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Capítulo 22




No sé si era yo o mi pueblo había cambiado, mientras miraba por la ventanilla del taxi en el que iba metida observé mi pequeño pueblo que ahora me parecía enorme. Quizás era yo que en lo que llevaba allí había cambiado, pero no sabía de qué manera. Mi pueblo me parecía más bonito, el simple gesto de las hojas moviéndose por el poco, pero frío, viento que corría me parecía hermoso. El cielo nublado acentuaba todo los colores chillones que se podían ver por las calles en los niños que jugaban, gritaban y corrían. Entonces mientras apreciaba los pequeños detalles que antes no sabía ver me entró un fuerte sentimiento de nostalgia y aunque acababa de llegar no me quería ir.

El hombre aparcó  justo enfrente de mi casa vacía, deshabitada pero llena de recuerdos. Le pagué al hombre y bajé del coche junto a mi pequeña maleta. Nada más bajé el taxi arrancó y se fue. Me quedé como una piedra delante de mi casa, si, era mi casa, pero me parecía extraña. Decidí dar pequeños pasos pero tenía miedo de que las piernas me fallaran y cayera como una estúpida en el suelo. Me tenía que sentir como en casa en mi pueblo, pero me sentía como una turista. ¿Me reconocerían mis vecinos? ¿Me darían de nuevo el pésame?

Cogí fuerzas y fui directa a la puerta, después me agaché y debajo de una maceta saqué una llave, menos mal que seguía ahí. Abrí la puerta, cuando entré dentro y vi todo tan vacío y desolado me dieron ganas de llorar. Con tanto espacio libre podía recordar miles de momentos como cuando perseguía a mi hermano por toda la casa por cualquier tontería, podía ver la esquina en la que estaban nuestras medidas en las que se observa como mi hermano empezó a crecer muy rápido y yo no, por suerte luego crecí algo más. Mientras iba andando y miraba a todas las habitaciones vacías y oscuras me entraron ganas de llorar y nos las reprimí, ¿había un lugar mejor para llorar que aquí? Nadie iba a decir nada, nadie me iba a molestar. Pero no paré de andar porque tenía muchas cosas que hacer antes de que se hiciera de noche, eran las doce de la mañana y a las seis ya está oscuro.

Subí las escaleras que sonaron en cada paso como si fueran a romperse, las frías y húmedas lágrimas bajaban por mis mejillas. Se iban turnando lágrimas de felicidad por los recuerdos y lágrimas de tristeza los recuerdos son cosas que han pasado y que no podrán volver a pasar. No puedes olvidar a un ser querido, jamás va a llegar el día en el que te levantes y no pienses que ya no está contigo, que jamás vas a volver a ver su sonrisa que jamás te va a poder levantar el ánimo.

No quería que nadie supiera que estaba aquí, sobre todo por si querían visitar a mi madre y si vieran que no está la llamarían seguramente, así que no podía subir las persianas y la luz estaba desconectada… En estas pequeñas cosas no se suele pensar, claro, así que ahora temía que por la noche todo estuviera tan oscuro que no pudiera dormir del miedo. Cogí algo de dinero y bajé a la planta de abajo. Cuando menos tiempo pasara aquí mejor. Salí por la puerta y la volví a cerrar con llave. Nada más pisé la acera mi estómago empezó a sonar, no había desayunado y se acercaba la hora de la comida así que fui directa a la parada del autobús porque sabía que cerca del cementerio había un bar de carretera.

Poca gente solía coger este autobús y todavía menos gente solía ir a la parada que yo iba a ir, así que iba casi sola en el autobús aparte de un hombre mayor, que iba entero de negro y con un ramo muy colorido en la mano, y unas cuantas personas más, pero ese hombre me llamo la atención porque yo no llevaba flores pero tenía que llevar… ¿No? Es lo que se suele hacer en estas ocasiones, ¿no? Llego mi parada y me bajé junto al hombre todo el mundo se había bajado antes. Sabía que había una cafetería pero no exactamente dónde.

- Perdona- le dije al hombre-. ¿Sabe dónde está la cafetería que hay cerca?
- Si, diez minutos tirando recto en ese sentido- estiró la mano que tenía vacía para señalarme una calle.
- Gracias.

Me puse en camino ya que mi estómago no dejaba de gruñir. La calle estaba rodeada de pequeñas casas blancas con las puertas abiertas, dando una apariencia muy acogedora, como si alguna vez se te fuera el autobús cualquiera de las familias que viven te aceptarían en su casa para pasar la noche… Pero, ¿cuántas lo harían de verdad? ¿Quién no cerraría la puerta a alguien desconocido?

