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Capítulo 15


NARRA JUSTIN.

Me separé de ella, no es porque quisiera dejar de besarla, oh no, me moría de ganas de seguir besando sus labios, pero las miradas empezaban a molestarme. Cuando me separé de ella, Aly me miró a los ojos, era como si me preguntara si había hecho algo malo, yo le respondí mirando a mi alrededor viendo las miradas de todas las personas que no se habían movido.

Le agarré la mano y me levanté, ayudándola a levantarse. Cruzamos la cocina andando lo más rápido que ella podía. Al llevar tacones estaba casi a mi altura, pero aun así la pude mirar desde arriba, ella miraba al suelo y no sé si es para evitar caerse con el vestido o si está pensando en soltarme la mano e irse corriendo.

Esperaba que no fuera lo segundo.
Pero lo era.

Lo supe nada más que salimos por la puerta de atrás y me soltó la mano tan rápido como si mi mano quemara o algo parecido.

- Yo…- me susurró.
- Aly, por favor, déjame que te lo cuente todo.

Aly iba caminando poco a poco hacia atrás, temía que en cualquier momento se quitara los tacones y prendiera su huida.

- Eres mi vida, pequeña, no me dejes.- le supliqué.

Me miró a los ojos, los suyos brillaban. Dejó de andar hacia atrás. Al ver que ella no se acercaba, lo hice yo, en dos pasos ya estaba enfrente de ella. Levanté mi mano y le toqué si brazo desnudo, no sé cómo no tenía frío. Pero sabía que ahora mismo sentir frío era lo que menos le importaba.  Y cuando le miré a los ojos, me acordé de la conversación que habíamos tenido mi madre y yo antes de ir a su casa. ‘Justin, me han llamado y….’

- ¿Me vas a contar lo que de verdad pasó, Justin?

Su voz me despejó de mis asuntos, había estado tan cargada la noche que ni siquiera me había acordado de lo que mi madre me había contado. Pero ahora no me preocupaba eso, ahora me importaba Aly.

- ¿Podemos ir a un banco y sentarnos?- le pregunté.

Ella se encogió de hombros y empezó a salir del callejón. Nada más que salimos, a nuestra derecha había un banco en el que ella se sentó, yo me senté a su lado. Nadie habló hasta que yo rompí el hielo.

- Fui de excursión por universidades y toco la suya, ella fue una de las encargadas en enseñarnos la universidad. Verla a ella me recordaba a ti mucho, demasiado, me acordaba de las veces que habíamos jugado juntos.  Entonces empezamos a hablar, le pregunté por ti… La verdad es que…- sonreí al cielo- Yo solo hablaba de ti mientras que ella intentaba cambiar de conversación.

Giré mi cabeza para mirar si me estaba escuchando, ella miraba atentamente al suelo, pero al oír silencio de nuevo, me volvió a mirar, supe que me estaba escuchando.

- Cuando nos íbamos a volver, empezó a nevar fuertemente, el autobús no estaba preparado para la nevada y nos tuvimos que quedar allí. Hacía mucho frío y Nancy me sugirió la idea de que bebiéramos para entrar en calor, estábamos yo y mis amigos con ella y unas cuantas amigas suyas. Lo estábamos pasando bien, cuando la gente se fue yendo y nos quedamos los dos solos ella me cogió del brazo y me llevó a su cuarto.

Yo veía como Aly estaba apretando sus manos en el borde del banco, como si fuera a romperlo.

- Ella me empezó a besarme el cuello, yo estaba borracho, hasta creo que me puso algo en la bebida… Pero no me acuerdo. Ella empezó  quitarme la camiseta. ¿Sabes que era lo más absurdo? Que creo que no la paraba porque había momentos en los que veía tu cara en la suya, hasta susurré tu nombre más de una vez. Pero cuando empezó a bajarme el pantalón, supe que no eras tú. Mi pequeña no hacía esas cosas entonces la aparté. Ella me dijo que siguiéramos y yo cogí mi abrigo y mi camiseta del suelo y me largué de la habitación.

Un segundo de silencio, dos segundos, tres… cuatro… diez… Dios ¿por qué no decía nada?

