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Capítulo 7


- ¿Estas bien? – fue lo primero que se me ocurrió decir cuando todo el ambiente se había relajado.
- Si, si, esto no es nada- dijo y llevó su mano hasta sus labios, hizo una mueca cuando sintió la sangre en sus dedos.
- Ven a la mesa- dije.

Le ayudé a levantarse, Abby me miraba como si estuviera loca. Cuando el chico se sentó, pasé una servilleta por su labio superior que se había manchado de la sangre que goteaba de su nariz.

- ¿Qué has hecho para merecerte eso?
- Bueno, no hace falta hacer mucho para que Justin te pegue un puñetazo. Digamos que tiene problemas con su control de la ira. Y ya vale nena, estoy bien, deja de limpiarme no te lo tomes a mal... digo, me gusta que me toques pero tengo que mantener un poco de mi estatus de macho- dijo guiñándome un ojo.

Noté como mi rubor volvía a mis mejillas y bajé lentamente la servilleta.

- Me llamo Tyler- dijo ofreciendo su mano.
- Yo Hayley- dije mientras aceptaba su mano blanca y grande.

Mientras nuestras manos se separaban pude apreciarlo con todo detalle. Cabello color castaño rizado, pero lo tenía corto y no dejaba que los rizos se terminaban de formarse, lo que le daba un aspecto rebelde. Sus fracciones eran marcadas y la forma de su rostro era cuadrada, con una mandíbula perfectamente marcada, labios pequeños perfectamente rosados pero todavía manchados con un poco de sangre, pero sin duda lo que más llamaba de su rostro eran esos preciosos ojos azules, eran de un azul de cuando el cielo están empezando a nublarse, preciosos.

- ¿Hay algo que te guste?
- Tienes unos ojos bonitos- confesé.
- Los tuyos también son bonitos- dice mientras coge la manzana de mi bandeja.
- Marrones- dije encogiéndome de hombros.
- No entiendo a las mujeres que dicen eso, si, marrones, ¿pasa algo? Pues bien bonitos que son.
- Gracias- dije bajando mi mirada a mi comida.

A los segundos, Tyler se levantó rápido de la mesa, pegando un mordisco a la manzana.

- Damas, ha sido un placer pasar este agradable momento pero el deber me llama.
- Que lo pases bien, Batman- dije sonriendo mientras se iba, él se giró y me guiñó un ojo.

Pude apreciar como antes de irse, miró en dirección a la mesa en la que se encontraban Justin y sus amigos, pero este no pareció darse cuenta ya que su mirada se encontraba en mí.

- Con lo tranquila que era mi vida- susurró Abby, obligándome a apartar la mirada de Justin.
- Oh, venga, ¿qué he hecho mal ahora? El pobre chico estaba desangrándose en el suelo- Abby me miró- Vale, tampoco era para tanto.
- Todavía no te has dado cuenta de cómo son las cosas aquí- dice negando con su cabeza.
- Pues explícamelas.
- Quizás más tarde.

Justo en ese momento sonó el timbre que señalaba el final del almuerzo y la vuelta a clase. Abby se levantó y cogió su bandeja, tuve que acelerarme porque si no me dejaba atrás. Dejamos las bandejas, que por cierto la mía estaba casi intacta aunque tampoco es que tuviera demasiada hambre.

- ¿Qué tienes ahora?- me dijo Abby.

Miré mi horario atentamente, hice una mueca de asco al ver que me tocaba educación física.

- Educación física- respondí.
- Igual que yo, y quita esa cara de asco, las clases con el profesor Schuman no son tan malas, es un viejo simpático.
- Pero… ¿dónde cojo mi chándal?
- Allí te darán uno- dijo ella.

Cuando llegamos al gimnasio sentí como si me encontrara en casa por primera vez. Era una gran habitación con suelo de madera clara, una pared estaba llena de espejos y la otra con escaleras de madera pegadas a la pared. Tuve que contenerme para colocarme enfrente de los espejos y empezar a bailar, lo que no pude evitar fue que mis dedos de mi mano derecha se movieran.

- Buenas señor Schuman, esta es la chica nueva y necesita su chándal.
- Hola Abby, no sé para qué me dices nada si sabes dónde están.

Ella se encogió de hombros y a continuación me llevó hasta una puerta que cuando abrió dejó a la vista montones con ropa.

- A la derecha están las de chica, coge un pantalón y una camiseta.

Entré dentro de la pequeña habitación y cogí un pantalón largo gris y una camiseta de mangas cortas de un rojo anaranjado, no sé si era porque estaba descolorido o porque de verdad era así. Abby me llevó hasta el vestuario donde varias chicas paseaban, algunas en ropa interior y otras ya vestidas.

- No me pienso cambiar aquí- dije al oído a Abby-. No es por nada, es que mi cuerpo es mi cuerpo y no lo tiene por qué ver miles de chicas.
- Tranquila, yo jamás lo hago.

Me llevó hasta unos espacios cerrados donde la gente se cambiaba también. Me puse mi chándal y salí con el uniforme en manos, agradecí que me haya puesto las converses en vez de los otros zapatos. Abby me contó que la llave de mi habitación me abría una de las taquillas para dejar la ropa.

Cuando terminé de dejar la ropa, salí con Abby al gimnasio, pero allí no había nadie. Mire a Abby y ella siguió andando hasta una puerta que conectaba el gimnasio con la parte de fuera, donde había unas canchas baloncesto y varias cosas más. Cuando le iba a preguntar que qué hacíamos ahora, pude notar que nadie hacia algo exacto. Algunos chicos jugaban al baloncesto, otros daban golpes con los pies a un balón de fútbol y las chicas o bien jugaban al baloncesto, al voleibol o estaban sentadas en un banco. Mientras que el profesor Schuman leía el periódico en una silla.

- ¿Qué quieres hacer?- me dijo.
- Lo que tú quieras.

Dije mientras la miraba a los ojos, noté como sus mejillas se ruborizaban.

- Yo no quiero hacer nada, estoy en… bueno… ya sabes, uno de esos días del mes y como que no quiero hacer deporte.
- Oh, no pasa nada, te entiendo, nos sentamos y así me pones en orden con todo esto.

Nos sentamos en un banco de piedra que había vacío, pero antes de que ella hablara, me di cuenta de una cosa.

- Abby, si Justin y todos los demás incluido Tyler, son de último curso… es decir, como nosotras, ¿por qué jamás los he visto en una clase?

Ella dejó escapar una leve risa.

- Hayley, ¿crees que van a clase? Y además, esto es muy grande, demasiada suerte hemos tenido en compartir varias clases.
- ¿Y no les dicen nada?
- Nadie es capaz de decirle algo a ellos- dice ella, mirando sus uñas.
- ¿Tienen miedo a unos chicos de 19 años? Venga ya- dije riendo.

Abby se encogió de hombros.

Fui a preguntarle una cosa, cuando, un grupo de tres chicas se pusieron a nuestro lado y empezaron a cuchichear demasiado alto como para que pudiéramos escucharlas.

- Es ella- dijo una.
- Si- le respondió otra-. La nueva, dicen que ya ha estado en el cuarto de Justin y que le comió la boca a Tyler.

Pude notar como mi cara se ponía blanca.

- Oh, Dios, ojala me llevara Justin a su cuarto- dice la tercera-. ¿Creéis que ya lo habrá hecho con Tyler?

En ese momento no pude aguantar más y hablé

- ¿Perdona? ¿Estáis hablando de mí?- dije.

Las tres fingieron fatal que no lo estaban haciendo aposta y se llevaron la mano a la boca, a la vez, algo demasiado planificado. Me fijé en ellas, la más pequeña con cabello rubio, una mediana de cabellos castaños y otra más alta de un rubio casi blanco.

- ¿Cómo la tiene Justin?- dijo la más pequeña- ¿Es verdad que es más grande que la muralla de china? Eso tiene que doler- dijo llevándose un dedo a la boca, como si pensara.
- ¡Oh! Beth, cuida esa boca- dijo la de cabello castaño-. ¿Son ciertos los rumores?
- ¿Llevas aquí menos de un día y ya has conseguido lo que todas queremos?- dijo la del pelo casi blanco

Yo miré a Abby, pero esta tenía una mano en su frente e intentaba evadirse de esta situación que más ridícula no podía ser.

- Todo es mentira, no me he acostado con Justin ni tengo intención de hacerlo y no me he besado con Tyler, ni quiero.

Las tres chicas se miraron a la vez, la morena volvió a hablar.

- Pero hay rumores de que Justin te tiene el ojo echado y que quiere jugar contigo.
- Y es un jugador, siempre gana todas las partidas- dijo los cabellos claros.
- Te lo va a hacer bien fuerte- dijo Beth- Lo que daría por ser tú…- y terminó en un suspiro.

La forma en la que una terminaba la frase de la otra hacia que me pusiera de los nervios. Miré a Abby en busca de ayuda.

- No lo entiendo, ¿de qué hablan? ¿Qué juego?
- Te tengo que explicar varias cosas, ya te lo he dicho.
- Pero no quiero jugar a nada con Justin- dije mientras una mueca de asco ocupaba mi cara.
- No sé si eso lo puedes escoger tú- dice encogiéndose de hombros.
- Os dejamos, creo que tienes que hablar con la nueva. Esto es más que un simple internado- dice la morena y luego las tres se van riéndose

Me llevé la mano a la cara mientras miraba a Abby, esta contenía una risa mientras negaba con la cabeza. ¿Qué pasaba aquí?

- ¿Esto no es un simple internado?- dije- ¿Qué hacéis? ¿Sacrificios humanos?
- Más o menos- y no pudo aguantar más, Abby empezó a reír.

Su risa es de esas que se contagian y las dos acabamos riendo. Le pedí si podía contármelo ahora, pero ella me dijo que aguantara hasta la noche que ahora había mucha gente, de verdad pensé que me iba a confesar que hacían sacrificios humanos y luego los ponían en la comida. La clase terminó, nos cambiamos de ropa y las dos nos separamos porque ya teníamos clases separadas. El día terminó y tenía tantas ganas de meterme en la cama y dormir que se me había olvidado por completo que había quedado con Abby para que me contara como iba las cosas por aquí. Quedamos en una sala donde todos iban cuando había tiempo libre, me avisó de que quizás llegaba un poco tarde.