Seguí el camino hasta que a lo lejos se veía un cartel fluorescente que parpadeaba y algunas veces una letra no se encendía. Algo que me gustaba de estos sitios es el aspecto tan descuidado y asqueroso que tienen, porque claro, la clientela que suelen tener no les importa mucho eso. Al lado tienen un pequeño parking que está lleno de coches y un par de camiones. Llego a la puerta y la abro, suenan unos pequeños cascabeles que avisan de mi llegada. Voy hasta una mesa que está vacía pasando por la mirada de todos los hombres con barbas y gorras. Pienso cuántos de estos hombres de verdad me llegarían a intentar poner la mano encima si se encontraran con la situación apropiada, también me pregunto si las clases de Justin servirán de algo. Cojo el menú del centro de la mesa, está algo pegajoso y una mancha de algo no me deja ver el precio de un plato. Me decido por un vaso de agua y una hamburguesa completa con queso, espero a que venga alguien y mientras tanto saco mi teléfono. Hay un mensaje de Abby, me obligó a darle mi teléfono antes de irme. “¿Qué tal con tus padres? ¿Quién lloró primero?” Sonrío, me gusta que se preocupe por mí pero algunas veces llega a límites algo insoportables. “Todo bien, ¿quién crees? Ellos, por supuesto.” Se lo envío y me siento mal por mentirles, pero quería estar sola aquí, necesito hablar con mi hermano y esta es la única manera que puedo.

- ¿Hayley?

Me giré poco a poco cuando escuché mi nombre, un poco asustada por si era alguna vecina o alguno de sus maridos, asustada por si era una antigua compañera, pero cuando me giré al completo y vi su cara conocida me sentí algo aliviada de ver un rostro conocido.

 - Hola- solté en un suspiro.

Me levanté corriendo y la abracé. Llevaba el cabello rubio recogido en una coleta y tenía el delantal naranja puesto. No se veía tan delicada como solía verse siempre junto a mi hermano. Sus ojos azules se veían cansados, quizás era por las ojeras que estaban debajo de ellos, no tenía puesto maquillaje, ni siquiera llevaba un poco de brillo en los labios. Ella me apartó rápidamente de su abrazo y miró a mí alrededor.

- ¿Qué haces aquí? ¿Estás sola? ¿Por qué has vuelto?
- Lina…- susurré y las lágrimas brotaron solas, era inevitable solo tenía recuerdos de ella agarrando la mano de mi hermano.
- ¿Qué ha pasado? ¿Te han hecho algo? ¿Por qué estás aquí?

Ella no paraba de hacer preguntas y yo solo quería abrazarla, ella pareció comprendedlo y me abrazó, acariciando mi cabeza.

- Tranquila, respira. Te traeré un vaso de agua.

Llegó después de cinco segundos, su mano que llevaba un vaso de agua temblaba un poco, se sentó enfrente de mí.

- Cuenta, ¿qué paso?
- Tenía…- cogí aire y me sequé las lágrimas-. Nos dieron día libre en el internado y decidí venir a visitarlo.
- ¿Has venido sola? ¿Nadie te acompaña?
- He venido sola- bebí del vaso de agua-. No hay mucha gente en la que pueda confiar allí, es un sitio muy raro.
- Haces bien pequeña- dijo sonriendo, como aliviada-. Si no sabes si puedes confiar, no confíes.

Me terminé el vaso de agua de otro trago.

- ¿Qué ha pasado contigo? ¿Qué haces en un sitio así?
- Se puede decir que la pérdida de tu hermano no solo te afectó a ti. Necesitaba un cambio- dijo mientras se encogía de hombros como para quitarle peso a la respuesta-. ¿Cómo te va todo por allí? ¿Has conocido a alguien?

Pensé en todas las personas que había conocido y si alguna era digna de mencionarse.

- Sí, he conocido muchas personas. Hay una chica, se llama Abby, es muy simpática y me cuida mucho hasta algunas veces se pasa pero es una de las pocas personas en las que creo que puedo llegar a confiar.

Levanté mi mirada de la mesa para ver como ponía unos ojos muy dulces y sonreía.

- Tiene un nombre muy bonito, seguro que es una grandísima persona. ¿Alguien más? ¿Algún chico?

 Yo sonreí, ¿por qué siempre que te encuentras con una chica después de pasado un tiempo siempre hay que preguntarle si tiene alguna pareja sentimental? ¿Tanto se nos relaciona a las chicas con estar en pareja? ¿Acaso no podría no tener a nadie en mi vida y ser feliz? Pero a quién iba a engañar, yo también estaba deseando preguntarle si había encontrado a alguien que sustituyera a mi hermano.

- Hay uno, se llama Tyler, ahora estaba cuidando a un amigo... Pero también me cuidada y siempre pone lo que quiero antes de lo que él quiere. Pero no estoy como para tener a alguien nuevo de esa forma en mi vida… - la miré a los ojos, ella había puesto una mueca, quizás se veía lo que venía- ¿Y tú? ¿Hay alguien?

Ella negó con la cabeza fuertemente.

- No hay nadie que lo pueda reemplazar, Hayley, tú lo sabes mejor que nadie, tú hermano era único.
- Ya, pero seguro que él quiere verte feliz y si eso es estar con alguien nuevo…
- Tranquila cielo, no quiero estar con nadie ahora mismo. Hay momentos en nuestra vida en los cuales hay que apreciar un poco la soledad para poner nuestra cabeza bien… ¿Y ese Tyler? ¿Crees que vas a tener algo con él?
- No sé, siento que no le conozco todavía ¿sabes? Me gustaría conocerlo antes de decidir algo.
- Haces bien- dice y me acaricia la mano por encima de la mesa-. Tengo que volver a atender, ¿qué vas a pedir?
- Una hamburguesa con queso, por favor.
- Claro.

