Capítulo 21

Justin

Busque en mi ipod la canción All the little lights de Passenger, me quedaba una hora de viaje, que se iba a hacer eterna. Entonces me entró ese pequeño ataque de pánico. Me pregunté si debería nada más que bajara del autobús comprar un billete de vuelta… Me pregunté si estoy haciendo mal en cuestionarme si ir o no ir. Apoyé mi cabeza en el asiento y respiré. Recordé mi conversación con César antes de comprar los billetes.

- César, tú siempre me vas a decir que es lo mejor y que es lo peor… si hago algo mal o si lo hago bien, ¿no?

- Por supuesto.

Estábamos los dos en mi cuarto, él en mi cama y yo sentado en una silla. Removí mi cabello, los nervios me estaban matando… Llevaba desde hace unos días pensando en ir y cuando ella me llamó con que estaba en el hospital, supe que era el momento adecuado.

- ¿Qué pasa, Justin?- dijo él mirándome.

- Grace me ha llamado esta mañana, está en el hospital por…por intento de suicidio.

Se me hacía difícil decir que la chica que me estaba dando la vida quería quitarse la suya.

- ¿Está bien?- dijo alarmado.

- Si, si, al parecer unas amigas de ella llamaron a los padres y estos pudieron llegar a tiempo a casa.

- ¿Y qué ocurre?

- He estado dándole vueltas a una cosa… Estamos de vacaciones, tengo tiempo libre y… y necesito verla y ella a mí. Creo que es la hora de que vaya.

- ¿Sabes su dirección?

- Si, la tengo por la carta que me envió, venía su dirección.

Entonces César saltó de la cama y fue hacia la puerta, se giró y me miró.

- ¿Qué haces todavía sentado Vamos a por los billetes.

- Pe…pero no sé si estoy preparado- dije mientras bajaba la mirada.

Él se acercó  a mí.

- Tengo miedo de que sea demasiado para mí, de derrumbarme delante de ella, de no ser lo suficientemente fuerte… Tengo miedo que mi visita en vez de ayudar tan solo empeore las cosas.

- ¡Justin! Para, para de decir tonterías. Eres lo suficiente fuerte para eso. Verla a ella, en persona, mirarle a los ojos, eso te va a proporcionar la fuerza que necesitas. La vas a abrazar, por fin vas a poder averiguar a que huele… ¿Acaso no merece la pena? No seas estúpido, no vas a empeorar nada, cuando la veas y ella sonría de oreja a oreja sabrás que personas como ella, con problemas y poco queridas, saben apreciar cualquier gesto. Y cuando beses su frente y le susurres que ya estás ahí, te acordarás de mí y me darás las gracias por este discurso.

- ¿Estás seguro?- dije levantando la cabeza.

- No he estado más seguro en mi vida y ahora levántate y mueve ese culo hasta la estación de autobús para comprar el billete. Voy contigo, no vaya a ser que te des media vuelta.

- Siento que voy a vomitar- dije levantándome.

- Cariño, eso son las mariposas- dijo poniendo voz aguda.

Lo miré y él me miro, los dos empezamos a reír a carcajada limpia.

- Me gustaría que vinieras conmigo.

- A mí no, no quiero estar quiero mirando como os coméis a besos…

Cogí mi cartera, las llaves y el móvil. Los dos salimos de mi casa.

- ¿Crees que me dejara que la bese?- le pregunté, algo sonrojado

- ¿Qué chica no quiere ser besada?- me dijo.

Y los dos fuimos a la estación de autobús.

Quizás si no hubiera sido por él, yo no estaría aquí ahora. Pero aun así, después de hablar con él había algo que me impedía ir, muy bien sé yo que Daisy no me es fiel, pero yo siempre lo fui, sé que nuestra relación no es verdadera, pero yo no podía ir a visitar a Grace estando con ella. Así que después de hablar con César, fui a su casa. Simplemente hable, le dije que hasta aquí habíamos llegado, que no quería jugar más a este juego.

- ¿Y por qué?- me dijo ella, ni se había inmutado.