Llegué a la sala, había una chimenea al fondo, la pared era de listones de madera que le daba un aspecto acogedor. Aspiré el aroma a madera quemándose y sonreí, al final esto no iba a estar tan mal. Encontré un sofá de dos plazas estaban libre, se encontraba detrás de una columna un poco separado del todo el jaleo. Viendo como Abby llegaba tarde, saqué mi ipod y empecé a buscar una canción, pero antes de que pudiera poner una, oí el sonido de la puerta abrirse. Me arrepentí de estar mirando la puerta cuando él apareció. Justin abría la puerta de par en par, buscaba a alguien, lo pude notar en como miraba la sala. Esta vez fue la primera vez que lo vi con mangas cortas, llevaba la camisa remangada hasta  encima del codo, pude observar como uno de sus brazos estaba casi entero de tatuajes y el otro iba por el mismo camino.
Cuando miró, apretó su mandíbula y vino dando pasos grandes hacia mí. Bajé mi mirada e hice como si no supiera que estaba ahí, mi corazón latía fuertemente, su mirada era de que mataría a cualquier ser viviente que se pasara por su camino. En el suelo vi que había llegado delante de mi, lo siguiente que noté fue como tiraba de mis auriculares para quitármelo.

- ¡Eh! ¡Cuidado!- dije levantando mi mirada.
- ¿Dónde está Tyler?- dijo serio, controlándose para no subir mucho el volumen.

Ahora que lo tenía delante de mi cara pude notar como a la altura de su pómulo derecho había una pequeña raja que ya no derramaba sangre.

- Tienes una herida- dije mientras subía mi mano para tocarle la raya.

Pero no llegué a tocarla ya que Justin me cogió fuertemente de la muñeca evitando que mi mano avanzara.

- ¿Dónde está?- dice serio, apenas moviendo la boca.
- No lo sé- dije y solté un gemido de dolor, empezaba a hacerme daño- Suéltame, me estas apretando.
- Niñata- dice mientras suelta mi mano-. No sabes dónde te estas metiendo. Mantente alejada de todo esto.

Justin me había dejado sin palabras, se apartó de mí y ya se estaba yendo cuando las palabras salían de mi boca.

- No eres quién para decirme que hacer.

Él giró su cabeza para mirarme y la mueca de su boca hizo que mi estómago se revolviera un poco.

- Yo simplemente te lo aviso, no creas que me importa si jugas con tu vida. Quien avisa no es traidor.

Volvió a girar su cabeza y desapareció de la sala tan rápido como había entrado, chocando su hombro con el de Abby que entraba. Nada más que lo vio, me buscó con la mirada y sus hombros se relajaron cuando me encontraron, vino corriendo hacia mí.


- Ya no me vas a hacer esperar más, venga, empieza a contar- dije mientras mi corazón seguía latiendo rápido.
   
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Tirarme tomates a mi casa si queréis, me lo merezco por no subir seguido y luego subir este capítulo caca, que me da hasta vergüenza subirlo *llora*. Pero tengo una escusa ¡Siempre la tienes trixie! La otra novela esta al acabar y quiero ponerme seriamente con ella ya que los capítulos finales son los más importantes, cuando se acaba haré un maratón de esta y ya todo irá mejor, lo prometo no hagas más promesas trixie que luego no es así D: D: D: Nah, muchas gracias por seguir leyendo esta novela y por preguntarme cuando subiré y demás, eso me hace ver que os está gustando jhevyhjtyvjhevthjrvjthh <3

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Capítulo 32



¿Es demasiada coincidencia que mientras espero al autobús, el último que llega hoy, este lloviendo? La verdad es que agradezco que llueva con esta fuerza porque no quiero que la gente se quede mirando a un chico a estas horas de la noche llorando con maletas a su lado, ¿qué pensarán? “Oh, míralo, sus padres lo habrán echado de casa” “Alguien estará enfermo e irá a verlo”… Nadie pensará “Ese chico tiene el corazón roto” porque nadie espera que a mi edad pueda llegar a amar con tanta fuerza.

Mini maulló en mi regazo, estaba intentando taparla con mi chaqueta pero algunas gotas le caían. Podría haberme puesto bajo un techado, pero no quería, no quería protegerme de la lluvia quería permanecer aquí, bajo ella para que recordara lo mucho que dejaba atrás y que había sido un cobarde por no haberla despertado y haberla traído conmigo. ¿Era yo de verdad un ancla para ella? En mis audífonos empezaba a sonar I don't wanna love her de Brinck, mi boca suelta una pequeña carcajada, ¿acaso el mundo está en mi contra?

Recuerdo como hice mi maleta, mientras ella seguía durmiendo, algo me decía que poco tiempo le quedaba estando dormida y que tenía que ser rápido. Metía la ropa en mi maleta junto varias lágrimas que caían desde mis mejillas, ¿qué los chicos no lloras? A otro con ese cuento. Llevé las maletas hasta el salón, justo donde las había dejado cuando llegué. Me quedé quieto, saqué mi teléfono y le envié un mensaje a su padre, mis dedos temblaban y me costó escribirlo.

“Toda vuestra, espero que no la fastidiéis, mi vida está en vuestras manos.”

Lo envié, guardé el teléfono y me permití verla por última vez. Estaba en su cama, todavía con sus ojos cerrados… Parecía un ángel, un ángel con la mirada muy oscura… Espero que la vida tenga un futuro perfecto planeado para ella ya que yo no fui lo suficiente bueno, al parecer.

- Te quiero Grace y siempre lo haré- susurré

Me alejé lentamente de su puerta, me aleje de su respiración, del latido de su corazón, sus preciosos ojos y de su suave cabello, como me gustaba pasar mis manos por ahí… Llegué a la puerta de su casa, arrastrando mi maleta. Algo en mi interior quería que se despertara y me pidiera que me quedara, lo haría, claro que lo haría. Pero ya estaba en el ascensor y ella seguía dormida.

Cuando toqué la calle con mis pies, pude oír cómo se avecinaba una tormenta pero ese no fue el sonido que me sorprendió, algo en mis pies maulló. Miré al suelo y allí estaba una gata pequeña ciega de un ojo, preciosa a su manera. Deje las maletas y me arrodillé delate de ella, Mini me miró a los ojos y se lamió una pata, luego maulló mirando las maletas, como si me dijera “¿Por qué te vas, idiota?”

- Ella tiene que ser feliz sin mí- dije susurrando.

Mini bajó su cabeza, ¿decepcionada? Quizás. Busqué en mi mochila un bocata, y le desmigué un poco el pan, ella empezó a comer.

- ¿Sabes? Dentro de poco Grace no va a poder cuidarte más, va a desaparecer de aquí por unos días… Y no creo que le gustara encontrarte muerta de hambre cuando vuelva- acaricié su pequeña cabeza negra-. Ella me contó una vez que te negaste a ir a su casa una vez, pero… ¿vendrías a la mía?  Ella te ha estado descuidando estos días porque yo estaba aquí y siento que se lo debo… Grace no va a tener fuerzas para cuidar a nadie más que a sí misma en los próximos días y va a estar lejos… en cuerpo y mente. ¿Lo entiendes?

Mini me miró a los ojos y maulló, sí que era lista. Yo la cogí en brazos y ella se acurrucó en mi pecho, de una forma u otra, ella me recordaba a Grace y cuidarla era como… cuidarla a ella. Con el brazo que me quedaba libre tiré de las maletas, ahora me tocaba ver como la ocultaba en el autobús.

Los faros del autobús me cegaron por unos instantes, al parecer era la única persona que cogía este autobús. Puse a Mini en mi pecho y me cerré la cremallera, el conductor bajó, le enseñé el billete y me ayudó a guardar la maleta. Subí lentamente al autobús y me dejé caer suavemente sobre el primer asiento vacío que encontré, por suerte era doble y estaban vacío los dos, mi llanto se estaba haciendo cada vez menos silencioso y Mini luchaba por salir de mi pecho, pero por suerte no maullaba. Coloqué mi mano en el cristal lleno de pequeñas gotas, no me quería ir, no quería quererla de esta manera, no la quería tanto que doliera…

Noté como alguien se sentó a mi lado pero no le di mucha importancia hasta que habló.

- Chico, ¿estás bien?

No había olvidado su voz, claro que no, la había tenido en mi cabeza todo estos días. Giré mi cabeza y me sequé los ojos, la mujer de gafas redondas y pelo canoso me miraba sonriendo, parecía que estaba contenta de volver a verme, pero cuando negué con la cabeza y mis lágrimas volvieron a salir sin avisar su sonrisa se esfumó.

- ¿Qué hiciste? – me preguntó, preocupada.
- La deje libre - dije en apenas un susurro, con mi voz entrecortada.

La mujer, mordió su labio inferior y me abrió sus brazos, yo sin pensármelo dos veces me lance hacia ella, apoyé mi cabeza en su hombro y ella me frotó mi espalda con su mano delicadamente.

- No tuvo que ser una decisión fácil, muchacho, y te entiendo, muchas veces tenemos que esperar a ver los resultados para comprobar si nos equivocamos o si no.

Me aparté de sus brazos, un poco avergonzado.

- Siempre se puede luchar un poco más, ¿no?
- Siempre, pero muchas veces la fuerza no nos acompaña, ¿y de que valen las ganas de luchar sin fuerzas?
- Yo no era lo suficiente fuerte para ella… Me lacé a la aventura, sin pensar si iba a ser suficiente para ella o no- confesé.
- ¿Acaso eso no es el amor, muchacho?

Esta vez fue la primera vez que sonreí en toda la noche, entonces me di cuenta de lo cansado que estaba. Ella siguió hablando.

- El amor nos hace egoístas- me dijo acariciando mi mejilla, con un gesto muy tierno. Tú querías ser feliz con ella…

Yo me encogí de hombros mientras desviaba la mirada de ella a la ventana.

