No sé si era yo o mi pueblo había
cambiado, mientras miraba por la ventanilla del taxi en el que iba metida
observé mi pequeño pueblo que ahora me parecía enorme. Quizás era yo que en lo
que llevaba allí había cambiado, pero no sabía de qué manera. Mi pueblo me
parecía más bonito, el simple gesto de las hojas moviéndose por el poco, pero
frío, viento que corría me parecía hermoso. El cielo nublado acentuaba todo los
colores chillones que se podían ver por las calles en los niños que jugaban,
gritaban y corrían. Entonces mientras apreciaba los pequeños detalles que antes
no sabía ver me entró un fuerte sentimiento de nostalgia y aunque acababa de
llegar no me quería ir.
El hombre aparcó justo enfrente de mi casa vacía, deshabitada
pero llena de recuerdos. Le pagué al hombre y bajé del coche junto a mi pequeña
maleta. Nada más bajé el taxi arrancó y se fue. Me quedé como una piedra delante
de mi casa, si, era mi casa, pero me parecía extraña. Decidí dar pequeños pasos
pero tenía miedo de que las piernas me fallaran y cayera como una estúpida en
el suelo. Me tenía que sentir como en casa en mi pueblo, pero me sentía como
una turista. ¿Me reconocerían mis vecinos? ¿Me darían de nuevo el pésame?
Cogí fuerzas y fui directa a la
puerta, después me agaché y debajo de una maceta saqué una llave, menos mal que
seguía ahí. Abrí la puerta, cuando entré dentro y vi todo tan vacío y desolado
me dieron ganas de llorar. Con tanto espacio libre podía recordar miles de
momentos como cuando perseguía a mi hermano por toda la casa por cualquier
tontería, podía ver la esquina en la que estaban nuestras medidas en las que se
observa como mi hermano empezó a crecer muy rápido y yo no, por suerte luego
crecí algo más. Mientras iba andando y miraba a todas las habitaciones vacías y
oscuras me entraron ganas de llorar y nos las reprimí, ¿había un lugar mejor
para llorar que aquí? Nadie iba a decir nada, nadie me iba a molestar. Pero no
paré de andar porque tenía muchas cosas que hacer antes de que se hiciera de
noche, eran las doce de la mañana y a las seis ya está oscuro.
Subí las escaleras que sonaron en
cada paso como si fueran a romperse, las frías y húmedas lágrimas bajaban por
mis mejillas. Se iban turnando lágrimas de felicidad por los recuerdos y
lágrimas de tristeza los recuerdos son cosas que han pasado y que no podrán
volver a pasar. No puedes olvidar a un ser querido, jamás va a llegar el día en
el que te levantes y no pienses que ya no está contigo, que jamás vas a volver
a ver su sonrisa que jamás te va a poder levantar el ánimo.
No quería que nadie supiera que
estaba aquí, sobre todo por si querían visitar a mi madre y si vieran que no
está la llamarían seguramente, así que no podía subir las persianas y la luz
estaba desconectada… En estas pequeñas cosas no se suele pensar, claro, así que
ahora temía que por la noche todo estuviera tan oscuro que no pudiera dormir
del miedo. Cogí algo de dinero y bajé a la planta de abajo. Cuando menos tiempo
pasara aquí mejor. Salí por la puerta y la volví a cerrar con llave. Nada más
pisé la acera mi estómago empezó a sonar, no había desayunado y se acercaba la
hora de la comida así que fui directa a la parada del autobús porque sabía que
cerca del cementerio había un bar de carretera.
Poca gente solía coger este
autobús y todavía menos gente solía ir a la parada que yo iba a ir, así que iba
casi sola en el autobús aparte de un hombre mayor, que iba entero de negro y
con un ramo muy colorido en la mano, y unas cuantas personas más, pero ese
hombre me llamo la atención porque yo no llevaba flores pero tenía que llevar…
¿No? Es lo que se suele hacer en estas ocasiones, ¿no? Llego mi parada y me
bajé junto al hombre todo el mundo se había bajado antes. Sabía que había una
cafetería pero no exactamente dónde.
- Perdona- le dije al hombre-.
¿Sabe dónde está la cafetería que hay cerca?
- Si, diez minutos tirando recto
en ese sentido- estiró la mano que tenía vacía para señalarme una calle.
- Gracias.
Me puse en camino ya que mi estómago
no dejaba de gruñir. La calle estaba rodeada de pequeñas casas blancas con las
puertas abiertas, dando una apariencia muy acogedora, como si alguna vez se te
fuera el autobús cualquiera de las familias que viven te aceptarían en su casa
para pasar la noche… Pero, ¿cuántas lo harían de verdad? ¿Quién no cerraría la
puerta a alguien desconocido?
