿Tienes algo para
agarrarme el pelo? No lo aguanto más- dijo, y me quité una gomilla de la muñeca
para dársela. Él la cogió y se quedó mirándola por unos segundos, luego me miró.
Siempre era yo la que le recogía el pelo antes porque él no sabía o le quedaba
muy mal.
- Déjame que te lo haga
yo- dije mientras me levantaba y le quitaba la gomilla de las manos.
- Gracias… - dijo algo
avergonzado.
Y le quité el pelo de la
cara. Como echaba de menos tocar su pelo suave, sobretodo lo extrañaba por la
noche, cuando solía dormirme acariciando su pelo. Al terminar, me tomé unos segundos
para recomponerme y respiré profundamente antes de volver a sentarme delante
suya.
- No sé por qué, pero me
inspiras confianza Aina- dijo.
- Soy muy buena en mi
trabajo- dije sonriendo.
- Ah… Así que traes a
todos tus pacientes aquí, y yo que me sentía especial. Aunque bueno, intentaba
no hacerme muchas ilusiones porque ya sabes- dijo levantando su mano izquierda
y señalado donde iría un anillo-. No me meto en relaciones ajenas.
La segunda vez que me lo
decían en el día, pero esta vez me removió más recuerdos porque él se metió en
una relación. En la relación que yo tenía antes de conocerlo. Así que me
parecía algo muy gracioso que vinieran esas palabras de su parte, porque lo
había hecho, no había parado hasta que había aceptado que sentía cosas por él
haciendo que dejara a mi novio por él. Sí que había sido respetuoso y yo jamás
le había puesto los cuernos a mi novio, pero se metió en mi corazón de una
manera que jamás estuvo mi ex. Y tuve que dejarlo.
- ¿Puedo adivinar quién
es? - me preguntó mirando el anillo.
- Eh… claro…
- ¿Es el doctor que
estaba en mi habitación la primera vez que te vi? - me preguntó.
- ¿Marco? No, no, no… Él
es solo un buen amigo.
- Aina, vale que eres
joven pero no te tienes pinta de ingenua. Yo no miro así a una amiga, cuando entraste
en la habitación no te quitó los ojos de encima.
- Es solo que se
preocupa por mí- le contesté.
- Bueno- dijo encogiéndose
de hombros-. Ya que estamos hablando de esto… Tengo la sensación de que me
falta algo.
- ¿La persona esa que te
espera fuera? - le pregunto rápidamente.
- Supongo… No sé, siento
que no hice caso a alguien, y debo de pedirle perdón.
Un sentimiento de
añoranza me invadió por completo. Deseaba ser yo esa persona, que quisiera
pedirme perdón a mi por no quedarse en casa como y esperarme como le dije. Que
se fue con la moto en vez de esperarme. Pero no podía saber nada con seguridad.
- Bueno, vamos dentro,
que tengo que seguir haciendo cosas- dije algo seria, más que seria triste pero
apenas se podía diferenciar eso en mí.
- Si, si, mejor que hace
frio.
Y fuimos hacia la
habitación. Quería dejarlo e irme, despejarme, mi cabeza empezaba a dolerme,
por primera vez necesitaba alejarme de él. Demasiado por un día. Me costaba
intentar actuar como con otro paciente y no como mi novio. Me costaba no
regañarle por no haberme hecho caso, y que él haya sacado el tema me dolía aún
más. Ahora sentía cierto enfado hacía él, sin tener él la culpa. Cuando
llegamos a la habitación se volvió a apoyar en mí, y su tacto se sintió como
una patada en el estómago.
- Gracias por sacarme de
aquí, necesitaba aire fresco y hablar con otra persona que no fuera mi madre.
- De nada. Para eso
estoy- dije mientras le recogía la bandeja vacía, y justo cuando iba a salir de
la habitación el me volvió a llamar.
- Aina…- dijo en un tono
triste.
- ¿Si?
Cuando me giré para mirarlo,
tenía los ojos algo húmedos.
- ¿Tú crees que
recordaré todo?
- ¿Tú quieres recordar? -
le pregunté.
- Si.
- Entonces recordarás.
Él sonrió levantando un
poco las comisuras de su boca. Y acto seguido abandoné la habitación, no podía
estar más a su lado, me consumía. Dejé la bandeja vacía en un carrito junto a
otras bandejas y fui a la sala de descanso para beber agua y recuperarme un
poco el aliento. En ese momento, Marco salió del vestuario y estaba cogiendo
unas cosas de su taquilla. Al mirarme me sonrió y se pasó la mano por el pelo.
- ¿Cómo ha ido? Me han
dicho que has sacado a dar un paseo a Justin.
- Bien… Sabe que ha
olvidado a alguien.
- Eso es buena señal- me
sonrió mientras cerró su taquilla.
- ¿Ya te va? - le
pregunté.
- Si, ya es hora, quiero
dormir algo que luego a la noche vuelvo.
- Que descanses- dije y
le sonreí antes de pegarle otro trago a la botella.
Él me
sonrió de vuelta y se fue, pero volvió a entrar como si se le olvidara algo.
- Ya sé cómo me puedes
devolver el favor- me dijo-. Cena conmigo en Acción de Gracia. No tienes
contacto con tus padres y los míos están muy lejos, los dos nos vamos a quedar
aquí en la ciudad solos. Además, los dos no trabajamos esa noche, si, lo he
mirado para que no puedas pones excusas.
Aparte son fechas muy señaladas,
echaras de menos a Justin y yo a mi novia, así que, para emborracharos en un
bar por separado, nos emborrachamos en mi casa los dos juntos. ¿Qué te parece?
Yo sonreí por eso
último, la verdad es que no me había parado a pensar qué iba a hacer esa noche,
solo sabía que Cassie cenaba con su novia y no iba a poder estar con ella. Así
que solo me quedaba él, Marco.
- Me lo has puesto de
una manera que no puedo negarme- dije sonriendo-. Así que si, cenemos juntos.
- Vale, perfecto- sonrió orgulloso-. Hasta
luego Aina.
- Adiós Marco.
No sabía dónde me metía,
sólo sabía que con él me distraía y me divertía.
------------------------------------------------------
No me creo que haya cumplido y haya traido este capítulo el domingo, ya como traiga el siguiente el miércoles me merezco un monumento. Bueno, espero que os haya gustado, y el trailer estará ya mismo listo, así que darle mucho amor a este capítulo si lo queréis lo antes posible!! <3
Tweet
Me encanta!!!!! No has pensado en subir la novela a wattpad???
ResponderEliminar