- Es extraño… Siento como si tuviera el corazón roto, pero ella no me lo ha roto, ella ni sabe que me he ido.
- Muchas veces nosotros mismos somos los que nos rompemos el corazón intento no romper el de los demás.

Cogí aire y la miré a los ojos.

- ¿Cómo ha sido su visita?

Ella sonrió, pero pude notar como esa sonrisa no era de felicidad, cogí sus manos arrugadas entre las mía. Sus ojos se aguaron por un instante.

- El primer amor nunca se olvida, ¿no?- le dije susurrando.
- Exacto- dijo ella sonriendo con ternura-. Aprendemos a sobrevivir con él.
- ¿Sabe?- dije acariciando su mano fuertemente con mi pulgar- Usted le habría caído bien a mi abuelo… Son iguales, él era como tú, como esas personas que siempre que acabas de hablar con ellas aprendes algo.
- Que desgracia que no esté entre nosotros, ¿no?
- Pero si lo estuviera, no permitiría que se lo intentara ligar, mi abuelo pertenece a mi abuela y ella a él, siempre ha sido así y siempre lo será.

Ella soltó unas carcajadas y removió un poco mi cabello, en ese momento Mini decidió maullar, yo la miré a los ojos algo asustado y ella empezó a toser fuertemente.

- ¿Eso ha sido un maullido?- dijo el conductor por los altavoces.
- ¿Cómo es posible que confunda la tos de una anciana con un gato? – dijo ella en alta voz, luego me miró a mí- ¿Por qué llevas eso?
- Esta gatita le pertenecía a ella… Si la tengo conmigo es como si… como si estuviéramos juntos.

Ella sonrío de oreja a oreja y saco un frasco de colonia de su abrigo.

- Es su colonia favorita- dijo medio riendo, yo no pude aguantar la risa-. Cada vez que voy se la robo, él siempre se la vuelve a comprar… Creo que sabe por qué desparece justo cuando me voy, pero nunca ha dicho nada.

Volví a mover mi cabeza en dirección a la ventana y suspiré. La echaba tanto de menos y hacia nada que la había visto por última vez… ¿la volvería a ver? ¿Volvería a saber de ella? ¿Se pondrá mejor?

- Bueno muchacho- dijo dando unos golpes en mi rodilla derecha-, te dejo, hay momentos que hay que 
pasarlos a solas.

Yo la miré a los ojos, dándole las gracias y minutos después, volví a mirar tras la pantalla, observando cómo me alejaba cada vez más de ella.

Grace

Una brisa de aire recorrió todo mi cuerpo, un fuerte dolor cruzó mi cabeza fuertemente. Moví mi brazo derecho buscando el brazo de Justin debajo de la sabana para que me abrazara, para que el dolor se fuera. No estaba. Su brazo no estaba ahí. Busqué su cuerpo, no había nadie a mi lado. Me senté demasiado rápido en la cama, tanto que me dio un pequeño mareo, miré en mi cuarto, todo estaba oscuro. No estaba Justin. Me levanté lentamente de la cama, ¿estaría en la cocina comiendo algo? ¿En el baño?

Fui primero lentamente al  baño que era lo que más cerca quedaba, pero no, estaba vacío. Fui restregándome los ojos hacia la cocina, pegué un pequeño bostezo, todavía me sentí débil, como si estuviera bajo el efecto de la pastilla todavía. Quería que viniera a mí, me abrazar por la espalda y me llevara en sus brazo hasta la cama. Una sonrisa tímida cubrió mi rostro.

Llegué a la cocina, la luz estaba apagada. La sonrisa desapareció de mi cara, corriendo fui a su cuarto. El mundo se volvió negro por unos segundos, solo oía un pitido lejano, todo iba lento a mi alrededor. No sé si me caí o me desmayé por unos segundos, pero me encontraba de rodillas en el suelo. Observé el armario abierto sin su ropa dentro, ya no estaba la maleta en el cuarto.

- ¿Justin?- susurré- ¡JUSTIN!- chillé.


Me levante rápido, fui hacia la cama, estaba hecha y no había ropa suya encima. Dejé caer mis manos encima de las sabanas y tiré de ellas, gritando, las sabanas dieron en una figura de la mesa de noche y fue al suelo, rompiéndose, el estruendo de la figura me asustó. Fui corriendo hacia mi cuarto, miré a mi alrededor, toqué mi cama con la mano derecha. Sus ojos aparecieron en mi mente.

- Simplemente te miraba.
- ¿Y esas lágrimas?
 - Es que eres hermosa

Chillé, pero no lloraba, no, no lloraba porque no me lo creía, él estaba ahí… Eso había sido un sueño, lo había soñado, ¿cierto? Miré en mi mesa, un papel blanco se movía por la brisa que corría. Me lancé a él como si fuese la última botella de agua en el desierto. “Se fuerte” es su letra, por su puestos que es su letra, yo la conozco bien, la tengo tatuada en mi cuerpo.

- Si yo algún día te fallara, si algún día te tuviera que dejar, ¿seguirías luchando?
- Eso jamás va a pasar ¿no?
- ¿Lucharías?
- Si me lo pides, por supuesto. Haría cualquier cosa por ti.

Apreté el papel en mis manos, no me di cuenta que apretaba tan fuerte hasta que sentí como las uñas se hincaban en mi piel y estaba a punto de hacerme daño. Entonces, mis ojos se abrieron lo más que pudieron cuando se escuchó como se abría la puerta de casa. Ahí estaba, claro que estaba ahí. Fui corriendo lo más rápido que pude, pero cuando pude ver la puerta y vi que no era Justin, si no mis padres lo que entraban por la puerta, estaban algo mojados, mi mundo se cayó a mis pies.

- No… No…- susurré.
- Grace, mi niña…- dijo mi madre, a la cual se le aguaron los ojos al verme.
- No- me pecho subía y bajaba fuertemente- ¿Dónde está?
- Se ha ido- dijo mi padre.
- NO- chillé

Fui hacia la puerta, esquivando maletas, tenía que atraparlo, no podía estar muy lejos. Pero mi madre me cogió de los brazos y me apretó a su pecho.

- Déjame, tengo que ir, tengo que encontrarlo, no le puedo dejar ir.
- Sh… Grace… Es lo mejor- acarició mi cabello.
- No es lo mejor- dije seria-. Estar lejos de él es lo peor que me puede pasar.
- Eso lo dices ahora, Grace. Cuando madures sabrás que esto es lo mejor- dijo mi padre, metiendo las maletas en el salón.

Me separé de mi madre y lo miré.

- Has sido tú, ¿cierto? Por tu culpa él se ha ido. Solo sabes fastidiarme la vida, ojala ardas en el infierno.

Y después de haber dicho eso, aprovechando que mi madre estaba distraída, salí corriendo de mi casa. Bajé las escaleras, mi respiración se agitaba cada vez más, mi visión se iba poniendo borrosa, sentía que me iba a desmayar, pero tenía que ser fuerte y llegar a donde él estuviese.

Llegué fuera del portal, la lluvia me pilló desprevenida, la calle estaba a oscuras tanto que ni las farolas estaban encendidas. No sabía a donde ir, no sabía qué hacer. Así que como débil que soy, caí al suelo dejando que la lluvia me mojara. Empecé a llorar, me dolía cada lágrima como si en vez de lágrimas fueran gotas de ácido e hicieran daño por mis mejillas. El llanto se atragantaba en mi garganta y tenía que toser a la fuerza, sentía que en una de estas empezaría a toser sangre. Empecé a mecer mi cuerpo, me llevé mis manos a mi pecho porque era como si me sintiera vacía, como si algo faltara ahí… como si mi corazón ya no estuviera. Antes mi corazón podía ser de hielo, pero ahora ya no estaba. Me di cuenta de que seguía haciendo un puño en mi mano izquierda, deshice el puño lentamente, la lluvia empapó el papel en un instante. “Se fuerte” ¿Cómo iba a ser fuerte si mi razón de serlo estaba tan cerca?


La tinta no se corría al contacto con el agua, por lo menos, ella era fuerte.

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Yo tengo que dejar de escribir capítulos así o caeré en depresión ;_; ;_; ;______________; hrvjtvjehvyhvrehhjvthjrvthjrvehjtrjethevrh Os tengo una buena noticia, dentro de poco habrá maratón, no sé que capítulos serán exactamente porque tengo que ponerme a mirar cuales prefiero quitarme así de un sopetón pero será más o menos un maratón de 5 capítulos. Me da mucha pena, pero esta novela tiene cada vez más cerca su fin y lloro, lloro mucho krhverhvejyervthj Y si, sé que quizás estos capítulos están siendo un poco lentos, pero vienen varios cargado de emoción y la verdad es que no quiero apresurar nada, porque creo que si una persona es como Grace, cada segundo de su vida en importante para lo que va suceder después. 

 Pd: no sabéis el cariño que me da la mujer esa del autobús, aunque yo creo que esta liada con el conductor y la verdad es que vive en el bus y se inventa su vida (?) lol

Y recordar que detrás de las  ☁ siempre habrá un ☀ resplandeciente esperándoos.

Si leíste pulsa el botón    Gracias, muchas gracias por comentar... Enserio, me hacéis muy feliz
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Capítulo 6



“Soy nueva” Dos miserables palabras que hicieron que me viniera abajo, todo ya era verdad, lo había dicho, lo había asumido y eso me dolía. Le di al hombre el horario y me llevó hasta la clase. Mi mirada estaba puesta en el suelo, había dejado de derramar lágrimas, pero aun así seguía sintiendo como mis ojos estaban a punto de seguir creando lágrimas. El hombre dejó de andar y yo me paré al instante.

- Esta es tu clase.

Yo levanté la mirada y vi una puerta a mi izquierda, miré al hombre.

- Gracias.
- Nada, ha sido un placer. Si necesita ayuda, llámeme, me llamo Julio.

Sonreí y asentí con la cabeza, pero yo sé que jamás le pediré ayuda, ni a él ni a nadie. Entonces él entró y dijo algo, luego movió su mano como para que entrara.