Seguí el camino hasta que a lo
lejos se veía un cartel fluorescente que parpadeaba y algunas veces una letra
no se encendía. Algo que me gustaba de estos sitios es el aspecto tan
descuidado y asqueroso que tienen, porque claro, la clientela que suelen tener
no les importa mucho eso. Al lado tienen un pequeño parking que está lleno de
coches y un par de camiones. Llego a la puerta y la abro, suenan unos pequeños
cascabeles que avisan de mi llegada. Voy hasta una mesa que está vacía pasando
por la mirada de todos los hombres con barbas y gorras. Pienso cuántos de estos
hombres de verdad me llegarían a intentar poner la mano encima si se
encontraran con la situación apropiada, también me pregunto si las clases de
Justin servirán de algo. Cojo el menú del centro de la mesa, está algo pegajoso
y una mancha de algo no me deja ver el precio de un plato. Me decido por un
vaso de agua y una hamburguesa completa con queso, espero a que venga alguien y
mientras tanto saco mi teléfono. Hay un mensaje de Abby, me obligó a darle mi
teléfono antes de irme. “¿Qué tal con tus padres? ¿Quién
lloró primero?” Sonrío, me gusta que se preocupe
por mí pero algunas veces llega a límites algo insoportables. “Todo bien, ¿quién crees? Ellos,
por supuesto.” Se lo envío y me siento mal por
mentirles, pero quería estar sola aquí, necesito hablar con mi hermano y esta
es la única manera que puedo.
- ¿Hayley?
Me giré poco a poco cuando
escuché mi nombre, un poco asustada por si era alguna vecina o alguno de sus
maridos, asustada por si era una antigua compañera, pero cuando me giré al
completo y vi su cara conocida me sentí algo aliviada de ver un rostro
conocido.
- Hola- solté en un suspiro.
Me levanté corriendo y la abracé.
Llevaba el cabello rubio recogido en una coleta y tenía el delantal naranja
puesto. No se veía tan delicada como solía verse siempre junto a mi hermano.
Sus ojos azules se veían cansados, quizás era por las ojeras que estaban debajo
de ellos, no tenía puesto maquillaje, ni siquiera llevaba un poco de brillo en
los labios. Ella me apartó rápidamente de su abrazo y miró a mí alrededor.
- ¿Qué haces aquí? ¿Estás sola?
¿Por qué has vuelto?
- Lina…- susurré y las lágrimas
brotaron solas, era inevitable solo tenía recuerdos de ella agarrando la mano
de mi hermano.
- ¿Qué ha pasado? ¿Te han hecho
algo? ¿Por qué estás aquí?
Ella no paraba de hacer preguntas
y yo solo quería abrazarla, ella pareció comprendedlo y me abrazó, acariciando
mi cabeza.
- Tranquila, respira. Te traeré
un vaso de agua.
Llegó después de cinco segundos,
su mano que llevaba un vaso de agua temblaba un poco, se sentó enfrente de mí.
- Cuenta, ¿qué paso?
- Tenía…- cogí aire y me sequé las
lágrimas-. Nos dieron día libre en el internado y decidí venir a visitarlo.
- ¿Has venido sola? ¿Nadie te
acompaña?
- He venido sola- bebí del vaso
de agua-. No hay mucha gente en la que pueda confiar allí, es un sitio muy
raro.
- Haces bien pequeña- dijo
sonriendo, como aliviada-. Si no sabes si puedes confiar, no confíes.
Me terminé el vaso de agua de
otro trago.
- ¿Qué ha pasado contigo? ¿Qué
haces en un sitio así?
- Se puede decir que la pérdida
de tu hermano no solo te afectó a ti. Necesitaba un cambio- dijo mientras se
encogía de hombros como para quitarle peso a la respuesta-. ¿Cómo te va todo
por allí? ¿Has conocido a alguien?
Pensé en todas las personas que
había conocido y si alguna era digna de mencionarse.
- Sí, he conocido muchas
personas. Hay una chica, se llama Abby, es muy simpática y me cuida mucho hasta
algunas veces se pasa pero es una de las pocas personas en las que creo que
puedo llegar a confiar.
Levanté mi mirada de la mesa para
ver como ponía unos ojos muy dulces y sonreía.
- Tiene un nombre muy bonito,
seguro que es una grandísima persona. ¿Alguien más? ¿Algún chico?
Yo sonreí, ¿por qué siempre que te encuentras
con una chica después de pasado un tiempo siempre hay que preguntarle si tiene
alguna pareja sentimental? ¿Tanto se nos relaciona a las chicas con estar en
pareja? ¿Acaso no podría no tener a nadie en mi vida y ser feliz? Pero a quién
iba a engañar, yo también estaba deseando preguntarle si había encontrado a
alguien que sustituyera a mi hermano.
- Hay uno, se llama Tyler, ahora
estaba cuidando a un amigo... Pero también me cuidada y siempre pone lo que
quiero antes de lo que él quiere. Pero no estoy como para tener a alguien nuevo
de esa forma en mi vida… - la miré a los ojos, ella había puesto una mueca,
quizás se veía lo que venía- ¿Y tú? ¿Hay alguien?
Ella negó con la cabeza
fuertemente.
- No hay nadie que lo pueda
reemplazar, Hayley, tú lo sabes mejor que nadie, tú hermano era único.
- Ya, pero seguro que él quiere
verte feliz y si eso es estar con alguien nuevo…
- Tranquila cielo, no quiero
estar con nadie ahora mismo. Hay momentos en nuestra vida en los cuales hay que
apreciar un poco la soledad para poner nuestra cabeza bien… ¿Y ese Tyler?
¿Crees que vas a tener algo con él?
- No sé, siento que no le conozco
todavía ¿sabes? Me gustaría conocerlo antes de decidir algo.
- Haces bien- dice y me acaricia
la mano por encima de la mesa-. Tengo que volver a atender, ¿qué vas a pedir?
- Una hamburguesa con queso, por
favor.
- Claro.
