Content

Capítulo 41


Me encontraba en mi cama, podrían ser las 3 de la madrugada, mi primer día había llegado a su fin por fin. En la cama enfrente de mí, Margaret dormía plácidamente, me alegraba saber que esta vez mi compañera de habitación era tranquila, esta vez me tocaba a mi ser la rara. Me senté y estiré mi brazo hasta agarrar una libreta que me había traído, era negra con arañazos y casi destrozada. Abrí con cuidado la libreta, unas hojas cayeron en la cama, eran hojas de la anterior vez, tenía pensado dárselas a Justin pero nunca surgió el momento, todo fue demasiado rápido. Dejé las hojas arrancadas en una parte y miré las hojas nuevas. Muchas veces pasar de página no significa que lo que viene va a ser mejor, simplemente que va a ser diferente. Cogí un bolígrafo negro puse el cuaderno en mis rodillas.

Día uno.
Nuevo sitio, misma mierda. Esto es diferente, ¿sabes? Esto es como más caro, aquí todo nos tratan con sumo cuidado, me pregunto cuando dinero se habrán gastado mis padres en esta tontería para que yo acabe muerta. Sí, he dicho eso y no me asusta la idea, no sé cuánto faltará pero algo me dice que está cerca el final, ya no está él, ya no hay nadie. Querido Diar perdona, pero no puedo llamarte así, todo me recuerda a él y me duele, cada respiración, cada paso. Pero yo soy la estúpida que lleva ahora mismo su jersey que huele a una mezcla de su olor con el mío, me gusta pero lo odio y por eso… Mierda, una lágrima ha caído y se ha corrido la tinta, te había dicho que lo odio. He tenido que comer demasiado y luego tuve que merendar un yogurt y cenar, tengo ganas de vomitar. Odio este sitio. Lo odio a él. Pero como bien dijo la directora, soy una buena actriz porque solo odio a este sitio. Quiero dormir pero me aterra averiguar que monstruos aguarda este lugar. Buenas noches querido Diar… lo siento por las lágrimas.

Me despertaron unas luces intermitentes, o eso me parecieron a mi. Me tapé la cara con mi mano.

- Ups, lo siento, no sabía que tenía el flash.

Aparté la mano de mi cara y me senté en la cama, giré mi cabeza para ver como Margaret estaba de pie junto a mi cama con su cámara en la mano. Me quité el jersey lentamente, lo doblé a los pies de mi cama.

- ¿Y por qué sacaste más de una?- pregunté, frotando mis ojos.
- Porque eres muy guapa cuando duermes- sus mejillas se sonrojaron.
- ¿Qué? ¿Me has hecho fotos mientras dormía?- pregunté, levantándome de la cama en un salto, intenté ignorar el mareo.
- Si… si…- dijo aterrorizada por mi tono de voz.
- ¿POR QUÉ?- chillé.
- Yo…yo…

Veía como su cara se ponía roja y su labio inferior empezaba a tambalear.

- ¡BORRALAS! ¡YA!- grité, intentando agarrar su cámara, pero ella se movía.

Margaret se sentó en el suelo, con la cámara entre su pecho y sus piernas, se tapó los oídos, empezó a mecerse y a gritar. Yo di unos cuantos pasos hacia atrás asustada por su reacción, ¿qué acaba de pasar? Entonces una mujer entró en nuestra habitación y fue hacia Margaret, se agachó a su lado y le susurró cosas, luego entró otra mujer que me sacó del brazo de la habitación.

- ¿Qué pasa?- pregunté, todavía atónita. Muchas chicas se habían asomado de sus habitaciones.
- Margaret no aguanta los gritos, creía que te lo habían dicho.
- Llegué ayer- miré hacia atrás para ver cómo se llevaban a Margaret de la habitación.

La mujer me soltó del brazo cuando llegamos delante del comedor.

- Eres Grace, ¿no?
- Si.
- Vale, desayuna, luego te toca tu primera sesión.

Y la mujer desapareció sin que me diera tiempo de averiguar a qué se refería y donde tendría que ir. Abrí las puertas pesadas del comedor y entré para ver a caras largas mirando sus platos, mientras pasaba a sus lados me miraban entre suspiros. Llegué a mi mesa, si, era mía porque tenía mi nombre y el de dos chicas más. Llegué y a los segundos vino la misma mujer que ayer y se sentó delante de mi mientras yo desayunaba pan con un zumo de frutas, después de una hora logré salir de allí.