- Aquí te la dejo, señorita- dijo Julio.

Entonces me dejo paso en la puerta y logré entrar, la sala era blanca con seis mesas plateadas, en cada mesa había como cinco o cuatro personas, también había varios instrumentos para el laboratorio. Entonces me fijé en una mujer que llevaba una bata blanca y era más baja que yo, al principio la tomé por una alumna más, hasta que me habló.

- ¡Hola! Yo soy Marisa y soy la profesora. ¿Tú eres…?
- Hayley - dije rápido.
- Pues encantada, siéntate en la mesa que más te guste- dijo sonriendo.

No me gusta, no, odio tener que elegir sitio, prefiero que ella me asigne un sitio. Miro lentamente a las mesas, nadie me mira como si me pidiera que me sentara con ellos, al revés, es como si no les gustaran las cosas nuevas o simplemente no les gusto yo.

- Lo siento Hayley, pero tenemos que seguir con la clase.
- Si, perdona.

Y me siento en la mesa más cercana a mi derecha. En ella hay dos chicos y dos chicas. Hay una chica pelirroja y otro chico pelirrojos, por su parecido creo que son gemelos. Luego hay una chica rubia y un chico de cabello negro.  Cuando me siento me sonríen, pero es una sonrisa de cortesía, esas sonrisas no me gustan.

La hora se me hace eterna y eso que en mi antigua escuela me gustaba la hora de laboratorio, pero aquí no, aquí es todo diferente. Cojo apuntes, observo cosas por el microscopio, cojo más apuntes y nada más. Siento como si todo el mundo me observara y no fallo, me observan, cada movimiento está siendo criticado por los demás, estoy bajo presión. Así que es normal que este mirando el reloj que está colgado en la pared cada cinco segundos. Soy la primera en salir y momentos después el pastillo se llena de gente, ahogándome, apretándome.  ¿Cómo pueden vivir así?

Agarro fuerte mis libros y cruzo el pasillo hasta una zona sin tantos murmullos, saco mi horario y recuerdo que tengo literatura, con Abby. Me pongo de puntillas y la intento buscar, sin pensarlo me llevo la mano a mi trasero para sujetarme la falda, no quiero que vuelva a pasar nada. No la veo, así que decido buscar la clase por mi cuenta.

Acabo de empezar y ya deseo acabarlo todo.  Voy mirando al suelo, así que me asusto cuando me tocan el hombro y gritan mi nombre. Cuando me giro veo que es Abby.

- ¡La clase es por allí!- me grita encima del murmullo.

Le sonrió y empiezo a seguirla. Todo el mundo me mira. ¿Cuándo dejaré de ser la nueva? Al parecer Abby se da cuenta.

- No suele haber mucha gente nueva- me dice- Es raro cuando viene alguien, casi todos estamos aquí desde pequeños. Tienen curiosidad.
- Pues van a tener que aguantarse.
- Exacto- dice sonriendo.

Llegamos a la clase de literatura. Me enamoro del aula nada más verla, suelo de madera que cruje cuando lo pisas, mesas altas y alargadas de madera oscura y taburetes de madera a juego con las mesas, paredes llenas de libros. Parece el cielo. Al final del aula hay una mesa gruesa de madera y en ella hay una mujer sentada con un moño gris y unas gafas redondas en su nariz, eso se debe a que tiene la cara agachada ya que está leyendo.  A una esquina de su mesa hay un café, en la otra esquina una pila de libros. La sala huele a café y a libros. Cojo aire y sonrío.

Yo me siento al lado de Abby, la clase empieza a llenarse y cuando vuelve a tocar el timbre la mujer del el libro encima de la mesa y nos mira a todos.

- Sé que hay una chica nueva en esta clase, pero como tiene que estar cansada de sentir los ojos sobre su ser no voy a decir nada. Solo que, Hayley- me mira- este trimestre vamos a centrarnos en Shakespeare, busca el libro que más te guste de él, como examen tendrás que exponerlo delante de la clase a final del trimestre.

Yo asiento con la cabeza y sonrío.

- Para todos los demás. Os recuerdo que tenéis hasta el mes que viene para participar en el concurso ‘Escribe, escribe y sigue escribiendo’.  Puede ser un poema, una novela, una fábula. Como queráis. Eso sí, debe der ser vuestro. Y hay premio, eso siempre os anima a intentarlo.

Se escucha una risa floja en toda la habitación.

- Para que tengáis un ejemplo de lo que tenéis que hacer mañana va a venir a clase la persona que gano el concurso pasado.

De repente hubo un murmullo en toda la clase, algunas chicas sonreían y otras se llevaban la mano a la cara. Yo miré a Abby, pero ella era de esas que se llevó la mano a la cara, así que me quedé con la duda de quién iba a venir mañana. La clase siguió normal.  Luego tuve otra hora, por suerte también la tenía con Abby. Era historia. Casi me duermo.  Por fin tocó  el timbre antes de que mis ojos se cerraran, en cambio Abby estaba con los ojos abiertos escuchando al profesor, por lo que pude apreciar le gustaba esta clase.

Abby y yo caminamos por el pasillo hasta nuestras habitaciones para dejar los libros de las tres primeras horas. Yo acabo primero y la espero en el pasillo, la gente pasa por mi lado y me mira, por suerte son miradas de curiosidad y después de mirarme me sonríen, eso es un gran paso. Abby por fin sale de su cuarto y vamos hacia la cafetería, pero de repente me paro en la entrada y la miro.

- ¿Qué pasa?- me pregunta.
- Esta mañana me dijiste que la gente suele comer fuera…
- Si, menos la cena porque hace frío.
- ¿Vamos? Sé que te dije que íbamos a ir mañana para desayunar, pero ¿por qué no ahora?
- No sé Hayley… Allí están los populares.
- Que yo sepa seguro que no se puede reservar mesas, así que vamos a comer allí.

Ella sonríe tímida y afirma con la cabeza, vamos a coger una bandeja con comida y luego la sigo a ella, no me había dado cuenta que en una parte de la cafetería hay una puerta que da al exterior que está abierta de par en par, salimos al exterior.

El ambiente allí era totalmente diferente, escuchabas música, risas, conversaciones… Como se notaba que allí estaban los populares y no les importaba lo que pensaran de ellos. Había mesas de madera y otras normales redondas. Inmediatamente sin quererlo busqué por las mesas a un rubio que esta mañana me había visto las bragas, pero no había señales de él ni de sus amigos.

Abby caminaba detrás de mí mientras avanzábamos, tenía miedo, parecía un ciervo entre una manada de leones. La gente estaba tan absorta que ni se habían dado cuenta de que dos intrusas habían entrada en su zona vip. Por suerte quedaban dos mesas bacías, cuando llegamos a la que estaba más cerca y terminamos de cruzar por el mar de personas, pusimos las bandejas en la mesa y nos sentamos. Aspire el aroma a naturaleza, como me gustaba esta época del año… Más o menos cada tres o cuatro días llovía y hacia que el aroma de los bosques aumentara.

Abby fue relajándose y empezamos a comer, ella me contó cómo fue la única que pudo resolver un problema en su clase de matemáticas. Era toda una celebrito, pero era muy simpática y aunque sabía porque estaba ahí, no me miraba como si le diera pena, me miraba como a cualquier persona. Mientras la escuchaba hablar, su cara cambió de su tono normal a un blanco y dejo caer el tenedor.  Mire en la misma dirección que ella y pude ver que era lo que le ponía nerviosa. Un grupo había entrado por la puerta, reconocí a tres personas… Justin, Camille y Eddy. Justin tenía su cabeza agachada y estaba haciendo algo delante de su mirada, desde aquí no podía apreciar que era. Pude apreciar como llevaba el uniforme, los pantalones grises que llevaban todos los chicos y una camisa medio dentro medio fuera de su pantalón, encima de la camisa llevaba un jersey sin mangas y con cuello de pico del mismo color mi jersey, pero el mío tenía mangas, también pude apreciar como llevaba una corbata un poco suelta, encima se notaba que se acaba de poner una chaqueta de cuero negra.

Levantó su mirada y vi lo que había estado haciendo, se había encendido un cigarro, ¿estaba eso permitido? Bueno, algo me decía que a él poco le importaban las normas. Eddy fue hacia Justin y le susurro algo al oído, Justin miro hacia nuestra mesa y sonrío mientras se mordía su labio inferior.

- Oh, Dios, Hayley, vámonos que creo que es su mesa- dijo mientras se levantaba.
- No, esta mesa no es de nadie- le dije y le obligué a sentarse.

Justin venía junto a Camille, Eddy y los demás hacia nuestra mesa. Tengo que admitirlo, intimidaban un poco pero no dejé que se me notara en la mirada. Justin pegó una calada a  su cigarro y expulsó el humo mientras me miraba, no le aparté la mirada. Cuando llegó a nuestra mesa, apoyó las manos en ella y nos miró.

- ¿Disfrutando del aire libre?- preguntó relajado.
- Hasta que tu viniste si – dije moviendo mi mano para alejar el humo del tabaco.

Él viendo que me molestaba, pegó una calada y expulsó el humo en mi dirección. Dejé de respiras hasta que el humo se fue.

- ¿Qué quieres?- le pregunté.
- ¿Sabes que esta es nuestra mesa?- respondió Camille por él.

Me puse de pie y apoyé las manos en la mesa como Justin.

- ¿Dónde? ¿Acaso lleva vuestro nombre?- pregunté mirando a Camille.

Ella sonrió y yo miré a Justin.

- La verdad es que si- dijo él dando otra calada y después apuntando con la punta de su cigarro donde estaba mi mano derecha- Justo ahí.

Levanté mi mano y vi como ponía Justin, creo que desde China pudieron notar como mi cara se iba poniendo roja como un tomate.

- ¿Acaso si pones tu nombre en algo se convierte tuyo?- pregunté, mirándole a los ojos cuando mi rojez había disminuido.
- ¿Tu madre no ponía tu nombre en tus braguitas o en tu ropa?- dijo sonriendo de lado.
- No- dije seria, la verdad es que lo ponía en mis chaquetones cuando era pequeña por si me los dejaba en el colegio.
- ¿Y me dejas que ponga mi nombre en tu cuerpo?- dijo muriendo su labio inferior.
- Ni en tus mejores sueños- dije lentamente, vocalizando.

