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Capítulo 19


Justin

Cerré los ojos a las 6 y media y a la 7 me sonó el despertador, último día de clase antes de las vacaciones de navidad. Hoy nos dan las notas y por la tarde se celebra el baile de invierno, voy a ir con Daisy pero no tengo ganas, ¿por qué voy a bailar con una persona cuando en mi cabeza tengo a otra?

Recuerdo el día en el que empecé a salir con ella. Salí del entrenamiento de baloncesto, me acaban de nombrar capitán y me estaban felicitando, todos los chicos salieron del vestuario y cuando salí de la ducha me encontré a Daisy sentada entre mi mochila y mi ropa que ya había sacado.

 ¿Qué haces aquí?- dije agarrando mi toalla.
- Tranquilo, no tienes nada que no haya visto ya.
Daisy era la capitana de las animadoras y tenía una mala fama, pero nadie se atrevía a decirle nada.
- ¿Qué quieres?- pregunté.
- He visto que te han nombrado capitán… Y yo soy la capitana, todo el mundo espera que salgamos juntos.
- No te conozco.
- ¿Y?- ella se levantó y vino a mí- No tienes mucha reputación cariño, eres el tío bueno marginado del final de la clase. Si una chica como yo te propone esto no deberías ni pensártelo. Tú me necesitas y yo te necesito, si la gente cree que tengo novio dejaran mi fama tranquila. ¿De acuerdo?
- Yo…
- Además, siempre que quieras algo, aquí estoy yo.

Y acto seguido me dio un beso. Ella era guapa y acepté su trato, no sé en qué estaba pensando, pero ya llevamos con esa farsa dos años. La gente cree que somos la pareja perfecta… El único que lo sabe es César, el único en el que puedo confiar.

Me levantaba con la hora justa, así que cogí una manzana y me despedí de mi abuela y mi madre. Cogí las llaves y me metí en el coche, llegue en 10 minutos a casa de Daisy, hoy no tenía ganas de nada, no quería que ella me hablara, no quería que me recordara la noche que hoy me esperaba. Daisy salió de su casa con su mini conjunto de animadora, ¿hacia tanta falta enseñar tanta carne? Creo que es una talla más pequeña. Ella abre la puerta y entra, sin mirarme, pero cuando lo hace abre los ojos como plato.

- ¿Y esas ojeras? Oh, Dios, Justin. ¡Hoy es el baile y tú con esa cara! ¿No has dormido? ¿Por qué?

Era por pasar la noche estresado, por no saber si la chica que necesito más con vida me había abandonado.

- Una mala noche.

Ella suspiró y sacó maquillaje.

- A ver…- dijo mientras empezaba a echarme potingues en la cara.
- ¡Daisy!
- Estas de un humor de perros hoy…

Ella terminó de restregar algo y se volvió a sentar.

- Espero que estés mejor a la noche.

Aparqué en el instituto y ella salió corriendo. Yo baje del coche y allí estaba César.

- ¿Y esa cara? ¡No! ¡Espera! Uhm… ¿Grace?

Asentí con la cabeza.

- ¿Qué paso con esa bella dama?
- Que no se siente bella- dije con la mirada en mis pies.

Los dos avanzábamos al instituto.

- Algunas veces me pregunto si hubiera sido más fácil no hablarle aquel día.
- No pienses eso Justin, quizás por eso ella todavía sigue vivía.
- César… Creo que ayer cometí un error.

Él soltó unas carcajadas.

- ¿Y cuando no cometes errores, Justin? Pero en eso se basa la vida, en cometer errores y aprender de ellos…. Que profundo soy, sé que si creas un libro con mis frases te harías rico y podrás mantener a Grace y a vuestros cuatro futuros hijos.
- Le dije que la quiero.

César se quedó callado, pero luego me miró sonriendo.

- ¿Y acaso eso es un error?

Grace

No sé porque mierda he venido. ¿Qué hago aquí? Estaría mejor en mi casa. Eres estúpida Grace. Si te giras nadie se dará cuenta. Encima vas sola, no hay nada más penoso que ir sola al baile de invierno.

