Me encontraba a las 10 de la noche, con la parte derecha de
mis costillas vendadas, en el sofá tumbado casi encima de Justin mientras él me
rodeaba con sus brazos y veíamos una película. Hacía una noche especialmente
fría, seguramente nevará. Justin miraba la película mientras yo no podía dejar
de pensar en el gran día de hoy, cualquiera que nos hubiese mirado habría
pensado que somos solamente dos adolescentes enamorados y ahora mismo todo esta
tan perfecto que tengo miedo de arruinarlo, pero hay una pregunta que ha estado
rondando por mi cabeza por un tiempo.
- Justin- dije susurrando.
- ¿Si?
- ¿Te quedarás hasta navidades?
- La verdad es que siempre pensé que te cansarías de mi a
los dos días y volvería a mi casa, jamás pensé que estaría tan cómodo aquí
contigo.
- ¿Entonces te quedarás?
- ¿Tú quieres que me quede?
- Las navidades siempre son difíciles de pasar…
- Pues no hables más, aquí estaré- susurró en mi oreja.
Me giré y lo miré, quizás la perfección no existiera pero él
es lo más parecido que puedes encontrar. Le di un pequeño beso en la nariz y me
levanté. Fui hasta la televisión y la apagué.
- Vamos a dormir- le dije.
- Ya parecemos como un matrimonio- dijo levantándose y
cogiéndome de la mano para ir a la cama.
- Nosotros no hacemos el amor- le advertí.
- Eso es fácil de cambiar.
Y dicho eso, me cogió tal y como se coge una princesa y me
dio un beso.
- Justin bájame, te vas a hacer daño en la espalda.
- ¿Te acuerdas de la pluma?- dijo levantando una ceja.
Yo reí y él sonrió. Me llevó hasta la cama y luego me
depositó suavemente, como si me fuera a romper. Luego colocó cada rodilla a
cada lado de mi cuerpo, estiré mi mano hasta acariciar su mejilla.
- Esperarás, ¿cierto? Hasta que esté lista…- dije tímida.
- Por ti esperaría mil años- dijo susurrando en mi boca.
Levantó una de sus manos que estaba a la altura de mi cabeza
y la pasó por encima de mis costillas, donde estaba el tatuaje con su letra y
después presiona fuertemente sus labios contra los míos, haciendo que expulse
un gemido cuando se separa y se coloca a mi lado.
- Lo que tú haces se llama tentarme- dije susurrando.
- Calla y duerme- dice divertido mientras pega su cuerpo
contra el mío.
Otra mañana a su lado, otra noche durmiendo al son de su
latido. Entonces me doy cuenta de lo que me había despertado, era el sonido de
mi teléfono mientras vibraba en la mesita de noche más cercana. Levanto mi mano
despacio para no despertar a Justin y leo el mensaje.
“Buenos días Grace, espero no haberte despertado, solo te
enviaba esto para recordarte que mañana nos vemos de nuevo. Trae a Justin –
Doctora Blevins."
Dejo el móvil en la mesita y sin quererlo expulso un pequeño
gemido de angustia. Un nudo se había formado en mi pecho y me costaba respirar.
Justin y yo no éramos una pareja normal porque yo no era normal, porque las
personas normales no van a loqueros, porque las personas normales no tienen
marcas sobre todo su cuerpo. Entonces empezó a de verdad costarme respirar y no
podía moverme para intentar coger el aire. Justin se levantó de golpe, miro a
su lado y cuando me vio me apartó los mechones de la cara y me miro a los ojos.
- ¿Grace? ¿Estás bien?
Negué lentamente con la cabeza. Él puso su mano bajo mi
espalda y me ayudó a sentarme en la cama. Se puso detrás de mí, puso su mano en
mi corazón y empezó a respirar a mi oído. Intenté imitarlo, pero era como si
solo pudiese pasar un pequeño hilo de aire por mis pulmones. Empecé a derramar
lágrimas, Justin se levantó de la cama, se puso delante de mí y me besó, pero
me di cuenta que más que eso era un boca a boca. Él intentaba que entrara aire
en mis pulmones. Y poco a poco esa presión fue desapareciéndose. Justin cogió
una botella de agua cercana y me la ofreció. Yo intenté abrirla pero mi mano
todavía temblaba. Él la abrió y puso la botella en mi boca, pegue un trago y él
la volvió a cerrar.