Ella se levanta y yo cojo una
servilleta para secarme mis ojos todavía algo húmedos. De vez en cuando está
bien ver a una cara conocida del pasado, porque te recuerda lo feliz que
estabas, porque los recuerdos se quedan junto a las personas que estuviste en
esa época y cuando los ves, cuando los tocas, todos los recuerdos vuelven a ti
como si se pasara la información.
Lina vuelve a venir a mi mesa y
me deja el plato con la hamburguesa, un vaso con coca cola y un plato con
patata fritas. Yo la miro y ella me guiña un ojo.
- Invita la casa.
Empiezo a comer y cuando pego un
bocado a la hamburguesa mi boca se hace agua, ¿cuánto hacia que no comía algo
hecho por unas manos y especialmente para mí? No me quejo de la comida del
internado pero no hay nada como una hamburguesa con queso. Así que me termino
la comida en media hora, miro los platos y no queda ninguna miga, sonrío
mientras negó con la cabeza. Recojo mi abrigo y voy a la barra para pagar, a
ver si me dejan pagar algo.
- ¿Eres la amiga de Lina?- me
pregunta la cajera.
- Sí.
- Entonces no me dejan pagarte.
- No, enserio, quiero pagar.
- Lo siento, no puedo.
- Vale…- sonrío mientras guardo
el monedero-. ¿Dónde está ella por cierto?
- Está en su descanso.
- Bueno, dile que ha sido genial
volver a verla y que espero que todo le vaya bien.
- Se lo diré.
Abro la puerta y vuelve a sonar
el sonido que hizo cuando entré, cuando piso fuera de la cafetería una
corriente de aire frío me golpea, me pongo el abrigo y miró a mi dos lados. A
mi derecha está Lina pegada a un coche fumando un cigarro, me chocó, me quedé
un poco pillada y tuve que pestañear a ver si de verdad era ella. Lina levanta
su cabeza, abre los ojos de par en par y tira el cigarro. Me acerqué a ella.
- ¿Por qué?- le pregunté.
- Lo hecho mucho de menos,
Hayley- dice con lágrima en los ojos-. No sé qué hacer en mi vida sin él. Y sé
que él nunca me quiso, pero yo a él sí, enserio que lo quise mucho, lo amé y lo
sigo amando.
- ¿Qué dices? Claro que te quiso-
puse mis manos en su cara para secarle las lágrimas y levantarle la mirada-. Él
no dejaba de hablarme de su preciosa novia que amaba, que la quería con toda
sus fuerzas y que haría todo por ella.
- No te hablaba de mi Hayley…
Había otra.
- No Lina, él no era de esos,
todo su amor era para ti.
Lina pone su mano derecha en mi
hombro, apretando.
- Hay muchas cosas que desconoces
Hayley.
- Yo sé cómo era mi hermano, no
intentes ensuciarme la imagen que tengo de él.
- Solo intento que veas la
realidad, él no era el chico que tu creías.
Me aparté de ella fuertemente,
dejando que su mano cayera en el aire.
- Mi hermano te quiso y solo
estabas tú, mi hermano te quiso a ti, a mí y a su familia. Yo sé cómo era, él
jamás podría engañar a nadie. Y si tanto dices que lo quieres, abre los ojos y
deja de pensar en esas tonterías. Pero si no quieres darte cuenta de eso, no
digas tonterías por esa boca sin una mera prueba. Es mi hermano, ten cuidado
con lo que dices sobre él.
Ella pone una pequeña sonrisa.
- Has cambiado- dice afirmando
con la cabeza-. Y te hacía falta, en tu vida vas a ver cosas que vas a desear
no haber visto, pero que ya será demasiado tarde. La muerte de tu hermano solo
ha sido la primera de muchas que vas a ver.
Yo empiezo a dar pequeños pasos
hacia atrás.
- Si, vete, huye de la realidad,
como yo intenté hacer… Pero cuando la realidad te alcance, te atrapará.
Me doy la vuelta y empiezo a dar
pasos más largos cuando vuelvo a escuchar su llanto. Me alegro de haber tenido
la suficiente fuerza mental para no volverme loca después de todo eso. Mi madre
entró en depresión, Lina… bueno, Lina está como está. Muchas veces me pregunto
si estar así significa que nunca quise a mi hermano como debería, lloré, sí, y
todavía lloro… ¿Pero eso muestra que lo quise y que lo extraño?
Vuelvo a estar en la parada de
autobús, desde ahí se ir hasta mi siguiente parada. Ya son casi las cuatro
cuando me encuentro enfrente de entrada del cementerio, desde pequeña siempre
creía que aquí dentro solo se escuchaba llantos. Pero siempre que vuelves aquí
apenas escuchas llanto, porque la gente sabe cuándo hay que quedarse con el
dolor para uno mismo. Entro lentamente, tengo la sensación de que la gente me
mira y se pregunta “¿Por qué esta chica
va en cámara lenta? Ni que fuera una película” ojala lo fuese, ¿sabes? Ojala
salieran los créditos y todo terminara. Pero eso no iba a pasar. Seguí
avanzando hasta que una mujer mayor me toco el brazo.
- ¿Quieres unas flores, niña?
Pestañeé y miré el ramo que me
ofrecía, tenía cuatro flores pero con eso me valía.
- Si, ¿cuánto?
- La voluntad cariño- metí la
mano en mi bolsillo y saque un billete de cinco, se lo di-. Gracias.
Agarré el ramo y empecé a andar.
La gente se suele saber de memoria el número de teléfono de sus hermanos, yo me
sé el lugar en el que yace su cuerpo de memoria. Empecé a andar hasta su nicho.