De fondo pude escuchar como Eddy le decía “ahí te han dado, Justin.” Antes de que Justin pudiera decir nada, se escucharon unos pasos en el césped desde atrás y una voz masculina que no había escuchado todavía, habló.

- ¿Ya estáis intimidando a la nueva?

Justin puso los ojos en blanco y giro su cabeza hacia atrás. Su grupo se dispersó un poco, lo siguiente fue tan rápido que ni me di cuenta, el brazo de Justin se dobló y pegó un puñetazo al otro chico que ni siquiera me había dado oportunidad de verlo. Justin se alejó junto su grupo, Camille me miro haciendo una mueca cuando fui hacia el chico que se encontraba en el suelo de rodillas, cubriendo su boca.

 - Yo también estoy encantado de volver a verte, Justin - dijo el desde el suelo.

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¿Justin? ¿Y los modales? Primero se dice hola y luego pegas el puñetazo... ais... este chico. *suspiro* hjwvthrtvejthervhrvtvwhjrrvwhjerhjw ¿qué ha pazao ahí? ¿Por qué le pega? Tantas dudas sin responder D: Muchas gracias por todos los comentarios en el anterior capítulo, enserio, no sabéis la sonrisa tonta que se me pone mientras los leo jhvjvhethveyjjhvher Pronto habrá un maratón, ya sabréis más sobre eso más adelante. PD: ¿no os habéis corrido con el GIF? Porque yo si, o sea, imaginaros a Justin así... grr. ilyyy

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Capítulo 31


Fue como en las películas, todo a mi alrededor parecía moverse demasiado despacio, mi corazón latió fuertemente y tuve que sentarme para no caer al suelo.

- ¿Justin? ¿Estás ahí?- preguntó él.
- Si, si… ¿Qué quiere decir con eso?- pregunte.
- Tienes que dejarla, ella cree que si estás tú no necesita a nadie más.
- ¿Acaso eso no es el amor?

Intentaba coger aire, pero tenía una presión en mi cuerpo, todas mis pesadillas se habían vuelto realidad.

- No Justin, ella tiene que aprender que muchas personas no se quedarán a su lado para siempre. Tiene que ponerse mejor por si misma, no por nadie.
- Pero ella está mejorando, ella come, ella ríe.
- Contigo Justin, solo contigo.
- No podéis alejarme de ella.

Sin darme cuenta, mi visión se había vuelto borrosa y si volvía a pestañear varias lágrimas bajarían por mis mejillas.

- Actúa como un adulto- me dijo-. No pienses en ti, piensa en ella, en lo que sería mejor para su futuro.
- La quiero y ella me quiere- pestañeé y no falló mi predicción, empecé a derramar lágrimas.
- Ella no sabe lo que es el amor, eres el primer chico que ha logrado entrar en su vida, ella no sabe cómo va todo esto. Ahora eres como un bache para ella, algo que no la deja avanzar. Cuando se acaben las vacaciones, tú volverás a tu casa, ¿y ella? Ella estará peor, cada vez peor.
- No puedo abandonarla, le prometí que estaría ahí para siempre.

La mano que tenía libre la puse en mi cara, intentaba contener el llanto que amenazaba con salir de mi garganta.

- Hay promesas que hay que romper por el bien de la otra persona, quizás ella no lo acepte ahora mismo pero luego sabrá que esto es lo mejor.

Las lágrimas bajaban cada vez con más velocidad, acaban en mis labios y mi boca sabía a sal.

- Esta es la peor decisión que vais a tomar en vuestra vida- dije, mordiendo mi labio inferior.
- Hemos hablado con la doctora, entre los dos aceptamos esta medida… Es lo mejor Justin, quizás tú no lo veas, pero nosotros somos sus padres y esto es lo mejor. Nosotros si vamos a estar siempre para ella, tú un día la abandonarás y más vale ahora.

Entonces todo encajo en mi cabeza.

- No estáis de vacaciones, ¿cierto? Estáis cerca de aquí, tan solo esperabais este momento para largarme.
- Eres listo Justin… La has ayudado, ella sabe que puede volver a ser feliz, pero ahora tienes que dejarla ir.
- ¿Y si me negara? ¿Y si me fuera con ella lejos?
- Ella es todavía menor de edad, te podríamos denunciar. No hagas las cosas más difíciles y vete.
- ¿Cuándo?
- Mañana por la mañana estaremos en casa.
- ¡ES MUY POCO TIEMPO!- subí el tono de mi voz sin querer
-  Vete esta noche, no se lo digas a ella- dijo como si no hubiera escuchado mi comentario y con su tono serio.
- ¿Encima quieres que le mienta?
- No es mentirle, es ahorrarle este disgusto, mañana cuando se despierte estaremos nosotros para ayudarla.
- La vais a encerrar.

Había dejado de llorar, ahora sentía una rabia en mi interior que parecía incontrolable. Quería romperlo todo, quería largarme con ella lejos.

- Déjanos lo demás a nosotros, tú haz tu parte. Y no hagas ninguna locura Justin.

Lo siguiente que escuché es que la llamada se había terminado, bajé el teléfono hasta colocarlo entre mis manos, agaché mi cabeza y las lágrimas bajaban una seguida de otra. El tiempo pasaba y yo no podía moverme, no podía ni contener las lágrimas, lloraba en silencio. Me quedaban apenas varias horas para estar junto a ella, ¿qué haría cuando tuviera que irme? ¿Cómo podría mirarla a la cara por última vez?

Recordé las sabias palabras de la mujer que había venido conmigo en el autobús. “Muchas veces nosotros somos un ancla del pasado que no deja que las personas que más queremos puedan avanzar” ¿Era yo la ancla de Grace? ¿No le dejaba avanzar? “Simplemente que llegará un día en el que tendrás que poner todas las cartas sobre la mesa y ver qué es lo mejor para ella y para ti, si dejarla libre o agarrarte al único hilo que os une.” ¿Sería capaz de dejarla ir?


Me levanté corriendo de la silla, tan rápido que esta se volcó y chocó contra el suelo, pero ya nada me importaba más que ella, solo quería estar en cada respiración hasta que llegara la noche. Llegué a su cuarto, ella todavía estaba bajo el efecto de la pastilla, dormía plácidamente, no gritaba, no lloraba, se veía tan en calma.

Avancé lentamente por su habitación hasta estar a su lado, me bajé hasta estar cara a cara con ella, su pecho subía y bajaba mientras respiraba. Tan preciosa, tan hermosa, tan frágil… Tenía miedo de colocar mi mano en su mejilla, de acariciar su cara, me sentía tan egoísta saber que ella jamás me podría mirar y decirme adiós mientras en mi cabeza se lo digo mil y una vez y aun así, no me lo creo.

Acaricio su mejilla hasta llegar a los labios, perdí la cuenta de las veces que los besé, ¿podría hacerlo una vez más antes de irme? Acerqué mis labios hacia los suyos y suavemente los acaricie, apoyé mi frente en la suya.

- Intenté hacer lo mejor que pude, pero parece ser que no es suficiente- susurré, sabiendo que no me escucharía-. Me gustaría quedarme o correr el riesgo de huir los dos pero algo dentro de mi me dice que quizás ellos tengan razón, que vas a estar mejor sin mi… Que esto se nos va de las manos, esto es muy grande para dos simples adolescentes.

No pude contener las lágrimas y me aparté para no mojar su delicado rostro.

- Hay miles de cosas que me gustaría decir, miles cosas que me tendré que callar, miles de cosas que me gustaría susurrarte a los labios después de un beso lento. Jamás pensé que tendría que dejarte, no de esta manera ¿sabes? Siempre pensé que me iría a mi casa cuando se terminaran las vacaciones, que tú irías a mi casa algún fin de semana… Tenía un pequeño futuro planeado junto a ti y ahora todo está por los suelos.

Acariciaba su mejilla derecha con la yema de mi dedo pulgar, bajando por su mandíbula y llegando a sus labios.

- Me gustaría ver tus ojos y oír tu voz antes de que me toque irme, ¿harías eso por mi?

Su respiración seguía normal, sus ojos cerrados al igual que sus labios. El silencio me mataba por dentro y aún más la idea de que tendría que dejarla.

- Te quiero- susurré-. No me preocupa la distancia, sé que lo que siento dentro de mi pecho cada vez que te veo, te acaricio o te beso es más que verdadero. Ojala hubiera tenido más tiempo para demostrártelo. Grace… mi niña… mi reina… mi escritora.

Sus ojos empezaron a temblar y se entrevieron un poco, pero volvieron a cerrarse, su boca formó una pequeña mueca y sus ojos volvieron a entre abrirse. Cuando se acostumbraron a la oscuridad y me vio, sonrío como si nada pasara.

- ¿Justin?- murmuró- ¿Qué pasa?


Vi como luchaba por mantener los ojos abiertos, como la primera vez que la vi, es irónico que esta vez iba a ser la última vez. Acaricie su mejilla y ella cerró los ojos cuando notó mi tacto.

- Nada- dije sonriendo-. Simplemente te miraba.

Ella volvió a abrir los ojos y movió lentamente la mano hasta mi cara.

- ¿Y esas lágrimas?
 - Es que eres hermosa- dije sonriendo al ver como ella se sonrojó.

Sin quererlo posó su mano encima del tatuaje por unos segundos.

- ¿Por qué no te subes aquí conmigo?- dijo acariciando la cama.
- ¿Quieres que este a tu lado?- le pregunté.
- Siempre.

Tuve que bajar mi mirada para que ella no viera mis lágrimas, me puse de pie y subí a la cama, para quedar detrás de ella.

- Pero no me voy a poder quedar mucho rato- susurré mientras la abrazaba desde atrás.
- ¿Por qué?- dijo con un hilo de voz, se volvía a quedar dormida- ¿No teníamos todo el tiempo del mundo?- y terminó en un bostezo.