Ella se levanta y yo cojo una servilleta para secarme mis ojos todavía algo húmedos. De vez en cuando está bien ver a una cara conocida del pasado, porque te recuerda lo feliz que estabas, porque los recuerdos se quedan junto a las personas que estuviste en esa época y cuando los ves, cuando los tocas, todos los recuerdos vuelven a ti como si se pasara la información.

Lina vuelve a venir a mi mesa y me deja el plato con la hamburguesa, un vaso con coca cola y un plato con patata fritas. Yo la miro y ella me guiña un ojo.

- Invita la casa.

Empiezo a comer y cuando pego un bocado a la hamburguesa mi boca se hace agua, ¿cuánto hacia que no comía algo hecho por unas manos y especialmente para mí? No me quejo de la comida del internado pero no hay nada como una hamburguesa con queso. Así que me termino la comida en media hora, miro los platos y no queda ninguna miga, sonrío mientras negó con la cabeza. Recojo mi abrigo y voy a la barra para pagar, a ver si me dejan pagar algo.

- ¿Eres la amiga de Lina?- me pregunta la cajera.
- Sí.
- Entonces no me dejan pagarte.
- No, enserio, quiero pagar.
- Lo siento, no puedo.
- Vale…- sonrío mientras guardo el monedero-. ¿Dónde está ella por cierto?
- Está en su descanso.
- Bueno, dile que ha sido genial volver a verla y que espero que todo le vaya bien.
- Se lo diré.

Abro la puerta y vuelve a sonar el sonido que hizo cuando entré, cuando piso fuera de la cafetería una corriente de aire frío me golpea, me pongo el abrigo y miró a mi dos lados. A mi derecha está Lina pegada a un coche fumando un cigarro, me chocó, me quedé un poco pillada y tuve que pestañear a ver si de verdad era ella. Lina levanta su cabeza, abre los ojos de par en par y tira el cigarro. Me acerqué a ella.

- ¿Por qué?- le pregunté.
- Lo hecho mucho de menos, Hayley- dice con lágrima en los ojos-. No sé qué hacer en mi vida sin él. Y sé que él nunca me quiso, pero yo a él sí, enserio que lo quise mucho, lo amé y lo sigo amando.
- ¿Qué dices? Claro que te quiso- puse mis manos en su cara para secarle las lágrimas y levantarle la mirada-. Él no dejaba de hablarme de su preciosa novia que amaba, que la quería con toda sus fuerzas y que haría todo por ella.
- No te hablaba de mi Hayley… Había otra.
- No Lina, él no era de esos, todo su amor era para ti.

Lina pone su mano derecha en mi hombro, apretando.

- Hay muchas cosas que desconoces Hayley.
- Yo sé cómo era mi hermano, no intentes ensuciarme la imagen que tengo de él.
- Solo intento que veas la realidad, él no era el chico que tu creías.

Me aparté de ella fuertemente, dejando que su mano cayera en el aire.

- Mi hermano te quiso y solo estabas tú, mi hermano te quiso a ti, a mí y a su familia. Yo sé cómo era, él jamás podría engañar a nadie. Y si tanto dices que lo quieres, abre los ojos y deja de pensar en esas tonterías. Pero si no quieres darte cuenta de eso, no digas tonterías por esa boca sin una mera prueba. Es mi hermano, ten cuidado con lo que dices sobre él.

Ella pone una pequeña sonrisa.

- Has cambiado- dice afirmando con la cabeza-. Y te hacía falta, en tu vida vas a ver cosas que vas a desear no haber visto, pero que ya será demasiado tarde. La muerte de tu hermano solo ha sido la primera de muchas que vas a ver.

Yo empiezo a dar pequeños pasos hacia atrás.

- Si, vete, huye de la realidad, como yo intenté hacer… Pero cuando la realidad te alcance, te atrapará.

Me doy la vuelta y empiezo a dar pasos más largos cuando vuelvo a escuchar su llanto. Me alegro de haber tenido la suficiente fuerza mental para no volverme loca después de todo eso. Mi madre entró en depresión, Lina… bueno, Lina está como está. Muchas veces me pregunto si estar así significa que nunca quise a mi hermano como debería, lloré, sí, y todavía lloro… ¿Pero eso muestra que lo quise y que lo extraño?
Vuelvo a estar en la parada de autobús, desde ahí se ir hasta mi siguiente parada. Ya son casi las cuatro cuando me encuentro enfrente de entrada del cementerio, desde pequeña siempre creía que aquí dentro solo se escuchaba llantos. Pero siempre que vuelves aquí apenas escuchas llanto, porque la gente sabe cuándo hay que quedarse con el dolor para uno mismo. Entro lentamente, tengo la sensación de que la gente me mira y se pregunta  “¿Por qué esta chica va en cámara lenta? Ni que fuera una película” ojala lo fuese, ¿sabes? Ojala salieran los créditos y todo terminara. Pero eso no iba a pasar. Seguí avanzando hasta que una mujer mayor me toco el brazo.

- ¿Quieres unas flores, niña?

Pestañeé y miré el ramo que me ofrecía, tenía cuatro flores pero con eso me valía.

- Si, ¿cuánto?
- La voluntad cariño- metí la mano en mi bolsillo y saque un billete de cinco, se lo di-. Gracias.