Acaricié el trozo de mármol con letras negras escritas en él:
Dylan Reeves 1994-2016 No serás
olvidado.
No sé en qué segundo las lágrimas
empezaron a bajar, últimamente no sé cuando empiezo a llorar. Me acabo sentando
en el suelo, agradeciendo que su nicho este en la última fila, dejo su ramo a
un lado y me seco las lágrimas. Entonces me doy cuenta de que tiene flores
puestas y que no están en un mal estado, ¿será recientes? ¿Quién las habrá
puesto? Pero empieza a oscurecer y las nubes cada vez están más oscuras y no
hay tiempo que perder.
- Hola tonto.
Esperé estúpidamente una
respuesta, que como es normal, no llegó.
- Ha pasado ya un tiempo desde
que no estás con nosotros y de verdad que se nota. Mamá está algo triste, se ha
ido con papá a ver mundo, porque seguro que no estará más de dos meses en un
mismo sitio. Espero que eso la distraiga. Acabo de ver a Lina, me alegró ver su
cara pero cuando me iba a ir empezó a decir muchas tonterías, como que la
engañaste… Tranquilo, yo sé que no fue así. Me acuerdo de las veces que estábamos
juntos y hablábamos de lo mucho que la querías. Os conocíais desde pequeños,
vuestro amor era ejemplar. Yo creo que está buscando una manera de soportar el
dolor y esa manera es intentar odiarte de alguna manera, pero yo sé que no
puede, nadie te puede odiar.
Paro para coger aire y también
porque una persona acaba de pasar delante de mí, supongo que hablar solo no es
raro por aquí.
- Me dieron día libre en el
internado y decidí venir a verte, podría haber hecho cualquier otra cosa, pero
necesitaba estar cerca de ti. Hay cosas que quiero contarte porque no confío en
nadie más. En mi internado hay gente que está loca, hay… no te rías por favor,
mafias. Si, si, enserio, como en las películas, hay gente que se encarga de
bueno… no sé exactamente de qué y no quiero saberlo. Lo más extraño es que
desde que llegue con esa gente es con la única con la que me hablo. Mi amiga,
la única, se llama Abby, es muy pequeña con unos ojos muy grandes, seguro que
te encantaría, tiene una personalidad muy activa, como la tuya… y me cuida
tanto como tú. Quizás estés pensando si he conocido a algún chico y si… hay
uno, se llama Tyler y parece buen chico, ha estado últimamente fuera cuidado a
un amigo y lo he extrañado un poco.
El viento hizo que unas hojas
empezaran a moverse por delante de mis pies y me ajusté todavía más el abrigo.
- También está Justin- tragué
saliva al decir su nombre-. A él no le entiendo, me odia, lo noto en su cara
cada vez que me mira, y tú bien decías que era muy observadora, pero aparte de
odio no sé qué más dice su mirada… He estado entrenando con él y se puede decir
que era tan buen entrenador como tú, pero no te pongas celoso, como tú no hay
nadie. A ninguno le he dicho que estaba aquí hoy, y esa es la cosa… No confío
en ellos como para decirles donde voy a estar cada segundo, ¿eso es malo? Yo
solía confiar en ti, era mi amigo más que mi hermano… Abby me dijo que no
confiara en nadie de allí, pero eso hace que tampoco confíe en ella. Hay veces
que me gustaría derrumbarme y llorar, porque me siento sola Dylan. Allí no me
siento como en casa, el ambiente que hay es amargo. Sé que es pronto todavía,
que hay que darles un año a la gente para que aprendas como son de verdad, pero
el tiempo pasa muy lento. He pensado en ir con papá y mamá pero creo que no es
lo mejor para nadie, ella me recuerda a ti y yo le recuerdo a ti. Los dos
sabemos que tú eras el hijo perfecto y yo bueno, yo era yo, Hayley, pero tú me
querías tal y como era. Casi perdí mi virginidad- me reí bajo- me da algo
vergüenza decirlo en voz alta, pero es algo que me estaba comiendo por dentro,
creo que pronto va a llegar el día… Espero que sea con alguien que me quiera o
por lo menos alguien a quien yo quiera. He crecido, Dylan, he madurado y te
comprendo cuando te ponías de los nervios conmigo, pero ya soy una mujer,
todavía tengo 17 años, pero todo esto me ha afectado.
Vuelvo a callar cuando al
terminar la calle veo una figura negra, espero a que se acerque pero sea quien
sea desaparece.
- Me da algo de miedo volver a
casa, no quiero abrir las cortinas por si alguien llama a mamá y tampoco quiero
ir porque tú no estás allí. Creo que cuando vuelva voy a empezar a ver en quien
puedo confiar, quizás haga nuevas amistades o con las que ya tenga de algún
paso más…
Me quedo en silencio pensando lo
que acaba de decir y porque la figura de Tyler había venido en mi cabeza, sé
que tenía que aclarar lo que sentía por él… si acaso sentía algo. Miro a mi
alrededor y hay una mujer cambiando unas flores, detrás de ella, en el mismo
lugar que antes está la figura de negro, no consigo verle la cara.
- Dylan…- susurro-. Creo que hay
alguien ahí mirándome.
La mujer besa el mármol y se
levanta, me encuentro sola. Cojo aire para tranquilizar mi corazón, me queda
poco tiempo para seguir hablando con mi hermano.