Empecé a darme media vuelta cuando oí que gritaban mi nombre, levanté la mirada y Elsa me saludó con la mano, yo le sonreí y le saludé. Ella se quitó los tacones y vino corriendo. Cuando llegó a mi lado se quitó los zapatos.

- Tenemos que hablar- me dijo.
- ¿Qué he hecho?
- Ayer tus padres llamaron a mi casa por la noche, no estaban mis padres, solo Sabrina y yo viendo una película…- me miró a los ojos- Y me preguntaron que cuando ibas a volver. No, tranquila- dijo cuando vio mis ojos alarmados- Le dije que lo más seguro es que ibas a quedar a dormir aquí… Me dijeron que si te podías poner pero les dije que estabas en el baño.
- Yo… Yo… Lo siento, sé que no te dije nada, perdóname no quería… Fue lo primero que me salió, lo siento.
- No pasa nada, te debía una por lo de la fiesta… Pero la próxima vez me avisas. ¿Dónde estuviste? ¿Con un chico?
- Yo…

Ella se acercó a mí.

- No estarás de nuevo con… ya sabes… ese grupo de personas…
- ¡No! ¡No! Eso ya pasó.
- Vale- dijo sonriendo-. Me voy ya, cielo.

Me lanzó un beso y se volvió a ir. ¿Ella se acordaba de ellos? Estiré mi rebeca, todavía mis brazos se veían rojos.

Llevaba un vestido negro ancho y unas botas militares. Pasé de entrar por donde lo hacía toda la gente, donde se hacían las fotos. Fui por la parte de atrás. Nada más entrar, me entraron ganas de vomitar. Solo veías una luz rosa y gente bailando, se podía oler el sudor desde la puerta. Pude observar como unos chicos entretenían a los profesores y otros echaban algo al ponche. Sonaba We are in love de Cider Sky


Nada más entrar supe que debería de dar media vuelta y salir corriendo. 


Miré a mí alrededor y dos chicos que estaban apoyados en la pared se quedaron mirando mis botas y empezaron a reír. Aceleré el paso, pero no fue suficiente, uno de ellos consiguió hacerme la zancadilla, caí de bruces al suelo y repente se formó un coro a mi alrededor, toda la gente me miraba. No, no, no.

- Loca, ¿qué haces aquí?- dijo uno y me tiró su vaso de ponche.
- ¿Te vas a poner a vomitar aquí?- dijo otro.
- ¿O te vas a cortar?- dijo el primero.

Me intenté poner de pie, pero me resbalé y volví a caer.

- ¡Gorda! Te pesa tanto el culo que no te puedes levantar.- gritó uno.

Esta vez intenté levantarme pisando fuerte. Me abrí paso empujando, justo en ese momento Sabrina y Elsa gritaban mi nombre, me quité las botas que estaban resbaladizas y salí corriendo hasta mi casa.

Empezó a nevar y yo tiritaba, en mi cabeza todo daba vuelta. Me fijé en mi destino, pero era como si gente delante de mí, vestida de negro, me interrumpía mi huida. “Gorda”, gritaban. Llegué corriendo a mi casa, pero me encontraba entre lágrimas.

No sé cómo llegué allí, no sé cómo cogí la cuchilla entre mis dedos, no sé cómo la pude hincarla con tanta fuerza. Una, dos, cinco, diez. La sangré era caliente.

Hola de nuevo, vieja amiga… susurró alguien o algo.


- Hija, respira, tranquila- oí a mi madre.

Pestañeé.

- ¡La hemorragia no para!- gritó alguien.

Todo se volvía más negro aún.


- No nos dejes- era la voz desgastada de mi padre.

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Ahora subo el último. xo

1 comentario:

  1. Oh Dios ¡no! Otra vez...
    (Sigo llorando, como dato jajaja)
    Serán putos los que estaban en el baile. Me caen mal >:(
    ¿Y si la encierran otra vez? Joder, no puede ser.
    Voy a seguir con el último.
    -Y

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Gracias.

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