Agarré el ramo y empecé a andar. La gente se suele saber de memoria el número de teléfono de sus hermanos, yo me sé el lugar en el que yace su cuerpo de memoria. Empecé a andar hasta su nicho. Acaricié el trozo de mármol con letras negras escritas en él:

Dylan Reeves 1994-2016 No serás olvidado.

No sé en qué segundo las lágrimas empezaron a bajar, últimamente no sé cuando empiezo a llorar. Me acabo sentando en el suelo, agradeciendo que su nicho este en la última fila, dejo su ramo a un lado y me seco las lágrimas. Entonces me doy cuenta de que tiene flores puestas y que no están en un mal estado, ¿será recientes? ¿Quién las habrá puesto? Pero empieza a oscurecer y las nubes cada vez están más oscuras y no hay tiempo que perder.

- Hola tonto.

Esperé estúpidamente una respuesta, que como es normal, no llegó.

- Ha pasado ya un tiempo desde que no estás con nosotros y de verdad que se nota. Mamá está algo triste, se ha ido con papá a ver mundo, porque seguro que no estará más de dos meses en un mismo sitio. Espero que eso la distraiga. Acabo de ver a Lina, me alegró ver su cara pero cuando me iba a ir empezó a decir muchas tonterías, como que la engañaste… Tranquilo, yo sé que no fue así. Me acuerdo de las veces que estábamos juntos y hablábamos de lo mucho que la querías. Os conocíais desde pequeños, vuestro amor era ejemplar. Yo creo que está buscando una manera de soportar el dolor y esa manera es intentar odiarte de alguna manera, pero yo sé que no puede, nadie te puede odiar.

Paro para coger aire y también porque una persona acaba de pasar delante de mí, supongo que hablar solo no es raro por aquí.

- Me dieron día libre en el internado y decidí venir a verte, podría haber hecho cualquier otra cosa, pero necesitaba estar cerca de ti. Hay cosas que quiero contarte porque no confío en nadie más. En mi internado hay gente que está loca, hay… no te rías por favor, mafias. Si, si, enserio, como en las películas, hay gente que se encarga de bueno… no sé exactamente de qué y no quiero saberlo. Lo más extraño es que desde que llegue con esa gente es con la única con la que me hablo. Mi amiga, la única, se llama Abby, es muy pequeña con unos ojos muy grandes, seguro que te encantaría, tiene una personalidad muy activa, como la tuya… y me cuida tanto como tú. Quizás estés pensando si he conocido a algún chico y si… hay uno, se llama Tyler y parece buen chico, ha estado últimamente fuera cuidado a un amigo y lo he extrañado un poco.

El viento hizo que unas hojas empezaran a moverse por delante de mis pies y me ajusté todavía más el abrigo.

- También está Justin- tragué saliva al decir su nombre-. A él no le entiendo, me odia, lo noto en su cara cada vez que me mira, y tú bien decías que era muy observadora, pero aparte de odio no sé qué más dice su mirada… He estado entrenando con él y se puede decir que era tan buen entrenador como tú, pero no te pongas celoso, como tú no hay nadie. A ninguno le he dicho que estaba aquí hoy, y esa es la cosa… No confío en ellos como para decirles donde voy a estar cada segundo, ¿eso es malo? Yo solía confiar en ti, era mi amigo más que mi hermano… Abby me dijo que no confiara en nadie de allí, pero eso hace que tampoco confíe en ella. Hay veces que me gustaría derrumbarme y llorar, porque me siento sola Dylan. Allí no me siento como en casa, el ambiente que hay es amargo. Sé que es pronto todavía, que hay que darles un año a la gente para que aprendas como son de verdad, pero el tiempo pasa muy lento. He pensado en ir con papá y mamá pero creo que no es lo mejor para nadie, ella me recuerda a ti y yo le recuerdo a ti. Los dos sabemos que tú eras el hijo perfecto y yo bueno, yo era yo, Hayley, pero tú me querías tal y como era. Casi perdí mi virginidad- me reí bajo- me da algo vergüenza decirlo en voz alta, pero es algo que me estaba comiendo por dentro, creo que pronto va a llegar el día… Espero que sea con alguien que me quiera o por lo menos alguien a quien yo quiera. He crecido, Dylan, he madurado y te comprendo cuando te ponías de los nervios conmigo, pero ya soy una mujer, todavía tengo 17 años, pero todo esto me ha afectado.

Vuelvo a callar cuando al terminar la calle veo una figura negra, espero a que se acerque pero sea quien sea desaparece.

- Me da algo de miedo volver a casa, no quiero abrir las cortinas por si alguien llama a mamá y tampoco quiero ir porque tú no estás allí. Creo que cuando vuelva voy a empezar a ver en quien puedo confiar, quizás haga nuevas amistades o con las que ya tenga de algún paso más…

Me quedo en silencio pensando lo que acaba de decir y porque la figura de Tyler había venido en mi cabeza, sé que tenía que aclarar lo que sentía por él… si acaso sentía algo. Miro a mi alrededor y hay una mujer cambiando unas flores, detrás de ella, en el mismo lugar que antes está la figura de negro, no consigo verle la cara.

- Dylan…- susurro-. Creo que hay alguien ahí mirándome.

La mujer besa el mármol y se levanta, me encuentro sola. Cojo aire para tranquilizar mi corazón, me queda poco tiempo para seguir hablando con mi hermano.