- Quizás te venga a visitar
pronto, quizás acompañada o quizás no…- se escucha como una rama se cruje y se
me pone los vellos de punta, de reojo veo como la figura negra está en la misma
esquina y se lleva la mano a su bolsillo-. Me tengo que ir Dylan, me tengo que
ir. Te echo mucho de menos, más de lo que jamás puedas imaginar- la figura ha
desaparecido pero oigo pasos no muy lejanos-. Ojala no hubieras estado allí,
porque me siento sola y porque no quiero ser una mujer… No quiero tomar todas
mis decisiones- me giro y beso el nicho, justo en ese momento algo me moja y sé
que no son mis lágrimas, sé que el cielo decidió llorar por mí, porque estoy lo
suficientemente asustada como para mostrar alguna emoción.
Escucho un sonido metálico y me
levanto corriendo, giro atrás y lo último que logro ver es como la persona me
mira a los ojos, no llego a ver con nitidez sus ojos. Empiezo a oír sus pasos
fuertes y rápidos detrás de los míos. De repente no hay nadie en el cementerio,
estoy sola corriendo hacia no sé dónde, lo único que sé es que la salida no
está por ahí. ¿Qué mierda querrá de mí? Pero claramente aunque se lo pregunté
no sé si estaré viva para la respuesta. Cuando me giro para ver si la persona
sigue ahí atrás resbalo por culpa de la lluvia y caigo al suelo, doy una vuelta
sobre mi misma para esconderme tras una fila de nichos, los pasos paran. Busco
mi teléfono en mis bolsillos pero no hay nada, miro en el suelo y está donde me
caí. Estiro algo la mano hasta alcanzar el teléfono y cuando voy a levantarla
alguien la pisa, miro hacia arriba y una persona completamente vestida de negro
con un pasa montañas que le deja libre los ojos me está mirando. Saco mi mano
fuerte de debajo de su pie pero cuando me levanto para correr me coge del
cuello. En mi mente se me viene a la cabeza una escena parecida que tuve con
Justin uno de estos días. Le di un codazo y agarré su brazo para luego darle
una patada en el estómago. Me dejo unos segundos libre lo que me fue suficiente
para que mi pequeño cuerpo desapareciera de entre sus brazos. Empecé a correr
otra vez fuertemente cuando noté una pequeña molestia en mi tobillo izquierdo
pero era soportable. Sus pasos fueron otra vez oídos y bien cerca de los míos.
Le volví a coger delantera y llegué
a una parte en la que había unos baños públicos. Rápidamente me metí dentro y
en un cubículo me quedé varios minutos hasta que creí que se había ido. Tenía
un fuerte escalofrío en mi espalda y todo mi cuerpo estaba mojado, había
empezado a estornudad y sabía que nada podía ir peor. Decidí salir para poder
ir a un lugar más seguro, abrí la puerta temblando y me asomé para ver si
alguien me esperaba, cuando observé que estaba sola salí corriendo y no paré
hasta que encontré la salida del cementerio.
Ya se había hecho de noche y todo
el mundo se iba del cementerio con sus paraguas, todo el mundo me miraba y yo
me sentía desnuda con la ropa mojada pegada a mi cuerpo. Me puse a esperar a un
taxis pero todos me decían que tan mojada no me dejaban subir, tuve que ir
andando hasta la parada del bus y esperar al que más cerca me dejaba de casa.
Las nubes empezaban a gruñir de nuevo y di las gracias por estar cubierta por
un techo. El autobús llegó y me subí, le di las monedas correspondientes que habían
estado en mi bolsillo y estaban mojadas, me disculpé y fui a buscar a un sitio
donde quedarme de pie. Me quedé al lado de la ventana y mirando tras ella vi en
la noche una figura negra que estaba observando el autobús. Me separé de la
ventana con los ojos cubiertos de lágrimas.
Mi cabeza empezó a dar vueltas
cuando en autobús arrancó, empecé a pensar quien podría ser esa persona. Lo
primero que se me ocurrió fue la vez que Justin entró el primer día en el
comedor vestido entero de negro, también me acordé del funeral de mi hermano
cuando un hombre vestido de negro me ofreció un cigarro. ¿Tendría algo de
relación? ¿Pero cómo iba a saber él que yo estaba aquí? Mi parada llegó y me
tuve que bajar. Ya era de noche, pero las luces de la calle todavía no estaban
encendidas así que el tiempo que tarde en bajar del autobús y llegar a mi casa,
no dejé de mirar detrás de mí. La llave entró y me sentí un poco más a salvo,
pero todo acabó cuando me acordé que no tenía agua para ducharme, ni comida y
que no había luz. Subí a mi cuarto corriendo y busqué en mi mochila una muda
nueva. Me sequé con una toalla que había en el cuarto de baños olvidada por mis
padres y después me puse la ropa seca con miles de capas encima. Busque algo de
comer en mi mochila y lo único que logré sacar fueron unas barritas de cereales
y una botella de agua.
Cuando intenté dormir me di
cuenta de que estaba muy cansada pero que aun así algo me impedía dormir, tenía
frío y mi estómago rugía, pero no era eso. Me levanté de la cama y fui a la ventana,
subí la persiana y miré fuera de mi casa, no había nadie, pero no había nadie
por ahora… Cerré la persiana y volví a la cama, di mil vueltas hasta que pude
entrar en calor y entonces dormir. Me despertaba cada cinco minutos soñando con
esa persona que iba detrás de mí persiguiéndome. Pegué un pequeño salto de la
cama cuando mi móvil sonó, se le estaba acabando la batería y tenía un mensaje
nuevo, era de Abby “me alegro de que te lo estés pasando bien. Ya sabes, si con
un día tienes suficiente, llámame y voy a por ti el domingo o cuando quieras.”