- Se te da muy bien esto- dije sonriendo tímida.
- Muchas veces tuve que dar de beber a mi abuelo y darle
aire, no sabes las noches que me desperté y él tenía los ojos abiertos de par
en par y su pecho y bajaba muy rápido…- él me acaricio la cabeza y me secó las
lágrimas- ¿Y qué ha pasado?
- Mañana tengo la cita con la Doctora Blevins.
- ¿Y?
- No quiero que me vuelva a pasar lo de la otra vez.
- Mira, eso son problemas del mañana… Vivamos el presente,
¿de acuerdo?
- De acuerdo.
- Así que levántate dúchate y piensa en un lugar que te
guste mucho.
- ¿Por?
- Ya lo sabrás después.
Y se fue de la habitación con una sonrisa en la cara. Yo me
quedé en la cama unos segundos, dando vuelta, aspirando su aroma. Jamás lavaría
estas sabanas, jamás… Lo que de verdad espero es que jamás me toque extrañar su
aroma por mucho tiempo. Me levanté de la cama y fui hacia el baño, empecé a
desvestirme sin querer delante del espejo, cuando quedé totalmente desnuda
observé mi reflejo. Por primera vez en un largo tiempo, pude aguantar mi mirada
por varios segundos. Me observé las cicatrices, pasando mi dedo por cada una de
ellas. ¿Por qué la vida no podía ser fácil? ¿Por qué me merecía tanto odio?
Levanté mi mirada, hasta mirarme a los ojos, me deshice mi coleta y mi cabello
se deslizó por cada extremo de mi rostro. Todos somos hermosos, tan solo hay que
esperar a encontrar a la persona adecuada que supiera apreciar nuestras
imperfecciones. Esa era una de las frases que Padre me dijo cuando ya me dieron
el alta.
¿Será Justin? Quité el vendaje del tatuaje, estaba todavía
un poco rojo, pero era precioso, ni muy pequeño ni muy grande… Lo mejor era que
estaba escrito por él, en mi piel. Acaricie suavemente el tatuaje y parpadeé
varias vece seguidas para que se fueran las lágrima de mis ojos.
- ¡Grace! ¡Pequeña! ¿Estás bien? No oigo el agua- gritó tras
la puerta.
- Si, si, estoy bien- dije sonriendo.
- ¿Seguro? Que si quieres entro y te ayudo.
- Anda, vete a hacer lo que estuvieras haciendo.
- Vale…
Y sin darme cuenta tenía una sonrisa en mi cara que no se
iba, parecía una estúpida intentando cerrar la boca. Me metí en la bañera,
abrir el grifo y dejé que el agua fluyera por todo mi cuerpo.
Cuando salí, sequé con una toalla suavemente el tatuaje y le
eché una crema cicatrizadora y me lo tapé, me sequé mi cabello y fui hacia mi
cuarto, me puse unos jeans oscuro e intente buscar mi jersey favorito pero no
lo encontraba.
- Justin, ¿has visto un jersey color negro?
- No- gritó él- ¿Por qué? ¿Necesitas un jersey? Yo tengo, ve
a mí cuarto y busca.
Cuando pronunció las palabras “mi cuarto” fue como si
viviéramos juntos y mis mejillas se sonrojaron, ¿Cómo sería vivir con él?
Despertarme con besos, dormir con besos… No parecía un plan tan malo.
En sujetador y muerta de frío corrí hacia su cuarto y me di
cuenta que lo había puesto todo en el armario de la habitación. Allí encontré
un jersey color gris con símbolos en blanco y negro. Me lo puse y me llevé las
mangas a mi nariz, olía a él, como si se lo hubiese quitado hace unos segundos.
Me puse las zapatillas y fui hacia la cocina. Allí se
encontraba Justin sentado, ya vestido.
- Te sienta muy bien mi jersey- dijo sonriendo.
- Gracias… ¿Y qué has hecho?
- Comida- dijo señalando una bolsa- Hoy vamos de picnic…
Pero claro, tú dices el lugar.
- ¿De picnic?
- Si- dijo él sonriendo.
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Subiré 2 más.
AKJDLFKSKFKSKJFDK Justin es tan adorable, como cuida a Grace, bueno los dos juntos son súper adorables jahdkkfksjdksjfkfkjsjdjkajd
ResponderEliminar-Y