- Quizás te venga a visitar pronto, quizás acompañada o quizás no…- se escucha como una rama se cruje y se me pone los vellos de punta, de reojo veo como la figura negra está en la misma esquina y se lleva la mano a su bolsillo-. Me tengo que ir Dylan, me tengo que ir. Te echo mucho de menos, más de lo que jamás puedas imaginar- la figura ha desaparecido pero oigo pasos no muy lejanos-. Ojala no hubieras estado allí, porque me siento sola y porque no quiero ser una mujer… No quiero tomar todas mis decisiones- me giro y beso el nicho, justo en ese momento algo me moja y sé que no son mis lágrimas, sé que el cielo decidió llorar por mí, porque estoy lo suficientemente asustada como para mostrar alguna emoción.

Escucho un sonido metálico y me levanto corriendo, giro atrás y lo último que logro ver es como la persona me mira a los ojos, no llego a ver con nitidez sus ojos. Empiezo a oír sus pasos fuertes y rápidos detrás de los míos. De repente no hay nadie en el cementerio, estoy sola corriendo hacia no sé dónde, lo único que sé es que la salida no está por ahí. ¿Qué mierda querrá de mí? Pero claramente aunque se lo pregunté no sé si estaré viva para la respuesta. Cuando me giro para ver si la persona sigue ahí atrás resbalo por culpa de la lluvia y caigo al suelo, doy una vuelta sobre mi misma para esconderme tras una fila de nichos, los pasos paran. Busco mi teléfono en mis bolsillos pero no hay nada, miro en el suelo y está donde me caí. Estiro algo la mano hasta alcanzar el teléfono y cuando voy a levantarla alguien la pisa, miro hacia arriba y una persona completamente vestida de negro con un pasa montañas que le deja libre los ojos me está mirando. Saco mi mano fuerte de debajo de su pie pero cuando me levanto para correr me coge del cuello. En mi mente se me viene a la cabeza una escena parecida que tuve con Justin uno de estos días. Le di un codazo y agarré su brazo para luego darle una patada en el estómago. Me dejo unos segundos libre lo que me fue suficiente para que mi pequeño cuerpo desapareciera de entre sus brazos. Empecé a correr otra vez fuertemente cuando noté una pequeña molestia en mi tobillo izquierdo pero era soportable. Sus pasos fueron otra vez oídos y bien cerca de los míos.

Le volví a coger delantera y llegué a una parte en la que había unos baños públicos. Rápidamente me metí dentro y en un cubículo me quedé varios minutos hasta que creí que se había ido. Tenía un fuerte escalofrío en mi espalda y todo mi cuerpo estaba mojado, había empezado a estornudad y sabía que nada podía ir peor. Decidí salir para poder ir a un lugar más seguro, abrí la puerta temblando y me asomé para ver si alguien me esperaba, cuando observé que estaba sola salí corriendo y no paré hasta que encontré la salida del cementerio.

Ya se había hecho de noche y todo el mundo se iba del cementerio con sus paraguas, todo el mundo me miraba y yo me sentía desnuda con la ropa mojada pegada a mi cuerpo. Me puse a esperar a un taxis pero todos me decían que tan mojada no me dejaban subir, tuve que ir andando hasta la parada del bus y esperar al que más cerca me dejaba de casa. Las nubes empezaban a gruñir de nuevo y di las gracias por estar cubierta por un techo. El autobús llegó y me subí, le di las monedas correspondientes que habían estado en mi bolsillo y estaban mojadas, me disculpé y fui a buscar a un sitio donde quedarme de pie. Me quedé al lado de la ventana y mirando tras ella vi en la noche una figura negra que estaba observando el autobús. Me separé de la ventana con los ojos cubiertos de lágrimas.

Mi cabeza empezó a dar vueltas cuando en autobús arrancó, empecé a pensar quien podría ser esa persona. Lo primero que se me ocurrió fue la vez que Justin entró el primer día en el comedor vestido entero de negro, también me acordé del funeral de mi hermano cuando un hombre vestido de negro me ofreció un cigarro. ¿Tendría algo de relación? ¿Pero cómo iba a saber él que yo estaba aquí? Mi parada llegó y me tuve que bajar. Ya era de noche, pero las luces de la calle todavía no estaban encendidas así que el tiempo que tarde en bajar del autobús y llegar a mi casa, no dejé de mirar detrás de mí. La llave entró y me sentí un poco más a salvo, pero todo acabó cuando me acordé que no tenía agua para ducharme, ni comida y que no había luz. Subí a mi cuarto corriendo y busqué en mi mochila una muda nueva. Me sequé con una toalla que había en el cuarto de baños olvidada por mis padres y después me puse la ropa seca con miles de capas encima. Busque algo de comer en mi mochila y lo único que logré sacar fueron unas barritas de cereales y una botella de agua.