Dejé el teléfono y empecé a llorar. Lo que se suponía que tenía que haber sido
un día fabuloso había acabado siendo el principio de una historia de miedo.
Siempre que estás sola sientes
que todo cruje, y eso me ocurrió a mí, empecé a oír como la puerta de la entrada sonaba como si la golpeasen y las ventanas también sonaban. No
aguantaba más aquí, una persona sabe cuándo tiene que pedir ayuda. Recogí todas
las cosas rápidamente y dejé la casa como si nadie hubiese estado aquí, llamé a
un taxi con la poca batería que me quedaba y cuando tocó la bocina salía de mi
casa.
- Hola señorita, ¿dónde quiere ir
a estas hora de la noche?- me preguntó un hombre algo mayor.
Cogí mi monedero y busqué un
papel, se lo di.
- ¿Sabe si eso está muy lejos?
- No mucho, pero le va a salir
algo caro señorita.
Miré a mi monedero, me quedaba
algo de dinero pero era lo único que me quedaba para este mes entero… Miré por
el cristal trasero del coche, me pareció ver algo moverse y no me lo pensé dos
veces.
- No me importa, lléveme allí por
favor.
El hombre me devolvió el papel y
arrancó el taxis. Me quedé mirando por la ventanilla del coche como todo se
alejaba, me arrepentía de no haber podido quedarme más rato hablando con mi
hermano, me hubiera gustado incluso arreglar las cosas con Lina. El domingo por
la mañana me gustaría haber desayunado donde desayunaba con mi madre de pequeña
en el verano cuando mi hermano estaba de campamento, me hubiera gustado
recordar un poco el pasado… Pero este era el presente y no sabía lo que estaba
pasando.
No me dormí, estaba demasiado
nerviosa como para hacerlo, así que cuando empezó a llover de nuevo vi como las
gotas empapaban el cristal. Cuando nos acercamos a una mansión me quedé
alucinada, había una verja grande que la protegía, era de metal y acaba en
pinchos.
- Señorita, ya hemos llegado-
paró delante de la puerta.
Vi el marcador de lo que había
costado el trayecto y miré mi dinero, estaba justo, agradecí que Lina hiciera
que no pagara la comida. Cogí los billetes y se lo entregué.
- Gracias- dije agarrando mi
mochila y saliendo por la puerta.
Ahora no sabía cómo entrar, me
acerqué a un porterillo que había y pulsé el botón.
- ¿Quién es?- preguntó una voz
grabe de hombre.
- Soy una amiga de Abigail, me
llamo Hayley. ¿Le podría decir que he venido?
No escuché ninguna respuesta pero
a los cinco segundos sonó como la puerta de la verja de abría, la empujé y así
era. Empecé a andar bajo la lluvia, empecé a estornudar y mi cabeza me dolía,
volví a notar toda mi ropa húmeda y como el agua acababa mojando mi cuerpo
también. Mis piernas me pesaban y temía no llegar a la puerta de entrada. A lo
lejos vi una luz y cuando levanté la mirada vi como la luz venía de una puerta
abierta y como en ella estaba Abby o por lo menos eso creía, ella estaba
rodeada de más gente.
- ¡Hayley!- gritó mientras corría
hacia mí, pero todo se empezó a volverse negro y cada pestañeo me costaba más,
logré ver a Justin y a Eddy detrás de ella. ¿Justin? ¿Qué hacia él aquí? Se lo
quise preguntar pero perdí todas las fuerzas y me desmallé, no té como alguien
me cogía antes de chocar contra el suelo.
Me sentía calentita y sobre algo
muy blando, una ola de aire caliente me daba en la cara y me sentía en la
gloria. Los murmullos que se escuchaban de lejos empezaron a aclararse y todos
los recuerdos vinieron a mi cabeza.
- ¡Dejarle espacio!- gritaba
Abby- ¿Hayley? ¡Está abriendo los ojos!
Hice un leve intento de abrirlos
pero mis parpados se encontraban muy pesados para hacerlos.
- Traer la comida caliente, venga
¿qué esperáis?- era Abby, y sonreír por ver como se preocupaba.
Intenté abrí los ojos y lo hice,
lo que más me impactó fue una luz que provenía de un lado que me empezaba a
quemar, cuando pude distinguir los objetos me fijé que era un fuego. Lo
siguiente que vi fue a Abby mirándome atenta y a Eddy en mis pies.
- ¿Estas bien?- me pregunta Abby.
- Yo… si…- dije y empecé a toser.
- Ahora te van a traer algo
calentito. Espero que no te haya importado que te cambiase, ibas a coger una
neumonía si seguías así- me dijo ella acariciando mi cabello.
Tenía ropa puesta que no era mía,
pero no me importaba porque parecía que fuese recién sacada de la secadora.
- Tranquila, estoy bien, gracias
por esto- dije sonriendo mientras me sentaba en el sofá en el que estaba
tumbada, cuando lo hice pude ver mejor la habitación. Era una especie de
biblioteca ya que todas las paredes estaban cubiertas de libros, era una
habitación medianamente grande y lo que más destacaba era la chimenea y al lado
de ella estaba Justin en un sillón bebiendo algo de una copa mientras me
miraba, iba vestido de negro y mi corazón empezó a latir fuertemente- ¿Por qué
lo has hecho?- dije y terminé la pregunta gritando.