- Hija de su madre…- susurró.
- ¿Qué?- pregunté.
- Nancy me dijo que lo hiciste y que ella no quería pero que tú la obligaste.
- No, no, no, no- repetí una y otra vez-. Nancy no es como tu crees, ella es una perra.

Aly sonrió de lado y después negó con la cabeza. Todo volvía a la normalidad ¿no? Ella volvía a ser mi pequeña.

- Perdóname Justin, enserio, me he comportado como una niña pequeña.
- Es que lo eres.
- Tonto- dijo empujándome.

Aproveché y puse mi brazo alrededor de sus hombros, la apreté a mí y le besé la cabeza.

- Jamás haría algo que te hiciera daño. Lo sabes ¿no?
- Lo sé.

NARRA ALY.

Apoyé mi cabeza en su pecho y nos quedamos así por un minuto, la verdad es que no había nada mejor.

- Ya va haciendo frío, pequeña, volvamos a casa.
- Mientras esa arpía este allí, no voy a ir.
- Tranquila, estaré yo para protegerte.

Sonreí y me levanté con Justin. Él paró a un taxista y me abrió la puerta del taxi para poder entrar. Dentro del taxi él me dio su chaqueta porque empecé a tener frío, no sé cómo antes había estado tan normal. Apoyé mi cabeza mi cabeza en su hombro y algo que me gusta de los coches es que con ese traqueteo que tienen me duermo en un abrir y cerrar de ojos.

- Una noche larga, ¿no?- le preguntó el taxista a Justin.
- No lo sabe usted bien.- le respondió Justin.

Y eso fue lo que llegué a escuchar porque luego me dormí.

Cuando volví a abrir mis ojos estaba en mi cama, con el vestido y con la chaqueta de Justin…. Giré mi cabeza y él se encontraba tumbado a mi lado acariciando mi cabello y parte de mi cara. Estaba la luz de mi mesita encendida, pero es una luz tan suave que no hace daño.

- ¿Sabes que pareces un ángel cuando duermes?- me preguntó.

Sonreí.

- ¿Solo cuando duermo?- pregunté.
- Si, porque despierta eres el diablo en persona- dijo sonriendo.

Le encantaba picarme y a mí me encantaba que me picara. Agachó su cabeza y me dio un pequeño beso en los labios, yo coloqué mi mano en su mejilla y gruñí cuando se alejó.

- Eh, pequeña, espera un segundo, que Santa Claus ha venido a la ciudad, te tengo que dar tu regalo.
- Oh, no, Justin, se me olvidó comprar algo.
- Tus besos son los mejores regalos que me puedes dar.- dijo mientras buscaba algo en mi mesita.
- Mañana te compro algo.

Y Justin me miró, su cara había cambiado, me sonreía, pero no era la misma sonrisa que hace unos segundos.

- ¿Pasa algo?- pregunté.
- No, nada pequeña.

Y él me dio una caja morada con un lazo plateado. Me senté en la cama y empecé a abrir la caja. Quité el lazo y luego la tapa, detrás de ella se veía un colgante de plata. Cogí la cadena y de la caja salió un corazón. Se podía abrir y lo hice, había dos pequeñas fotos. En la parte de la izquierda estábamos nosotros dos patinando de pequeños, estábamos sonriendo, en la derecha estábamos también patinando, pero éramos más mayores… Esta foto era del otro día.

- ¿Cuándo nos hicieron esta foto?- pregunté.
- Le pagué a un tío para que la hiera.

En la foto estábamos los dos besándonos, mis mejillas se veía coloradas y Justin sonreí. Cerré el corazón y lo miré por la parte de atrás, había una cosa escrita en una caligrafía antigua, pero se entendía perfectamente. ‘Siempre estaré cerca de ti’ ponía. Y una lágrima empezó a abajar por mi mejilla y detrás de esta, vino otra.

- ¿Me lo pones?- le dije entre lágrimas.

Él me sonrió y yo me giré para que me lo pudiera poner. Abrí el enganche, los separé y se los tendía a Justin desde de delante. Justin al cogerlo, me toco la mano, lo que me produjo un escalofrío. Después de cerrarme el colgante me beso en la nuca. Yo me di la vuelta y me lancé sobre él, colocando mis brazos en su cuello.