Cuando intenté dormir me di cuenta de que estaba muy cansada pero que aun así algo me impedía dormir, tenía frío y mi estómago rugía, pero no era eso. Me levanté de la cama y fui a la ventana, subí la persiana y miré fuera de mi casa, no había nadie, pero no había nadie por ahora… Cerré la persiana y volví a la cama, di mil vueltas hasta que pude entrar en calor y entonces dormir. Me despertaba cada cinco minutos soñando con esa persona que iba detrás de mí persiguiéndome. Pegué un pequeño salto de la cama cuando mi móvil sonó, se le estaba acabando la batería y tenía un mensaje nuevo, era de Abby “me alegro de que te lo estés pasando bien. Ya sabes, si con un día tienes suficiente, llámame y voy a por ti el domingo o cuando quieras.” Dejé el teléfono y empecé a llorar. Lo que se suponía que tenía que haber sido un día fabuloso había acabado siendo el principio de una historia de miedo.

Siempre que estás sola sientes que todo cruje, y eso me ocurrió a mí, empecé a oír como la puerta de la entrada sonaba como si la golpeasen y las ventanas también sonaban. No aguantaba más aquí, una persona sabe cuándo tiene que pedir ayuda. Recogí todas las cosas rápidamente y dejé la casa como si nadie hubiese estado aquí, llamé a un taxi con la poca batería que me quedaba y cuando tocó la bocina salía de mi casa.

- Hola señorita, ¿dónde quiere ir a estas hora de la noche?- me preguntó un hombre algo mayor.

Cogí mi monedero y busqué un papel, se lo di.

- ¿Sabe si eso está muy lejos?
- No mucho, pero le va a salir algo caro señorita.

Miré a mi monedero, me quedaba algo de dinero pero era lo único que me quedaba para este mes entero… Miré por el cristal trasero del coche, me pareció ver algo moverse y no me lo pensé dos veces.

- No me importa, lléveme allí por favor.

El hombre me devolvió el papel y arrancó el taxis. Me quedé mirando por la ventanilla del coche como todo se alejaba, me arrepentía de no haber podido quedarme más rato hablando con mi hermano, me hubiera gustado incluso arreglar las cosas con Lina. El domingo por la mañana me gustaría haber desayunado donde desayunaba con mi madre de pequeña en el verano cuando mi hermano estaba de campamento, me hubiera gustado recordar un poco el pasado… Pero este era el presente y no sabía lo que estaba pasando.

No me dormí, estaba demasiado nerviosa como para hacerlo, así que cuando empezó a llover de nuevo vi como las gotas empapaban el cristal. Cuando nos acercamos a una mansión me quedé alucinada, había una verja grande que la protegía, era de metal y acaba en pinchos.

- Señorita, ya hemos llegado- paró delante de la puerta.

Vi el marcador de lo que había costado el trayecto y miré mi dinero, estaba justo, agradecí que Lina hiciera que no pagara la comida. Cogí los billetes y se lo entregué.

- Gracias- dije agarrando mi mochila y saliendo por la puerta.

Ahora no sabía cómo entrar, me acerqué a un porterillo que había y pulsé el botón.

- ¿Quién es?- preguntó una voz grabe de hombre.
- Soy una amiga de Abigail, me llamo Hayley. ¿Le podría decir que he venido?

No escuché ninguna respuesta pero a los cinco segundos sonó como la puerta de la verja de abría, la empujé y así era. Empecé a andar bajo la lluvia, empecé a estornudar y mi cabeza me dolía, volví a notar toda mi ropa húmeda y como el agua acababa mojando mi cuerpo también. Mis piernas me pesaban y temía no llegar a la puerta de entrada. A lo lejos vi una luz y cuando levanté la mirada vi como la luz venía de una puerta abierta y como en ella estaba Abby o por lo menos eso creía, ella estaba rodeada de más gente.

- ¡Hayley!- gritó mientras corría hacia mí, pero todo se empezó a volverse negro y cada pestañeo me costaba más, logré ver a Justin y a Eddy detrás de ella. ¿Justin? ¿Qué hacia él aquí? Se lo quise preguntar pero perdí todas las fuerzas y me desmallé, no té como alguien me cogía antes de chocar contra el suelo.

Me sentía calentita y sobre algo muy blando, una ola de aire caliente me daba en la cara y me sentía en la gloria. Los murmullos que se escuchaban de lejos empezaron a aclararse y todos los recuerdos vinieron a mi cabeza.

- ¡Dejarle espacio!- gritaba Abby- ¿Hayley? ¡Está abriendo los ojos!

Hice un leve intento de abrirlos pero mis parpados se encontraban muy pesados para hacerlos.

- Traer la comida caliente, venga ¿qué esperáis?- era Abby, y sonreír por ver como se preocupaba.

Intenté abrí los ojos y lo hice, lo que más me impactó fue una luz que provenía de un lado que me empezaba a quemar, cuando pude distinguir los objetos me fijé que era un fuego. Lo siguiente que vi fue a Abby mirándome atenta y a Eddy en mis pies.

- ¿Estas bien?- me pregunta Abby.
- Yo… si…- dije y empecé a toser.
- Ahora te van a traer algo calentito. Espero que no te haya importado que te cambiase, ibas a coger una neumonía si seguías así- me dijo ella acariciando mi cabello.

Tenía ropa puesta que no era mía, pero no me importaba porque parecía que fuese recién sacada de la secadora.