Toda las personas miraron a
Justin y esté miró detrás de él, pero no había nadie.
- ¿Por qué has tenido que venir a
mi pueblo y perseguirme? ¿Por qué no me dejas tranquila?- seguía gritando y me
había levantado del sitio en el que estaba para acabar delante de él- ¿Quién te
dijo que yo estaba allí?
- Eh, bailarina, yo que tú me
sentaba antes de que te vuelvas a desmayar y te tenga que volver a coger.
- No quiero que vuelvas a
tocarme, ni a mirarme ni siquiera.
- ¿Qué dices, Hayley?- me
pregunta Abby agarrándome por la cintura por miedo a que me vuelva a desmayar.
Me giré y la miré a los ojos.
- No he ido con mis padres, fui a
mi pueblo porque echaba de menos a mi hermano y cuando estaba en el cementerio,
él apareció- miré a Justin y lo apunté, él puso una cara de sorprendido pero no
colaba-. Y me intentó matar, lo sé, sé que fuiste tú pero no sé porque me odias
tanto, no sé qué he hecho para merecerme eso. Estás loco cabrón, hijo de puta,
déjame vivir sola y ve a molestar a otras chicas- Justin me cogió del brazo que
lo apuntaba y sin soltar la copa que sostenía me pegó a él hasta que quedamos a
cinco centímetros de tocarnos.
- No digas nada de mi madre, ¿te
queda claro? Y me voy, que paso de que una niñata me venga aquí a acusarme de
cosas que no son ciertas- mira a Eddy que estaba observando la escena algo
divertido-. Tú, ven conmigo.
Los dos dejan la habitación y es
cuando tengo que volver a sentarme en el sofá porque toda la energía se había
ido. Abby se sienta a mi lado, colocando una mano en mi rodilla.
- Cuenta todo de nuevo y más
despacio- me dice.
- Quería estar a solas con mi
hermano y sabía que si te lo decía no me ibas a dejar ir solas, así que te lo
oculté y fui. Todo fue bien, menos que no caí que la casa no tenía ni agua ni
luz, pero eso no me preocupaba hasta ahora. Cuando fui al cementerio empecé a
hablar con mi hermano- me puse algo roja por lo estúpido que sonaba-, bueno, ya
me entiendes. Entonces empecé a ver una figura de negro que me miraba, llevaba
un pasamontañas y no podía verle los ojos bien, entonces me fui y él me
persiguió y sé que es Justin porque era rápido y musculoso y él va siempre de
negro. Me intento matar, enserio Abby… Y luego volví a mi casa y todo estaba
muy oscuro y yo estaba muy sola- las lágrimas salieron, pero esta vez fueron
muy pocas.
Abby me abrazó sin decir nada,
había venido a su casa a acusar a Justin sin pruebas, como él había dicho y aun
así me estaba consolando. Yo dejé que me abrazara y me quedé callada escuchando
su corazón algo agitado.
- No sé quién ha sido esa persona
pero no ha sido Justin cielo, él ha estado todo el día con nosotros y te lo
prometo, yo no te voy a mentir más, y ojala te pudiera decir que si fue él
porque es capaz y así ya no hablarías más con él, pero no ha sido. Hemos estado
todo el día desde que llegamos aquí en la casa, o bien en la piscina cubierta o
jugando a algo, luego hemos salido todos a un bar y él no se ha despegado de
nosotros. Así que pienso que se merece una disculpa…
- Yo te juraría que ha sido él…-
dije sin creerme que no hubiera sido Justin.
- Hay muchos chicos locos que se
visten de negro, dicen que es un buen color para camuflarse en la noche- dice
sonriendo-. Y no sé si te consuela, pero quizás fue un pervertido o quería tu
dinero… La gente de hoy en día mataría por un poco de agua.
- Puede ser… Lo siento por llegar
ahora, a estas horas y sin avisar, espero no haberos despertado.
- La noche acaba de empezar
Hayley. Y no, tranquila, cuando te dije que podías venir cuando quisieses lo
decía enserio.
-¿Te importa si duermo contigo?
- Claro que no, voy a ir a
buscarte algo de pijamas y tú deberías de ya sabes…
- Si, si…
Abby me dejó sola en esa
biblioteca sin saber ni siquiera por donde salir, así que fui hacia la puerta
he intenté buscar un pasillo con habitaciones. Empecé a escuchar voces
masculinas desde el fondo del pasillo y fui hacia allí. La puerta no estaba
cerrada del todo y podía ver como Justin estaba de pie moviéndose mucho y Eddy
estaba sentado en la cama.
- Hay cosas que se nos van de la
mano, Justin, no lo puedes controlar todo- dijo Eddy.
- Claro que puedo joder, claro
que puedo- dijo Justin llevándose las manos a la cabeza.
Pegué dos veces en la puerta y
los dos se giraron.
- Si vienes a acusarme de algo
coge número en la cola de personas que me acusan de matar a sus familiares o de
violar a sus hijas, que es un poco larga la verdad- dice Justin.
- Eddy, nos puedes dejar a solas-
dije olvidando el comentario de Justin.
- Claro, iré a ver a los demás.
Antes de irse le hace un gesto a
Justin como para que se tranquilice, él coge aire y lo expulsa. Yo entro y me
quedo a su lado.