No Grace, por favor, no te duermas.

- Tengo que hacer otras cosas…- susurré.
- Algo ha cambiado- dice ella, mientras se gira sobre mis brazos, para mirarme.
- Si, que cada vez te quiero más.

Bese su frente y por el rabillo del ojo pude ver como sonreía.

- Grace- susurro, apartándome para mirarla a los ojos.
- ¿Si?
- Si yo algún día te fallara… si algún día te tuviera que dejar, ¿seguirías luchando?

Ella sonrió débilmente.

- Eso jamás va a pasar ¿no?
- ¿Lucharías?- repetí, haciendo caso omiso a su comentario que me rompía el alma en dos.
- Si me lo pides, por supuesto… Haría cualquier… cualquier cosa- ella cerró los ojos y dejó caer su cabeza en mi brazo- por ti.

Las lágrimas volvieron a interrumpir mi respiración, la abracé lo más fuerte que podía, ojala jamás la tuviera que soltar.

- Te quiero- le susurré al oído-. Que sepas que no hago esto porque yo quiero, pero muchas veces lo que queremos no es lo mejor.
- Justin…- susurró mi nombre- Duerme, ya verás que cuando mañana amanezca, todo estará mejor.

Pero eso no era cierto, mañana estaríamos otra vez separados, mañana nada estaría mejor, todo estaría peor. Pero le hice caso, cerré los ojos e intenté conectar mi respiración con la de ella. Pero cada vez que cogía el sueño recordaba que la dejaría y volvía a llorar.

- Siempre estaré contigo- le susurré-. De una forma u otra, siempre estaré ahí para ti. Quizás no me veas, pero estaré siempre preocupándome por ti.
- Suena como a una despedida… y no me gustan las despedidas- me susurró.
- Esto no es una despedida… Las despedidas casi siempre son para siempre, pero esto no…
- Me alegro, porque se siente muy bien dormir en tus brazos.

Y volvió a caer bajo el peso de la pastilla, ella era fuerte pero no invencible. Intenté volver a dormir, por ella y porque algo dentro de mí también quería tener las esperanzas de que cuando volviera a abrir los ojos, algo hubiera cambiado, que no tendría que dejarla si no al revés, que siempre estaría con ella.

Puedo llegar a entender a esas personas que dicen que el amor adolescente es una tontería que a estas edades no te das cuentas de lo duro que es querer a una persona y aprender a sobrellevar una relación a través del tiempo. Pero bien me dijo mi abuelo una vez que si te cuesta decirle adiós a una persona es que hay verdaderos sentimientos. Las palabras reflejan nuestra alma de una manera que puede aterrorizar, escribe lo que sientas ahora mismo en un papel y verás lo que tenías escondido. Una palabra lleva a la otra y así se forman frases, un te va acompañado de un quiero y se forma la frase te quiero, luego depende de ti de si le das un significado o no.

Yo a ella la quiero y la querré, quizás la ame pero prefiero no pensar en eso, porque no quiero amar a una persona que tengo que dejar ir. Mientras el tiempo avanza, noto como ella se va deslizando de mis manos, pero no es ella, yo muevo las manos para que ella pueda ser libre, quizás es la decisión más descabellada que jamás tomaré y seguro que me arrepentiré mil y una vez, pero de errores se aprenden.

Ya estoy fuera de su cama y una ráfaga de aire azota mi cuerpo, ella ya no está aquí para darme el calor que necesito. Me doy el gusto de besarle la frente y de susurrarle por última vez que la quiero… y es que joder, ojala pudiera decírselo cada segundo de nuestras vidas. Cojo un papel de su mesa y le escribo que sea fuerte, quizás es de egoístas pedirle eso, sabiendo que me voy, pero si eso le ayuda sería egoísta mil y una vez. La observo dormir por unos segundos como una madre que observa a su hija dormir sola por primera vez, añorando su cabeza en mi pecho pero sabiendo que la gente piensa que esto es lo mejor y que quizás no se equivoquen.

Dejo su cuarto lentamente, dejo en su cuarto mi vida junto a ella. El sol ha desaparecido del cielo igual que mi corazón de mi pecho y la sonrisa de mi cara, si no la tengo a ella es como si no tuviera nada. Eso es el amor adolescente, lo das todo sin esperar recibir nada a cambio, queremos como si no hubiese mañana… arriesgándonos a quedarnos con el corazón partido.  


"Me duele cuando te lastimo,  juro que nunca fue mi intención. 
Nunca pensé que te fueras a quedar, así que te agradezco por estos preciosos días."

------------------------------------------------------
LA MADRE QUE LOS PARIÓ A LOS DOS hethvyevthjvrjhtvrvthertvhjerj lo que he podido llorar aquí D: *yo llorando* *yo llorando mucho* Justin, dime una explicación decente de por qué mierda le haces caso al estúpido de su padre, seguro que estaba drogao o algo ehrvhjvyjvthjvyhjretvhjre fuck. La novela esta como en la racha final, calculando por encima quedarán unos 18-19 capítulos. ¿Qué pasara? PUES YO LO SÉ Y TÚ NO JE JE JE JE. Muchas gracias por leer esta novela, por vuestros comentarios y por hacerme feliz, quizás muchas personas hayan dejado de leerla porque tarde en subir, pero estoy volviendo a coger el truco y quiero volver a subir seguido, así que lo siento y muchas gracias a las que seguís ahí <3 LOVE YA.

Y recordar que detrás de las  ☁ siempre habrá un ☀ resplandeciente esperándoos. 

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Capítulo 5


Mi despertador sonó. ¿Desde cuándo tenía yo un despertador?  Saqué mi brazo y lo cogí, miré la hora por la poca luz que entraba por la ventana ¿Desde cuándo lo había puesto para que me despierte a las 8 y cuarto? Pulsé todos los botones hasta que se apagó, me senté en la cama. Llegó la idea de que alguien se había tomado la molestia de traerme un despertador y de colocarlo en mi mesita de noche, que detalle. Me froté los ojos con mis manos y me puse de pie, cuando toqué con mis pies descalzos el suelo frío me volví a sentar en la cama.

Iba a costar levantarme. Pero lo tenía que hacer, sobretodo porque ni me había leído mi horario. Me levante corriendo y fui hacia mi armario y cogí unos calcetines negros largos. Me los puse y ya pude colocar tranquilamente los pies en el suelo. Me cambié de braguita, me quité la sudadera y me puse el polito del uniforme y luego la falda que era como un peto. El uniforme no era feo, era… normal. Falda gris, polito blanco y a la derecha en el pecho el símbolo del internado que era dos círculos unidos y un trébol de cuatro hojas detrás. Esa era la vestimenta obligatoria, luego te daban a elegir el abrigo, los calcetines y los zapatos, pero la única cosa es que tenían que ser negros. Es lo que llegué a oír que decía Abby.

Estaban los zapatos negros que nos proporcionaba el internado que eran los que podías usar si no traías otros y fueron los que me puse ayer, pero ya que eran algo que yo podía elegir por mi cuenta decidí ponerme mis converses desgastadas y pintorreadas por los laterales. Y como ya dije antes, me puse mis calcetines negros que me llegaban por un poco más de las rodillas y ya que el polito era de mangas cortas, me coloqué un jersey negro ancho que me llegaba casi por debajo del trasero. Se me veían cinco dedos de falda ya que el jersey la tapaba. Me pasé un cepilló por mi cabello y me eché colonia, hoy pasaba de ir al servicio, no quería ver a un grupo de chicas maquillándose o duchándose.

Decidí coger mi horario antes de salir de mi cuarto. A primera hora tenía laboratorio en el aula 14-E. Busqué la clase en el mapa y la encontré en que estaba en otro edificio. Vale, estaba localizada pero antes de nada tenía que ir a desayunar. Cuando abrí mi puerta me choqué con una chica, levanté mi mirada y vi a Abby sonriendo.

- No quiero que piense que estaba al lado de tu puerta esperando para que salieras porque yo no hago eso… ¿vale? – dijo mirando al suelo mientras movía un pie con nerviosismo.

Sonreí, la inocencia de esta chica me gustaba, me recordaba a mí yo anterior y la que algunas veces dejaba ver.

- ¿Por qué iba a pensar eso?- dije haciéndome la tonta.
- Por nada- dijo sonriéndome.

Yo le sonreí y fuimos caminando hacia el comedor.

- Por cierto Abby, mañana a la misma hora en mi puerta, lo digo para que no tengas que levantarte antes y acechar mi puerta.
- De acuerdo… Pero… Yo no lo estaba haciendo hoy ¡eh! Ha sido casualidad.
- Que sí, que sí.

Ella me sonrió de lado y yo le devolví la sonrisa. El pasillo estaba lleno de personas, todas las chicas para arriba y para abajo, gritaban y corrían, me empecé a agobiar. Cuando llegué a las 20 respiraciones, ya estábamos en la escalera, mi respiración empezó a relajarse. Empecé a prestar atención a las plantas, mi habitación estaba en la segunda planta. Las escaleras eran de escalones grandes cubiertos por una alfombra, el internado no era feo, pero el motivo por el que estaba aquí no era bonito. Hoy soñé con mi hermano, el sueño fue simple, yo estaba en el suelo y él estaba a mi lado, yo lloraba y él me daba palmadas en la espalda. No hablamos y la verdad es que me hubiera gustado que me hubiese dicho algo, porque empezaba a olvidar su voz.

- ¿Estas bien?- me preguntó Abby.
- Si, es solo que no me acostumbro.
- Te entiendo…- me miró con una mirada dulce- No debe de ser fácil.
- ¿Sabes por qué estoy aquí?

Ella se encogió de hombros inocentemente.

- Tengo contactos- me dijo.

Negué con la cabeza sonriendo. No me gustaba que la gente se interesara por mí, ni que rebuscara en mi pasado, pero Abby era tan tierna que me daba igual lo que hiciera, confiaba en ella. Llegamos al comedor y fuimos a coger nuestro desayuno.

- ¿Cuál es tu primera clase?- me preguntó.
- Laboratorio- dije mientras cogía un zumo de naranja.
- Osh, yo tengo matemáticas avanzadas. ¿Y después?