- Tengo que hacer un viaje…

- Vale, pero cuando volvamos al instituto seguimos igual.

- No, no, no quiero fingir más, ¿de acuerdo?

- Pero eres el capitán….- me susurró- Y yo la capitana.

- Eso no significa que tengamos que estar juntos.

- Pues muy bien, rompamos, volverás a ser el marginado de clase.

- ¿Ves que me importe?

Ella gruñó y cerró la puerta.

Ahora estaba y era libre, porque puedes estar libre pero no sentirte libre. Ahora yo lo estaba y lo era y además, estaba contando las horas para ir a coger el autobús.

Y ahora estoy aquí, dentro del autobús, con frío y sed. A mi lado hay una persona mayor, tiene gafas redonda y su cabello canoso, se le ve tan cómoda. Yo suspiro y remuevo mi cabello.

- Chico, ¿estás bien?- me pregunta la mujer.

- Yo… Estoy nervioso- dije sonriendo tímido.

- ¿Vas a ver a la novia por navidades?- dijo sonriéndome de vuelta.

- Si… digo no, bueno… no sé. No somos novios.

Ella rió tiernamente.

- Yo cuando tenía 25 años tuve un amigo… especial a través de cartas.  ¿Cómo conociste a tu amiga?

- Por internet…

- Ay… las nuevas tecnologías, como os facilitan las cosas. Yo podía pasarme días sin recibir una carta suya porque simplemente se había extraviado por correos.

- Y perdóneme si me meto en lo que no debo, pero…. ¿Conseguiste llegar a conocerlo en persona?

- Por supuesto, un año, por mi cumpleaños él consiguió ahorrar algo y lo gastó en un billete de autobús, fue todo una sorpresa.

- ¿Fue agradable?

- Lloré como jamás había llorado- dijo sonriendo, pero en sus ojos pude notar que al recordar todo volvía a tener ganas de llorar-. Pasó dos semanas conmigo, eran perfectas… Pero la despedida es horrible, bueno, ¿qué despedida no lo es?

Yo tragué saliva, no había pensado en la despedida…

- Pero no te preocupes muchacho, que no se acaba todo ahí…. Pero si más tarde...  Murió mi abuela y estuvimos tiempo sin habla. La cosa se enfrió y cuando volví a hablar con él, me contó que sus padres le habían buscado una mujer. Eso es lo malo de una relaciona distancia, jamás sabes que es lo que de verdad está pasando al otro lado, puedes perderle en un abrir y cerrar de ojos. Él me dijo que si yo de verdad lo quería, que fuera y detuviera todo… No fui, yo sabía que nuestra relación no iba a ninguna parte. Al año siguiente, él me invitó a su boda, yo fui, como amiga... Era lo único que podía ser.

Ella al terminar, tuvo que girar su cabeza para que yo no viera su pequeña lágrima por su mejilla arrugada.

- ¿Se arrepiente de haberlo dejado escapar?- le pregunté.

- A veces... Pero ahora estoy de camino a su casa, para visitar a sus nietos e hijos, para ellos soy como una tía lejana. Muchas veces nosotros mismos somos un ancla del pasado que no deja que las personas que más queremos puedan avanzar. Un día después de su boda, hablamos y me dio las gracias por todo. Que al negarme a confesarme mis sentimientos, había ganado una mejor amiga, yo, y al amor de su vida con el que se acaba de casar.

- ¿Usted lo seguía queriendo?

- Cariño, el primer amor no se olvida… simplemente aprendemos a vivir con ese sentimiento. Y con esto no te quiero decir que tú relación con tu chica no funcione… Simplemente que llegará un día en el que tendrás que poner todas las cartas sobre la mesa y ver qué es lo mejor para ella y para ti, si dejarla libre o agarrarte al único hilo que os une.

- Espero que ese momento tarde en llegar- dije nervioso.

- Yo también lo espero… Y dígame, ¿cómo es esa chica?

Y antes de que yo pudiera responder, el conductor anunció el nombre de mi parada, nervioso me levanté de mi asiento.