Mientras andaba por el centro para averiguar donde tenía que ir, me entraron ansias y me arrepentía que haber entrado aquí porque tenía que comer, iba a ser u cadáver gordo… Entonces la idea de haberme tirado de un puente y que luego la marea llevara mi cadáver no me parecía una mala idea. Fui hasta una enfermera.

- ¿Dónde están los servicios?- pregunté.
- ¿Para qué?
- Mear, joder.
- Acompáñeme.

Y la seguí por un pasillo hasta que paramos en una puerta, ella metió una llave y la abrió, entre y observé que solo había un retrete y era una habitación pequeña. Encendí la luz y cerré la puerta. Me bajé los pantalones acompañados de mi braguita e hice pis mientras pensaba como podía vomitar. Cuando se me ocurrió la idea de agacharme lo máximo posible al agua del váter la puerta se abrió, gracias a Dios que yo me estaba subiendo los pantalones.

- Sal- me dijo.

Le hice caso, aunque las náuseas aumentaban por segundos.

- Me toca mi primera sesión pero no sé ni donde es ni qué es.
- Te llevaré- me dijo.

A los minutos llegamos a una puerta de madera cerrada, la mujer pegó y abrió la puerta mientras asomaba la cabeza, luego me miró a mi.

- ¿Cómo te llamas?- me preguntó.
- Grace.

La mujer volvió a meter la cabeza y luego abrió la puerta al completo, me empujó para que entrara y después cerró la puerta. Levanté la mirada rápido para ver a un hombre que me sonaba mucho, me quedé unos segundos mirándolo hasta que sonrió y supe quién era.

- Padre…- susurré.
- Aquí no me llaman así, lo extrañaba- dijo haciendo un gesto con su mano para que me sentara.

Yo me senté en un sillón negro  que había enfrente a su mesa, pero al ver mis piernas, las náuseas volvieron.

- ¿Puedo usar su servicio?- pregunté.
- Claro, está allí- señaló una puerta a la derecha.


Me levanté y fui hacia allí, cerré la puerta y me apoyé en ella para respirar, sentía una pequeña presión en mi pecho tan fuerte era que me dejé caer al suelo apoyándome en la puerta. Me agarré las piernas para que mi pecho pudiera dejarme de doler. Empecé a respirar violentamente, cerré mis ojos para intentar concentrarme pero lo único que vi fue su sonrisa y eso no me relajaba, me ponía más nerviosa. Los ojos de Justin me miraban, supe que era un recuerdo de una de nuestras noches, él me acariciaba mi mejilla y me apartaba un mecho del cabello, después me besaba el cuello y pude ver las estrellas en lo alto, el aire azotaba nuestros cuerpos desnudos. Él me susurró palabras que hacían que me pusiera roja como una niña pequeña, podía notar su cuerpo contra el mío, su cuerpo caliente protegiéndome del frío.

Cuando abrí los parpados dejé el camino libre a mis lágrimas, me puse a cuatro patas y fui lentamente hacia el váter, abrí la tapa y me puse de rodillas para encender el grifo, mientras el agua corría puse dos dedos en la punta de mi lengua y avancé con delicadeza, a los segundos ya tenía el vómito en mi boca.

Me levanté y lavé mis manos, pude notar los débiles que estaban mis uñas y mi garganta me dolía, enjuagué mi boca y el agua fría al entrar en contacto con mis dientes hizo que todo mi cuerpo tiritara. Me mojé la cara y la nuca, después salí del baño. Padre estaba revisando unas hojas cuando salí.

- Perdona por tardar… he…
- ¿Has vomitado?- preguntó, sin levantar su mirada.
- He tenido un ataqué de pánico.

Padre dejó los papeles en su mesa mientras yo me sentaba.

- Estas cambiada- me dijo.
- ¿Para bien?
- Más quisiera yo… Esos ojos no son de una persona que intenta avanzar.

Bajé mi mirada sin quererlo.

- Pero estoy aquí… ¿Eso no significa que quiero avanzar?
- Grace, nos conocemos, sabemos cómo eres…
- No me conozco- le corté.
- Te conoces, pero no quieres admitirlo, sabes que tú no eres así pero te esfuerzas en serlo, sabes que no perteneces a este lugar pero crees que te lo mereces. Ya te lo dije, no quieres morir pero te empeñas en que es lo único que podrías hacer.
- ¿Me está diciendo que soy egoísta?