Llegamos a la mesa y colocamos las bandejas, yo saqué mi horario que me lo había colocado dentro de la falda sobresaliendo.

- Después tengo literatura.
- ¡Sí! – Ella sonrió- Igual que yo.

Yo volví a sonreír, esta vez ya sin ganas. No quería ir a clases, no quería sentir vigilada por extraños, tenía miedo de si alguien más sabía mi historia y pensara que mis padres ya no me querían y me abandonaron, mis padres me quieren quizás no tanto como a mi hermano, pero me quieren. Algunas veces me gustaría más vivir la vida en vez de pasarla pensando en lo que va a pasar.  De repente sentí una mano que subía y bajaba por mi espalda, intentando darme apoyo, giré mi cabeza y Abby me sonreía.

- Ya verás como todo mejora. Tiempo al tiempo.

Esta vez no sonreí, solo asentí esperando que tuviera razón. Empezamos a desayunar. Empecé a mover delicadamente la pajita dentro del vaso de zumo, cuando observé como mi mano se movía con delicadeza me acordé de algo que había abandonado y que quizás volvería a hacerme sentir feliz.

- Abby, ¿hay aquí algún gimnasio?
- Por supuesto.
- ¿Y por la noche se usa?
- No, no, cuando se termina el horario de clase se cierran todas las aulas.- ella miraba a su plato- ¿Por?
- Por nada… ¿tú podrías conseguirme la llave?
- Solo si me dices un buen por qué.
- Para bailar.

Entonces ella me miró y en ese momento supe que íbamos a ser grandes amigas, porque no hizo falta ninguna explicación más.

- Más tarde te la doy.- dijo sonriendo.

Terminamos de desayunar, entonces me dio por mirar el comedor mientras dejábamos las bandejas, había poca gente, las mesas estaban ocupadas pero no estaba a rebosar como la otra vez.

- Oye, ¿por qué no hay nadie hoy aquí?
- La gente prefiere desayunar fuera, vienen cogen el desayuno y salen.
- ¿Y por qué no lo hemos hecho?
 - No sé, antes no había tenido a nadie con quien ir- dijo ella.
- Pues mañana vamos allí y ahora creo que debería de ir a buscar mi clase vaya a ser que me pierda.
- ¿Quieres que te acompañe?
- No, da igual, ya me las apaño yo.

Entonces las dos fuimos por un pasillo diferente. Me saqué el mapa del mismo sitio que el horario y busqué la clase. Gracias a Dios quedaban diez minutos para que tocara el timbre, pero creo que voy a llegar tarde. Parecía una turista, miraba el mapa y miraba el número de la clase por la que pasaba. Los pasillos estaban llenos de gente y se escuchaba un murmullo colectivo, pero de repente una voz traspasó ese murmullo.

- ¡Ey! Vas mal, mi habitación no es por ahí, muñeca.

Supe que era para mí, porque reconocí la vez. Levanté lentamente la mirada, había dos chicos, uno rubio y uno moreno.

- Uy, Justin, yo que tú a partir de hoy dormiría con la puerta cerrada con candado, a ver si te asesinan mientras duermes- dijo el moreno.
- Para muñeca ya tenemos a tu amiga.- respondí yo.
- Tranquilo Eddy, esta irá a mi habitación, sí, pero no para asesinarme- dijo mientras mordía su labio inferior y pasando de mi anterior comentario.
- Asqueroso.

Y me di la vuelta, dando por acabada esta conversación, pero de repente una chica chocó con mi hombro e hizo que se me cayeran las hojas al suelo. Lo peor no fue eso, fue que cuando me agaché al no estar acostumbrada al llevar falda, me agaché mal y nada más que lo hice supe que se me había visto todo.

- ¿Sabes que el morado es mi color favorito?- me grito el chico rubio, que ahora sabía su nombre, Justin.

Noté como mi cara se ponía tan roja como un tomate, me levanté y me fui corriendo. Me empezó a faltar el aire, ¿por qué la había tomado conmigo? ¿Qué había hecho yo? Doble una esquina y mágicamente no había nadie, me apoyé en la pared y respiré forzadamente, los ojos se me llenaron de lágrimas pero me forcé a no llorar. El timbre sonó y yo estaba perdida. Decidí salir del pasillo y justamente había un profesor en el pasillo.

- ¿Por qué no estás en clase ya?
- Soy nueva.

Y no sé porque exactamente, pero al decir eso una pequeña lágrima bajó por mi mejilla derecha.


- Anda ven, vamos a tu clase.

.........................................................................
Justin capullo, como me pone que sea un chico malo grrr Pues que decir... Que la verdad tengo muchas expectativas sobre esta novela pero no sé si os esta gustando... No veo mucho... (no sé que palabra decir) entusiasmo, pero quizás sea porque esta empezando. Solo deciros que ira mejorando y que esta novela tiene drama para dar y regalar. LO SIENTO POR NO HABER SUBIDO.

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Capítulo 30


Entreabrí suavemente los ojos, cada parte de mi cuerpo me dolía pero no me di cuenta hasta que me removí en la cama. Moví lentamente mis brazos y fue como si hubiera estado haciendo ejercicio por el día y por la noche… La noche, una sonrisa cubre mi rostro. Abro los ojos de par en par y no me encuentro con Justin a mi lado, me siento en la cama y observo como la persiana sigue abierta y varios rayos de luz entran a la habitación.

Giró mi cabeza para mirar a la puerta y me encuentro a Justin en el umbral de la puerta sosteniendo una bandeja con comida. Justin me sonríe y se muerde su labio inferior. Entonces me doy cuenta de que la sabana se había bajado hasta mi cintura y estaba desnuda. Inmediatamente me tapo y busco en el suelo algo, lo primero que encuentro a mi lado es su camiseta, la cojo y me la pongo.

- Buenos días- dice todavía sonriendo-. He intentado hacer el desayuno lo más rápido posible para volver aquí y que no te despertaras sin mi, pero no he podido.
- Ya… bueno. No tengo hambre, no tenías por qué molestarte.
Justin coloca la bandeja en la mesita de noche y se sienta en la cama, coge la bandeja y la coloca entre nosotros.
- Hoy tienes la cita con la doctora y pensé que estaría bien que fueras con fuerzas, además por lo de anoche…- él sonríe- Quiero que tengas algo de fuerza.

Mis mejillas volvían a ponerse coloradas, pero era verdad, creía que podía volver a cerrar los ojos y dormir durante un año. Cogí unos cereales sin leche y me los comí como si fueran unas galletas. Justin cogió una manzana y empezó a pegarle mordiscos, yo para beber cogí un zumo de naranja y él un café. Cuando iba por la mitad del cuenco decidí que si cogía uno más iba a vomitar y no por cuenta propia. Me levante de la cama, menos mal que la camiseta de Justin me llegaba por debajo de mi trasero.

- Me voy a duchar- le dije.
- ¿Quieres ahorrar agua?- me preguntó mientras me iba.
- Me sé esa, Justin y no- dije riendo.

Cuando volví a quedar desnuda en el cuarto de baños, me observé frente al espejo y pude ver señales que me indicaban que había perdido mi virginidad. Tenía un chupetón en el cuello, mi cabello estaba enredado y todavía tenía mis labios hinchados y heridos por los mordiscos. Sonreí, no a mi reflejo si no a los recuerdos. Me metí en la ducha y sin yo quererlo, el agua se llevó el aroma de Justin que se había quedado impregnado a mi cuerpo.

Unas horas después me encontraba en el autobús con dirección a la consulta, con Justin a mi lado y con temor en mi mente. Esta vez Justin me agarraba la mano fuertemente, pero seguía notando aquella inquietud que tenía la otra vez… ¿Por qué le pasaba eso? ¿Había algo que yo no sabía? En los auriculares que compartíamos empezó a sonar Down de Jason Walker. Jamás sé por qué intento pensar mucho cuando voy en el autobús de camino allí. Quizás porque me gusta tener las ideas claras, saber que tengo que decirle y que no. Entonces, ¿por qué lo intento? Sé que voy a caer. Esa frase de la canción podría definir mi vida perfectamente, ¿por qué intentarlo si sé que saldrá mal? ¿Por qué tengo que intentar entender las cosas si eso me volverá loca? No puedo con todo, no puedo sostener tanto peso en mi espalda.

Apoyo la cabeza en el asiento y miro por la ventana hasta que sé que hay que parar ahí. Tiró de la mano de Justin y él se mueve. Los dos esperamos hasta que se abren las puertas y yo guardo el ipod. Entramos en el edificio y allí estaba Paul, observando un periódico, sonríe cuando me ve.

- Buenas señorita Grace, espero que esta vez vaya mejor- dije bajando su cabeza como si fuera una reverencia.
- Gracias, eso espero yo también.

Y tiro de la mano de Justin para que subamos rápido, cuanto antes empecemos antes acabaremos. Llegamos y nos recibe Isabel sonriendo como siempre, nos lleva hasta la sala de espera, allí esta una mujer sentada seguro que su hija está dentro. Toquetea su bolso nerviosa y yo sonrío, ¿por qué esto les pone nerviosa a los padres? Si a ellos no les pasa nada, los locos son sus hijos, no ellos.

- Grace… Me gustaría que hicieras una cosa, no por mi… más bien por ti. Cuentéale algo a ella, pero no le mientas, desahógate, ella está ahí por tu bien.
- Justin, parece mis padres- dijo separando mi mano de la suya.
- Me da igual, te lo digo por tu bien, desahógate, cuando contamos algo a alguien es como si compartiéramos la carga que tenemos y empieza a pesar menos.

Le iba a contestar que era pura mentira pero la puerta se abrió y una chica de mi edad o más pequeña salió sonriendo del despacho de la doctora, su madre sonrió al verla y la abrazó, se despidieron de la doctora y se fueron Cuando Blevins me miró, puso los ojos en blanco y sonrió.

- Si las miradas matasen…- dijo en un suspiro, luego sonrió y nos indicó que entráramos.