- Ella es perfecta- dije cogiendo mi mochila de mano y mi abrigo.

- ¿Cómo de perfecta?- dijo ella, dejándome paso.

- Lo suficiente para mí- dije sonriendo y yendo a la salida.

- Entonces cuídala, pocas veces encontramos a personas así.

- Lo sé y gracias.

- De nada muchacho, anda, ve y hazla feliz.

- ¡Lo haré!- grité mientras bajaba.

Abajo cogí mi mochila con algo de ropa y salí a la búsqueda de un taxis, que me llevara a su casa. Los nervios recorrían todo mi cuerpo, las ganas de vomitar aumentaban.

- La voy a ver- susurré todavía sin creérmelo.

Grace

Me encontraba tirada en la cama, observando mis vendajes, los puntos estaban bien cerrados y no se veía nada rojo. Toqué suavemente la parte interior de mi muñeca y fue como si me pincharan. Me volvió a venir un fuerte dolor de cabeza, cogí la pastilla que mi madre me había dejado por si volvía a dolerme la cabeza y pegué un trago de agua. A los diez minutos de tomármela, mis parpados empezaron a cerrarse.

- Mierda…- susurré.

Y terminé de cerrar los parpados para soñar con un sueño muy negro, cuando te duermes con pastillas no sueñas ni con pesadillas ni con nada, eso a veces es bueno.

Lo primero que escuché fue la canción de A thousand years de Christina Perri suavemente, como si estuviera lejos y a la vez cerca. Abrí levemente mis ojos, pero volví a cerrarlos. No tenía la fuerza suficiente como para mantenerlos abiertos.

Esta vez, oí una respiración que no era la mía en mi cuarto, era una respiración tranquila y profunda, lo siguiente fue como lentamente alguien acariciaba suavemente mi mejilla, desde el pómulo hasta la barbilla, tan suave como si tocara un jarrón con miedo a romperlo. Jamás me tocaron con tanta delicadeza.

La respiración fue acercándose, cada vez estaba más cerca, tanto que la sentía enfrente de mi rostro. Profunda, lenta y caliente. Volví a intentar abrir los ojos y lo primero que vi fueron unos ojos dorados, unos preciosos ojos color miel que me miraban con adoración sin quitar la mirada de los míos… Cerré de nuevo los ojos, los párpados me pesaban. En la profundidad de mi mente esos ojos me resultaban muy conocidos, demasiados conocidos. Quería despertarme, abrí los ojos del todo y reconocer quien me miraba así y saber el por qué, pero no podía, la pastilla todavía hacia efecto. Tenía que saber quién era, no podía perder el tiempo, necesita abrir los ojos… pero no podía.

- Justin, ven, se acaba de tomar una pastilla, le va a costar unos minutos despertarse del todo. - susurró la voz de mi madre.

A continuación oí como unos pasos se alejaban de mi lado. Y ya no sentía la mano en mi mejilla ni la respiración caliente en mi boca, ya no me tocaban como si fuera un jarrón… ya no me sentía adorada.

- ¿Justin?- susurré muy bajo.

- Si pequeña, soy yo, cuando te despiertes… búscame.- susurró una voz algo lejana.

La música volvió a desparecer y mis parpados volvieron a cerrarse, aunque aquella voz había revolucionado mi corazón.

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Ay, ay, que lloro hrvjttvethjvyhjtyvevthjyverejher Si es que son adorables. Si yo hubiera sido Justin la hubiera despertado de un guantazo e.e Mil gracias por comentarme y por todo, por las palabras que me decís sobre mi novela porque gracias a ellas tengo más ganas de escribir y de seguir con esta historia... Sin vosotros nada de esto sería posible, espero que lo sepáis. Adoro cuando ponéis una frase de la novela en un tweet o me decís que ha habido una parte que os ha encantado. Parecen cosas tontas, pero me llegan... Y siempre leo vuestros comentarios y me sigo emocionando como el primer día. 

Y recordar que detrás de las  ☁ siempre habrá un ☀ resplandeciente esperándoos. LOVE YA.

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