- Tranquila, estoy bien, gracias por esto- dije sonriendo mientras me sentaba en el sofá en el que estaba tumbada, cuando lo hice pude ver mejor la habitación. Era una especie de biblioteca ya que todas las paredes estaban cubiertas de libros, era una habitación medianamente grande y lo que más destacaba era la chimenea y al lado de ella estaba Justin en un sillón bebiendo algo de una copa mientras me miraba, iba vestido de negro y mi corazón empezó a latir fuertemente- ¿Por qué lo has hecho?- dije y terminé la pregunta gritando.

Toda las personas miraron a Justin y esté miró detrás de él, pero no había nadie.

- ¿Por qué has tenido que venir a mi pueblo y perseguirme? ¿Por qué no me dejas tranquila?- seguía gritando y me había levantado del sitio en el que estaba para acabar delante de él- ¿Quién te dijo que yo estaba allí?
- Eh, bailarina, yo que tú me sentaba antes de que te vuelvas a desmayar y te tenga que volver a coger.
- No quiero que vuelvas a tocarme, ni a mirarme ni siquiera.
- ¿Qué dices, Hayley?- me pregunta Abby agarrándome por la cintura por miedo a que me vuelva a desmayar.

Me giré y la miré a los ojos.

- No he ido con mis padres, fui a mi pueblo porque echaba de menos a mi hermano y cuando estaba en el cementerio, él apareció- miré a Justin y lo apunté, él puso una cara de sorprendido pero no colaba-. Y me intentó matar, lo sé, sé que fuiste tú pero no sé porque me odias tanto, no sé qué he hecho para merecerme eso. Estás loco cabrón, hijo de puta, déjame vivir sola y ve a molestar a otras chicas- Justin me cogió del brazo que lo apuntaba y sin soltar la copa que sostenía me pegó a él hasta que quedamos a cinco centímetros de tocarnos.
- No digas nada de mi madre, ¿te queda claro? Y me voy, que paso de que una niñata me venga aquí a acusarme de cosas que no son ciertas- mira a Eddy que estaba observando la escena algo divertido-. Tú, ven conmigo.

Los dos dejan la habitación y es cuando tengo que volver a sentarme en el sofá porque toda la energía se había ido. Abby se sienta a mi lado, colocando una mano en mi rodilla.

- Cuenta todo de nuevo y más despacio- me dice.
- Quería estar a solas con mi hermano y sabía que si te lo decía no me ibas a dejar ir solas, así que te lo oculté y fui. Todo fue bien, menos que no caí que la casa no tenía ni agua ni luz, pero eso no me preocupaba hasta ahora. Cuando fui al cementerio empecé a hablar con mi hermano- me puse algo roja por lo estúpido que sonaba-, bueno, ya me entiendes. Entonces empecé a ver una figura de negro que me miraba, llevaba un pasamontañas y no podía verle los ojos bien, entonces me fui y él me persiguió y sé que es Justin porque era rápido y musculoso y él va siempre de negro. Me intento matar, enserio Abby… Y luego volví a mi casa y todo estaba muy oscuro y yo estaba muy sola- las lágrimas salieron, pero esta vez fueron muy pocas.

Abby me abrazó sin decir nada, había venido a su casa a acusar a Justin sin pruebas, como él había dicho y aun así me estaba consolando. Yo dejé que me abrazara y me quedé callada escuchando su corazón algo agitado.

- No sé quién ha sido esa persona pero no ha sido Justin cielo, él ha estado todo el día con nosotros y te lo prometo, yo no te voy a mentir más, y ojala te pudiera decir que si fue él porque es capaz y así ya no hablarías más con él, pero no ha sido. Hemos estado todo el día desde que llegamos aquí en la casa, o bien en la piscina cubierta o jugando a algo, luego hemos salido todos a un bar y él no se ha despegado de nosotros. Así que pienso que se merece una disculpa…
- Yo te juraría que ha sido él…- dije sin creerme que no hubiera sido Justin.
- Hay muchos chicos locos que se visten de negro, dicen que es un buen color para camuflarse en la noche- dice sonriendo-. Y no sé si te consuela, pero quizás fue un pervertido o quería tu dinero… La gente de hoy en día mataría por un poco de agua.
- Puede ser… Lo siento por llegar ahora, a estas horas y sin avisar, espero no haberos despertado.
- La noche acaba de empezar Hayley. Y no, tranquila, cuando te dije que podías venir cuando quisieses lo decía enserio.
-¿Te importa si duermo contigo?
- Claro que no, voy a ir a buscarte algo de pijamas y tú deberías de ya sabes…
- Si, si…

Abby me dejó sola en esa biblioteca sin saber ni siquiera por donde salir, así que fui hacia la puerta he intenté buscar un pasillo con habitaciones. Empecé a escuchar voces masculinas desde el fondo del pasillo y fui hacia allí. La puerta no estaba cerrada del todo y podía ver como Justin estaba de pie moviéndose mucho y Eddy estaba sentado en la cama.

- Hay cosas que se nos van de la mano, Justin, no lo puedes controlar todo- dijo Eddy.
- Claro que puedo joder, claro que puedo- dijo Justin llevándose las manos a la cabeza.

Pegué dos veces en la puerta y los dos se giraron.

- Si vienes a acusarme de algo coge número en la cola de personas que me acusan de matar a sus familiares o de violar a sus hijas, que es un poco larga la verdad- dice Justin.
- Eddy, nos puedes dejar a solas- dije olvidando el comentario de Justin.
- Claro, iré a ver a los demás.