- ¿Qué quieres?- me pregunta.
Me costaba pronunciar las
palabras pero tenía que decirlas.
- Lo siento por haber pensado en
ti nada más que vi como un chico intentaba matarme.
- Tranquila, mucha gente piensa
en mí cuando les ocurre eso- se gira y de una mesa coge un paquete de cigarro y
saca uno, veo como el cenicero que tiene al lado está lleno y me pregunto en
cuando tiempo lo habrá llenado
- Eso no me importa, yo me quiero
disculpar por haberlo pensado sin tener pruebas ni nada, por haberte acusado… Y
lo siento por haber insultado a tu madre, no hay que meter a personas ajenas en
nuestros líos.
- Así que hay un nosotros, eh,
bailarina- dice sonriendo mientras expulsa el humo por su boca.
Yo me tengo que contener para no
ponerme histérica.
- No en ese modo… Esto es una
cosa de los dos, y yo pienso, ¿por qué nos esforzamos tanto en intentarlo?
Quiero decir, tú no me caes bien y yo tampoco es que sea una de tus personas
favoritas… ¿Por qué no hacemos como si no nos conociéramos? Vamos a dejar ya
este maldito juego de los retos y todas estas tonterías, que no somos niños
chicos.
- ¿Quién te ha dicho que no me
caes bien? Siendo sinceros no me caes nada mal, me gusta tu carácter de gata
con las garras sacadas. ¿Y sabes qué? Todo el mundo está esperando algo de mí, lo
sé, todo el mundo espera que el chico malo conozca a alguien y se convierta en
bueno, pero no soy de esos- le da una calada a su cigarro y la expulsa-, no soy
de esos que hace lo que la gente espera que haga. Así que no te voy a dejar
tranquila, Hayley, quiero ser quien te quite la ropa y hacerte cosas que
escandalizaría hasta a las personas más liberales del mundo, quiero hacer cosas
malas contigo y quiero que te gusten, porque sé que te va a gustar- deja al
ceniza de su cigarro en el cenicero-. Y
hasta que eso no pase, no te voy a dejar en paz pasa de mi todo lo que quieras
pero cuando menos te lo esperes estaremos desnudos uno frente al otro, cuando
menos lo quieras te encontrarás extrañando mis besos y mi forma de hacerte
sentirte mujer. Lo malo se extraña, bailarina.
Mientras que él hablaba yo me
imaginaba las escenas y mentiría si dijera que no me gustaron, su cuerpo
desnudo rozándome no se veía tan mal. Pero cuando veía su mirada, su oscura
mirada, volvía a odiar la imagen.
- No vas a conseguir producir
nada en mí, Justin, los chicos como tú no me importan. La gente que no me
aporta nada en la vida la suelo olvidar.
- A mí no me puedes olvidar, hoy
hasta has pensado que era yo quien te estaba persiguiendo… ¿Eso es olvidar? Me
ves en todas partes- Justin dejó su cigarro y se empezó a acercar, yo andaba
hacia atrás-. Creo que te estas empezando a obsesionar conmigo, muñeca- pasó su
dedo por mi cuello cuando estuvo lo suficientemente cerca-, y las obsesiones
nunca son buenas.
Cerré los ojos cuando sentí un
leve escalofrío.
- A que te gustaría que te
besara, ¿eh?- me susurra en la oreja.
Y estoy por afirmar con la
cabeza, pero en vez de eso me aparto y abro los ojos, voy hacia la puerta y
cojo aire antes de salir.
- Si te sientes desprotegida por
la noche ven aquí, que yo te protegeré. Y una última cosa, mis juegos nunca son
estúpidos, cuando llegué el momento, verás lo útil que es. Dulce sueños,
Hayley.
Salgo del cuarto y cierro la
puerta detrás de mí. No hay quien razone con este chico, quizás algún día entienda
que no soy lo que busca, que no me conoce, que no soy como sus chicas y que
jamás me va a tener… o que por lo menos eso espero. Por el principio del
pasillo aparece Abby.
- ¿Qué tal todo?- me pregunta.
- Como siempre, mal- digo y Abby
se ríe y se encoge de hombros.
- Con Justin pocas veces las
cosas suelen ir bien.
- Me voy dando cuenta poco a
poco.
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Bueno, aquí un nuevo capítulo después de mil años. Ahora estoy de vacaciones, tengo más tiempo y sé que esto lo intenté hace varias semanas y no funcionó pero las circunstancias eran diferentes quiero poner un día para subir cada semana, ¿os gustaría eso? Así me pongo yo un horario para escribir y vosotros sabéis cuando estar atentos, así que sobre estos días diré que día voy a subir a partir de ahora y espero que vaya bien. ¿Os ha parecido largo este capítulo? A mi me parece que es el más largo hasta ahora, quizás extrañáis a Justin, pero han pasado cosas importantes y el siguiente capítulo va a ser uno muy entretenido ^^
Si leíste pulsa el botón Tweet MIL GRACIAS POR LEERME Y POR TODO, GRACIAS. <3
Lo siento a esas personas a las que les molesta mi poca "seriedad" al subir y al prometerme, pero soy así y no puedo cambiar y muchas gracias a las que, aún por todo eso, me siguen leyendo('':
Lo siento a esas personas a las que les molesta mi poca "seriedad" al subir y al prometerme, pero soy así y no puedo cambiar y muchas gracias a las que, aún por todo eso, me siguen leyendo('':