- Te voy a besar como si no hubiese mañana.- le susurré.

Y él gimió… de tristeza.

- Hazlo.

Había algo en su cabeza, lo sabía, pero ya tendríamos tiempo mañana de hablar, ahora nada podía estropear este momento. Moví mi cabeza por toda su cara, él subía y baja una de sus manos por mi espalda y la otra me agarra el brazo. Sentí su mano en mi brazo, me agarraba como si estuviera evitando que me fuera, pero yo no me iba a ir y él tampoco… ¿no?

- No te vayas, Justin.
- Siempre estaré cerca de ti.

Dijo mientras por primera vez vi como lloraba. ¿Justin llorando? Eso era imposible. Algo malo estaba pasando, algo muy malo.

- No me dejes.

Yo empecé a llorar en silencio.

- Duerme, pequeña.
- No, sé que cuando abra los ojos ya no estarás.
- Duerme, pequeña.- repitió él.

Y aunque yo no quise, él me quito de encima suya y empezó a mecerme, mientras me respiraba en el cuello.

- No Justin.
- Te quiero pequeña.
- Justin… -susurré.
- ¿Quieres que te cuente un cuento?- preguntó.
- ¿Sobre nosotros?
- Sobre cualquier pareja que se lleve mal con el destino.
- Vale- susurré.

Mis lágrimas seguía bajando y más de una lágrima de Justin noté en mi cuello.

- Había un vez dos amigos de la infancia que se separaron pero volvieron a juntarse por navidades, pero lo que ninguno de ellos sabía es que el destino se había empeñado en separarlos. Él la quería, ella le quería.
- Pero el amor puede con todo, ¿no?
- Él espera que sea así- me respondió.

Suspiré.

- Ella también lo espera- dije yo en mi último susurró antes de dormir.




Me desperté a las diez de la noche. Me desperté con el corazón en un puño, llorando y sudando, soñé que Justin me volvía a dejar, soñé que ya no estaba a mi lado… Busqué a Justin por la cama con mi mirada, y no estaba. ¿Había soñado también que Justin había estado en mi cama? Llevé mi mano corriendo a mi cuello, allí estaba el corazón y yo seguía con mi vestido y su chaqueta.

Me cambié corriendo, me puse unos pantalones y un jersey y bajé corriendo con la chaqueta de Justin en mi mano.

- Mamá, dame algo de dinero. Tengo que comprarle un regalo a Justin y devolverle la chaqueta.
- Aly…- empezó ella.
- Espero que este despierto.- dije mientras buscaba una manzana.
- Aly…- dijo ella de nuevo.
- Él me dio un corazón.- dije ya en un suspiro.

No, no, no, no podía ser cierto. Volví a llorar, no sabía lo que pasaba, pero lo suponía.

- Se han ido esta mañana.
- No. Se iban a quedar para siempre.
- Yo también creía eso hija, pero no, solo venían de vacaciones.
- Justin me lo hubiera dicho.

Miré a los ojos de mi madre, sus ojos estaban también sin vida como si hubiera llorado al despedirse de su mejor amiga. Entonces… ¿era cierto? ¿El amor no había podido con el destino?

- ¿A qué hora se iban?- pregunté.
- A las nueve.

Eran las diez.

Y un llanto que no pude controlar vino desde el fondo de mi garganta.  Empecé a chillar, a decirle a mi madre que porque no había dicho nada, ella, estaba a punto de llorar.

- Justin no quería otra despedida. Me dio esto para ti.

Se dio la vuelta y cuando volvió  a mirarme, llevaba una carta en la mano. Se la arrebaté de la mano y fui corriendo a mi cuarto. No quería abrirla, abrirla significaría aceptar que se había vuelto a ir de nuevo. Me senté en la cama con la carta a mi lado, mirando a la ventana, esperando que Justin apareciera por ahí como solía hacer.

Pero no vino nadie.

Y ahora viene el epílogo.

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3 comentarios:

  1. Simplemente preciosa... No puedo esperar a que escribas la siguiente novela, me encantan!

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