Antes de irse le hace un gesto a Justin como para que se tranquilice, él coge aire y lo expulsa. Yo entro y me quedo a su lado.

- ¿Qué quieres?- me pregunta.

Me costaba pronunciar las palabras pero tenía que decirlas.

- Lo siento por haber pensado en ti nada más que vi como un chico intentaba matarme.
- Tranquila, mucha gente piensa en mí cuando les ocurre eso- se gira y de una mesa coge un paquete de cigarro y saca uno, veo como el cenicero que tiene al lado está lleno y me pregunto en cuando tiempo lo habrá llenado
- Eso no me importa, yo me quiero disculpar por haberlo pensado sin tener pruebas ni nada, por haberte acusado… Y lo siento por haber insultado a tu madre, no hay que meter a personas ajenas en nuestros líos.
- Así que hay un nosotros, eh, bailarina- dice sonriendo mientras expulsa el humo por su boca.

Yo me tengo que contener para no ponerme histérica.

- No en ese modo… Esto es una cosa de los dos, y yo pienso, ¿por qué nos esforzamos tanto en intentarlo? Quiero decir, tú no me caes bien y yo tampoco es que sea una de tus personas favoritas… ¿Por qué no hacemos como si no nos conociéramos? Vamos a dejar ya este maldito juego de los retos y todas estas tonterías, que no somos niños chicos.
- ¿Quién te ha dicho que no me caes bien? Siendo sinceros no me caes nada mal, me gusta tu carácter de gata con las garras sacadas. ¿Y sabes qué? Todo el mundo está esperando algo de mí, lo sé, todo el mundo espera que el chico malo conozca a alguien y se convierta en bueno, pero no soy de esos- le da una calada a su cigarro y la expulsa-, no soy de esos que hace lo que la gente espera que haga. Así que no te voy a dejar tranquila, Hayley, quiero ser quien te quite la ropa y hacerte cosas que escandalizaría hasta a las personas más liberales del mundo, quiero hacer cosas malas contigo y quiero que te gusten, porque sé que te va a gustar- deja al ceniza de su cigarro  en el cenicero-. Y hasta que eso no pase, no te voy a dejar en paz pasa de mi todo lo que quieras pero cuando menos te lo esperes estaremos desnudos uno frente al otro, cuando menos lo quieras te encontrarás extrañando mis besos y mi forma de hacerte sentirte mujer. Lo malo se extraña, bailarina.

Mientras que él hablaba yo me imaginaba las escenas y mentiría si dijera que no me gustaron, su cuerpo desnudo rozándome no se veía tan mal. Pero cuando veía su mirada, su oscura mirada, volvía a odiar la imagen.

- No vas a conseguir producir nada en mí, Justin, los chicos como tú no me importan. La gente que no me aporta nada en la vida la suelo olvidar.
- A mí no me puedes olvidar, hoy hasta has pensado que era yo quien te estaba persiguiendo… ¿Eso es olvidar? Me ves en todas partes- Justin dejó su cigarro y se empezó a acercar, yo andaba hacia atrás-. Creo que te estas empezando a obsesionar conmigo, muñeca- pasó su dedo por mi cuello cuando estuvo lo suficientemente cerca-, y las obsesiones nunca son buenas.

Cerré los ojos cuando sentí un leve escalofrío.

- A que te gustaría que te besara, ¿eh?- me susurra en la oreja.

Y estoy por afirmar con la cabeza, pero en vez de eso me aparto y abro los ojos, voy hacia la puerta y cojo aire antes de salir.

- Si te sientes desprotegida por la noche ven aquí, que yo te protegeré. Y una última cosa, mis juegos nunca son estúpidos, cuando llegué el momento, verás lo útil que es. Dulce sueños, Hayley.

Salgo del cuarto y cierro la puerta detrás de mí. No hay quien razone con este chico, quizás algún día entienda que no soy lo que busca, que no me conoce, que no soy como sus chicas y que jamás me va a tener… o que por lo menos eso espero. Por el principio del pasillo aparece Abby.

- ¿Qué tal todo?- me pregunta.
- Como siempre, mal- digo y Abby se ríe y se encoge de hombros.
- Con Justin pocas veces las cosas suelen ir bien.

- Me voy dando cuenta poco a poco.

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Bueno, aquí un nuevo capítulo después de mil años. Ahora estoy de vacaciones, tengo más tiempo y sé que esto lo intenté hace varias semanas y no funcionó pero las circunstancias eran diferentes quiero poner un día para subir cada semana, ¿os gustaría eso? Así me pongo yo un horario para escribir y vosotros sabéis cuando estar atentos, así que sobre estos días diré que día voy a subir a partir de ahora y espero que vaya bien. ¿Os ha parecido largo este capítulo? A mi me parece que es el más largo hasta ahora, quizás extrañáis a Justin, pero han pasado cosas importantes y el siguiente capítulo va a ser uno muy entretenido ^^ 

Si leíste pulsa el botón  MIL GRACIAS POR LEERME Y POR TODO, GRACIAS. <3

Lo siento a esas personas a las que les molesta mi poca "seriedad" al subir y al prometerme, pero soy así y no puedo cambiar y muchas gracias a las que, aún por todo eso, me siguen leyendo('':
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Gracias.

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