Él se encogió de hombros.

- ¿Crees que eres egoísta?
- Si, mucho, solo pienso en lo mejor para mí, en cómo acabar con mi vida. El mundo rodea a mí alrededor, yo soy el sol, soy gorda como él.
- No cambies de tema.

Puse una mano en mi nuca para restregarme las últimas gotas de agua que tenía.

- El otro día estaba leyendo un artículo en el que se hablaba de como las jóvenes de hoy en día estaban equivocadas, que los hombres no prefieren un alambre si no a una persona con más carne.
- Pero yo no quiero adelgazar para hacer feliz a ningún chico, lo hago por mi misma, para ser feliz.
- ¿Qué significa ser feliz para ti?

Me callé por unos segundos en los cuales, jugué con mis dedos, recordé los dedos largos y las manos grandes de Justin, sonreí.

- Que la gente me quiera.
- ¿Y no es lo mismo, Grace? Quieres cambiar para ser feliz, para que la gente te quiera.
- Me… Me duele la cabeza Padre- me llevé la mano a mi frente.
- Se supone que hoy solo tenía que conocerte, pero yo te conozco demasiado bien, así que bueno, te puedes ir.

Me levanté, arrastrando con cuidado el sillón.

- ¿Cuánto hace que trabaja aquí?- pregunté.
- Desde ayer- dijo él firme-. Pedí el cambio cuando me enteré que habías vuelto a este mundo.
- ¿Por qué yo?
- ¿Tan raro te resulta que haya gente que te pueda coger cariño?
- No es lo común.

Y me fui de la sala. El día paso tranquilo menos por las comidas, después de la cena volví a mi cuarto y allí estaba Margaret, con su cámara en la mano, me miró y sonrió tímidamente.

- Hola.
- Hola- dijo ella.
- ¿Dónde has estado? Quería hablar contigo- le dije-, quería pedirte perdón.
- No lo hagas, no es tu culpa, soy yo. Y he estado en la habitación gris, hasta que me dejaron salir.
- ¿Habitación gris?
- Es una sala acolchonada de color gris, te encierran allí cuando no te pueden controlar.

Yo fui a por mi/su jersey mientras ella miraba unas cosas en su cámara. Me senté en mi cama y ella me habló de nuevo.


- Mañana es navidad.
- Ah- dije mirando mis uñas, con delicadeza, lentamente.
- ¿Crees que alguien vendrá a verte? – me preguntó.
- No creo que nadie se acuerde de que existo.
- ¿Y tus padres? ¿Y tus amigas?
- Me enfadé con ellos y mis amigas prefieren pasar la navidad emborrachadas que aquí.
- ¿Y algún novio?
- No hay nadie.
- Pues eres hermosa como para que no tengas a nadie.

Me tumbé en la cama, dándole la espalda. “Eres hermosa” ¿no podría haber dicho nada mejor? Me acordé de sus manos sujetando la máquina, pasándola por mi piel, parando cada vez que gemía de dolor y su sonrisa cuando vio el tatuaje terminado, cuando me dijo que le encantaba. Empecé a rascar mi piel para olvidarlo.

- Tuve un novio…- susurré.
- ¿Cuándo cortasteis?
- Cuando me metí aquí, él me trajo.
- ¿Él te quiere?
- ¿Quién me puede querer a mí?

Acerqué la manga del jersey a mi nariz, esforzándome aun podía distinguir su olor

- No eres una persona difícil de querer, yo ya te tengo cariño. ¿Crees que vendrá?
- No.
- ¿Por qué?
- Le dije que lo quería fuera de mi vida.
- ¿Lo sentías de verdad?

Me sequé un par de lágrimas, maldita llorica.

- Lo quiero aquí conmigo- susurré- cada segundo de mi vida.
- ¿Y por qué no se lo dijiste?
- Porque no quiero que sepa que dependo de él, no quiero que él sea un impedimento para… para morir. Quiero que me odia para que así no tenga que sufrir.

Ella suspiró, oí como abría y cerraba cajones y después se metía debajo de las sabanas.

- Yo creo que vendrá.

- Yo espero que te equivoques.

---------------------------------------------------
Subiré uno más.

No hay comentarios:

Gracias.

Con la tecnología de Blogger.