Me senté en el sillón de piel falsa color marrón y la doctora se sentó en una silla, sin papel en mano ni bolígrafos.

- ¿No vas a tomar apuntes?- dije mirándola.
- No, me di cuenta de que te molesta así que no apuntes.

Yo sonreí orgullosa de que por fin hiciera algo por mi bien.

- ¿Y qué tal estos días?
- Bien, Justin me ayuda mucho.
- ¿Y las comidas?

En ese momento mis ojos se perdieron en la habitación y me di cuenta de lo mucho que había estado comiendo sin darme cuenta, casi comía como todos los demás… pero siempre cuando estaba Justin. Me entraron ansias y tuve que tragar saliva para no vomitar en mitad del despacho.

- Como- dije en apenas un susurro.
- Estas algo blanca, ¿quieres agua?- me susurró.

Negué con la cabeza.

- Estoy comiendo como nunca lo he hecho y me han entrado ganas de vomitar, eso es todo- cuando todo salió de mi boca, me sorprendí de que le estuviera diciendo la verdad.
- ¿Y qué sientes cuando comes?
- Apenas me doy cuenta de que lo hago hasta que empieza a dolerme el estómago, no pienso en la comida.
Pienso en él… terminé en mi mente mirando a Justin.
- ¿Hay algo que me quieras decir?- me preguntó.
- No quiero que terminen las vacaciones.

No quiero que él se vaya, no quiero volver a ir al instituto.

- ¿Por qué?
- No quiero volver a ver a mis compañeros, no me gusta cómo me miran… como si supieran de verdad lo que pasa.

Recordé todas las miradas de mis compañeros, las miradas de asco del novio de Sabrina porque ella se juntaba conmigo, recordé las mil y una vez que encontraba escrito algo en mi pupitre, algo como: bulímica, anoréxica, vomita perra… Un día llegué a encontrar unas cuchillas en la mesa. Jamás se lo conté a mi padre.

- ¿Por qué no te cambias de centro?
- Porque no quiero rendirme ante ellos.
- No te estas rindiendo, simplemente estas pasando de ellos.

Me quedé en silencio, jugando con mis dedos, ¿por qué mi cabeza no me dejaba decirle todo?

- ¿Te sientes sola?

Empecé a firmar en la cabeza, pero entonces los ojos de Justin aparecieron en mi mente… Sonreí y negué con la cabeza.

- ¿Si o no?
- Todo el mundo se siente solo alguna vez- aseguré-. Pero yo le tengo a él.
- ¿Y es suficiente?
- Yo creo que sí- dije encogiéndome de hombros.
- ¿Qué dirías si te ofrecen volver al centro?
- ¿Al manicomio?- dije aguantando una carcajada, ella afirmó con la cabeza- Que ni soñando, eso es el infierno, yo no voy a volver allí…- una luz se encendió en mi cabeza- No, no, no… no me vais a volver a encerrar- me levanté rápida del sillón-. No estoy mal, estoy bien, no vómito, como, no me corto. ¿Qué más queréis de mí?
- Grace, siéntate, no te he dicho nada de eso.
- Pero es lo que tú querrías. Todo el mundo quiere encerrarme, porque la parecer soy un peligro cuando estoy libre, ¿no? Cómo un animal salvaje.
- Grace, tranquila, deja tu mano.

Baje mi mirada hasta observar como mi mano derecha estaba arañando mi mano izquierda tan fuerte que estaba a punto de sangrar. Aleje mis manos y miré a la doctora.

- No te necesito, lo tengo a él- dije mirando a Justin-. Él me entiende y me quiere.
- Hablemos de otra cosa- dice-. ¿Cómo es estar sin tus padres?
- Bien, no me agobian- dije todavía de pie.
- ¿No los extrañas?
- Un poco- admití.
- ¿Quieres que vuelvan?
- No. Justin, vayámonos- dije.

Justin miró a la doctora y después a mí.

- Todavía te queda tiempo, Grace- dice con su voz lenta y pausada.
- ¿Tú también estas con ella? Estáis todos contra mí.

Esta vez no corrí, abrí la puerta decidida y salí de allí, la doctora se puso de pie.
Justin

Me levanté para ir detrás de ella.

- Justin- me llamó la doctora.

Me paré y giré para mirarla, se había dejado caer en la silla y tenía una mano en su frente.

- Tengo que ir tras ella.
- Esto no le ayuda- dijo en un susurro.
- ¿Qué quiere decir?- dije preocupado.
- Yo creí que esto funcionaría… Pero solo hace que se encierre más en sí misma- parecía que hablaba para si mi misma, pero me miró a los ojos-. Da igual, vete…
- ¿Qué va a hacer?- le pregunté.
- Ve tras ella, es un peligro.
- Ella no le haría daño a nadie- dije enfadado.
- A nadie no, a ella misma sí.

Canción

Y dicho eso, salí corriendo de la habitación. No se encontraba en la sala de espera, miré a Isabel, ella me dijo que se había ido. Las lágrimas se empezaron a aguar en mis ojos, corriendo bajé por las escaleras. Allí estaba Paul con la mirada puesta en la entrada, me dijo que fuera rápido que se había ido corriendo y que parecía rota. Mi muñeca, mi muñeca estaba rota, otra vez. Salí corriendo del edificio y me encontré perdido, no sabía dónde estaba y no me conocía esta ciudad.

Fui corriendo hacia la derecha y me fijé en que había un callejón oscuro. La oscuridad es un buen sitio para esconderse. Empecé a entrar, despacio y escuché un gemido que era un llanto, el llanto de mi chica. Estaba sentada en el suelo, apoyando la espalda en la pared, cuando me acerqué pude ver cómo había vómito a su lado y ella se tapaba la boca y las lágrimas bajaban por su cara. Levantó su mirada y me vio, apartó la mano de su boca

- Soy estúpida, porque quiero huir, desparecer, pero no puedo ir muy lejos porque quiero que me encuentres.
- Vayamos a casa- dije ofreciéndole la mano.

Pero ella se levantó apoyándose en la pared y empezó a andar lentamente hacia fue del callejón. Cuando llegamos a casa, ella se lavó los dientes y fue a su cuarto. Yo simplemente me senté en el sofá y puse mi cabeza entre mis piernas, necesitaba coger aire y fuerzas. Sin darme cuenta empiezo a llorar, pero no es un llanto profundo, empiezo a llorar en silencio. Pero rápidamente me seco las lágrimas, no puedo llorar mientras la persona que más me importa está destrozada en la habitación de al lado. Voy lentamente, cogiendo aire y expulsándolo. Cuando llego, está sentada en su cama, agarrando sus piernas con la mirada perdida. Cojo aire pero rápidamente me derrumbo, me muevo para irme pero su voz me detiene.

- No te vayas, ven- dice mirándome-. Si tú estás aquí es como si tuviera un guerrero luchando contra mis monstruos.

Esa es la fuerza que necesitaba, ella me necesita y yo no puedo ser débil. Voy y me siento a su lado, ella apoya su cabeza en mis piernas y yo le acaricio el cabello. Su cuerpo deja de temblar poco a poco. Yo apoyo mi cabeza en la pared e intento que mis lágrimas no bajen por mi mejilla.

- No te merezco- dice en un susurro-. Tú lo das todo y yo no doy nada, soy inútil, no tengo nada que proporcionar a esta relación. No te culparía si me dejaras, ¿lo sabes? ¿no?

No puedo hablar porque estoy ocupado en no derramar las lágrimas.

- Justin, quiero dormir y no soñar nada. Quiero desaparecer por unos minutos… ¿Me podrías dar las pastillas que mis padres te dieron? Solo una. Mi cabeza me está matando y no quiero hacer nada peor.
- Vale.

Ella levanta su cabeza de mis piernas y yo me bajo de su cama,  voy hasta mi maleta y cojo una pastilla. Se la llevo junto a un vaso de agua, ella toma la pastilla y bebe el agua, apoya su cabeza suavemente en la almohada. Yo acaricio su mejilla y le beso la frente.

- Jamás te podría dejar- le susurro-. De una forma u otra siempre estaré contigo y tú me das demasiada cosas, como por ejemplo felicidad cada vez que sonríes.

Grace sonríe y cierra los ojos.

- Todo va a estar bien, ¿cierto? Como en la canción- dijo ella susurrando.
- Ni lo dudes.
- Te quiero, diario. - me susurra.
- Y yo a ti, escritora.

Le bajo la persiana para que tenga algo de oscuridad. Me voy de su cuarto lentamente y voy hacia la cocina, mientras me preparo un bocadillo para comer, mi móvil empieza a sonar, en la pantalla sale “Padre de Grace”. Lo cojo.

- ¿Si?
- ¿Justin?- pregunta serio.
- Sí, soy yo, ¿qué pasa?
- Tenemos que hablar.
- ¿De qué?

- De Grace, quiero que la dejes. 

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SIIIIIIIIIIIIIIIIII, POR FIN, LOS PLANETAS SE HAN ALINEADO Y EL SOL BRILLA MÁS FUERTE QUE NUNCA. OH YEAH, YO HE SUBIDO, MARCAR ESTE DÍA EN ROJO EN VUESTROS CALENDARIOS, SIIIIII. Okay, ya hablando serio, no sé como me puedo disculpar por no haber subido en tanto tiemplo, simplemente necesitaba... no sé, mi cabeza ahora mismo esta sobrecargada y necesitaba que pasaran unos días para poder escribir, espero que os siga gustando la novela y lo siento, enserio, he intentado escribir estos capítulos los más largo posible y dejaros este final impactante para que volváis a tener intriga ( y serso) . Su padre es un hijo puta *llora* ¿Por qué quiere que la deje? CABRÓN, TE VOY A INCENDIAR LA CASA EN LA QUE ESTAS PARA QUE LOS DEJES TRANQUILOS, ¿NO VES LO ADORABLES QUE SON? SON MÁS ADORABLES QUE UNOS CACHORROS. Os quiero, muchas gracias por esperar. 

Y recordar que detrás de las  ☁ siempre habrá un ☀ resplandeciente esperándoos. LOVE YA

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